Una gran señal
apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una
corona de doce estrellas sobre su cabeza” Apoc 12 1-2a.
¿Quién es esta
que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el
sol, imponente como un ejército en orden de batalla? Cant 6 10.
Con profundidad
y erudición, nos decía acerca del acontecimiento guadalupano, hace pocos días, un
fiel de la Resistencia de la Ciudad de Méjico (don Luis de Guerrero Osio), que tres
naves y un solo viaje hubo en el descubrimiento de América, como son Tres las
Divinas Personas y un Único Dios. “Pinta la Niña Santa María” es la única frase
que se compone con el nombre de esas tres naves, patente profecía de lo que el
Cielo había dispuesto para tener lugar en el Tepeyac, poco después, en 1531.
Cristóforo (Cristóbal)
Colombo es el nombre de descubridor. Cristóforo significa portador de Cristo,
Colombo significa palomo: profético de nuevo, pues ese hombre hizo posible que los
benditos españoles trajeran el Espíritu Santo para la evangelización de nuestros
pueblos indígenas. Y conoceréis la verdad
y la verdad os hará libres (Jn 8 32): la verdadera fe debía liberar a esas
gentes de la inveterada, tremendamente amarga y durísima esclavitud del
demonio, y someterlas al suave yugo de Cristo.
Después de haber
comenzado a ser pintada esta Niña, por los predicadores, en las almas de los
indios, y a casi cuarenta años de la llegada de Colón en aquél 12 de octubre,
el 12 de diciembre de 1531 sucedió el portentoso milagro que marcaría la historia
de Méjico, de América y de la Iglesia Católica para siempre: la Niña Virgen
Madre fue pintada por el mismo Dios en el ayate de Juan Diego. A partir de ese momento, las
conversiones de los indígenas se multiplican de modo totalmente
extraordinario. La Madre de Dios tomaba posesión de América para su Divino
Hijo.
En 1541 escribe
el misionero franciscano fray Toribio de Benavente, que a diez años de la
aparición de N. Señora de Guadalupe, ya eran alrededor de nueve millones de aztecas
bautizados y que él personalmente había bautizado unos 300.000. Gracias a
nuestra Señora, la historia de las conversiones al cristianismo en México es la
más grandiosa y espectacular de la historia cristiana y por eso el historiador
Bernal Díaz del Castillo, soldado y compañero de Hernán Cortés, escribió en su
libro “Historia Verdadera de la conquista de la Nueva España” (de 1560), que el
triunfo de los conquistadores se debió a la gracia y ayuda de la Virgen de
Guadalupe.
Esta imagen de
origen divino es la presencia mariana más importante en la historia del mundo después
de la Asunción de María Santísima a los Cielos. La imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe es un milagro permanente. Y se puede hablar no de uno, sino de muchos
milagros que simultáneamente se dan en este ayate. La ciencia, a través de diversos
estudios de químicos, oftalmólogos, expertos en computación o en otras ramas
del saber, nos habla de las maravillas de sus ojos, que se comportan como si
pertenecieran a un cuerpo vivo, y de la luminosidad y brillantez de la imagen
original que parece haber sido pintada hace una semana, aunque no ha sido
pintada, propiamente hablando, pues los pigmentos de la imagen no pertenecen al
reino mineral, vegetal ni animal.
La enumeración
de todo lo extraordinario que se ha descubierto en esa tela sería muy larga de
hacer. Sólo destacaremos algo sobre la materia del ayate: una de las cosas que
más llama la atención de los expertos, es la milagrosa conservación del tejido
de la túnica de Juan Diego en la que se imprimió la imagen de la Virgen.
Normalmente esa clase de tela se desintegra en unos 20 años y, sin embargo,
hasta ahora, habiendo trascurrido 482 años, sigue sin desgarrarse ni
descomponerse, habiendo estado durante 116 años sin protección de cristales y
expuesta al humo de miles de velas, habiendo sido tocada por manos de miles de
indígenas y habiendo estado colocada sobre una pared húmeda. Además tiene esta cualidad
maravillosa e inexplicable: es refractaria al polvo y a la humedad y en el
tejido nunca aparecen insectos que puedan dañarlo y jamás ha tenido hongos. Y
por añadidura, durante tantos años, millones de objetos piadosos han tocado directamente
la imagen sin producirle daños. Los doctores mexicanos Sodi y Palacios, después
de estudiar la imagen concluyeron:
“1.
Científicamente no se puede explicar la conservación del ayate de Juan Diego.
2.
Científicamente no se puede esclarecer por qué no se han saltado ni decolorado
los colores.
3.
Científicamente no se puede entender por qué no se destruyó el ayate hecho con
fibras de maguey cuando le cayó ácido nítrico y se efectuó la reacción
xantoproteica.
4. Científicamente
es incomprensible por qué el ayate no sufrió daño alguno en el atentado
dinamitero del 14 de noviembre de 1921.
5.
Científicamente no se explica por qué no se encuentran colorantes vegetales,
minerales o animales en las fibras del ayate.
6. Científicamente
no se ha podido explicar por qué el ayate de Juan Diego rechaza a los insectos
y al polvo suspendido en el aire”.
Científicamente
nada de esto se explica, porque estamos ante una imagen hecha por Dios: estamos
ante el retrato que Dios pintó de su Madre.
Estimados
fieles: Méjico es bendito del Cielo porque sólo en este país existe esta
portentosa presencia de la Santísima Virgen. Para comprender el sentido de este
grandísimo milagro y de esta inmensa misericordia de Dios con los mejicanos, oigamos
hoy, una vez más, lo que le dice Nuestra Señora de Guadalupe a Juan Diego y, en
él, a cada uno de nosotros:
Deseo que se me erija aquí un templo para en él
mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, a ti y a todos
vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me
invoquen y en mí confíen; oiré sus lamentos y remediaré todas sus miserias,
penas y dolores, porque yo soy vuestra piadosa Madre… Hijo mío, el más pequeño,
no es nada lo que te asusta y te aflige. No se turbe tu corazón y no temas esta
enfermedad ni otra alguna enfermedad o angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu
madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en
mi regazo? ¿Qué más necesitas?
Que nuestra
Madre la Virgen de Guadalupe, Reina de México, Emperatriz de América y Generala
de la Resistencia; continúe aplastando delante de nosotros la cabeza de la
serpiente infernal, y nos bendiga y nos proteja siempre.