sábado, 21 de julio de 2018

DOBLE LENGUAJE: DECLARACIÓN DEL CAPÍTULO DE LA FSSPX


Doble lenguaje: por un lado, los capitulares dicen que  hacen propia "en su totalidadla brillante declaración de Mons. Lefebvre del 21 de noviembre de 1974, pero, a renglón seguido, la citan mutilada, suprimiendo en ella lo que puede resultar más chocante para Roma. 

En la segunda parte citan palabras de San Pío X que tampoco pueden molestar demasiado a la Jerarquía liberal que gobierna la Iglesia.

Doble lenguaje para un doble mensaje

Mensaje ad intra (del agrado de los miembros de la FSSPX y sus fieles): "Mantenemos los principios de San Pío X y de Mons. Lefebvre. Por eso los citamos. Nada ha cambiado en la FSSPX".

Mensaje ad extra (del agrado de Roma apóstata y de los liberales y modernistas en general): "Hemos madurado. Ahora somos gente civilizada con la que se puede conversar y negociar. Atrás han quedado los tiempos de la intransigencia, de los exabruptos y de la descalificación. Por eso, al citar la declaración de 1974, hemos desechado las palabras excesivas de Mons. Lefebvre y hemos puesto una cita de San Pío X que no hiere a nadie. Noten que hemos puesto el foco de la declaración en el sacerdocio y en la misa, y no en el combate por la fe. Ahora somos inofensivos. Ahora estamos listos para ser integrados a la estructura oficial." 

NP agrega, en rojo, las partes de la declaración de 1974 omitidas por la FSSPX.



Declaración del Capítulo General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X

Finalizado el Capítulo General, la Fraternidad Sacerdotal San Pío X recuerda la importancia y la actualidad de la declaración de su fundador, Mons. Marcel Lefebvre, del 21 de noviembre de 1974 – más de 50 años de “autodemolición de la Iglesia” permiten apreciar cabalmente su exactitud. La Fraternidad la hace propia en su totalidad. “Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. (...)

Por el contrario, nos negamos y nos hemos negado siempre a seguir la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante que se manifestó claramente en el Concilio Vaticano II y después del Concilio en todas las reformas que de éste salieron. 

Todas esas reformas, en efecto, contribuyeron y contribuyen todavía a la demolición de la Iglesia, a la ruina del Sacerdocio, al aniquilamiento del Sacrificio y de los Sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa, a una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, los seminarios, la catequesis, enseñanza nacida del liberalismo y del protestantismo, condenada repetidas veces por el magisterio solemne de la Iglesia.

Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la jerarquía, puede obligarnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica, claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace veinte siglos. (...) [la declaración de 1974 dice "diecinueve siglos" y no "veinte siglos". ¿Por qué esta alteración? ¿Quieren dar a entender los capitulares que el Vaticano II y el "magisterio postconciliar" no causan un daño grave a la fe?]

“Si llegara a suceder, dice san Pablo, que nosotros mismos o un ángel venido del cielo os enseñara otra cosa distinta de lo que yo os he enseñado, que sea anatema” (Gál. 1, 8).

¿No es esto acaso lo que nos repite el Santo Padre hoy? Y si una cierta contradicción se manifestara en sus palabras y en sus actos así como en los actos de los dicasterios, entonces elegimos lo que siempre ha sido enseñado y hacemos oídos sordos a las novedades destructoras de la Iglesia.

No es posible modificar profundamente la “lex orandi” sin modificar la “lex credendi”.

A la misa nueva corresponde catecismo nuevo, sacerdocio nuevo, seminarios nuevos, universidades nuevas, Iglesia carismática, pentecostal, todas cosas opuestas a la ortodoxia y al magisterio de siempre.

Habiendo esta Reforma nacido del liberalismo, del modernismo, está totalmente envenenada; sale de la herejía y desemboca en la herejía, incluso si todos sus actos no son formalmente heréticos.

Es pues imposible a todo católico consciente y fiel adoptar esta Reforma y someterse a ella de cualquier manera que sea.

La única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico de aceptar la Reforma.

Es por ello que, sin ninguna rebelión, ninguna amargura, ningún resentimiento, proseguimos nuestra obra de formación sacerdotal bajo la estrella del magisterio de siempre, persuadidos de que no podemos prestar un servicio más grande a la Santa Iglesia Católica, al Soberano Pontífice y a las generaciones futuras.

Por eso, nos atenemos con firmeza a todo lo que la Iglesia de siempre ha creído y practicado en la fe, en las costumbres, en el culto, en la enseñanza del catecismo, en la formación del sacerdote y en la institución de la Iglesia, y que ha codificado en los libros publicados antes de la influencia modernista del Concilio, a la espera de que la verdadera luz de la Tradición disipe las tinieblas que oscurecen el cielo de la Roma eterna.”

Y haciendo esto, con la gracia de Dios, el auxilio de la Virgen María, de San José, de San Pío X, estamos convencidos de mantenernos fieles a la Iglesia Católica y Romana, a todos los sucesores de Pedro, y de ser los “fideles dispensatores mysteriorum Domini Nostri Jesu Christi in Spiritu Sancto”. Amén.

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X se propone seguir su fin principal, el sacerdocio tal como nuestro Señor Jesucristo lo quiso, dirigiéndolo siempre a lo que constituye esencialmente su razón de ser: el santo Sacrificio de la Misa. Está animada por los mismos sentimientos que San Pío X, su santo patrono: “Aseguramos con toda firmeza que Nos nada queremos ser, y con la gracia de Dios nada seremos ante la humanidad sino ministro de Dios, de cuya autoridad somos instrumentos. Los intereses de Dios son Nuestros intereses; a ellos hemos decidido consagrar nuestras fuerzas y la vida misma. De ahí que si alguno Nos pide una divisa, que exprese Nuestro propósito, siempre le daremos sólo esta: ¡Instaurar todas las cosas en Cristo!” (E supremi apostolatus, 4 de octubre de 1903)

Fortalecida por la misma fe y la misma esperanza que este santo papa, la Fraternidad San Pío X, por su predicación y por sus obras, reivindica para nuestro Señor Jesucristo la plenitud de su dominio sobre todos los hombres y sobre todas las naciones, de manera que sus derechos y su autoridad sean reconocidos par todos con veneración. Por esta razón, sigue trabajando por el triunfo de Cristo Rey e invita a todas las almas de buena voluntad a unirse a ella en esta obra sobrenatural y sublime.

Corazón doloroso e inmaculado de María, ruega por nosotros que recurrimos a vos.

Ecône, 21 de julio de 2018