"En abril de 2012, el Padre de Cacqueray afirmó que la declaración de Monseñor Fellay era “escandalosa, que atentaba contra el honor de la Fraternidad y que él se esforzaría en obtener la retractación solemne en el curso del Capítulo” El 15 de junio de 2012, Monseñor de Galarreta le confió a un cofrade: “Monseñor Fellay comprenderá que él no puede mantenerse pues ha decepcionado a aquellos que esperaban un acuerdo y los otros le dirán: todo eso para nada!” Después del Capítulo, el Padre de Cacqueray constataba que “la condición del 2006 ha sido completamente abandonada. En mayo de 2013, Monseñor Tissier de Mallerais declaró al contenido del Cor Unum 104 como “demasiado deplorable para ser comentado, muy evidentemente insatisfactorio para ser aprobado, demasiado escandaloso para no avergonzar a quien corresponda” Al final, no hubo la “retractación solemne” sino un abandono de nuestras posiciones con un Superior que se ha mantenido por una actitud oficial “deplorable”, “insatisfactoria”, “escandalosa” y “vergonzosa”."
Estimados cofrades,
Ya que el B.O. [boletín oficial] de la FSSPX (n° 251) me
nombró explícitamente en julio de 2013, les pido algunos minutos de atención
para escuchar mi “derecho a réplica”.
Les suplico, por principio, no darle
ningún crédito a la afirmación del Padre Thouventot que dice que nosotros
estaríamos buscando “hacer estallar la
Fraternidad”. Yo le debo todo a la Fraternidad e incluso le lego todo por
testamento. Nuestra finalidad fue el mismo objeto de acción de gracias de
Monseñor Fellay en Kansas City en octubre de 2013: ser “preservados de toda clase de acuerdo”, pues esto hubiera sido una
gran “desgracia”.
Los
deseos…
El Padre de Cacqueray afirma que “sería verdaderamente una paradoja y una
obra del diablo querer dejar la Fraternidad cuando tal Declaración acaba de
producirse (27 de junio de 2013). Es
bajo el cayado de nuestro Superior general, y no con los franco-tiradores, que
debemos continuar llevando el combate de la Fe”. Pero el Padre de Cacqueray
tuvo que escribirles tres páginas para tranquilizarlos respecto a esta
Declaración, mientras que no se requirió ningún comentario para la Declaración
del 21 de noviembre de 1974. “Llevar el
combate de la Fe bajo el cayado de nuestro Superior general”. ¡Sea! Pero
desde el 2002, ¿dónde están los comunicados de la Casa General que condenan
oficialmente a Roma? Peor aún, los comunicados incluso han favorecido las
mentiras romanas. Monseñor Tissier, en el editorial de Le Sel de la Terre (n° 85, verano de 2013), habla de “mentira y de equívoco” respecto al motu
proprio de Benedicto XVI sobre la misa y el levantamiento de las excomuniones.
¿Es así como habla Monseñor Fellay? ¿Por qué el Padre Nély, en privado,
desaconseja a los cofrades la lectura de este artículo de Monseñor Tissier,
describiéndolo como malo o sin interés?
El Padre
de Cacqueray nos dice combatir “con inteligencia y prudencia, con espíritu
sobrenatural y en la obediencia a nuestros Superiores”. ¡Sea! ¿Pero, por
qué al regresar de Menzingen con el Cor unum 104, afirmó que un “acuerdo
era inevitable” y que él no estaba “en condiciones de exigir la
obediencia de sus subordinados hacia Monseñor Fellay?” El Padre de
Cacqueray, en privado, ha criticado fuertemente las desviaciones de la Casa
General. Lo hizo a justo título, con valor e inteligencia. Pero públicamente ¿qué
es lo que queda? Dos afirmaciones que deforman la realidad: a) L.A.B. n° 80 :
El Padre de Cacqueray expresa a Monseñor Fellay su “reconocimiento por su valiente rechazo que le dirigió al papa”. b)
B.O. n°251 : El Padre de Cacqueray escribió: “Nuestro Superior general nos comunica ahora esta otra Declaración. Que
él sea vivamente agradecido por ello”.
Pero en
privado, el Padre de Cacqueray le dijo a un cofrade, el 11 de junio de 2013,
que la declaración del 15 de abril de 2012, aunque retirada, fue amplificada
por la publicación del Cor Unum 104 y por la carta a Benedicto XVI del 17 de
junio… Pero a finales de julio de 2012, el Padre de Cacqueray planteó el
verdadero problema: “Una vez que no fueron capaces de respetar las
decisiones del Capítulo de 2006, ¿por qué respetarían mañana los compromisos
hechos hoy?” Los agradecimientos son entonces inoportunos mientras que las
injusticias no hayan sido reparados y los errores claramente renegados. ¿Usted tal
vez se escandaliza de tales exigencias? Estas son clásicas en la historia
eclesiástica. En las Actas de Cartago, el diácono Paulin declaró respecto de un
cura fautor de errores: “Una de dos: o niega haber enseñado eso o que lo
condene”.
Y la realidad
La
realidad no es desgraciadamente la descrita oficialmente por el Padre de
Cacqueray. La realidad es que Monseñor Fellay ha sido PARCIAL al desatender el
análisis de Monseñor Lefebvre (1988-1991), DESOBEDIENTE al capítulo de 2006,
IMPRUDENTE al despreciar las advertencias de los obispos e INFIEL al redactar una declaración impía (15 de abril de 2012). Además, el Superior General tuvo
una actitud DESHONESTA al practicar la mentira, la manipulación de textos… sin
olvidar los pecados por omisión y las contradicciones evidentes, ocultas bajo
el falaz pretexto de “saber leer entre líneas”…
En abril
de 2012, el Padre de Cacqueray afirmó que la declaración de Monseñor Fellay era
“escandalosa, que atentaba contra el honor de la Fraternidad y que él se
esforzaría en obtener la retractación solemne en el curso del Capítulo” El
15 de junio de 2012, Monseñor de Galarreta le confió a un cofrade: “Monseñor
Fellay comprenderá que él no puede mantenerse pues ha decepcionado a aquellos
que esperaban un acuerdo y los otros le dirán: todo eso para nada!” Después
del Capítulo, el Padre de Cacqueray constataba que “la condición del 2006 ha
sido completamente abandonada. En mayo de 2013, Monseñor Tissier de
Mallerais declaró al contenido del Cor Unum 104 como “demasiado deplorable
para ser comentado, muy evidentemente insatisfactorio para ser aprobado,
demasiado escandaloso para no avergonzar a quien corresponda” Al final, no
hubo la “retractación solemne” sino un abandono de nuestras posiciones
con un Superior que se ha mantenido por una actitud oficial “deplorable”, “insatisfactoria”,
“escandalosa” y “vergonzosa”.
Nuestro bien común.
¿Qué esperan estos cofrades para
sacar las consecuencias de estos hechos ? Ellos saben escribir los números
pero no se atreven a hacer la suma. ¿Habrá que esperar a que Monseñor Fellay
concelebre la misa de Paulo VI con una guitarra para actuar públicamente? En
lugar de tener una opinión eficaz, ellos han pensado que lo que sería beneficioso
es imposible, olvidando que los límites de lo posible se desvanecerían si
solamente ellos tuvieran la audacia de decir en voz alta lo que piensan. El
demonio les habla de unión para detenerlos, ellos olvidan inmediatamente que
solo la unión es fecunda cuando se hace sobre principios ciertos, y que de otro
modo, esta palabra no sirve mas que para cubrir un malentendido donde los más
honestos son burlados por los más bribones.
La Casa General ha dicho y cometido
enormidades que han herido muy gravemente a nuestra Fraternidad. La advertencia
de Monseñor Lefebvre vale también para nosotros:
« No son los inferiores que cambian a los superiores, sino los
superiores que cambian a los inferiores »1 ¿Qué se puede esperar de Monseñor
Fellay que es capaz de decir: “La nueva
misa elude el Sacrificio de la Cruz” (junio de 2013) y la nueva misa fue “legítimamente promulgada” (abril 2012)
o que el Vaticano II ha “inaugurado un
nuevo tipo de magisterio imbuído de principios modernistas” (junio 2013) y “El Concilio Vaticano II aclara y explica
ciertos aspectos de la vida y de la doctrina de la Iglesia” (abril 2012)?
Tal contradicción doctrinal, en tales circunstancias (50 años del Vaticano
II), por un hombre de su calibre (el Superior general), debió ser suficiente
para provocar en nosotros una indignación saludable.
Perdiendo su credibilidad, Monseñor
Fellay la hizo perder a toda la Fraternidad y a cada uno de sus sacerdotes.
Como bien lo dijo el Padre Chazal :
“La Fraternidad ha perdido su virginidad
doctrinal”. Monseñor Fellay ha afectado la cohesión de la Fraternidad
comprometiendo su bien común. Él ha fisurado las convicciones doctrinales
fuertes que pedían nuestra lucha sin descanso. Y los superiores mayores de la
Fraternidad han preferido, en el Capítulo, la unidad a la verdad, el renombre
de un hombre al amor de la verdad. ¡Ese es el veneno mortal! Un falso
principio, que parece aceptado implícitamente por todos, rige de ahora en
adelante nuestra Fraternidad: “La autoridad es intocable y/o el superior es
infalible”. Decir que un superior es indigno y que debe renunciar, ¡sería una
blasfemia o un pecado contra el Espíritu Santo! Esto es ridículo pero tal es el
espíritu que reina entre nosotros. Si no hay reacción, este principio nos
matará en un término más o menos breve.
« La mayor desgracia para un
siglo, es el abandono o la disminución de la verdad. Podemos recuperarnos de
todo el resto; pero jamás del sacrificio de los principio… El más grande
servicio que un hombre puede dar a sus semejantes en las épocas de
desfallecimiento y de oscurecimiento, es el de afirmar la verdad sin miedo,
aunque no se le escuche”. 2
Una nueva línea…
Cuando
Monseñor Lefebvre afirmó que en caso de acuerdo “no es suficiente decir: no hemos cambiado nada en la práctica…” 3,
Monseñor Fellay intenta lo contrario: “seal cual sea el acuerdo: no hay
compromiso. Permanecemos tal como somos”
(The Angelus). Y esta utopía suicida ha sido reafirmada en la Declaración del
25 aniversario de las consagraciones, pretendiendo seguir “la regla que
Monseñor Lefebvre siempre observó”: “…sea que Roma nos reconozca el derecho y
el deber de oponernos públicamente a los errores y a los fautores de estos
errores, sean cuales sean…”
¿Es
buscarle tres pies al gato el ver estas contradicciones ? Y si se ven,
¿hay que callarlas? Cómo es posible que tantos cofrades no hayan visto lo que
un laico vio y escribió en 2009 al padre de Cacqeray. Este fiel se inquietaba
de “la euforia histérica” de Monseñor Fellay que denotaba una “gran
ignorancia de la hermenéutica de la continuidad”, estaba también
escandalizado de su “mentira
descarada”, “embaucando” a los fieles que “habían sido
complacidos por la TSVM…” Luego concluyó: “Las discusiones fracasarán
necesariamente. Esto para mí es, estimado Padre, una certeza. La táctica
imprudente de la Fraternidad, sus condiciones previas calamitosas, no pueden
llevar más que a este callejón sin salida, del cual no veo como ella podrá
salir, si no es con graves daños. Dios
le pedirá cuenta a nuestros obispos, pues su finalidad es la de predicar la
verdad, no la de dialogar con los anticristos”
Cuando le
preguntaron a Monseñor Fellay : “¿Cuáles signos debemos esperar que nos
muestren que el regreso a la Tradición ya se realizó? 4 Su respuesta fue: “Es
muy difícil decir por dónde comenzará. “Es muy difícil decir que
empezará por esto o aquello. Con el Papa Benedicto XVI tuvimos el gran signo de la liturgia...” A la misma pregunta, Monseñor Lefebvre respondió:
“Cuando nos plantean la pregunta
de saber cuándo habrá un acuerdo con Roma, mi respuesta es simple: cuando
Roma vuelva a coronar a Nuestro Señor Jesucristo. El día en que ellos
reconozcan de nuevo a Nuestro Señor como rey de los pueblos y de las naciones,
no es a nosotros a quienes ellos se unirán, sino a la Iglesia Católica en la
cual permanecemos nosotros (Flavigny, diciembre de 1988)
Después de todo esto ¿podemos
pretender que la Fraternidad no ha cambiado de línea? En 1988, todos admitían
que una “Roma neo-modernista se manifestó
claramente desde el Vaticano II…” y
que “la sede de Pedro y los puestos de
autoridad de Roma” estaban “ocupados
por anticristos”. Pero 25 años
después, se pasó de lo explícito a lo ambiguo. ¿Dónde están las acciones de
guerra contra esta Roma modernista? Contentarse con la declaración de junio de
2013 (mejor que la de abril de 2012), es contentarse con una disminución de la
fiebre sin querer extirpar el principio mortal que está todavía en el cuerpo. ¿Para
cuándo la recaída?
Y un nuevo espíritu
¿Podemos tener confianza en aquellos
que han querido un acuerdo con el montañés Benedicto XVI, que no fue mas que la
Revolución desacelerada, bajo pretexto que se rechaza este acuerdo con el
jacobino Francisco que es la Revolución abierta? ¡No! Porque sea jacobino o
montañés, jamás se hacen acuerdos con la Revolución.
Esto debió ser evidente para todo “contrarrevolucionario”! 5 Algunos
miembros de la Fraternidad, con ingenuidad, creyeron que un acuerdo con la
iglesia conciliar sería una victoria para la Tradición. Se parecen a los
corderos creyendo invadir un matadero…
Pero si tantos cofrades se dejaron
seducir, no es porque se haya hecho mucho para tentarlos, sino mas bien porque estaban
ansiosos de ceder a la tentación.
Los moderados
se acomodan bien deprisa a los principios de la Revolución en cuanto hay una
apariencia de orden. Ellos olvidan rápido, demasiado rápido, el peligro del
desorden establecido y de la subversión instalada en los principios.
“Monseñor Fellay”, me dirán ustedes, “ha
dicho que ya no quiere el acuerdo”. ¡Sea! Por el momento. Pero de todas maneras el problema no
está allí. El acuerdo es una consecuencia del problema, no su causa. El
problema, es una cabeza liberal que estuvo a punto de hacer el acuerdo, que
vive en la contradicción de los principios, que tiene una espiritualidad
sobrenaturalista, una noción sectaria y/o tiránica de la autoridad y una
prédica disminuida y calculada de Cristo Rey, cuidando de no disgustar a
ciertos enemigos de Cristo Rey…
Ciertas reflexiones de Abel Bonnard,
en Les Modérés, que no han perdido
actualidad un siglo después, merecerían ser más conocidas. Tratan de la psicología
de los liberales. He aquí algunas para leer como las reflexiones de Aristóteles
citadas por Santo Tomás.
« Los moderados son liberales
que ya no tienen fe en ellos mismos » ; « Ellos son moderados,
no por los principios que les pertenecen, sino por dar un paso menos en el
mismo sentido que sus adversarios, siendo un poco más tímidos en los mismos
desatinos”; “Su papel es inmenso en la historia. Son los introductores de las
catástrofes: ellos tienen, al anunciar el Progreso, abierta la puerta al Desastre.
Los liberales son los personajes más vanidosos de la historia. Ellos quieren
que la política sea un debate y no un combate” 6; “El primer realismo, en
política, es conocer los demonios que están escondidos en las palabras”; “La
pasión por la verdad parece siempre una inclinación de mentes estrechas, es
demasiado fácil, al contrario, pasar por imparcial permaneciendo superficial, y
por objetivo, respetando igualmente todos los ídolos”.
Las exigencias de la verdad
« Pero », me dirán ustedes, « ¿esto da derecho a desobedecer ? » Pero pedir a Roma “el derecho y el deber de oponerse
públicamente a los fautores de errores sean
quienes sean” ¿qué es entonces? ¿Cómo puede la Fraternidad,
decentemente, exigir de otros un derecho que ella misma no respeta?
« El error, una vez constatado, escribe el P. Montrouzier, de la Compañía de Jesús, debe
ser perseguido entre todos sus partidarios, sea cual sea su rango, su posición
e incluso la eminencia de sus conocimientos y de sus servicios… La caridad no
es la indolencia: todo peligro de seducción debe ser señalado, incluso a riesgo
de comprometer a los personajes que hasta ese momento fueron vistos como
irreprochables”. Y luego, como lo señala el Abel Bonnard: “La palabra servir tiene un bello
significado, pero está muy cerca de la palabra servil”. Nuestro Señor mismo
fue acusado de ser sedicioso y perturbador del orden por haber dado testimonio
de la Verdad. El orden que se debe observar en la caridad pide, sobre todas las
cosas, amar la verdad. Pero muchos están por la Verdad con la condición de no
tener que sufrir nada por ella. 7
¿Creen ustedes que el hecho de gritar
el escándalo ante los hechos que hemos vivido y que son fruto de la política sediciosa
de la Casa General justifica las expulsiones de la Fraternidad? ¿Pueden ustedes
aceptar que se les mienta? ¿Qué se manipulen oficialmente los textos? ¿Qué se
destruyan, contra el derecho mismo de nuestra Fraternidad, las decisiones
fundamentales del Capítulo de 2006? Además, ¿Pueden ustedes aceptar que un
superior de distrito usurpe su identidad para hacer uso fraudulento de ella?
El Padre de Cacqueray nos dice :
“Sean cuales sean las dificultades de
estos últimos dos años, constatamos en este texto que las posiciones de la
Fraternidad se expresan claramente… desde el momento que el estandarte de la Fe
está orgullosamente desplegado contra las herejías, sepamos pasar por todo lo
que queda de accesorio y accidental… Si nosotros creemos haber sido víctimas de
injusticias o de incomprensiones, o si lo hemos sido realmente, pidamos la
gracia de saber regocijarnos y ofrezcamos esto en sacrificio por este gran
combate de nuestra Fe”.
He aquí una manera no solamente un
poco rápida sino también falsa de contemplar el problema.
« Estos falsos espíritus, que
han traicionado las obligaciones de la vida activa, notablemente las
obligaciones del honor y de la justicia, han matado en su corazón la
posibilidad de la verdadera contemplación; ellos se han hundido en una oración
de mentira. (…) la caridad por el prójimo no puede dejar fuera el sentido del
honor. Así, no defender a los inferiores que se tiene a cargo, abandonarlos,
dejar que se les calumnie, aplastar, exiliar, cuando se es su jefe legítimo, dejarlos
ir y con palabras piadosas (“querido amigo, esto te aprovechará para avanzar
espiritualmente”), en una palabra, conducirse como un cobarde, es evidentemente
faltar gravemente al honor y a la justicia, pero es al mismo tiempo, una grave
falta de caridad. El jefe que tiene la costumbre de actuar así, se evita tal
vez a sí mismo las dificultades y molestias, pero comete la iniquidad. Me
pueden decir que él es un hombre de oración, yo les respondo que es sobre todo
un hipócrita piadoso. El desconoce una de las primeras obligaciones de la vida
activa, que es amar lo suficiente para practicar la justicia, incluso a su
costa. Por lo tanto ¿cómo la contemplación será auténtica en su alma?” (Padre Calmel, Itinéraires n° 76, La
contemplación de los santos).
Y « El
estandarte de la Fe » ¿está verdaderamente “orgullosamente desplegado contra las herejías del mundo moderno”,
cuando el Padre Rostand se unió a la oración ecuménica de Francisco, y eso sin
una sanción por parte del Superior General? La carta de los tres obispos no se
equivocó de constatar:
"¿No vemos ya en la Fraternidad los síntomas de esta disminución en
la confesión de la Fe?"
¿Paternidad o tiranía ?
El Padre de Cacqueray espera « de todo corazón que esta Declaración
doctrinal permitirá a aquellos que no están ya con nosotros, obispo, antiguos
miembros de la Fraternidad o comunidades amigas, de regresar al aprisco.
Citamos especialmente al Padre Olivier Rioult. (…) Nosotros invitamos a cada
uno a permanecer firme en la Fe y a no pensar que existiría como “un estado de
necesidad en el estado de necesidad” que permitiría tomar no importa cuál
iniciativa”.
Que Dios recompense al Padre de
Cacqueray por sus intenciones. Pero solamente el que ha destruido la unidad de
la Fraternidad puede reconstruirla: reparándola y amnistiando. ¿Dónde están las
llamadas del pastor invitando a su rebaño a “regresar
al aprisco”? Rebaño que no ha hecho otra cosa que luchar con todas sus
fuerzas contra el error acuerdista y el honor de la Fraternidad. El Padre de
Cacqueray reconoce valientemente, lo que no hace el Padre Simoulin ni la Casa
General, que durante dos años ha habido en la Fraternidad “un estado de necesidad en el estado de necesidad”. Esta frase
manifiesta la legitimidad de las posiciones de Monseñor Williamson y los
sacerdotes que han sacrificado su tranquilidad para cumplir su deber contra los
fautores de errores, “sean quienes sean”.
¡« Regresar al aprisco » ! Ciertamente pero ¿cuál? ¿Un aprisco
en donde se encuentra normal que a puerta cerrada Monseñor Fellay haga “tácitamente” creer en un “mal paso”, para enseguida pretender que
su Declaración fue un “texto
suficientemente claro” y escribir en el Boletín oficial haber sido engañado
por Roma e incomprendido por “cofrades
eminentes que vieron una ambigüedad, una adhesión”? ¿Un aprisco donde se
acepta la negativa del Superior general de reconocer intelectualmente su
Declaración de abril de 2012 por lo que es: la
hermenéutica de la continuidad? ¿Un aprisco donde se soporta que la cabeza
de nuestra Congregación toque el principio de no contradicción y engañe a los
miembros del Capítulo? ¿Qué hacen los generales de nuestro ejército?
Monseñor Lefebvre deseaba un poco más
de energía:
« Ellos se quedan. Ellos no
toman la decisión de irse o de fundar otro monasterio, o de pedirle a Dom
Gérard de dar su renuncia y sea reemplazado… no, nada… obedecen. (…) es
lamentable ver con qué facilidad un monasterio que está en la Tradición pase
bajo la autoridad conciliar y modernista. Y todos se quedan”. (Écône, 8 oct.
88)
Y si los
Generales no hacen nada, ¿qué esperamos para imitar a los vendeanos que fueron
a buscar a sus jefes a sus castillos y, en el caso de uno de ellos, hasta su
cama? Estos nobles Señores, una vez frente
a su deber, se convirtieron en héroes y mártires. Ellos tenían, es verdad, el
sentido de la autoridad que no es nada sin la verdad: Si yo avanzo, síganme,
si retrocedo, mátenme…
!Dios mío, danos jefes, santos jefes,
muchos santos jefes !
Dominus vobiscum.
Padre Olivier Rioult,
El 21 noviembre 2013.
________________________________________________
NOTAS:
1 Fideliter N°. 70 Julio-agosto 1989.
2 Mons. Freppel,
Panégyrique de saint Hilaire, 19 de enero de 1873.
3 Écône, conferencia del 8 octubre
1988.
4 The Angelus, el 20 abril 2013 -
DICI del 07/06/13.
5 « Nosotros escogimos ser
contrarrevolucionarios con el Syllabus, contra los errores modernos… Entre
más analizamos los documentos del Vaticano II y la interpretación que le dieron
las autoridades… más nos apercibimos de una perversión del espíritu… Nosotros no tenemos nada que ver con esa
gente, pues nosotros no tenemos nada en común con ellos… a fuerza de decir
que ellos están a favor de los derechos del hombre, de la libertad religiosa,
de la democracia y la igualdad de los hombres, ellos tendrán un lugar en el
gobierno mundial, pero será un lugar de servidores… o bien nosotros estamos con
la Iglesia católica o estamos en su contra, nosotros no somos de esta iglesia
conciliar que es cada vez menos católica, prácticamente
ya nada” Conferencia de Monseñor
Lefebvre durante el retiro sacerdotal de septiembre de 1990 en Ecône,-
Fideliter n! 87, mayo-junio de 1992, pág.8.
6 « Vivimos
en un tiempo excepcional, creemos apocalíptico” (Monseñor Lefebvre, Retiro
en Ecône, septiembre de 1986)
7 « Verdaderamente
un hombre de honor, cualesquiera sean los deberes hacia su sociedad, debe estar
en guardia de sí mismo. Él no puede aceptar obligaciones que abrumen su alma y aunque parezca pensar solamente en su persona,
él cumple al contrario un deber primordial hacia la comunidad de la que forma
parte”.
(Abel Bonnard)