"este es el viejo plan del Card. Ratzinger: la única manera de desintegrar a los integristas es reintegrarlos"
¿A
qué se debe la crisis que sufrimos hoy en la Fraternidad? Mons. Lefebvre debía
buscar buenos administradores y los encontró: el P. Schmidberger, Mons. Fellay,
los ecónomos, de manera general. Y trabajaron bien, realizaron un trabajo
inmenso en unos cuarenta países. Los resultados eran buenos. El drama: mientras
Mons. Lefebvre vivía, todo iba bien. Pero una vez que partió, el elemento
humano empezó a hacer estragos. Este sacerdote y este obispo eran muy buenos
administradores, tenían una buena formación, se les enseñó el catolicismo
liberal, el modernismo, pero cuando ellos se enfrentaron a Roma (los
cardenales, la Basílica de San Pedro, etc.), se sintieron impresionados. Porque
Roma es muy hábil, tienen una experiencia milenaria. Y en Roma se encuentran
los más astutos.
Uno
de los nuevos “amigos en Roma” de Mons. Fellay es sin duda el Card. Castrillón
Hoyos, que es un hombre muy hábil. Cazador notable. En su pared tiene las
cabezas de unos 15 fundadores o responsables de grupos tradicionalistas,
Monasterios, y la diócesis de Campos. Esta diócesis era muy importante, y una
vez muerto, Mons. de Castro Mayer fue traicionado por 25 sacerdotes y toda la
diócesis.
Ya
en 1992, ya había contactos con Roma. Por ejemplo, el P. Aulagnier, que es muy
amigo de Dom de Lesquen, quien ayudó a Dom. Gérard a unirse a Roma. Luego en
1994 el GREC, los contactos con el embajador de Francia en el Vaticano, el
señor Pérol, que falleció y su esposa continuó su trabajo. Podemos pensar
también que el embajador de Francia en Roma conocía a un cierto Card.
Ratzinger, quien es la cabeza pensante en el Vaticano. Él es el jefe de
orquesta. Es él. Cuando se habla del Card. Ratzinger como “conservador” es que
es muy inteligente, él hizo la guerra a muchos conservadores. El libro de Mons.
Tissier “La Extraña Teología de Benedicto XVI” muestra las enormidades, incluso
las herejías del Papa Benedicto XVI. Por ejemplo, dice que “la Cruz no es un
sacrificio expiatorio”. Incluso Lutero reconocía que la Cruz era un sacrificio
expiatorio. En este sentido, Lutero era más católico.
Pero Benedicto XVI es un alemán y tenía amigos, profesores, etc. que el P.
Schmidberger conoció. Dirán que invento, que digo cosas, pero un sacerdote italiano dijo que el P. Schmidberger dijo esto en
Albano, que cada año enviaba un ramo de flores al Card. Ratzinger. Por eso,
cuando el Card. Razinger se convirtió en Papa era “ahora o nunca”.
¿Cuántas
veces se le reprochó a Mons. Lefebvre de crear un cisma? Y ahora es el
argumento principal: “La Fraternidad, a fuerza de vivir como si el papa no
existiera, como si no hubiera papa, terminaremos por ser cismáticos, teniendo
una mentalidad cismática”.
El
P. Nely, en el fatídico mes de junio de 2012, dijo que “el problema es que
tenemos una generación que va creciendo dentro de la Tradición y que vive como
si no hubiera papa, terminaremos teniendo una mentalidad cismática y por eso es
urgente arreglar las cosas con Roma”.
En
cuanto al P. Schmidberger, él visitaba Francia (ya no era Superior General) y
le dijo a los sacerdotes lo que también me dijo a mí en Argentina: “Padre,
usted reconoce como yo que en la Iglesia nuestra situación no es normal”. Este
es el discurso que ha sido repetido muchas veces. Como el P. Thuiller, que dijo
“Bien, de acuerdo, Roma, la Iglesia actual, los oficiales no son perfectos.
Pero nosotros tampoco lo somos, también tenemos defectos, nuestra situación
canónica” [este sacerdote es ex vicario de San Nicolas de Chardonnet, ex asistente del director del Instituto Universitario San Pío X, ex capellán de Civitas y ex profesor dogma en el seminario de Ecône. Dejó la FSSPX y el año 2012 fue nombrado Secretario Privado del arzobispo de París y miembro del Consejo de Formación de los diáconos permanentes. Nota del blog].
Entonces el P. Schmidberger le dijo esto a todos los sacerdotes de Francia. Y como todos los sacerdotes tenían una reacción, se daba cuenta de cuál es su posición. Así supo quiénes eran los duros y quienes los débiles. Y todo esto, evidentemente, forma parte de un plan. Plan que se lleva a cabo desde hace quince años. Se escogen entonces a los más débiles como superiores, los que comparten las ideas del superior, o los nombran como priores. Frecuentemente jóvenes sin experiencia, como es el caso ahora del director del Seminario en Australia, y últimamente tuvimos al P. de la Motte que se unió a la Diócesis de Versalles. Es evidente que los nombramientos y las mutaciones son extremadamente importantes para una congregación, especialmente en la situación que atravesamos.
El P. Thuiller (segundo de derecha a izquierda) con los Padres Bouchacourt, de Tanoüarn y Thouvenot.
Entonces el P. Schmidberger le dijo esto a todos los sacerdotes de Francia. Y como todos los sacerdotes tenían una reacción, se daba cuenta de cuál es su posición. Así supo quiénes eran los duros y quienes los débiles. Y todo esto, evidentemente, forma parte de un plan. Plan que se lleva a cabo desde hace quince años. Se escogen entonces a los más débiles como superiores, los que comparten las ideas del superior, o los nombran como priores. Frecuentemente jóvenes sin experiencia, como es el caso ahora del director del Seminario en Australia, y últimamente tuvimos al P. de la Motte que se unió a la Diócesis de Versalles. Es evidente que los nombramientos y las mutaciones son extremadamente importantes para una congregación, especialmente en la situación que atravesamos.
Es
así como el último Capítulo (yo he asistido a todos los Capítulos de la Fraternidad) fue una orquesta muy bien organizada. Yo tenía esperanzas en Mons.
Tissier de Mallerais, Mons. de Galarreta, el P. Jorna, y este último acabó (con) la
Declaración Doctrinal de Mons. Fellay del 15 de abril de 2012, pero desgraciadamente
estaba perfectamente programado, organizado hasta los más mínimos detalles. Y
allí comprendí cuál fue la situación de Mons. Lefebvre y de sus amigos durante
el concilio, como lo explica Ralph Wiltgen en su libro “El Rin desemboca en el
Tíber”: los obispos del Rin tenían medios de difusión muy importantes y por
consiguiente una gran mayoría que se inclinaba del lado de la autoridad, del
lado del Papa.
Podemos
imaginar que los romanos dicen “estos tradicionalistas son muy numerosos”,
trataremos de frenarlos, de liquidarlos. Y este es el viejo plan del Card.
Ratzinger: la única manera de desintegrar
a los integristas es reintegrarlos. Necesitaban entonces diplomáticos para
tratar con los tradicionalistas. Y han encontrado al hombre: el Card.
Castrillón Hoyos. Él se convirtió en el interlocutor privilegiado ante el Card.
Ratzinger. Yo me encontré con el P. Ortiz hace tres o cuatro meses en Bogotá y
me contó lo siguiente: el Card. Castrillón era obispo de Pereira, en donde
vivía la hermana de Mons. Lefebvre. La señora T. y su esposo tenía una empresa
muy importante y construyó una iglesia para sus obreros. Se le pidió al obispo
que viniera a bendecir la iglesia. El Cardenal Castrillón dijo que no
agradecería al señor T. por la iglesia, pues la construyó con el dinero que
robó a sus obreros. Teología de la liberación. Y luego reencontramos a este personaje transformado
en semi-tradicionalista, muy amable, amante de la tradición, que celebra la misa tradicional de vez en
cuando, y he aquí que se han anexado a casi todos los jefes de grupos
tradicionalistas. Como a todo buen cazador, le gusta coleccionar cabezas. Ya
tiene muchas pero la falta una: la cabeza de Mons. Fellay. Pero “¡todavía tenemos la misa, no es cuestión de ceder, no, no hemos
cedido en nada!” decía, por ejemplo, Dom
Gérard. Mas luego el mismo Dom Gérard tuvo la mala idea de concelebrar la misa
con Juan Pablo II. Y fue la misa del modernista, la misa de Lutero la que
concelebró.
Una
cosa es segura: si hay algo que exigen es el silencio. El silencio sobre la
Misa y el silencio sobre el concilio. Y esto es lo que está sucediendo en la
Fraternidad. Ayer escuchaba de un padre de familia de Chile (que decía) que hace mucho no
escuchan hablar sobre la crisis en la Iglesia. Y esto sucede en muchos prioratos.
Pero la profesión de la Fe Católica exige para todos los obispos, sacerdotes,
fieles, etc., la condenación de los errores. Monseñor Lefebvre nos advirtió:
habrá lobos disfrazados de ovejas. Y también hemos visto pastores que se han
transformado en lobos, particularmente en la historia que nos ocupa.
No
juzgamos las responsabilidades, las intenciones. Pero debemos juzgar si alguien
es un pastor o un lobo disfrazado. Y tenemos el deber de gritar ¡el lobo! Sobre
todo los pastores, es su deber elemental. Y esta es la crítica que hacemos a
Menzingen y a Mons. Fellay.