viernes, 26 de febrero de 2016

RECONOCIMIENTO INMINENTE DE LA FSSPX: HABLA MONS. POZZO

NOTA: NO PUEDE SER CASUALIDAD DE EL MISMO DÍA SE PUBLIQUE LO DE MONS. DE GALARRETA Y LO DE MONS. POZZO. PENSAMOS QUE EL RECONOCIMIENTO ES INMINENTE.
HEMOS SUBRAYADO CIERTOS PASAJES ESPECIALMENTE RELEVANTES.



¿EN QUÉ PUNTO ESTÁ EL DIÁLOGO CON LOS LEFEBVRISTAS?
Después de la remisión de la excomunión en 2009, por Benedicto XVI, la apertura hecha por Francisco con ocasión del Año Santo es un nuevo paso hacia el reconocimiento canónico.

Mucho se ha hablado en estos años de la sufrida aproximación a la Iglesia de Roma por parte de la FSSPX, fundada por Mons. Marcel Lefebvre. El levantamiento de la excomunión por parte de Benedicto XVI no cancela todavía la posición irregular en la cual están los lefebvristas.
Se mantiene, de hecho, su falta de aceptación de la liturgia Novus Ordo, el ecumenismo y la libertad religiosa, pero la ulterior apertura realizada por el papa Francisco -que, con ocasión del Jubileo, ha sancionado la validez de la recepción de los sacramentos de la confesión y de unción de los enfermos administrado por sacerdotes lefebvristas- representa un nuevo paso hacia el reconocimiento canónico.
Para saber más acerca de la situación actual de la Fraternidad San Pío X, Zenit ha entrevistado a Mons. Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, fundada en 1988 por San Juan Pablo II, con el principal objetivo de iniciar un diálogo con los lefebvrianos, para llegar un día a su plena reintegración.
Excelencia, en 2009 el Papa Benedicto XVI levantó la excomunión de la Fraternidad San Pío X. ¿Esto significa que ahora están de vuelta en comunión con Roma?
Con el levantamiento de parte de Benedicto XVI de la pena de excomunión a los obispos de la FSSPX (2009), ellos ya no están sujetos a esta grave penalización eclesiástica. Con esta medida, sin embargo, la FSSPX se encuentra todavía en una situación irregular, ya que no ha recibido el reconocimiento canónico por la Santa Sede. Mientras la Fraternidad no tenga una posición canónica en la Iglesia, sus ministros no ejercen de manera legítima el ministerio y la celebración de los sacramentos. De acuerdo con la fórmula empleada por el entonces cardenal Bergoglio en Buenos Aires y confirmada por Francisco a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, los miembros de la FSSPX son católicos en camino hacia la plena comunión con la Santa Sede. Esta plena comunión se tendrá cuando se lleve a cabo el reconocimiento canónico de la Fraternidad.
¿Qué pasos han sido hechos por la Santa Sede en estos siete años para favorecer el acercamiento de la Fraternidad San Pío X?
Tras el levantamiento de la excomunión en 2009, se iniciaron una serie de  encuentros de carácter doctrinal entre expertos designados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que está estrechamente vinculada a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei después del Motu proprio de Benedicto XVI Ecclesiae unitatem (2009), y expertos de la FSSPX para discutir y confrontarse sobre los principales problemas doctrinales que están en la base de la controversia con la Santa Sede: la relación entre Tradición y Magisterio, la cuestión del ecumenismo, del diálogo interreligioso, de la libertad religiosa y de la reforma litúrgica, en el contexto de la enseñanza del Concilio Vaticano II.
Este encuentro, que duró cerca de dos años, consiguió aclarar las respectivas posiciones teológicas sobre el tema, para resaltar los puntos de convergencia y divergencia.
En los años siguientes los coloquios doctrinales continuaron con algunas iniciativas dirigidas al ahondamiento y a la aclaración de las temáticas en discusión. Al mismo tiempo los contactos entre los Superiores de la Comisión Ecclesia Dei y los Superiores y otros exponentes del FSSPX, han favorecido el desarrollo de un clima de confianza y respeto recíproco, que tiene que ser a la base de un proceso de acercamiento. Hace falta superar las desconfianzas y los entumecimientos que son comprensibles después de muchos años de fractura, pero que pueden ser gradualmente disipados si la actitud recíproca cambia y si las divergencias no son consideradas como muros infranqueables, sino como puntos de discusión que merecen ser profundizados y desarrollados hacia una aclaración útil a la Iglesia entera. Ahora estamos en una fase que creo constructiva y orientada a alcanzar la esperada reconciliación. El gesto del papa Francisco de conceder a los fieles católicos de recibir válida y lícitamente el sacramento de la reconciliación y la unción de los enfermos por los obispos y sacerdotes de la FSSPX durante el Año Santo de la Misericordia, es claramente el signo de la voluntad del Santo Padre de favorecer el camino hacia el reconocimiento canónico pleno y estable.
¿Cuáles son los obstáculos que aún se interponen en el camino a la reconciliación definitiva?
Distinguiría dos niveles. El nivel específicamente doctrinal, que concierne a algunas divergencias acerca de temas particulares propuestos por el Concilio Vaticano II y del Magisterio postconciliar, relativos al ecumenismo, a la relación entre el Cristianismo y las religiones del mundo, a la libertad religiosa sobre todo en la relación entre Iglesia y Estado, a algunos aspectos de la reforma litúrgica. El nivel de la actitud mental y psicológica, que tiene que pasar de una posición de choque polémico y antagonista, a una posición de escucha y recíproco respeto, de consideración y de confianza, como tiene que pasar entre miembros del mismo Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Hace falta trabajar sobre estos dos niveles. Pienso que el camino de aproximación emprendida ha dado algún fruto, sobre todo por este cambio de actitud de ambas  partes y merece la pena continuar sobre esta línea.
Incluso en el tema del Concilio Vaticano II, creo que la FSSPX debe reflexionar sobre la distinción, que en mi opinión es fundamental y absolutamente dirimente, entre la mens auténtica del Vaticano II, su intentio docendi, como se muestra por las Actas oficiales del Concilio, y lo que yo llamaría el "paraconcilio", es decir el conjunto de orientaciones teológicas y actitudes prácticas, que acompañaron el curso del Concilio mismo, pretendiendo luego cubrirse con su nombre, y que en la opinión pública, gracias también al influjo del medios de comunicación, a menudo se han agregado al verdadero pensamiento del Concilio. A menudo en la discusión con la FSSPX, la oposición no es al Concilio, sino al "espíritu" del Concilio, que se vale de algunas expresiones o formulaciones de los documentos conciliares para abrir el camino a interpretaciones y posiciones que están muy lejos y, a veces instrumentalizar el verdadero pensamiento conciliar.
También en lo que concierne a la crítica lefebvrista sobre la libertad religiosa, en el fondo de la discusión a mí me parece que la posición del FSSPX está caracterizada por la defensa de la doctrina a tradicional católica contra el laicismo agnóstico del Estado y contra el laicismo y relativismo ideológico y no contra el derecho a la persona a no ser coartada ni impedida por el Estado en el ejercicio de la profesión de fe religiosa.
Se trata en todo caso de temas que también podrán ser objeto de ahondamiento y aclaración después de la plena reconciliación. Lo que aparece esencial es hallar una plena convergencia sobre lo que es necesario para estar en plena comunión con la Sede Apostólica, es decir sobre la integridad de la Profesión de Fe católica, sobre el vínculo de los sacramentos y sobre la aceptación del Supremo Magisterio de la Iglesia. El Magisterio, que no está por encima de la Palabra de Dios escrita y transmitida, sino a su servicio, es el auténtico intérprete también de los textos anteriores del Magisterio, incluidos los del Concilio Vaticano II, a la luz de la Tradición perenne, que se desarrolla en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo, no con un contrario novedad (que sería negar el dogma católico), sino con una mejor comprensión del depósito de la fe, en la misma doctrina, el mismo sentido y en un mismo parecer (en eodem scilicet dogmate, et eademque sententia eodem sensu, cf. Concilio Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius, 4).
Creo que en estos puntos la convergencia con la FSSPX no sólo es posible, sino necesaria. Esto no afecta la posibilidad y la legitimidad de discutir y explorar otras cuestiones particulares, que he mencionado anteriormente, que no se refieren a cuestiones de fe, sino más bien a orientaciones pastorales y juicios de carácter prudencial y no dogmáticos, sobre los que también se puede tener diferentes puntos de vista. No se trata por lo tanto de ignorar o domesticar las diferencias sobre algunos aspectos de la vida pastoral de la Iglesia, sino se trata de tener presente que en el Concilio Vaticano II hay documentos doctrinales, que intentan reavivar la verdad de fe ya definida o verdad de la doctrina católica es. Const. dogm. Dei Verbum, Const. dogm. Lumen gentium), y hay documentos que tienen la intención de sugerir orientaciones y directrices para la acción práctica, es decir, para la vida pastoral como una aplicación de la doctrina (Decl. Nostra Aetate, Decreto Unitatis Redintegratio, Decl. Dignitatis humanae).
La adhesión a las enseñanzas del Magisterio varía según el grado de autoridad y la categoría de verdad propia de los documentos magisterial. No me resulta que el FSSPX haya negado doctrina de fe o verdad de la doctrina católica enseñadas por el Magisterio. Los relieves críticos conciernen en cambio a afirmaciones o indicaciones concernientes al renovado cuidado pastoral en las relaciones ecuménicas y con las otras religiones y algunas cuestiones de orden prudencial en la relación Iglesia y sociedad, Iglesia y Estado. Sobre la reforma litúrgica, me limito a mencionar una declaración que Mons. Lefebvre le escribió a Papa a Juan Paolo II en una carta del 8 de marzo1980: "En cuanto a la misa Novus Ordo, a pesar de todas las reservas que se deben hacer al respecto, yo no he afirmado nunca que ella sea inválida o herética." En cuanto a las reservas al ritual del Novus Ordo, que no hay obviamente que subvalorar, no se refieren ni a la validez de la celebración del sacramento ni a la recta fe católica. Será por lo tanto oportuno proseguir en la discusión y en la clarificación de tales reservas.
Con ocasión del Año de la Misericordia ha llegado un gesto conciliador de parte de papa Francisco: los fieles católicos también podrán recibir el sacramento de la reconciliación de parte de sacerdotes pertenecientes a la Fraternidad. ¿Qué comporta esta medida? ¿Cree que este gesto puede reabrir concretamente un diálogo que, de algún tiempo, pareció estancado?
Como ya he dicho anteriormente, el diálogo con la FSSPX nunca se ha estancado. Más bien, se decidió que seguiría de una forma menos y formal, para dar espacio y tiempo a una maduración de las relaciones en la línea de la actitud de confianza y escucha recíproca para favorecer un clima de relaciones más idóneo donde colocar el momento de la discusión teológica y doctrinal. El Santo Padre ha animado a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei desde el principio de su pontificado a perseguir esta forma de relaciones  en la discusión con la FSSPX. En este contexto el gesto distensor y magnánimo del papa Francisco en la circunstancia del año de la Misericordia ha contribuido indudablemente a serenar ulteriormente el estado de las relaciones con la Fraternidad, mostrando que la Santa Sede tiene en su corazón el acercamiento y la reconciliación, que deberá también tener un revestimiento canónico. Espero y deseo que este sentimiento y esta voluntad sean compartidos también por la FSSPX.