NOTA: NO PUEDE SER CASUALIDAD DE EL MISMO DÍA SE PUBLIQUE LO DE MONS. DE GALARRETA Y LO DE MONS. POZZO. PENSAMOS QUE EL RECONOCIMIENTO ES INMINENTE.
HEMOS SUBRAYADO CIERTOS PASAJES ESPECIALMENTE RELEVANTES.
HEMOS SUBRAYADO CIERTOS PASAJES ESPECIALMENTE RELEVANTES.
¿EN
QUÉ PUNTO ESTÁ EL DIÁLOGO CON LOS LEFEBVRISTAS?
Después de la remisión de la
excomunión en 2009, por Benedicto XVI, la apertura hecha por Francisco con
ocasión del Año Santo es un nuevo paso hacia el reconocimiento canónico.
Mucho se ha hablado en estos años de la sufrida aproximación a la Iglesia de Roma por parte de la FSSPX, fundada por Mons. Marcel Lefebvre. El levantamiento de la excomunión por parte de Benedicto XVI no cancela todavía la posición irregular en la cual están los lefebvristas.
Mucho se ha hablado en estos años de la sufrida aproximación a la Iglesia de Roma por parte de la FSSPX, fundada por Mons. Marcel Lefebvre. El levantamiento de la excomunión por parte de Benedicto XVI no cancela todavía la posición irregular en la cual están los lefebvristas.
Se
mantiene, de hecho, su falta de aceptación de la liturgia Novus Ordo, el
ecumenismo y la libertad religiosa, pero la ulterior apertura realizada por el
papa Francisco -que, con ocasión del Jubileo, ha sancionado la validez de la
recepción de los sacramentos de la confesión y de unción de los enfermos
administrado por sacerdotes lefebvristas- representa un nuevo paso hacia el
reconocimiento canónico.
Para
saber más acerca de la situación actual de la Fraternidad San Pío X, Zenit ha
entrevistado a Mons. Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia
Dei, fundada en 1988 por San Juan Pablo II, con el principal objetivo de
iniciar un diálogo con los lefebvrianos, para llegar un día a su plena
reintegración.
Excelencia, en 2009 el Papa Benedicto
XVI levantó la excomunión de la Fraternidad San Pío X. ¿Esto significa que
ahora están de vuelta en comunión con Roma?
Con
el levantamiento de parte de Benedicto XVI de la pena de excomunión a los
obispos de la FSSPX (2009), ellos ya no están sujetos a esta grave penalización
eclesiástica. Con esta medida, sin embargo, la FSSPX se encuentra todavía en
una situación irregular, ya que no ha recibido el reconocimiento canónico por
la Santa Sede. Mientras la Fraternidad no tenga una posición canónica en la
Iglesia, sus ministros no ejercen de manera legítima el ministerio y la
celebración de los sacramentos. De acuerdo con la fórmula empleada por el
entonces cardenal Bergoglio en Buenos Aires y confirmada por Francisco a la
Pontificia Comisión Ecclesia Dei, los miembros de la FSSPX son católicos en camino
hacia la plena comunión con la Santa Sede. Esta plena comunión se tendrá cuando
se lleve a cabo el reconocimiento canónico de la Fraternidad.
¿Qué pasos han sido hechos por la
Santa Sede en estos siete años para favorecer el acercamiento de la Fraternidad
San Pío X?
Tras
el levantamiento de la excomunión en 2009, se iniciaron una serie de encuentros de carácter doctrinal entre
expertos designados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que está
estrechamente vinculada a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei después del Motu
proprio de Benedicto XVI Ecclesiae unitatem (2009), y expertos de la FSSPX para
discutir y confrontarse sobre los principales problemas doctrinales que están
en la base de la controversia con la Santa Sede: la relación entre Tradición y
Magisterio, la cuestión del ecumenismo, del diálogo interreligioso, de la
libertad religiosa y de la reforma litúrgica, en el contexto de la enseñanza
del Concilio Vaticano II.
Este
encuentro, que duró cerca de dos años, consiguió aclarar las respectivas
posiciones teológicas sobre el tema, para resaltar los puntos de convergencia y
divergencia.
En
los años siguientes los coloquios doctrinales continuaron con algunas
iniciativas dirigidas al ahondamiento y a la aclaración de las temáticas en
discusión. Al mismo tiempo los contactos entre los Superiores de la Comisión
Ecclesia Dei y los Superiores y otros exponentes del FSSPX, han favorecido el
desarrollo de un clima de confianza y respeto recíproco, que tiene que ser a la
base de un proceso de acercamiento. Hace falta superar las desconfianzas y los
entumecimientos que son comprensibles después de muchos años de fractura, pero
que pueden ser gradualmente disipados si la actitud recíproca cambia y si las
divergencias no son consideradas como muros infranqueables, sino como puntos de
discusión que merecen ser profundizados y desarrollados hacia una aclaración
útil a la Iglesia entera. Ahora estamos en una fase que creo constructiva y
orientada a alcanzar la esperada reconciliación. El gesto del papa Francisco de
conceder a los fieles católicos de recibir válida y lícitamente el sacramento
de la reconciliación y la unción de los enfermos por los obispos y sacerdotes
de la FSSPX durante el Año Santo de la Misericordia, es claramente el signo de
la voluntad del Santo Padre de favorecer el camino hacia el reconocimiento
canónico pleno y estable.
¿Cuáles son los obstáculos que aún se
interponen en el camino a la reconciliación definitiva?
Distinguiría
dos niveles. El nivel específicamente doctrinal, que concierne a algunas
divergencias acerca de temas particulares propuestos por el Concilio Vaticano
II y del Magisterio postconciliar, relativos al ecumenismo, a la relación
entre el Cristianismo y las religiones del mundo, a la libertad religiosa sobre
todo en la relación entre Iglesia y Estado, a algunos aspectos de la reforma
litúrgica. El nivel de la actitud mental y psicológica, que tiene que pasar de
una posición de choque polémico y antagonista, a una posición de escucha y
recíproco respeto, de consideración y de confianza, como tiene que pasar entre
miembros del mismo Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Hace falta trabajar
sobre estos dos niveles. Pienso que el camino de aproximación emprendida
ha dado algún fruto, sobre todo por este cambio de actitud de ambas partes
y merece la pena continuar sobre esta línea.
Incluso
en el tema del Concilio Vaticano II, creo que la FSSPX debe reflexionar sobre
la distinción, que en mi opinión es fundamental y absolutamente dirimente,
entre la mens auténtica del Vaticano II, su intentio docendi, como se muestra
por las Actas oficiales del Concilio, y lo que yo llamaría el
"paraconcilio", es decir el conjunto de orientaciones teológicas y
actitudes prácticas, que acompañaron el curso del Concilio mismo, pretendiendo
luego cubrirse con su nombre, y que en la opinión pública, gracias también al influjo
del medios de comunicación, a menudo se han agregado al verdadero pensamiento
del Concilio. A menudo en la discusión con la FSSPX, la oposición no es al
Concilio, sino al "espíritu" del Concilio, que se vale de algunas
expresiones o formulaciones de los documentos conciliares para abrir el camino
a interpretaciones y posiciones que están muy lejos y, a veces instrumentalizar
el verdadero pensamiento conciliar.
También
en lo que concierne a la crítica lefebvrista sobre la libertad religiosa, en el
fondo de la discusión a mí me parece que la posición del FSSPX está
caracterizada por la defensa de la doctrina a tradicional católica contra el
laicismo agnóstico del Estado y contra el laicismo y relativismo ideológico y
no contra el derecho a la persona a no ser coartada ni impedida por el Estado
en el ejercicio de la profesión de fe religiosa.
Se
trata en todo caso de temas que también podrán ser objeto de ahondamiento y
aclaración después de la plena reconciliación. Lo que aparece esencial es
hallar una plena convergencia sobre lo que es necesario para estar en plena
comunión con la Sede Apostólica, es decir sobre la integridad de la Profesión
de Fe católica, sobre el vínculo de los sacramentos y sobre la aceptación del
Supremo Magisterio de la Iglesia. El Magisterio, que no está por encima de la
Palabra de Dios escrita y transmitida, sino a su servicio, es el auténtico
intérprete también de los textos anteriores del Magisterio, incluidos los del
Concilio Vaticano II, a la luz de la Tradición perenne, que se desarrolla en la
Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo, no con un contrario novedad (que
sería negar el dogma católico), sino con una mejor comprensión del depósito de
la fe, en la misma doctrina, el mismo sentido y en un mismo parecer (en eodem
scilicet dogmate, et eademque sententia eodem sensu, cf. Concilio Vaticano I,
Const. dogm. Dei Filius, 4).
Creo
que en estos puntos la convergencia con la FSSPX no sólo es posible, sino
necesaria. Esto no afecta la posibilidad y la legitimidad de discutir y explorar
otras cuestiones particulares, que he mencionado anteriormente, que no se
refieren a cuestiones de fe, sino más bien a orientaciones pastorales y juicios
de carácter prudencial y no dogmáticos, sobre los que también se puede tener
diferentes puntos de vista. No se trata por lo tanto de ignorar o domesticar
las diferencias sobre algunos aspectos de la vida pastoral de la Iglesia, sino
se trata de tener presente que en el Concilio Vaticano II hay documentos
doctrinales, que intentan reavivar la verdad de fe ya definida o verdad de la doctrina
católica es. Const. dogm. Dei Verbum, Const. dogm. Lumen gentium), y hay
documentos que tienen la intención de sugerir orientaciones y directrices para
la acción práctica, es decir, para la vida pastoral como una aplicación de la
doctrina (Decl. Nostra Aetate, Decreto Unitatis Redintegratio, Decl. Dignitatis
humanae).
La
adhesión a las enseñanzas del Magisterio varía según el grado de autoridad y la
categoría de verdad propia de los documentos magisterial. No me resulta que el
FSSPX haya negado doctrina de fe o verdad de la doctrina católica enseñadas por
el Magisterio. Los relieves críticos conciernen en cambio a afirmaciones o
indicaciones concernientes al renovado cuidado pastoral en las relaciones
ecuménicas y con las otras religiones y algunas cuestiones de orden prudencial
en la relación Iglesia y sociedad, Iglesia y Estado. Sobre la reforma
litúrgica, me limito a mencionar una declaración que Mons. Lefebvre le escribió
a Papa a Juan Paolo II en una carta del 8 de marzo1980: "En cuanto a la
misa Novus Ordo, a pesar de todas las reservas que se deben hacer al respecto,
yo no he afirmado nunca que ella sea inválida o herética." En cuanto a las
reservas al ritual del Novus Ordo, que no hay obviamente que subvalorar, no se
refieren ni a la validez de la celebración del sacramento ni a la recta fe
católica. Será por lo tanto oportuno proseguir en la discusión y en la
clarificación de tales reservas.
Con ocasión del Año de la
Misericordia ha llegado un gesto conciliador de parte de papa Francisco: los
fieles católicos también podrán recibir el sacramento de la reconciliación de
parte de sacerdotes pertenecientes a la Fraternidad. ¿Qué comporta esta medida?
¿Cree que este gesto puede reabrir concretamente un diálogo que, de algún
tiempo, pareció estancado?
Como
ya he dicho anteriormente, el diálogo con la FSSPX nunca se ha estancado. Más
bien, se decidió que seguiría de una forma menos y formal, para dar espacio y
tiempo a una maduración de las relaciones en la línea de la actitud de
confianza y escucha recíproca para favorecer un clima de relaciones más idóneo
donde colocar el momento de la discusión teológica y doctrinal. El Santo Padre ha
animado a la Pontificia Comisión Ecclesia Dei desde el principio de su pontificado
a perseguir esta forma de relaciones en la discusión con la
FSSPX. En este contexto el gesto distensor y magnánimo del papa Francisco en la
circunstancia del año de la Misericordia ha contribuido indudablemente a
serenar ulteriormente el estado de las relaciones con la Fraternidad, mostrando
que la Santa Sede tiene en su corazón el acercamiento y la reconciliación, que
deberá también tener un revestimiento canónico. Espero y deseo que este
sentimiento y esta voluntad sean compartidos también por la FSSPX.