Gracias a la audacia de
un joven abogado llamado Jean Marie Le Pen, Francia pudo escuchar extractos de
la grabación de la Declaración histórica del 2 de febrero de 1963 del Coronel
Jean Bastien Thiry durante su proceso político-gaullista.
Igualmente, gracias a
la ayuda de un fiel y de un sacerdote, un micrófono fue introducido y pudo
grabar un momento histórico del proceso político-fellecista del Padre Pinaud.
La Sapinière se congratula de poder compartirlo con ustedes.
Se trata de la
Declaración final del Padre Pinaud ante sus jueces el sábado 19 de octubre de
2013 a las 14:00 horas en Schlieren (Suiza). El sonido no es perfecto pero es
perfectamente audible. El texto de esta Declaración se encuentra en el libro
del padre Pivert: ¿Qué derecho para la Tradición
Católica? Actas del proceso de los Padres Salenave y Pinaud. A pesar de sus
ocho meses de suspensión de ministerio sacerdotal, el exilio y las pruebas, la
voz del Padre Pinaud es fuerte y segura.
La carta a Monseñor
Fellay del 28 de febrero de 2013 desenmascaró la prevaricación humana y
doctrinal de Monseñor Fellay. La Declaración final del Padre Pinaud, lo prueba.
Convendría entonces en este día de aniversario unir estos dos documentos
trágicos pero también históricos.
“Señores miembros del tribunal,
El 30 de septiembre de
2013, recibí una Respuesta a mi Defensa y quisiera aportar las
siguientes observaciones:
1.-
Algunas cuestiones de mi Defensa
siguen sin respuesta todavía, de manera notable la muy importante que concierne
a los criterios de elección del juez.
Habitualmente
constatamos que los tribunales de excepción no juzgan según el derecho contra
el crimen, sino según la razón del Estado contra la rebelión. Nadie ignora que
el tribunal ante el cual comparezco, ha sido fabricado para la ocasión. ¿Cuáles
son las garantías de su imparcialidad?
2.-
Constato también que la carta sin firmar del 26 de septiembre de 2013 que me
convoca a esta comparecencia, me anuncia la reunión de tres jueces. Pero varias
veces en la Respuesta a mi Defensa, se somete a la decisión del
juez. ¿Hay tres jueces o uno solo?
El funcionamiento de
este tribunal me parece igualmente desconcertante. En efecto, ¿no es una
situación sicológicamente difícil que favorece la arbitrariedad, que una misma
persona, el Padre Quilton, asuma la redacción del acta de acusación y después
el cargo de juez? Esta razón, por sí misma, hace al nuevo código inaplicable en
materia de procedimiento penal, sobre todo cuando no hay garantías ofrecidas
para el recurso con la jurisdicción superior.
Después de estas
importantes observaciones, quisiera aportar las siguientes precisiones:
I.
En
lo que concierne a mi participación en el sitio La Sapinière:
Yo mantengo los
términos de mi Defensa y niego categóricamente la mínima participación tanto en
este sitio como en cualquier otro.
Querer acusarme de una
pretendida participación en el sitio La Sapinière en razón de la corrección de “algunas faltas de ortografía inadmisibles”
revelada por la violación de un mensaje privado enviado al Padre Rioult, no
tiene en cuenta la desaprobación que expresé, en ese mismo mensaje, sobre el
posible modo de difusión de esta carta a Monseñor Fellay del 28 de febrero de
2013.
El acusador estima que
esta frase es probablemente irónica,
pero no puede probarlo. Por lo tanto es injusto acusarme de la difusión, siendo
que el testimonio del Padre Rioult sobre este punto es claro y preciso.
II.
Respecto
a la carta a Monseñor Fellay del 28 de febrero de 2013.
Mantengo los términos
de mi Defensa:
“Yo de ningún modo inspiré el proyecto de esta
carta a Monseñor Fellay del 28 de febrero de 2013. Yo no la redacté, yo no la
difundí y puedo agregar que yo no la hubiera redactado ni difundido si el que
tomó la iniciativa no lo hubiera hecho”.
También sobre este
punto, el testimonio del Padre Rioult no puede ser más claro y más preciso.
El mensaje enviado al
Padre Rioult que dice: “Me parece poder
decir que este documento es claramente mejor que el precedente porque es más
duro y más preciso… finalmente yo no veo modificación que aportar” es un
juicio privado expresado en un correo privado. ¿Qué otra cosa es sino una
opinión privada?
Si “su tribunal no juzga las opiniones privadas de los cofrades…” le
suplico sacar las consecuencias. Si los juicios en contra de los Superiores en
los Alegatos en la causa “no afectan
directamente este proceso”, yo me pregunto entonces qué es lo que se está
juzgando en este proceso. Yo no puedo creer, en efecto, que la no-redacción y
la no-difusión de “algunas faltas de
ortografía inadmisibles” necesiten ocho meses de espera para ser juzgado.
¡Ocho meses de
suspensión de ministerio sacerdotal por la corrección de “algunas faltas de ortografía inadmisibles”!
Pues yo no niego esta
cooperación inmediata de la que se me acusa. Un corrector, en efecto, jamás es considerado como un co-autor. Un
corrector no tiene ningún derecho de autor, no tiene ninguno de los derechos
del autor. Es el autor y eventualmente su editor que asumen la responsabilidad,
nunca un corrector. Entonces aquí se trata de una cooperación lejana solamente,
pues la ortografía es secundaria respecto a la expresión del pensamiento. Yo
evoqué en mi Defensa una cooperación material insignificante, porque la
ortografía no es indispensable para la expresión de una idea que es lo formal de
la redacción de un documento.
La acusación invoca una
analogía entre la cooperación y el pecado material o formal para negar que la
corrección de algunas faltas de ortografía sea una insignificante participación
material. Es confundir el fuero interno y el fuero externo, y hacer de este
tribunal un confesionario. La analogía empleada por la Defensa se debe
comprender simplemente en unión con los principios de la naturaleza, y no con
el pecado. La ortografía es para el pensamiento expresado en palabras, lo que
la materia es a la forma en los seres naturales.
Así, el principio de
que la sedición es ya sea el acto, sea la preparación, vale en moral, pero no
en el plan penal. El canon 2344 del código de 1917 habla de actos, e incluso de
actos públicos, y no de su preparación. No hay delito en preparar una sedición,
solamente en cometerla [i]
III.
Respecto
a los pasajes de los correos privados publicados en internet:
Por principio les
recuerdo que tengo prohibido el acceso a internet desde el 10 de marzo de 2013.
Además, el acta de acusación no se apoya en ninguna prueba cuando afirma que yo
podía prever sin dificultad que la carta del 10 de junio iba a ser publicada.
Mantengo los términos
de mi Defensa: “Su aparición en internet
es totalmente independiente de mi voluntad y de ninguna manera soy responsable
de la interpretación y de las modificaciones que pudieron ser aportadas al
texto inicial. Yo no asumo ninguna
responsabilidad en cuanto a su publicación en internet, de la cual yo no fui
informado en ningún momento”
Finalmente, afirmar que
la publicación de la segunda carta es voluntaria in causa, manifiesta una vez más esta confusión entre el fuero
interno y el fuero externo. Podemos ver cómo el pecado puede ser voluntario in causa, pero no se ve cómo el delito
podría serlo. En este caso, la acción de publicar un correo no es un delito más
que para quien lo publica.
IV.
En
lo que concierne a la legitimidad de las pruebas:
Es normal que la
legitimidad de las pruebas ocupe un lugar importante en este proceso, pues
estas pruebas han sido obtenidas por actos reprensibles e inmorales.
¿Por qué la Respuesta a mi Defensa me culpa de tener malas intenciones cuando afirma que yo “mezclo hábilmente dos acontecimientos
distintos”? Estos acontecimientos no fueron “mezclados hábilmente” por la Defensa, sino por los mismos hechos:
Se trata de acciones que parecen haber sido cometidas por la misma persona a
partir de los mismos medios.
Mi Defensa distinguió
perfectamente estos dos medios utilizados:
-La usurpación de mi
identidad y la falsificación y el uso de simulaciones.
-El pirataje de la
mensajería electrónica del Padre Rioult
Convendría también,
para que esté completo, mencionar la usurpación de la identidad del Padre
Rioult. Una usurpación gratuita, pues ella parece no haber sido utilizada para
crear simulacros y utilizarlos. Pero esta usurpación es un hecho absolutamente
cierto.
Comprendo que la
usurpación de mi identidad y los falsos y el uso de simulacros que fueron
cometidos a partir de esta identidad usurpada, no fueron aceptados, pues por
una parte no revelaron nada y por otra parte son moralmente condenables. Pero
los hechos están allí, desgraciadamente.
Cómo no sorprenderse de
la ligereza de la Respuesta aportada
a mi Defensa sobre la ilegitimidad de
la usurpación de identidad:
“El acta de acusación ha expuesto los motivos
por los cuales renuncia a esta segunda fuente de información. Por lo tanto, no
ha lugar a aceptarla”.
Que el acusador no
quiera aceptarla, puede comprenderse, pues es un hecho extremadamente grave.
Pero la víctima, ¿cómo debe reaccionar ante estas violaciones? ¿Cómo podría
aceptar como miembro de este tribunal a un acusador que además es profesor de
teología moral, que pretende defender la moralidad de esta acción evidentemente
inmoral? ¿Cómo un juez acepta que esta acción inmoral puede representar a una
autoridad que reconoce haber cometido tales delitos?
Tal complicidad
desacredita completamente su tribunal.
El 30 de agosto de
2013, el Padre Thouvenot, Secretario General de la FSSPX, no dudó en afirmar al
señor N, uno de los laicos abusados por los correos falsos del Padre Waillez,
que estos actos eran conformes a la moral católica. La acción de los implicados
en este asunto es mucho más graves que los hechos que se me reprochan. Es una
vergüenza y un escándalo.
V.
Respecto
a la acusación de sedición:
La acusación justifica
moralmente la violación de la correspondencia privada del Padre Rioult bajo el
argumento de la lucha contra la sedición. Pero esta sedición no se prueba por
la acusación, simplemente se considera evidente.
Por ejemplo, cuando la
legitimidad de las pruebas es expuesta, es sobre la base de que El padre Rioult aparece como un sedicioso
comprobado”. O también, el acusador afirma que “la pretendida carta de los treinta y siete no trata sobre la doctrina
y la fe, sino que es puramente polémica”. Esto es afirmado muy rápidamente.
Tanto que la sedición es comprobada como que no lo es.
Si está comprobada ¿por
cuál juicio? Si no hay juicio, entonces ¿cómo afirmar que la acusación no es ya
un juicio, pues ella decide sin examinar la cuestión de la que todo depende? Si
la sedición no está comprobada, ¿cómo dispensarse de juzgar sobre el fondo,
examinando los motivos que llevaron a actuar al Padre Rioult?
En efecto, se debe
definir previamente lo que es la sedición para que esta afirmación de “lucha
contra la sedición” pueda ser admisible.
¿Qué
es la sedición? ¿Quién puede ser calificado de
sedicioso? Si comprendí bien el corpus
del artículo 2 de la cuestión 42 de la II-II:
Ser sedicioso, es atentar contra la unidad sin respetar el derecho y el
bien común.[ii]
¿Quién
atenta contra la unidad de la Fraternidad? ¿Cuáles son
estas acciones que sublevaron a una parte de la Fraternidad contra la otra?
En Octubre de 2011,
Monseñor de Galarreta escribió:
“Por el bien de la Fraternidad y de la
Tradición, hay que cerrar rápidamente la “caja de Pandora” para evitar el
descrédito y la demolición de la autoridad, disputas, discordias y divisiones,
tal vez sin retorno”.
El mismo Monseñor
Fellay reconoció que su acción corría el riesgo de dividir la Fraternidad,
cuando le confió a CNS en mayo de 2012: “No
puedo excluir que podría haber una división”. [iii]
¿Quién atentó contra la
unidad de la Fraternidad no respetando su derecho? Este derecho fue definido
por el Capítulo de 2006 que declaró:
« Los contactos
que la Fraternidad mantiene episódicamente con las autoridades romanas, tienen
como único objeto ayudarlas a recuperar la Tradición que la Iglesia no puede
renegar sin perder su identidad, y no la búsqueda de una ventaja para ella
misma, o de llegar a un imposible “acuerdo” puramente práctico.” [iv]
El mismo Monseñor Fellay reconoció durante una conferencia de junio de
2012 en Ecône: “Si es el Capítulo que lo dispone, es una ley que vale hasta
el siguiente Capítulo”.
La precisión que aporta
el Consejo general en su respuesta a la carta de los tres obispos (14 de abril
de 2012) dice: “Que quede claro de paso que nosotros no hemos buscado un acuerdo
práctico. Eso es falso. No hemos rechazado a priori, como ustedes
lo solicitan, el considerar una oferta del Papa”, esto no los exonera de obedecer al Capítulo
de 2006, porque este Capítulo declaró “imposible
un acuerdo puramente práctico”.
Siendo que las
discusiones doctrinales terminaron en fracaso, reconocido por ambas partes, el
Capítulo de 2006 no permitía sucumbir a la oferta del papa. La unidad de la Fraternidad fue destruida
porque su derecho, expresado por el Capítulo de 2006, no fue respetado.
¿Quién atentó contra el
bien común de la Fraternidad? El Superior General y sus Asistentes, cuando
ellos escribieron:
“Por el bien común de la Fraternidad,
preferiríamos de lejos la solución actual de status quo intermedio, pero
manifiestamente, Roma ya no lo tolera. [v]
Monseñor Lefebvre nos
dijo:
“Lo que nos interesa
primero es mantener la fe católica. Ese es nuestro combate. Entonces la
cuestión canónica, puramente exterior, pública en la Iglesia es secundario. Lo
que es importante es permanecer en la Iglesia… en la Iglesia, es decir, en la
fe católica de siempre y en el verdadero sacerdocio, en la verdadera Misa y en
los verdaderos sacramentos, en el catecismo de siempre, con la Biblia de
siempre. Eso es lo que nos interesa. Es eso lo que es la Iglesia. Ser
reconocidos públicamente, eso es secundario. Entonces no hay que buscar lo que
es secundario perdiendo lo que es primario, lo que es el primer objeto de
nuestro combate.” [vi]
“La
unión oficial con la Roma modernista no es nada comparado con la preservación
de la fe”. [vii]
El bien común de la
Fraternidad ya ha sido gravemente maltratado por los numerosos ejemplos de
ambigüedades y de doble lenguaje, que desacreditan a la autoridad. Respecto a
este doble lenguaje, un cofrade me escribió el 27 de abril de 2013: “Apruebo esta carta de los 37 desde el fondo
del corazón y podría agregar todavía más quejas de doble lenguaje”. Yo
incluí en mi Defensa estas palabras
del segundo Asistente General: “El único problema en la Fraternidad, es
Monseñor Fellay, con su discurso ad intra y su discurso ad extra”.
“Constatar que nos
mienten, escribió Helie de Saint Marc, es una de las experiencias más crueles
para un subordinado”.
¿Es verdad que la carta que Monseñor Fellay envió al cardenal Hoyos el 15
de diciembre de 2008 es diferente de la que él dio a conocer a la FSSPX? [viii]
La
sedición está allí, en ese ataque contra la unidad de la Fraternidad por el no
respeto de su derecho y de su bien común más precioso.
Santo Tomás afirma que:
“El pecado de sedición pertenece primero y a título de principio a
aquellos que excitan la sedición” II-II
q. 42 a. 2 c.
Y la respuesta a la
tercera objeción, que define el régimen tiránico como: “El que no es justo, porque no tiende al bien común…” precisando
que “es el tirano quien es sedicioso”
[ix]
En el caso de sedición,
no es el hecho del que apunta el peligro con el dedo, ella es el hecho de
aquellos que promueven injustamente estas nuevas líneas de conducta de nuestra
Fraternidad. A saber:
a)
El no respeto de las prescripciones del
Capítulo de 2006.
b)
El
abandono del bien común de la Fraternidad bajo la presión romana, tal como fue
expresado en la carta del 14 de abril de 2012 por el Consejo General de la Fraternidad
a los tres obispos.
c)
La Declaración del 15 de abril de 2012, mantenida oculta durante un año a los
miembros de la FSSPX, y aún no publicada oficialmente para los fieles.
Estas son las razones
que han destruido la unidad de la Fraternidad atentando contra su bien común y
a su derecho expresado por el Capítulo de 2006.
Es allí, y en ninguna otra parte, que se debe
buscar la empresa sediciosa. [x]
“Ser sedicioso, es atentar contra la unidad no
respetando el derecho y el bien común”, enseña Santo Tomas, y es solamente ahora que puede ser citado el
siguiente pasaje de este mismo artículo de la cuestión 42 de la II-II:
“En cuanto a aquellos que defienden el bien común resistiéndoles, ellos
no deben ser llamados sediciosos” [xi]
Esta
misma cita refuta también la inaceptable afirmación del Acta de acusación (Cap.
5, § 3), que pretende que:
“Este peligro para la fe, aunque hubiera sido
real, no permitía incitar a los sujetos a la rebelión”.
¿Por cuáles argumentos
se hubiera justificado la actitud del fundador de nuestra Fraternidad?
Y no me digan que
ustedes se declaran incompetentes sobre este asunto. Pues entonces ustedes
serían incapaces de declarar cuáles son los actos de sedición. Si ustedes se
reconocen incompetentes para apreciar la causa de los actos incriminados, este
proceso no sería otra cosa que un diálogo de sordos como todos los procesos
políticos. En este caso, para escapar al juicio de la historia, no les quedaría
otra alternativa que dimitir para rechazar el papel de ejecutantes de una vasta
puesta en escena teatral de simulación jurídica.
La aplicación de la ley
de la cual ustedes aceptaron ser los servidores, no puede ignorar la fe, y
ustedes no pueden esperar rehacer nuestra unidad más que en la verdad.
Esto implica
retractarse explícitamente de las faltas contra la verdad, como la de dar a
entender en el Cor Unum 104 que el párrafo III-7 de la Declaración doctrinal
del 15 de abril corresponde al párrafo equivalente del Protocolo de 1988, sin
precisar que la palabra legítimamente
fue añadida en 2012.
Afirmar que esta
palabra legítimamente expresa el
pensamiento de Monseñor Lefebvre (“como
Monseñor Lefebvre en 1988”) es atentar gravemente contra su honor. [xii]
En razón de las
numerosas concesiones que ella hace al concilio y a las reformas conciliares
inaceptables, por sí misma, la Declaración doctrinal del 15 de abril de 2012
constituye un peligro para la fe que legitima la revuelta, pues esta
Declaración doctrinal no es “un texto
minimalista”, como dice Monseñor Fellay en el editorial de Cor unum 102.
Por el contrario, como
lo demostró el Padre de Jorna durante el Capítulo de julio de 2012:
“Esta
declaración, por lo tanto, es profundamente ambigua y peca por omisión contra
la denuncia clara y nítida de los principales errores que proliferan en el
interior de la Iglesia y que destruyen la fe de los fieles. Esta declaración,
tal cual se presenta, deja suponer que nosotros aceptaríamos el presupuesto de
la hermenéutica de la continuidad. Tal documento, principio de un acuerdo,
volvería a este equívoco desde el comienzo y favorecería todas las desviaciones
subsecuentes”.
Querer juzgar la
no-difusión de algunas faltas de
ortografía inadmisibles, y negarse a examinar el problema de fondo, sería
colar el mosquito y tragarse el camello.
En conclusión:
permítanme decirles, Señores miembros de este tribunal, que si ustedes
reconocen y aceptan el contenido de esta Declaración doctrinal del 15 de abril
de 2012, ustedes mismos participan en esta empresa sediciosa que daña
gravemente a la FSSPX, y por consecuencia, si fuera el caso, yo no podría, en
conciencia, reconocerles ninguna competencia para juzgarme, pues yo soy miembro
de una sociedad que rechaza las reformas conciliares, la legitimidad de la
promulgación de la nueva misa y el nuevo código de 1983, sea cual sea la
voluntad personal de su Superior General y de sus Asistentes.
Terminaré con la
siguiente anécdota: después de un sermón sobre las verdades evangélicas
pronunciado en presencia del rey Luis XIV, los grandes del reino reclamaron
sanciones contra el orador, que los había disgustado fuertemente por predicar
la verdad. La respuesta del rey fue la siguiente: “Él ha cumplido su deber, cumplamos con el nuestro”.
Estimo que he cumplido
mi deber.
Compareciendo ante
ustedes sin la asistencia de un abogado y sin la presencia de testigo, estando
debilitado físicamente y de los nervios después de 225 días de soledad moral y
de suspensión de ministerio sacerdotal, ustedes comprenderán, Señores miembros
del tribunal, que desde hoy esperaré su sentencia en el silencio”.
[i] Castigar
las faltas públicas como las faltas privadas releva la subversión.
[ii]
“La sedición se opone a la unidad de la multitud, es decir, del pueblo, de la
ciudad o del Estado. San Agustín dice: “Los
sabios definien al pueblo, no como una reunión fortuita, sino como una
asociación fundada sobre la sanción de derecho y sobre el interés común" Por
lo tanto es evidente que la sedición se opone a la justicia y al bien común…” II
II q. 42 a. 2 c.
[iii] “No puedo excluír que podría haber una
división”.
[iv]
Esto corrobora perfectamente lo que escribió el mismo Monseñor Fellay algunos
días antes, en el Cor Unum N° 84 de junio 2006: “Querer hacer lo contrario,
precipitar un acuerdo práctico sin el fundamento doctrinal, sería un suicidio”.
[v]
Respuesta del Consejo General a la carta de los tres obispos, 14 de abril de
2012.
[vi]
Conferencia en Ecône, el 21 de diciembre de 1984.
[viii]
Monseñor Fellay supo adoptar progresivamente un lenguaje mesurado, que hace
olvidar sus declaraciones del pasado, como los discursos agresivos de los otros
obispos de la FSSPX, buscando desarmar a la “opinión pública” episcopal (en
Alemania, por ejemplo) que deseaban bloquear la buena voluntad del Papa. Este
tercer punto –decisivo pues no hay negociación sin me das-te doy- muestra sus
capacidades diplomáticas al mismo tiempo que la debilidad de su margen de
maniobra. Tomo un ejemplo: después del levantamiento de las excomuniones, envió
por fax a todos los prioratos del mundo una “carta a los fieles” (24 de enero
de 2009), conteniendo la cita de su propia carta al Cardenal Castrillón (15 de
diciembre de 2008) que permitió el levantamiento de las censuras: “Nosotros aceptamos y hacemos nuestros todos
los concilios hasta el Vaticano II respecto al cual emitimos reservas”.
Esta formulación provocó tantas protestas que, algunos días más tarde, una
nueva versión de esta carta del 24 de enero citando también la carta al
Cardenal: “Aceptamos y hacemos nuestros
todos los concilios hasta el Vaticano I. Pero no podemos mas que emitir
reservas respecto al Concilio Vaticano II etc. Queda claro que la primera versión es la que recibió el Cardenal
Castrillón. La segunda versión es solo una traducción para el uso de la opinión
pública de la FSSPX” Vini Ganimara, redactor en jefe del blog Osservatore
Vaticano en un artículo titulado Fuerzas
y debilidades de la diplomacia de Monseñor Fellay, publicado el jueves 29
de octubre de 2009.
[ix] Esto
podría complementarse ventajosamente por el De
Regno I, 3: "Un gobierno es tanto más injusto cuanto más lejos está
del bien común. "
[x] Esto
es perfectamente expresado por la carta del 27 de junio de 2012 de nuestro
cofrade el Padre Matthew Clifton.
“…Las terribles divisiones que en la
actualidad socavan nuestra Fraternidad no son el fruto de la rebelión y la
desobediencia, sino que claramente son el resultado de un cambio sísmico de
principios por parte de nuestros superiores en relación con Roma. El abandono de la seguridad y la prudencia de la posición
adoptada por la Fraternidad en la última reunión del Capítulo General (2006),
es decir, de rechazar cualquier acuerdo práctico con las autoridades romanas,
sin que exista ninguna resolución de la doctrina de los errores del Concilio
Vaticano II, ha resultado ser un desastre.
En consecuencia, la Fraternidad que siempre estuvo
unida y fuerte está fracturada y debilitada - el hermano se está volviendo
contra hermano. Ningún argumento convincente ha sido presentado como una
justificación para un cambio tan fundamental en la posición - el Santo Padre no
ha cambiado en su insistencia en la hermenéutica de la continuidad en relación
con la tradición y las enseñanzas del último Concilio. Y, sin embargo, y ahora,
tenemos simplemente que aceptar lo contrario.
Este
enfoque no podía dejar de producir el profundo malestar que en la actualidad
afecta a nuestra Fraternidad. Además, el uso indebido del secreto a tan gran
escala por nuestros superiores actuales, acompañados con privilegiar a un
pequeño grupo de partidarios de confianza de la nueva política hacia Roma, ha
servido para exacerbar esta dolorosa situación aún más.
Por lo tanto, es muy claro para mí que
aquellos que verdaderamente tienen la responsabilidad de la tormenta actual no
son los que han tratado de preservar la firmeza de nuestra Fraternidad y la
profesión sin ambigüedades de la fe católica en relación con las autoridades
conciliares, sino aquellos que optaron por abandonar la sabiduría insistiendo en
una conversión real por parte de la modernista Roma antes de pensar en un
acuerdo práctico”.
En vista de ello,
la decisión del Superior General para excluir a uno de sus hermanos obispos
(elegido, como él mismo, por Su Gracia, el Arzobispo Lefebvre) de la Reunión
del Capítulo de julio, junto con su negativa a ordenar a los candidatos de las
comunidades religiosas que siempre han compartido con nosotros la misma batalla
por la tradición "hasta que su lealtad se pueda asegurar" es
profundamente inquietante e injusta. Recurrir a cada vez mayores sanciones
contra quienes se oponen a la novedad de la nueva política - mencionada por
Monseñor Fellay por primera vez en la edición de marzo de Cor Unum - sólo
servirá para crear una división cada vez más profunda y hacer aún más daño a la
Fraternidad. Por el contrario, es mi profunda convicción de que sólo un retorno
a nuestra anterior posición de insistir en una verdadera conversión doctrinal
por parte de Roma antes de cualquier acuerdo práctico, será capaz de restaurar
de nuevo la paz y unidad a nuestra sociedad sacerdotal, siempre fiel al ejemplo
y el espíritu de nuestro querido fundador, el arzobispo Marcel Lefebvre.
[xi] « Illi
vero qui bonum commune defendunt, eis resistentes, non sunt dicendi
seditiosi. » II II q. 42 a. 2 c.
[xii] Después
de haber añadido él mismo la palabra legítimamente en el párrafo III-7 de
ña Declaración del 15 de abril de 2012, cómo pudo afirmar Monseñor Fellay en su
conferencia del 12 de octubre en Kansas:
“Es la misma
cosa para la misa. Ellos quieren que nosotros reconozcamos no solamente que la
(nueva) misa es válida a condición que sea correctamente celebrada, etc. sino
que además que ella es lícita. Yo les dije: No utilicemos esta palabra. Es un
poco confuso, nuestros fieles ya están suficientemente perdidos en lo que
concierne a la validez, mejor digámosles: la nueva misa es mala, y eso ellos lo
comprenden. Punto final. Por supuesto, las autoridades romanas no estuvieron
muy contentas” y más adelante: “Jamás
fue nuestra intención pretender que el concilio fuera considerado bueno o que
la nueva misa sea legítima”.