Reflexiones
sobre la última Carta de Mons. Fellay
Por
el P. Bruno (Superior de la USML en Francia).
En
su Carta a los Amigos y Benefactores n° 84, (24 de mayo de 2015), Mons. Fellay
exhorta a los fieles de la Tradición a participar en el año santo de la
misericordia anunciado por el papa Francisco, mediando el “discernimiento previo” recomendado en su tiempo por Mons. Lefebvre.
Después
de presagiar "un período muy difícil ante nosotros” (lo que no es “muy
difícil” de presagiar), Mons. Fellay toma como ejemplo, entre “un cierto número
de indicios inquietantes”, una conferencia del cardenal Maradiaga sobre la
misericordia, dada en California el pasado 20 de enero. El superior general de
la Fraternidad denuncia a justo título una “nueva misericordia”, que “no es
otra cosa que una mirada complaciente sobre el pecado”. Él hubiera podido
llamarla “la misericordia conciliar”, pero desde hace tiempo él evita utilizar
este adjetivo, bastante útil, sobre todo cando se trata de distinguir la
Iglesia católica y la iglesia conciliar.
Habiendo
analizado las declaraciones del Card. Maradiaga, cercano colaborador del papa,
Mons. Fellay se pregunta: “¿es el intérprete de las ideas del Papa Francisco? Es
muy difícil saberlo [ya hemos leído esto varias veces, de la misma pluma,
respecto al mismo papa] siendo tan contradictorios los mensajes que llegan de
Roma desde hace dos años [esto también ya lo hemos visto, incluso bajo
Benedicto XVI, hace más de dos años]”.
“¿Habrá
que privarse por ello de las gracias de un Año Santo? Todo lo contrario.
¡Cuando las compuertas [¿católicas o conciliares?] de la gracia se abren, hay
que recibirla en abundancia! Un año Santo es una gran gracia para todos los
miembros de la Iglesia [¿Católica o conciliar?].”
Curiosamente,
Mons. Fellay no cita ni comenta la "bula de convocatoria" promulgada por el papa el 11 de abril. En lugar de preguntarse si el Card. Maradiaga es “el intérprete de las ideas de Francisco”, ¿por qué no trata de
descubrir estas ideas en su propia fuente, en un texto que no puede ser más oficial?
Para
suplir esta lamentable omisión, y para mejor comprender que no se debe invocar
el “discernimiento previo” para unirnos a tal jubileo, sacamos algunas perlas
de la “bula de convocatoria”.
-Desde
las primeras líneas, adivinamos que el papa se inspira en una muy mala teología:
“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe
cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. […] Él envió a su
Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor”.
Aquí encontramos una idea muy querida de Juan Pablo II y de Benedicto XVI: La
salvación concebida principalmente como una revelación del amor de Dios, y no
como una redención efectiva por el sacrificio expiatorio del Calvario. Para dar
sólo una referencia, Juan Pablo II escribió en su encíclica sobre la
misericordia (Dives in misericordia, § 13): “La revelación del amor
misericordioso del Padre […] constituyó el contenido central de la misión
mesiánica del Hijo del hombre”. Ciertamente que la Cruz nos manifiesta de
manera sublime la misericordia divina, pero ella es formalmente la reparación
necesaria de la injusticia del pecado. Nuestro Señor satisfizo allí por
nuestras faltas, haciéndonos a Dios propicio, de allí la expresión de “sacrificio
propiciatorio” que se aplica tanto al sacrificio de la Cruz como al sacrificio
de la misa. Y sabemos que es justamente el fin propiciatorio de la santa misa
que fue ocultado especialmente en el nuevo rito. Éste solo aspecto sería
suficiente para justificar nuestro “categórico rechazo” de la nueva misa.
-El
papa Francisco anuncia que "el año santo se abrirá el 8 de diciembre de
2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción”. Y añade más adelante: “He
escogido la fecha del 8 de diciembre por su gran significado en la historia
reciente de la Iglesia. En efecto, abriré la Puerta Santa en el quincuagésimo
aniversario de la conclusión del Concilio Ecuménico Vaticano II. La Iglesia [conciliar]
siente la necesidad de mantener vivo este evento. Para ella iniciaba un nuevo
periodo de su historia”. ¡Ahí lo tenemos! “El” concilio, se realizó de manera escalonada durante cuatro años (cuatro sesiones), de 1962 a 1965, y conmemoran su
cincuentenario durante cuatro años, de 2012 a 2015. Pero esto no es suficiente:
es necesario que la fiesta continúe, de ahí la promulgación de este jubileo de
2016, que verdaderamente podemos llamar un
jubileo conciliar.
Subrayemos
de paso que la misma noción de un “jubileo extraordinario de la misericordia”
no tiene nada de tradicional. El periodista italiano Antonio Socci explica: “El
jubileo –desde el primero, en el año 1300- siempre ha sido fijado en fechas que
se refieren a los años del nacimiento y la muerte de Jesucristo. Comprendiendo
allí los jubileos extraordinarios (muy raros). El de 2016 es el primero de la
historia de la Iglesia que no tiene en su centro el acontecimiento histórico de
Jesucristo, de su vida terrestre”. Lo que tiene en su centro es el
acontecimiento histórico del concilio Vaticano II, principio de una “nueva
etapa” de la historia de la Iglesia, nos dice Francisco.
-Y
el papa cita con énfasis “las palabras cargadas de significado” de “san Juan
XXIII” y del “beato Paulo VI” durante la apertura y la conclusión del concilio.
-"El
Año jubilar se concluirá en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del
Universo, el 20 de noviembre de 2016. […] Encomendaremos la vida de la
Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la Señoría de Cristo”, Hay
algo de teilhardiano en esta última frase. En cuanto a la solemnidad de “Cristo
Rey del Universo”, ella difiere tanto de la verdadera fiesta de Cristo Rey
(instituida por Pio XI para magnificar la realeza social de Nuestro Señor),
como la iglesia conciliar difiere de la Iglesia Católica.
–El
diálogo interreligioso obliga: hacia el final de su (demasiado) larga
bula, el papa declara que la misericordia es el lazo “con el judaísmo y el
islam, que la consideran uno de los atributos más calificativos de Dios”. Y
emite el voto de que “este Año Jubilar vivido en la misericordia pueda
favorecer el encuentro con estas religiones y con las otras nobles tradiciones
religiosas; nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos
mejor.”
-Finalmente,
tomemos una afirmación interesante : "El Jubileo […] será celebrado
en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión
de toda la Iglesia”. Es decir: el jubileo conciliar será celebrado como signo
visible de la comunión de la iglesia conciliar. ¿Monseñor Fellay está en
comunión con esta iglesia conciliar? Si sí, que lo diga claramente. Si no, ¿por
qué entonces quiere participar él –y hacer participar a sus fieles- en el
jubileo conciliar de la misericordia conciliar?
A
la luz de los recientes acontecimientos (especialmente las visitas de obispos
en los seminarios de la Fraternidad) y de esta Carta a los Amigos, concluyamos
transcribiendo las primeras líneas de Mons. Fellay (las palabras modificadas
están en cursiva): “No es necesario extenderse mucho para comprobar el estado de
crisis en el que se encuentra la
Fraternidad. Sin embargo, en estos últimos tiempos un cierto número de
indicios inquietantes nos llevan a pensar que entramos en una fase todavía más
intensa de desórdenes y confusión. No es aventurado presagiar un período muy
difícil ante nosotros”.