Tomado de: ANTIMODERNISME
Antimodernisme :
los católicos liberales poseen la « genialidad » para volver
tenebrosos los textos más luminosos. La
declaración de Monseñor Lefebvre en 1974 es como una luz en medio de las
tinieblas propagadas por los modernistas. Ahora Menzingen quiere poner esta luz
bajo el celemín.
¡Feliz aniversario
a la « Declaración de Monseñor Lefebvre !
(Reacción al comunicado de la Casa General de
la FSSPX el 21 de noviembre 2012)
El 21
de noviembre de 2012, la Casa General de la Fraternidad tuvo la idea de
celebrar el 38 aniversario de la declaración de Su Excelencia Monseñor Marcel
Lefebvre el 21 de noviembre de 1974.
Pero
he aquí que se nos invita, de hecho, a buscar una continuidad entre esta
declaración y la entrevista otorgada a DICI por Monseñor Fellay el 16 de julio
pasado, y esto a través de otro texto de Monseñor Lefebvre del mes de mayo de 1975.
Vamos a
mostrar que al contrario esta gestión traiciona en los dirigentes de la
Fraternidad una nueva orientación. Evocando las obras de Monseñor Lefebvre,
buscando comprender en la misma línea de sus obras el documento de 1975,
precisaremos a que nivel nos parece que se ha producido un deslizamiento en el
pensamiento de las autoridades de la FSSPX.
Un
principio
Un
principio : para hacer hablar o actuar a un difunto, hay que referirse a
sus principios generales de acción, que se traducen en las obras mayores de su
vida. En efecto, existe el peligro de fundarse sobre una declaración ligada a las
circunstancias o sobre un hecho puntual, porque el contexto era diferente, hay
un riesgo fuerte de hacer decir al difunto lo contrario de lo que diría si
viviera. Por ejemplo, las asociaciones culturales, condenadas por San Pio X,
han sido admitidas más tarde en vista de las circunstancias, por Monseñor
Lefebvre como apoyo de las obras de la FSSPX en Francia. Así sucede igualmente
con esta declaración de 1975, sobre la que se dice sin razón que ella aclara la
de 1974.
Para
convencerse, pongamos a la luz la idea principal de la declaración de 1974.
La dos
Romas
La
declaración de 1974 contiene de entrada una distinción capital que explica que
se la llame comúnmente la “declaración de las dos Romas”:
Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma, a la Roma católica guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esa fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad.
Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de éste salieron.
El
complemento de mayo de 1975
Las
autoridades de Menzingen pretenden encontrar el « sentido exacto » de
la declaración de 1974 en un texto posterior de fecha 18 de mayo de 1975 en
donde Monseñor Lefebvre precisa que “jamás
ha sido su intención… de romper en cualquier cosa la unidad con la Iglesia
Católica y con su jefe legítimo, el papa Paulo VI”.
¿Cuál
fue el contexto de este segundo mensaje, y cuál era su alcance?
El año
de 1975 es un año de pruebas : una comisión romana audiciona a Monseñor
Lefebvre, luego condena su acción y le da luz verde a Monseñor Mamie, obispo de
Friburgo, para la supresión canónica de la Fraternidad. El papa Paulo VI
escribe él mismo a Monseñor Lefebvre una carta personal donde afirma que “el
segundo concilio Vaticano no tiene menos autoridad, e incluso, bajo ciertos
aspectos, es más importante que el de Nicea”.
Viéndose
condenado, su seminario y sus casas « suprimidas », Monseñor Lefebvre
experimenta entonces la urgente necesidad de recordar a sus fieles que no tiene
una finalidad cismática. El es ciertamente condenado, pero el piensa permanecer
sumiso al papa reinante en todo lo que no contradiga la fe. Esta afirmación
perfectamente ortodoxa, pero que enoja a los sedevacantistas, viene a completar
la distinción de las dos Romas, pero no a revocarla o aminorarla.
Primeramente
presentamos como prueba el comentario que Monseñor Lefebvre pronunció en su
declaración, definiéndola como “…la
posición del seminario y de la Fraternidad desde el principio, pero términos
más claros y definitivos, en razón de la amplitud de la crisis”
(dirigiéndose a los seminaristas de Ecône, el 2 de diciembre de 1974, en Marcel
Lefebvre, una vida, de Monseñor Tissier de Mallerais, pág. 506).
Enseguida,
conviene observar que los actos de Monseñor Lefebvre en esa época y después,
están claramente dirigidos contra la Roma modernista y sancionados por ésta:
ordenaciones llamadas “salvajes”, primera misa del padre du Chalard en las arenas
de Lutecia, declaraciones estrepitosas a la prensa, suspensión a divinis, misa
solemne en Lille, la consagración de los cuatro obispos en contra de la
voluntad de Roma y finalmente, su excomunión.
Monseñor
Lefebvre distingue en realidad don Romas, una “eterna”, a la cual él se adhiere
por la fe, la otra liberal y neomodernista, perseguidora de la Tradición, a
quien sin embargo él reconoce como autoridad legítima.
El
deslizamiento
El
comunicado de la Casa General del 21 de noviembre de 2012, interpreta el texto
de 1975 en otro sentido, el de la posibilidad teórica de un “acuerdo” con el
Papa, conservando siempre una referencia a la declaración de 1974.
Así,
introduciendo la entrevista de Monseñor Fellay del 16 de julio de 2012 (tercera
fase del comunicado de la Casa General), el mismo comunicado declara: “al final
del Capítulo General de la FSSPX, Monseñor Bernard Fellay retoma la declaración
de Monseñor Lefebvre”, fórmula muy osada cuando se considera el cuerpo de la
entrevista.
En
efecto, las respuestas de Monseñor Fellay operan insensiblemente un
deslizamiento hacia una estrategia de acercamiento de las dos Romas.
« Nosotros
haremos llegar próximamente a Roma la posición del Capítulo que nos ha dado la
ocasión de precisar nuestra hoja de ruta insistiendo en la conservación de
nuestra identidad, único medio eficaz para ayudar a la Iglesia a restaurar la
Cristiandad”; “Lejos de nosotros la idea de constituir una Iglesia paralela
ejerciendo un magisterio paralelo” “No es por nosotros que rompemos con Roma,
la Roma eterna, maestra de sabiduría y de Verdad”.
En
este texto, como en las recientes entrevistas de Monseñor Fellay, ya no se
distinguen claramente “las dos Romas”, lo que de hecho ocasiona el confundirlas
en una misma entidad donde la Tradición podría encontrar un lugar.
Así se le endosa a Monseñor Lefebvre la paternidad
póstuma de esta “hoja de ruta” contraria a sus actos explícitos y con desprecio
a su advertencia: “yo creo que no se puede decir que Roma no ha perdido la
Fe”.
No.
Hay que repetirlo, la declaración del 18 de mayo de 1975 no es una atenuación
de aquella de 1974. Esta no tuvo por objeto borrar la distinción entre las dos
Romas hasta el punto de volverla ilegible.
La
carta de 1976
Si ese
hubiera sido el caso, la carta escrita el 17 de julio de 1976 por Monseñor
Lefebvre al papa Paulo VI no hubiera tenido ningún sentido. He aquí la carta :
« Santísimo Padre,
Todos los accesos que me permitirían llegar hasta Vuestra Santidad me han sido prohibidos, que Dios haga que esta carta Le llegue para expresarle nuestros sentimientos de profunda veneración, y en la misma ocasión, formularle una oración instante el objeto de nuestros más ardientes deseos que, ¡desgraciadamente ! parecen ser objeto de litigio entre la Santa Sede y numerosos católicos fieles.Santísimo Padre, dignaos manifestar Vuestra voluntad de ver extenderse el Reino de Nuestro Señor Jesucristo en este mundo, restaurando el Derecho público de la Iglesia :
-devolviendo a la Liturgia todo su valor dogmático y su expresión jerárquica, según el rito latino romano consagrado por tantos siglos de uso.-reponiendo en honor la Vulgata,-regresándole a los catecismos su verdadero modelo, el del Concilio de Trento.
Hecho esto, Su Santidad restaurará el sacerdocio católico y el reino de Nuestro Señor Jesucristo sobre las personas, sobre las familias y sobre las sociedades civiles.Ella devolverá su justa concepción a las ideas falsificadas convertidas en los ídolos del hombre moderno: la libertad, la igualdad, la fraternidad, la democracia, a ejemplo de sus predecesores.
Que Su Santidad abandone esta nefasta empresa de compromiso con las ideas del hombre moderno, empresa que tiene su origen en un acuerdo secreto entre altos dignatarios de la Iglesia y los de las logias masónicas desde antes del Concilio. Perseverar en esta orientación, es continuar la destrucción de la Iglesia. Su Santidad comprenderá perfectamente que no podemos colaborar con esa tan funesta intención, lo que haríamos si consintiéramos en cerrar nuestros seminarios. Que el Espíritu Santo se digne darle a Su Santidad las gracias del don de fortaleza, a fin de que manifieste por actos no equívocos que Vuestra Santidad es verdadera y auténticamente el sucesor de Pedro proclamando que no hay más salvación que en Jesucristo y en su mística esposa, la Santa Iglesia católica y romana.- Marcel Lefebvre”
Lo que
Monseñor Lefebvre pide al papa Paulo VI, es ni más ni menos su regreso a la
Tradición bimilenaria de la Iglesia Católica. Creemos escuchar el eco de Luc.
XXII, 32 cuando Nuestro Señor Jesucristo se dirige a Pedro: “He orado para que
tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos”.
En conclusión,
En la
FSSPX, valerse de Monseñor Lefebvre es una cosa normal ya que nosotros somos
sus herederos espirituales.
Dicho
esto, sepamos apelar ante todo a su espíritu de fe y de su valor en la lucha
contra el liberalismo católico y la Roma modernista.
No sería honesto explotar ciertos pasajes de sus escritos fuera de su contexto, para justificar ahora inadmisibles concesiones, poniendo así a Mons. Lefebvre en contradicción con su obra.