Publicamos de nuevo este excelente artículo de Antimodernisme.info
del 13 de enero de 2013, dedicándoselo al nuevo Superior del Distrito de
Francia, el Padre Bouchacourt, el cual declaró al periódico Clarín –“El pueblo
judío no cometió el deicidio".
La Fraternidad ya no pasa la prueba del Padre Kolbe, se ha hecho
judeo-compatible pues promueve al sacerdote que negó el deicidio y expulsó
al obispo que "negó" el “holocausto”.
¿La
Fraternidad San Pio X ha cambiado? ¿Ha perdido su combatividad antiliberal?
¿Los sacerdotes de dicha Fraternidad se han vuelto judeo-compatibles? Si, dirán
algunos, porque según el periódico La Croix, Su Excelencia Monseñor Fellay es
“el hombre del diálogo”: “Los judíos
son nuestros hermanos mayores en la medida que tenemos algo en común
(Famille Chrétienne en febrero de 2009). No, dirán los otros, porque según La
Vie, periódico “cristiano” y propiedad de Louis Dreyfus, Monseñor Fellay es un
antisemita habiendo declarado “enemigos de la Iglesia” a los “judíos, masones y
modernistas” (La Vie, 7 de enero de 2013). ¿Cómo desempatar estos dos juicios,
si no es por el judeo-test? Esta prueba
permite verificar si un sacerdote es capaz de enseñar la doctrina católica
tradicional sobre los judíos al ejemplo del padre Kolbe.
En
1985, el Distrito de Italia de la FSSPX publicó un artículo sobre la cuestión
judía. El mismo año, la revista interna de esta Fraternidad entregó “este texto
a la lectura de los cofrades a causa de su valor intrínseco”. El artículo
recordaba que la “cuestión judía es una cuestión religiosa y teológica. Pueblo
de dura cerviz (Deut. 9, 6 y 13) llegando hasta rechazar a los profetas y matar
al Mesías, se encuentra actualmente hostil a Dios y a su Iglesia hasta el fin
de los tiempos, cuando se convertirá a Él (Rom. 11,15). Su elección pasada, la
lucha presente y su conversión futura son la trama de toda la historia humana”.
El
autor, entre numerosos Padres, citó a San Justino (muerto en 165):
“Ustedes han matado al justo, y antes de Él, a sus profetas, y ahora ustedes rechazan
pérfidamente a los que esperan en El y en el que lo ha enviado, el Dios
Todopoderoso autor del universo. Ustedes le deshonran tanto como pueden, y en
vuestras sinagogas, elevan imprecaciones contra los que creen en Cristo, porque
ustedes no tienen el poder de echarnos la mano gracias a los que ahora nos
gobiernan; pero cada vez que ustedes han podido, lo han hecho” (San Justino,
Diálogo con Trifón, 16.4; PG 6.511).
Ha
sido probado que “este odio teológico de la Sinagoga por la Iglesia se ve en
cada página de los Hechos de los Apóstoles, hasta las palabras del Apocalipsis
donde Jesús dice al Obispo de Esmirna: “Yo
sé que eres calumniado por aquellos que se dicen Judíos y no lo son, la
sinagoga de Satán, eso es lo que son” (Apoc. 2,9) Luego, para describir
esta lucha entre la Iglesia y la Sinagoga, el autor citó un texto del padre
Maximiliano Kolbe:
“Una
parte del pueblo hebreo reconoció en Cristo al Mesías; los otros, sobre todo
los fariseos soberbios, no quisieron reconocerlo, persiguieron a sus seguidores
y dieron curso a un gran número de leyes que obligaban a los hebreos a
perseguir a los cristianos. Estas leyes, junto a narraciones y a apéndices,
hacia el año 80 después de Cristo, fueron recogidas por el
rabí Johanan ben Sakai y hacia el año 200 fueron definitivamente
terminados por el rabí Jehuda Hannasi y de este modo nació la
« Misnah ». Posteriormente otros rabís adjuntaron otras cosas, de
suerte que para el año 500 el rabí Achai ben Huna recogió todos estos apéndices
para formar un volumen totalmente distinto llamado « Gemara ». La
« Misnah » y la « Gemara » constituyen juntos el Talmud. En
este libro, los cristianos son llamados: idólatras, peores que los turcos,
homicidas, libertinos impuros, estiércol, animales de forma humana, peores que los
animales, hijos del diablo, etc. Los sacerdotes son llamados« Kamarim »,
es decir, adivinos y « galachim » , es decir, cabezas
peladas, y en particular no soportan a las almas consagradas a Dios en la vida
religiosa. En lugar de llamar a la Iglesia« bejs tefila », es
decir, casa de oración, la llaman « bejs tifla », casa de estulticia
y suciedad. Las imágenes sagradas, las medallas, los rosarios, son
llamados « elylym », ídolos. En el
"Talmud", los domingos y las fiestas son llamados« jom
ejd », es decir, días de perdición. En este libro se enseña, entre
otras cosas, que a un hebreo le está permitido engañar y robar a un cristiano,
pues todos los bienes de los cristianos - está escrito - "son como el
desierto: el primero que los toma se hace dueño". Esta obra que recoge
doce volúmenes y que respira odio contra Cristo y los cristianos, es
considerada por estos fariseos un libro sagrado, más importante que la Sagrada
Escritura". Por lo tanto no es de sorprender que ni el judío medio ni el
rabino tengan, de ordinario, una idea exacta de la religión de Cristo: nutrido
únicamente de odio hacia su propio Redentor, hundido en los negocios del orden
temporal, ávido de oro y de poder, él no imagina la paz y la felicidad que
ofrece, desde esta tierra, el amor fiel, ardiente y generoso del Crucifijo.
Cómo El sobrepasa todas las “felicidades” de los sentidos o de la inteligencia
que ofrece este mundo miserable”(Los escritos de M. Kolbe – Ed. Citta di vita, 1978, vol. 3 p.253).
« Los
jefes son aquellos que se llaman « masones azules », mientras que lo
que se llama « masonería roja” se reduce a un pequeño número de
personas, en su mayoría judíos que, plenamente conscientes de sus objetivos,
dirigen a toda la gran masa de aquellos que son más o menos “iluminados” en las
cosas de la organización masónica”. Estos jefes son desconocidos y actúan
siempre en secreto para hacer imposible la oposición. Son ellos que redactan
con anterioridad los planes de trabajo. De su “oficina” han salido la
revolución francesa, toda la serie de revoluciones de 1789 a 1815, y también…
la guerra mundial” (op.cit. Vol. 3 pág. 604)
Esto
es lo que la FSSPX hacía leer a sus sacerdotes y sus fieles. Pero desde una
reunión en Ecône del 30 de junio al 3 de julio de 2010, los superiores de esta
Fraternidad decidieron que la “cuestión
judía” era una trampa y que el rol de la Fraternidad debía ser “de predicar
la doctrina de Cristo Rey, de conservar la fe y de “transmitir el sacerdocio
católico en su pureza doctrinal y su caridad misionera”. Monseñor Fellay
insistió también en que el sacerdote debe estar atento a su santificación: “El
dominio de acción de la Fraternidad es principalmente sobrenatural, lo que está
en juego es la salvación de las almas. El hecho de evitar ciertos temas
controvertidos no impedirá el combata de la fe o el combate por el reinado
social de Nuestro Señor Jesucristo. Etc.”
Para
Monseñor Fellay, la santidad sacerdotal por la unión a Cristo inmolándose en la
Misa, no se opone al combate de la fe. Pero entonces ¿cómo la cuestión judía, que es una cuestión teológica puede ser
excluida de la predicación de la Fraternidad? Sobre todo cuando sabemos,
como lo decía el artículo de esta Fraternidad en 1985, que “San
Gregorio Magno, San Gregorio II, San Nicolás I, León VII, Benedicto VII, San
Gregorio VII, Urbano II, Celestino III, Inocente II, Gregorio IX, Inocente IV,
Alejandro IV, Clemente IV, Gregorio X, Martín IV, Honorio IV, Nicolás IV,
Clemente V, Juan XXII, Benedicto II, Clemente VI, Urbano V, Gregorio XI, Martín
V, Paulo III, Julio III, Paulo IV, San Pio V, Clemente VII, Paulo V, Urbano
VIII, Clemente X, Inocente XI, Clemente XII, Benedicto XIV, Pio VI, Pio VII,
León XII, Pio IX denunciaron la conspiración del Judaísmo en contra de Nuestra
Santa Madre Iglesia, previniendo a los pueblos cristianos contra sus pérfidas
artimañas”.
Un
sacerdote de la FSSPX que quiere vivir su « sacerdocio católico en
la pureza doctrinal y su caridad misionera” ¿debe limitarse a la
concepción trunca de Monseñor Fellay y la neo-Fraternidad, o debe imitar la del
Padre Kolbe que interpelaba así a los masones y judíos:
"Señores
masones, reflexionad y decid sinceramente: ¿no es mejor servir al Creador
en la paz interior, en el amor dichoso, que obedecer las órdenes de la
cruel “pandilla” judía, misteriosa, astuta, mal conocida, quien os odia?".
"Y
a vosotros, pequeño escuadrón de hebreos, "Sabios de Sión", que
habéis provocado ya conscientemente tantas desgracias y todavía seguís
preparando otras, a vosotros me dirijo con la pregunta: ¿qué ventaja obtenéis?
Supongamos que esté cercano el tiempo de la dominación del anticristo que ha
sido predicho, supongamos que ustedes le preparan el camino, pregúntense
a ustedes mismos: ¿Qué ventaja sacarán? Gran cúmulo de oro, de placeres, de
diversiones, de poder: nada de todo esto vuelve feliz al hombre. Y si aun esto
diera la felicidad, ¿cuánto podría durar? tal vez una decena de años, quizás
veinte, nunca sabemos cuándo se romperá el hilo de la vida, ¿y después? ¿No
valdría mas que ustedes, masones engañados por un grupo de judíos, y ustedes,
jefes judíos, que os habéis dejado seducir por Satanás, el enemigo de la
humanidad, ¿no sería mejor que ustedes os volvieras sinceramente a Dios, que
reconocieran al Salvador Jesucristo, que os prendaras de la Inmaculada y que,
bajo su estandarte le conquistarais almas?... O bien prefieren ser una parte de
la cabeza de la serpiente que encierra al mundo y de quien se ha escrito: “Ella
aplastará tu cabeza”? (Gén. 3.15) (Los escritos de M. Kolbe – Ed. Citta di vita,
1978, vol. 3 p.299).
El
judeo-test está en sus manos… Es este mismo judeo-test que Monseñor Di Noia
utilizará: “El Vaticano II repudia el
antisemitismo y presenta al judaísmo de manera positiva. Juan Pablo II ha ido
más lejos reconociendo la importancia del pueblo judío para la misma
cristiandad. Este es un concepto nuevo, sabemos
que los tradicionalistas no lo aceptarán inmediatamente. Convencerlos tomará
tiempo y sobre este punto debemos ser pacientes. (Catholic Family News,
agosto de 2012)
Hoy
en día ser tratado de antisemita es una necesidad y un honor. Una necesidad
porque aquellos que nos dirigen usan a su antojo de la definición
hiper-elástica de antisemitismo en contra de cualquiera que ose criticarlos y
nosotros no tenemos absolutamente ningún medio de impedirles jugar esta carta.
Un honor porque combatir a los enemigos de Cristo es combatir por Cristo y su
Iglesia.
“Bienaventurados
seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, y cuando dijeren
falsamente toda suerte de mal contra vosotros por mi causa. Alégrense porque
vuestra recompensa es grande en los cielos, porque es así que fueron
perseguidos los profetas antes que vosotros” (Mateo V, 11,12).