martes, 18 de diciembre de 2012

CARTA DEL PADRE RINGROSE AL PADRE ROSTAND, SUPERIOR DEL DISTRITO DE ESTADOS UNIDOS.


La siguiente carta fue leída y distribuida a los fieles de la Capilla San Atanasio en Vienna, Virginia el domingo 16 de Diciembre. Tomada de CATHINFO



Noviembre 9, 2012

Estimado Padre Rostand:

Muchas gracias por su carta del 12 de octubre en la cual me ofrece reunirnos para discutir la situación en la Fraternidad San Pio X. Si bien es una oferta muy amable de su parte, lo cual aprecio mucho, no creo que tal reunión servirá para ningún propósito significativo, ya que los problemas se originan desde los más altos puestos de la Fraternidad y usted no está en posición de cambiar eso.

Es verdad que yo he sido un fuerte partidario de la Fraternidad por muchos años. Este apoyo se basaba en el hecho de que mi misión como sacerdote y la misión de la Fraternidad eran uno y el mismo, ayudar a las almas a sostener su fe Católica durante este tiempo en que parecen haber sido abandonados por la Roma pos-Vaticano II.

Ahora debo de ser más cauteloso y reservado en ese apoyo. Estoy alarmado que el Superior General pudo decir que el 95% del Vaticano II es aceptable. Estoy atónito que los dirigentes de la Fraternidad respondieron a tres de los obispos de la Fraternidad sugiriéndoles que están haciendo de los errores del Vaticano II una “súper-herejía”. Estoy decepcionado que la respuesta de la Fraternidad a Asís III haya sido tan débil y anémica. Estoy entristecido por los injustos castigos impuestos por la Fraternidad a los sacerdotes que están siguiendo el ejemplo de Monseñor Lefebvre, estoy indignado por el trato que le han dado a Monseñor Williamson –no solamente por su reciente expulsión, sino por el trato mezquino que ha sufrido durante los últimos años.

Antes de este año, cuando algún fiel me preguntaba acerca de la Fraternidad, yo siempre le daba a la Fraternidad la luz verde. Dadas las recientes acciones de la Fraternidad, ya no doy la luz verde, doy la luz amarilla de precaución. La luz roja vendrá  cuando la Fraternidad se permita ser absorbida por la iglesia conciliar a la que tan vigorosamente resistió Monseñor Lefebvre.

Es con una gran tristeza que escribo estas palabras. Hay muchos buenos, celosos y fieles sacerdotes dentro de los rangos de la Fraternidad. Muchos de ellos los conozco personalmente y los admiro. Muchas almas dependen de ellos. Es por amor a la Fraternidad que temo por su futuro. Temo que está en un camino suicida. Los dirigentes podrían pensar que el acuerdo ya no está sobre la mesa, pero me temo que eso no es lo que Roma piensa.

Rezo para que la Fraternidad regrese a la misión que le dio Monseñor Lefebvre sin compromisos ni evasivas. Cuando lo haga, tendrá mi apoyo sin reservas.

Que Dios lo bendiga y Nuestra Señora lo cuide.
Fraternalmente suyo,

Padre Ronald J. Ringrose