Vladìmir
Vladimirovich Putin:
Su
vida para comprender su modus operandi y su pensamiento
Los
recientes hechos bélicos en Crimea y Ucrania (enero/septiembre de 2014) han
comprobado lo que hasta ayer podía aparecer, a los ojos de muchos, solamente
una probabilidad. El Nuevo Orden Mundial quiere destruir a Putin y a la Rusia
putiniana, porque está desempeñando el papel del Katejón, es decir el
“obstáculo que retiene” (San Pablo) la fuerza de la subversión mundialista y
globalizadora (Israel, USA y Arabia Saudita wahabita). Si no hubiera estado
Putin, Estados Unidos habría hecho sufrir la misma suerte a Siria como lo
hicieron con Irak. El obstáculo que detuvo la invasión de Siria y después de Irán
y finalmente de Rusia fue Putin. Este es un hecho y “contra los hechos no hay
argumento”.
Ahora
Putin se ha convertido para los medios de comunicación masivos financiados por
la “contra-iglesia”, en el nuevo Hitler, el nuevo Saddam, el nuevo Gaddafi, el
nuevo Assad a ser eliminado. Se inicia con la manipulación del pensamiento (Putin
ya es tomado por loco) por la prensa, la televisión y la radio, para terminar
con una condena capital pública y ejemplar (como sucedió con Saddam y Gaddafi),
una especie de “Nuremberg 1946 permanente”, que no puede terminar, como sucedió con
la shoah.
La
Europa y la Italia del siglo XX, esclavas de los Estados Unidos a partir ya de
la primera y sobre todo de la segunda guerra mundial, se han convertido en una
mera base logística de aterrizaje y lanzamiento para los aviones de Estados
Unidos e Israel (que también tiene, desde hace algunos años, parte de su flota
aérea en Cerdeña). La Unión Europea del siglo XXI es
geopolítica y financieramente un apéndice de Norteamérica, de hecho una
apendicitis inflamada y ahora purulenta cercana a la peritonitis.
Además,
la política de la UE hacia Rusia, como sucedió con Irán y Libia, es
autodestructiva para la economía de la Vieja Europa. De hecho, el embargo
decretado por los Estados Unidos y la UE contra Rusia tiene repercusiones muy
graves en la economía europea, ya en semiquiebra proclamada a partir del 2010.
El
aliado natural (físico, histórico, cultural y geográfico) de Europa, ¿no
debería ser precisamente las naciones limítrofes del este europeo y del Mediterráneo:
Rusia occidental o europea (no forzosamente la asiática), Siria y Libia?
¿No
es el Atlántico un espacio demasiado vasto (respecto al Mediterráneo y Europa
del este) para poder ser atravesado fácilmente y abastecer, por ejemplo, a la
Europa occidental de gas, que Rusia no nos dará más y que los yihadistas
de ISIS (Daesh-ISIL) han, recientemente, quemado casi completamente en Libia después
de la ejecución (decretada en USA del Presidente Obama y seguido por la Francia
del Presidente Sarkozy) de Gaddafi?
Sin embargo el UE se ha alineado, de manera suicida,
contra sus vecinos de tierra y mar, con los que comerciaba (importando y
exportando) y con los que ya no podrá hacer negocios justo en el momento de su
mayor necesidad.
Los
políticos europeos (marionetas en las manos de la Alta Finanza y de los Clubes
Think-tank mundialistas isramericanos) simulan que el rey está vestido
(es decir que Europa e Italia gozan de plena “salud”, ver Matteo Renzi), siendo
que al contrario, “el rey está desnudo” (ver Christian Andersen). En realidad
es necesario despertar y unir nuestras fuerzas para detener el “tránsito
ideológico/financiero inadvertido” hacia la plutocracia israelita-americana y
ver si no nos conviene mejor estar con Putin antes que con Washington, Tel Aviv
o “Bruselas”.
Para
comprender mejor esta cuestión, es útil conocer la vida y el pensamiento de
Vladimir Putin. Para esto, nos es útil un libro bien documentado, recién
publicado por el editor Mondadori de Milán, titulado "Putin. Vida de un zar", escrito por Gennaro Sangiuliano,
subdirector de TG 1 y colaborador de Sole 24 ore. Me baso en él para darle al
lector las características esenciales de la personalidad de Vladimir Putin.
Introducción
panorámica
Vladimir
Putin nació el 7 de octubre de 1952 en Leningrado (antigua San Petersburgo),
que fue la ciudad soviética que sufrió el asedio más masivo y sangriento en la
guerra entre Alemania y la URSS, asedio que duró unos 3 años y en el cual
murieron alrededor de un millón de ciudadanos.
Los
padres de Putin, que vivían en Leningrado durante la segunda guerra mundial,
escaparon a la muerte, pero la madre casi muere de hambre y el padre fue herido
gravemente de una bala en su pierna en batalla, herida que lo dejará semi
inválido por toda su vida.
El
joven Vladimir era pequeño de estatura, grácil, pero muy fuerte de carácter,
muy valiente, casi temerario; con una inteligencia viva y ágil que lo llevó a
leer mucho, aunque su talante era de un joven “de calle” turbulento y, como él
mismo lo ha dicho, “un sinvergüenza”.
A
los 12 años Vladimir leyó “El escudo y la espada”, un best-seller que cuenta
las aventuras de un 007 soviético, que se convirtió en un popular programa de
televisión, una especie de James Bond soviético. De su amor por este personaje
nació su vocación de entrar en el KGB, el servicio secreto
soviético, después de haber obtenido un brillante título de abogado en una de las
universidades más prestigiosas de la URSS, convirtiéndose después en coronel y
luego Director de la KGB (así como Vicealcalde de Leningrado y Presidente de
Rusia desde el 2000).
La
mentalidad de Putin representa el intento de Rusia después del colapso de la
URSS (1989) de resistir la americanización, la occidentalización y, por ende,
la globalización del mundialismo. Él, además, ha evitado la restauración del
comunismo en Rusia después de 1989, debido a la incompetencia de los
“demócratas”, es decir, los partidarios de Boris Yeltsin.
Ciertamente Vladimir ha combatido
con firmeza y despiadadamente la guerra contra Chechenia, que fue una “guerra
sucia, como lo fue la de los americanos en Vietnam, pero con la diferencia que
la primera era parte de Rusia, mientras que Indochina estaba a miles de
kilómetros de Washington”. (G.
Sangiuliano, Putin. Vida de un zar, Milano, Mondadori, 2015, p. 6).
Además,
"la presencia masiva de guerrilleros chechenos en Siria, Irak, -al lado de
los talibanes e ISIS, revela que, si Putin no hubiera masacrado a la Chechenia
islámica, surgiría en Rusia un califato islámico que amenazaría la seguridad
global" (ibíd.)
La
Rusia de Putin no es una democracia, y esta es la objeción más frecuente contra
el Presidente ruso, pero “Rusia no
puede ser una democracia porque si lo fuera no existiría” (L.
Caracciolo, la Repubblica, 7 marzo 2015).
Los
politólogos hablan de "democracia controlada" para distinguir el
régimen de Putin del totalitario soviético, del régimen zarista autoritario y
al mismo tiempo de la "democracia libertaria y agnóstica" occidental,
que olvida sus tradiciones culturales y religiosas, que por el contrario son la
base común de la Rusia de Putin.
Por
Putin el gobierno de Rusia no puede tenerse sin un apego profundo al sentido de
la jerarquía y el mando, al pueblo entendido como comunidad arraigada en la
misma tierra o Patria, que tiene una tradición religiosa bien específica (el
Cristianismo) y una cultura, (especialmente literaria y musical, física,
matemática y química) de primer orden.
En
cambio los intelectuales occidentales han perdido el contacto con la realidad y
el pueblo (que no son las masas) ha instalado una sociedad
desarraigada, sin tierra, Patria, religión, tradición, jerarquía, orden,
disciplina y sobre todo sin alma cultural y religiosa.
En
términos generales, la cultura, la tradición, la religión, una cierta
metafísica han tenido un papel fundamental. Según Putin, para poder mantener en
pie un país.
La
deficiencia de todo eso ha llevado, según Putin, al derrumbamiento de la URSS
en 1989 y llevará al derrumbamiento de EE.UU. y el occidente atlántico, que ha
cortado sus raíces europeas para instalarse, contra su naturaleza, en el
desierto cultural, espiritual y tradicional de América del Norte, que puede relacionarse
a lo sumo con el Iluminismo británico, que es la negación de la metafísica
europea o sea grecoromana y cristiana.
Un
personaje, que es un punto de referencia para la cultura metafísica y
tradicional, ha desempeñado un papel de padre y maestro para Putin: Alexander
Solgenitsin, el cual siempre le ha recordado a oriente como a occidente que la
solución a los problemas creados por el comunismo soviético a Rusia, no podía
ser el liberalismo anglosajón y especialmente el americano.
La
adolescencia de Putin
Un
episodio en la vida de Putin a los 13 años nos hace comprender su personalidad,
su carácter y su modo de pensar y actuar (cfr. G. Sangiuliano, cit., cap. I).
Una
mañana un niño amigo de Vladimir es golpeado, en el patio de su casa en un
barrio popular y periférico, sin razón alguna, por un bribón grande y gordo de
18 años. Vladimir asiste impasible a la escena y no interviene porque el pillo
está acompañado por una nutrida “banda”. Pero para él, la amistad es sagrada y,
por lo tanto, decide vengar a su amigo. Se sienta en el medio del patio y
espera que el acosador vuelva a casa por la noche. La
lucha sería desigual, pero Vladìmir salta sobre el bribón y lo coge a puños,
patadas, arañazos, mordidas. (G. Sangiuliano, cit., p. 13). El bribón es
superado por la agresividad de Putin, la cual uno de los componentes de su
carácter juvenil, la que fue domada después con el judo, la reflexión, los
estudios y su deseo de entrar en la KGB. El no abandonar a un amigo, sobre todo
si éste se encuentra en desgracia o en dificultades, forma parte de la
personalidad de Putin, y esto no debe olvidarse ni siquiera a nivel
internacional, político y bélico.
El
padre de Vladimir se alistó como voluntario en un cuerpo de élite de la Armada
Roja, perteneciente a la NKVD (la antigua KGB) y combatió en la batalla en las
orillas del Neva donde los enfrentamientos fueron muy crueles e incluso feroces,
y regresó a casa terminada la batalla de Leningrado, como inválido permanente
de una pierna. Se inscribió desde joven en el Partido Comunista Soviético y era
un comunista convencido y militante.
La
madre estuvo a punto de morir de hambre en el largo asedio de Leningrado y ha
padeció por ello toda su vida caminando a duras penas y siempre apoyándose a un
bastón. Putin ha confesado haber sido bautizado en secreto por su madre,
ferviente cristiana, contra el parecer del padre, convencido ateo bolchevique.
Acabada
la guerra el padre de Vladimir encuentra un puesto como obrero especializado en
una fábrica de material ferroviario.
La
casa de la familia Putin mide 20 metros cuadrados, consta de una sola
habitación en la que se duerme, se come, se estudia. Naturalmente la calle se
convierte en el lugar preferido del joven Vladìmir, que admitirá haber sido un
pequeño bribón callejero y de haberse conquistado un espacio vital en la dura
vida de la periferia de Leningrado. La agresividad es una característica del
carácter de Vladimir, que no soportaba ser insultado, y recurría inmediatamente
a los puños de manera muy violenta y casi furiosa.
En
la escuela, es vivaz, inteligente, indisciplinado, agresivo, pero capaz de
tener éxito en los estudios. “A medida que crecía, Putin, a pesar de mantener
un carácter vivaz, mejoró mucho en las relaciones con la escuela, comenzándose
a distinguir por su inteligencia y empeño. Para los 13 años era uno de los
elementos más brillantes, seguía con atención las lecciones, profundizaba y
leía constantemente. […]La predisposición a los gestos de violencia permanece,
pero Vladìmir trata de dirigirla en una actividad deportiva: prueba el boxeo,
pero le fracturan el tabique nasal. Entonces elige una lucha típicamente rusa, que combina elementos de karate y judo con
la añadidura de algunos movimientos de cuerpo a cuerpo populares rusos. […] La
pasión por las artes marciales continuará en los años sucesivos y Vladimir se
dedicará al judo, convirtiéndose en 1976 en el campeón de la ciudad de
Leningrado, después de haberse convertido en cinturón negro del sexto dan” (G.
Sangiuliano, cit., p. 22).
El amor
por la KGB
La
sede de la KGB de Leningrado infunde temor a todos, pero en 1968 un muchacho
delgado de 16 años entra rápido en aquel edificio y pregunta a un agente de
guardia informaciones para trabajaren la KGB. El agente responde con fastidio
que no se elige al KGB, sino que se es elegido. Además se requiere un título en
derecho (G. Sangiuliano, cit., p. 39). Vladimir finaliza sus estudios
secundarios, aprende alemán e inglés bastante bien y rinde el examen para ser
admitido en la Facultad de Jurisprudencia de Leningrado, cosa muy difícil en
aquellos años en que la universidad estaba reservada para los hijos de los burócratas
del Partido Comunista soviético. A pesar de esto, Vladimir supera el examen y
entra en la facultad de leyes en 1970.
Pero
también en sus años universitarios, Vladimir “mantiene su carácter introvertido
y sospechoso de todos […] No bebe alcohol, no juega, es frío de carácter”. (G.
Sangiuliano, cit., p. 42).
Otra
pasión de Vladimir es la música clásica.
Además es ordenado y cauto también
en las amistades femeninas. Durante los estudios conoce a una estudiante de
medicina muy bonita, con quien emprende una relación importante […].
"Fue
un amor muy importante, estábamos decididos a casarnos", recuerda años
después Vladimir, "pedimos una licencia matrimonial, todo estaba listo…
anular la boda fue la decisión más difícil de mi vida. Fue verdaderamente
tremendo, me sentí muy mal. Pero decidí que era mejor sufrir entonces a que
ambos tuviéramos muchos problemas después”.
Se
concedía el divorcio en la URSS, pero se veía mal en el Partido para los que se
proponían hacer carrera. ¿Por qué el joven Putin rompió la promesa de
matrimonio? Nunca lo aclaró, pero es probable que se debió a la carrera […] el
KGB habría sugerido no casarse demasiado joven” (G. Santangelo, cit. p.
44-45).
En la facultad de jurisprudencia de Leningrado,
Vladimir se cruza por primera vez a Anatolij Sobciack, un jurista valioso y
erudito. Ahora, definir a Sobciack como un disidente, como Sacharov y
Solgenitsin, es excesivo, pero pertenece al círculo de intelectuales que no
están en sintonía con el régimen soviético. Él propugna, en sus lecciones universitarias, el paso de una economía
socialista a una economía de mercado. El joven Putin queda fascinado.
La
llamada de la KGB
Después
de cuatro años de universidad, Putin recibe una llamada telefónica. Era un
funcionario de la KGB que quería encontrar a Vladimir y quedó bien impresionado
del carácter reservado, no particularmente efusivo, pero lleno de energía, de
flexibilidad mental y de valor del joven Putin, quien además hablaba a la
perfección el alemán y el inglés. Entonces fue reclutado en el KGB.
A
los 23 años Putin se gradúa con una tesis de derecho internacional, lo que le
abrirá las puertas más tarde para su trabajo de agente secreto en Alemania
oriental. Estamos a mediados de los años setenta, la URSS está
en la cúspide de su poder militar, tecnológico y político. En
cambio, Estados Unidos está en dificultades: la guerra en Vietnam acaba de
terminar con la derrota estadounidense (abril de 1975), y el escándalo
Watergate obliga al presidente Richard Nixon a renunciar. El nuevo presidente
Jimmy Carter no tiene experiencia ni una clara visión de política exterior.
Esta debilidad de Estados Unidos terminará en 1981 con la llegada a la Casa
Blanca de Ronald Reagan y URSS intenta explotar la momentánea crisis
norteamericana.
Después
de 4 años de la renuncia de Nixon, los soviéticos estaban convencidos, gracias
a los reportes de la KGB, que la caída de Nixon había sido determinada…
por un complot urdido por los enemigos de la distensión. Los servicios secretos
soviéticos indicaban expresamente a los sionistas o mejor, el lobby hebreo”. (G.
Sangiuliano, cit., p. 50).
Sin
embargo, la potencia de la URSS corresponde solo a la superficie de la sociedad
civil soviética. La realidad es el fracaso social, económico y político. El
socialismo real ha producido una miseria generalizada en toda la Unión
Soviética. Lo único que lamentablemente no falta, es el vodka, que alimenta la
plaga social de un alcoholismo muy extendido.
No
obstante, la universidad soviética continúa formando una clase de físicos,
matemáticos y químicos geniales, cuyos descubrimientos son, sin embargo,
abrumados por la burocracia.
El
comunismo soviético ha fracasado
La
KGB ya desde los años Setenta fue bien consciente de esta situación real de
deterioro interior y sustancial, que estaba opuesta diametralmente a la fachada
de potencia, ya solamente exterior y accidental, de la URSS. Esta
es otra paradoja soviética: el hecho de que el KGB, o la punta de diamante del
socialismo real, esté perfectamente consciente del fracaso y la implosión del
comunismo ruso, negado por la clase dominante y apenas advertido por la
población.
Por un lado, la propaganda política del
Partido Comunista exaltó la magnitud aparente de la URSS y, por otro, los
servicios secretos soviéticos "estaban concientizados de que el sistema
estaba podrido y no duraría mucho". Pero en los años setenta, la implosión
todavía está lejos, incluso si los gérmenes de la ruina son una constante".
(G. Sangiuliano, cit., p. 55).
También
el nivel altamente especializado de la KGB comenzaba a crujir. Putin se da
cuenta de inmediato.
En
febrero de 1976 se le ordena sustentar un curso operativo en Ochta, uno de los
centros más calificados de la inteligencia soviética y lo define: “una escuela
absolutamente insignificante” (G. Sangiuliano, cit., p. 56).
En
la década de 1970, estalló el caso de la disidencia de los grandes
intelectuales rusos. Alexandr Solgenitsin escribe Archipiélago Gulag en 1972,
que se traduce al inglés y se disemina en medio mundo en 1974.
El
consenso es abrumador también en la URSS. Breznev pierde el control y lo
califica como “una grosera caricatura
antisoviética escrita por un matón”.
Solgenitsin
repite sosegadamente y con argumentos sólidos: el comunismo querría durar para
siempre, pero ha fracasado irremediablemente; la única vía de salvación por
Rusia es abandonar el marxismo-leninismo para adherirse a una ideología
política nacional y patriótica de base religiosa.
Putin
está plenamente de acuerdo con Solgenitsin. Andropov, el entonces director de
la KGB, está preocupado ya que entiende que la situación real es aquélla
descrita por Solgenitsin.
Putin
siempre ha afirmado, en varias entrevistas reportadas por Gennaro Sangiuliano
en su libro, que nunca participó en las actividades represivas de los
intelectuales disidentes ya que su misión era la de contraespionaje.
Por
el contrario, algunos colegas de Putin declararon que Vladímir "había
desarrollado los mismos puntos de vista que Sajarov y tenía un respeto especial
por Solgenitsin”. (G. Sangiuliano, cit., p. 62).
"El
agente Putin se convence progresivamente de que la URSS está podrida en el
sistema, de que el estancamiento económico nunca se superará a menos que se
tenga el valor de romper el molde del socialismo real y avanzar hacia una
economía de mercado, porque la propiedad privada es un elemento natural de la
esencia humana" (ibíd.).
El matrimonio
El
28 de julio de 1983 Vladímir se casó, después de 3 años y medio de noviazgo,
con una joven llamada Ludmila. Ella también había sido bautizada secretamente
a la edad de 5 años por su madre, cuya religiosidad nunca dormida sería
decisiva para el despertar religioso de Putin unos años más tarde.
Un
hecho que ocurrió entre Vladímir y Ludmila durante su noviazgo, del que
informa Sangiuliano, nos hace comprender aún mejor la personalidad de Putin. Es
muy celoso y no acepta comportamientos demasiado alegres u occidentales.
"Una
vez, durante una velada en un club donde Ludmila se desató bailando con sus
amigos, Vladìmir la lleva a un lado y le dice con un tono duro: "Nuestra
historia no tiene futuro". La chica estaba conmocionada..." (G.
Sangiuliano, cit., p. 71).
En
1985 María, la primera hija, nació en Leningrado; la segunda, Katerina, nació
en Dresde. La primera lleva el nombre de la madre de Putin y la segunda el de su
madre, según la tradición.
En Alemania del Este
Putin
llegó a Dresde en 1985, justo después de la muerte de Cernenko y de la llegada
de Gorbachov al Kremlin.
"La
crisis moral y material del comunismo, latente desde hace al menos veinte años,
estalla e inicia el período de turbulencias que culminará con la disolución de
la URSS". (G. Sangiuliano, cit., p.
79).
En
noviembre de 1989 cayó el Muro de Berlín y la sede de la Stasi (la policía
política de Alemania Oriental) fue sitiada; el 3 de diciembre le toca a la sede
de la KGB de Dresde donde residía Vladimir, que seguía siendo un mayor de la
KGB. Él decide no usar armas; la policía de Alemania Oriental está paralizada y
no está ayudando a sus colegas de la KGB. Putin va a hablar a la multitud de
manifestantes y sólo cuando llegó un destacamento militar soviético mucho más
tarde se dispersó la multitud amenazante.
"Hubo muchas amenazas verbales, pero no pasó
nada violento. Los agentes de la KGB estaban armados, pero el joven mayor había
recomendado moderación y calma. Por lo demás, todo estaba claro: "Tenía la
impresión de que el país ya no era más. Estaba claro que la URSS estaba enferma
de esa enfermedad mortal que se llama parálisis del poder". (G.
Sangiuliano, cit., p. 84).
El colapso del comunismo soviético
y el regreso a Leningrado
La
ciudad está en caos, el suministro de alimentos es escaso, la calefacción es un
lujo, el caos y la anarquía reinan en la URSS.
Putin
sintió una gran decepción por el colapso de todo. Decepcionado, se preguntó:
"¿Cómo han podido equivocarse? ¿No escucharon nuestras palabras? ¿Nadie en
Moscú leyó nuestros informes? Les advertimos lo que iba a suceder". (G.
Sangiuliano, cit., p. 87).
La
perestroika de Gorbachov (reestructuración) y la glasnost (transparencia) no
logran nada. Gorbachov es un líder comunista que piensa que puede resolver el
problema soviético distinguiendo entre el verdadero y el buen comunismo contra
el falso y el malo. No tiene intención de derrocar al Partido Comunista
Soviético, quiere rejuvenecerlo y curarlo, pero dentro de la URSS no tiene
tanto éxito como en el extranjero. La degradación
económica va acompañada de un caos político y de la presencia constante de la delincuencia
organizada. Además, el fin del comunismo trae consigo el despertar religioso
cristiano y también el peligro del nacimiento de una especie de califato
islámico en las antiguas repúblicas soviéticas de fe musulmana. En 1988
comenzaron los primeros conflictos en el Cáucaso entre Azerbaiyán musulmán y
Armenia cristiana, y en 1992 se inició una guerra abierta.
Mientras
tanto, el ingeniero Boris Yeltsin asciende, demostrando desde el principio que
realmente quiere cambiar el status quo de la URSS y no sólo la fachada como
Gorbachov. El 15 de marzo de 1989 Gorbachov fue elegido
Presidente de la URSS, pero el 29 de marzo Yeltsin fue elegido Presidente del
Congreso de la República rusa y no soviética.
Desde
ese momento, Moscú tuvo dos parlamentos de facto, con dos presidentes: una
estructura soviética y otra rusa. Esta situación no puede durar. Gorbachov está
cada vez más aislado dentro de su país, parece un visionario que sueña con el
restablecimiento del comunismo soviético de una forma menos radical como había
ocurrido en el proceso de des-stalinización.
"El 17 de agosto de 1991 se produjo un
golpe de estado comunista radical contra Gorbachov, que permaneció pasivo.
Yeltsin se opone enérgicamente al golpe y Putin está con Yeltsin. La actitud
decisiva de Yeltsin provocó el fracaso del golpe. Gorbachov es removido por
Yeltsin, quien decretó el fin de la URSS y el Pcus” (G. Sangiuliano, cit.,
p. 101-103).
Putin
está tentado de dejar la Kgb y dedicarse a su carrera universitaria como
ayudante de su antiguo profesor Sobcak, el más grande jurista ruso, que en 1990
se convirtió en alcalde de Leningrado con Putin como vicealcalde. Pero en 1993
se produjo un segundo golpe de los veteranos comunistas contra Yeltsin y
Sobcak. En las horas más críticas, Sobcak se atrinchera en la dacha de Yeltsin
cerca de Moscú y el arresto de Yeltsin fracasa dos veces (el comunismo
soviético está realmente en crisis). Putin regresa urgentemente a Leningrado,
ahora llamado San Petersburgo.
“Recoge
hombres armados y los alinea en el aeropuerto” (G. Sangiuliano, cit., p.
114).
El
golpe fracasó debido a la "reacción militar eficiente". Yeltsin
ordena el asalto a las fuerzas especiales del Grupo Alfa, entre los atacantes
hay una unidad especial, el tradicional cuerpo de cabezas de cuero rusas,
llegado de San Petersburgo. El ex Teniente Coronel Vladìmir Putin coordina la
transferencia y se encarga de su logística" (G. Sangiuliano, cit., p.
137).
La conversión de Putin
En
1991 la dacha de la familia Putin se incendió. Dentro estaban María, la hija
mayor, y la secretaria de Putin (quien era entonces vicealcalde de San
Petersburgo).
Putin
entró en la casa en llamas, tomó a su hija y la arrojó por el balcón hacia los
brazos de algunas personas que acudieron y que la agarraron al vuelo, luego
ayudó a la secretaria a bajar gracias a unas sábanas rasgadas y atadas. Pero
cometió una imprudencia: regresó a la dacha, ahora llena de gases tóxicos, para
recuperar una bolsa en la que tenía todos sus ahorros, pero fracasó y para
encontrar la salida tuvo que envolverse en una manta que le había dado su
madre, que la consideraba bendita. Luego salió un segundo antes de que todo
colapsara.
"A este episodio se atribuye la conversión
de Putin, aunque ya había sido bautizado en la religión cristiana
ortodoxa". (G. Sangiuliano, cit., p. 129).
Los
oligarcas y la mafia rusa se apoderan de la familia Yeltsin.
Rusia, sin embargo, habiendo terminado su rigor
soviético, entró en un estado todavía incierto e indefinido en el que Yeltsin, caído
víctima del alcoholismo, la enfermedad y de la avaricia de sus hijas, acabó en
los brazos de algunos especuladores (oligarcas) que habían empezado a comprar a
los gigantes de la industria rusa por poco dinero. Además, la mafia había
comenzado a aprovechar este estado de vacío de autoridad y había penetrado
en los ganglios vitales del Estado y la economía.
Sobcak era un hombre de cultura pero no de gobierno
y no podía remediarlo, parecía desconectado de la realidad. Gennaro Sangiuliano
compara Rusia a principios de los años noventa con Palermo en los años setenta,
sufriendo dos enfermedades graves: el capitalismo desenfrenado y desordenado y
el crimen organizado que busca reemplazar al Estado.
El único político capaz de hacer frente a esta
situación era Vladímir Putin.
"Yeltsin
ha tenido indudables méritos históricos y al mismo tiempo innegables deméritos.
Fue el hombre que defendió a Rusia de los restauradores del estalinismo, pero
que permitió un auténtico Far West económico-social. […].Yeltsin creía que
Rusia podía convertirse en una economía de mercado como la estadounidense y
confió la dirección de la economía a los economistas llamados neo-Chicago boys
de Leningrado, liderados por Egor Gajdar y Anatolij Cubais [el encarnizado
enemigo de Putin porque no lo considera manipulable], que abogaban por una
terapia de choque según las teorías ultraliberales". (G. Sangiuliano,
cit., p. 138).
En
el 1996 la salud tambaleante de Yeltsin se hunde. En 1998, llegó a Rusia un
apoyo financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI) de 11.000 millones de
dólares, un año después de que una investigación del Tribunal de Cuentas ruso
demostrara que una gran parte de esos dólares, en lugar de ir a apoyar a la
agonizante economía rusa, habían entrado en las arcas de 27 bancos comerciales,
muchos de ellos no rusos... Por lo tanto, el apoyo a Rusia era sólo una ayuda a
los bancos americanos y europeos y quizás a algún oligarca "ruso" de
origen israelí. (G. Sangiuliano, cit., p. 147-148).
"El
25 de julio de 1998 Putin fue nombrado director de la nueva KGB (Fsb), pero la
Fsb ya no tenía el poder del pasado, de hecho muchos de sus agentes estaban al
servicio de los oligarcas o de la mafia rusa". (G. Sangiuliano, cit.,
p. 151).
Durante
este tiempo Sobcak había caído en el olvido, pero Putin no lo ha olvidado y lo
hace regresar de Francia, donde había emigrado. Uno de los rasgos
sobresalientes de su carácter es que no abandona a un amigo, especialmente si
ha caído en desgracia.
El
9 de agosto de 1999 Yeltsin, que, a pesar de su dependencia del alcohol y de la
mala familia que lo rodea, mantiene un rayo de sentido común y amor patrio,
nombró a Putin primer viceministro. De hecho, entiende que ya ha terminado como
hombre y como líder y entiende que sólo Putin tiene la fuerza, la inteligencia
y el coraje para enfrentarse a los oligarcas "rusos" y a la mafia que
ha invadido toda la sociedad rusa.
La guerra contra el islamismo
checheno
El
13 de septiembre de 1999, un edificio entero fue volado en Moscú, hogar de las
familias de policías rusos. Se trata de terrorismo. La responsabilidad recae en
los islamistas chechenos. La respuesta de Yeltsin es muy dura, pero quien toma
las riendas de la reacción es Putin, que pronuncia una frase que sigue siendo
famosa:
"Es inútil que se escondan, los
perseguiremos dondequiera que huyan, dondequiera que se escondan. También en el
retrete. Y los mataremos en el retrete". (G. Sangiuliano, cit., p. 168).
Comienza
el trágico enfrentamiento entre Rusia y los separatistas chechenos de origen
islámico. En 1991, Chechenia, aprovechando la debilidad de Rusia, proclamó su
completa independencia de Moscú. En 1994 Yeltsin envió 40.000 soldados a
Chechenia para recuperarla, pero el Ejército Rojo es ahora un fantasma y
después de dos años Yeltsin se ve obligado a reconocer la independencia de
Chechenia.
Putin,
que se ha convertido recientemente en jefe de gobierno, entiende que la
cuestión chechena es crucial para la supervivencia de Rusia. Comenzó, por lo
tanto, un uso masivo de la aviación, bombardeando las posiciones de la
guerrilla chechena. Los ataques son ahora masivos y brutales. El 25 de agosto
de 1996, los generales rusos anunciaron la derrota y la eliminación de más de
mil guerrilleros chechenos.
Putin
afirma: "Estaba convencido de que si no hubiéramos detenido a la
guerrilla, habríamos acabado convirtiéndonos en una segunda Yugoslavia. Era
necesario recuperar Daguestán y expulsar a la guerrilla chechena". (G.
Sangiuliano, cit., p. 173).
La
segunda guerra emprendida por Putin es contra los oligarcas. Él…
"No
sólo no quiere ser manipulado por los oligarcas, sino que decide que ha llegado
el momento de separarse de ellos" (G.
Sangiuliano, cit., p. 176).
Yeltsin
sigue siendo de jure el líder, pero debe renunciar al poder porque ya no puede
ejercerlo, ahora esclavo del alcohol, de los oligarcas y de la mafia rusa (que
es una especie de brazo armado de la oligarquía "rusa" neoliberal).
Occidente,
sin embargo, no quiere que el poder pase a Putin, que serviría a los intereses
de Rusia. Pero el poder debe ser ejercido, si no por Putin, por los
"demócratas", soñadores e incompetentes; en el mejor de los casos
sería un regreso a la era Gorbachov.
Intervienen
Sajarov y Zinóviev que, junto con Solgenitsin, han empujado a la opinión
pública a rebelarse contra la americanización y la globalización de Rusia. (G.
Sangiuliano, cit., p. 181).
Yeltsin
todavía mantiene un poco de amor patrio y sentido común. Por lo tanto, el 31 de
diciembre de 1999, cedió el poder real a Putin:
"Dos
coroneles de las Fuerzas de Misiles Estratégicos se reúnen con Putin en su
oficina del viceprimer ministro y le entregan los códigos de lanzamiento de
armas nucleares. Es el verdadero cetro del poder". (G. Sangiuliano,
cit., p. 182).
Luego
Yeltsin anunció su anticipada dimisión.
Gennaro
Sangiuliano escribe que el "conservadurismo" putiniano es muy
diferente del neoconservadurismo liberal estadounidense. De hecho, para
Putin la base de la vida política de Rusia debe ser la tradición social,
cultural y religiosa de Rusia y no una referencia general a los valores liberal-demócratas
de Occidente.
"El
día de la Pascua Ortodoxa, con toda la familia, estuvo en la Catedral de San
Isaac en San Petersburgo. Inauguró así una costumbre que lo vería presente, a
lo largo de los años, en todos los servicios religiosos. "Si Rusia se ha
hecho grande", repite Putin, "no es por un zar, una guerra o un
partido político, el mérito está en el cristianismo". (G.
Sangiuliano, cit., p. 188-189).
La
guerra contra los oligarcas apátridas y mundialistas
Putin da
esta definición del oligarca: "un exponente de las altas finanzas, que
quiere influir en la política, permaneciendo en las sombras" (G. Sangiuliano, cit., p. 198).
En
pocas palabras: un miembro de una sociedad secreta, que dirige a los políticos
y al mundo a través de las finanzas.
Los
tres enemigos de Putin, representados por el oligarca, son
-las
sectas secretas,
-la
alta finanza apátrida que busca el beneficio y la riqueza como fin, y
-el
mundialismo que gobierna el mundo entero a través del poder abrumador de las
finanzas bancarias sobre la política.
Si
se lee atentamente el párrafo (pp. 198-208) que Sangiuliano reserva para los
oligarcas "rusos" con los que Putin ha entrado en conflicto, se
comprende que son casi todos de origen israelí, y que se han apoderado -con la
ayuda del crimen organizado- de la industria, los medios de comunicación y los
bancos rusos para dominar la totalidad de Rusia desde detrás de las escenas y
hacerla desembocar en el caldero del Nuevo Orden Mundial, dirigido por Estados
Unidos e Israel, los bancos y la francmasonería.
La
lucha comenzó en 1996 y terminó con la victoria de Putin en 2013 sin excluir
golpes, incluso cruentos.
Putin
insiste en que para que un país se mantenga en pie debe redescubrir su propio
origen religioso, que en Rusia es cristiano, y que da a sus ciudadanos la base
moral para vivir rectamente. Además, uno no puede ignorar sus propias
tradiciones culturales e históricas, que para Rusia no son ni atlánticas ni
islámicas.
La
fuerza de una nación es intelectual, moral y espiritual. Debe basarse en
familias unidas, numerosas, ordenadas moralmente y religiosas.
Conclusión
En
el desorden mundial de hoy, Putin encarna (en la medida en que la fragilidad
humana lo permite) la fuerza saludable que:
1) Resiste a la globalización;
2)
ha evitado la restauración del comunismo en Rusia;
3º)
ha anticipado por veinte años la lucha actual contra Isis, habiendo aplastado,
en 1996, la Chechenia islámica, lo que habría amenazado la seguridad no sólo de
Rusia, sino también del mundo;
4) lucha contra la democracia liberal occidental, que olvida sus tradiciones
culturales y religiosas;
5)
prevé que ésta llevará al colapso del Occidente atlántico, ya que ha cortado
(como hizo el bolchevismo en 1917) sus raíces culturales y religiosas, y un árbol
sin raíces se seca;
6)
entendió, desde los años setenta, la situación real de degradación de la URSS
frente a una fachada puramente externa de poder inexistente de facto;
7)
entiende muy bien, por lo tanto, hoy en día que la grandeza de los EE.UU. - UE
es absolutamente aparente: la deficiencia cultural, moral, espiritual y, en
consecuencia, económica y financiera de Occidente es el cáncer que lo ha
quemado por dentro dejando sólo su apariencia intacta: el sistema occidental
está podrido (como el soviético en los años setenta) y no se mantendrá por
mucho tiempo;
8)
ha luchado contra las altas finanzas mundialistas apátridas, que querían tomar
posesión de Rusia, y da así un ejemplo a Occidente para que comprenda cuál es
el verdadero enemigo de las naciones y de la patria;
9º) EE.UU. no lo quería en el poder de Rusia porque defendería los intereses de
su Patria y no los del Nuevo Orden Mundial, pero a su lado intervinieron
Sajarov, Zinóviev y Solgenitsin (la fuerza de los verdaderos
"intelectuales" que faltan en Occidente, el cual se debate entre
Charlie y Bataclán) que convencieron a la opinión pública de la rebelión contra
la globalización de Rusia;
10)
tiene tres grandes enemigos despiadados y muy poderosos porque son diabólicos:
las sectas secretas, las altas finanzas apátridas y el mundialismo;
11)
En suma y para resumir: Putin insiste en que para que un país permanezca en pie
debe redescubrir su origen religioso, que es lo que da a sus ciudadanos la base moral
para vivir rectamente. De hecho, uno no puede ignorar sus propias tradiciones
culturales e históricas, que no son ni atlánticas ni islámicas para Rusia, sin
consecuencias catastróficas. La fuerza de una nación es
intelectual, moral y espiritual. Debe basarse en familias unidas, numerosas,
ordenadas moralmente y religiosas. Estas son las lecciones y ayudas que Putin
ofrece al pobre mundo contemporáneo enfermo terminal del agnosticismo y el
amoralismo.
Es
significativa la sentencia pronunciada por Putin el 4 de diciembre de 2015 en
la Asamblea Federal Rusa:
"Nuestra fuerza reside en la unidad, en la
combatividad. En el apego a la familia, en el desarrollo demográfico, en el
progreso de nuestra vida interior".
d.
Curzio Nitoglia
11/1/2016