Este extraordinario documento fue realizado por los Dominicos y publicado en su revista Le Sel de la Terre. Hoy lo ponemos a su disposición traducido por primera vez al español.
Vamos a publicarlo en varias partes, por lo que les recomiendo que lo vayan copiando y guardando para que al final de las publicaciones lo tengan completo.
Esta es la primera parte:
Mgr Lefebvre, Roma y los ralliés.
I – La obra de Monseñor
Lefebvre
I.1. La obra de Monseñor Lefebvre hasta 1988:
conservar la Tradición
« Nos adherimos de todo corazón, con toda
nuestra alma a la Roma Católica, guardiana de la fe católica y a las tradiciones
necesarias para mantener esta fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de
verdad.
Al contrario, nosotros rechazamos seguir a la Roma de tendencia neo-modernista y
neo-protestante que se manifiesta claramente en el concilio Vaticano II y después
del concilio en todas las reformas que de él provienen (…)
Ninguna autoridad, incluso la más elevada en la
jerarquía, nos puede obligar a abandonar o a disminuir nuestra fe católica
claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia durante
diecinueve siglos.
« Si sucediera, dice san Pablo, que nosotros
mismos o un Ángel venido del cielo les enseña otra cosa que lo que os he
enseñado, sea anatema” (Gal. 1,8) (Declaración del 21 de noviembre de 1974).
“Porque queremos permanecer católicos. Nosotros
somos perseguidos porque queremos conservar la Misa católica, porque queremos
conservar la fe católica, porque queremos conservar el sacerdocio católico
Somos perseguidos por esta causa” (Mgr. Lefebvre, Ecône, 4 de septiembre de
1987, Sel de la Terre N° 31, p. 201).
« Hay un combate llevado a cabo en la Iglesia
para hacer desaparecer el pasado, la tradición de la Iglesia. Esta persecución
continua contra los que quieren permanecer católicos como lo eran los papas
antes del Vaticano II.
Nos oponemos a lo que han hecho los papas Juan
XXIII, Paulo VI y Juan Pablo II actualmente, porque ellos han efectuado una
ruptura con sus predecesores. Preferimos la tradición de la Iglesia a la obra
de algunos pocos papas que se oponen a sus predecesores.
Sin embargo hemos querido mantener contacto con
Roma a través de los años, desde 1976 en el momento que recibimos la suspens a divinis, porque
continuábamos haciendo ordenaciones sacerdotales. Quisimos mantener contacto
con Roma esperando que la Tradición reencontrara un día sus derechos. Pero fue
tiempo perdido.
Ante la negativa de Roma de tomar en consideración
nuestras protestas y peticiones de regresar a la Tradición, y con motivo de mi
edad que ya son 82 años, estoy en mi 83avo año, es evidente que siento el fin llegar,
necesito un sucesor” (Conferencia de Mgr. Lefebvre del 15 de junio de 1988, Fideliter 29-30 junio de 1988, pág.
8-9).
I.2. Continuar esta obra después de mi muerte
v En el espíritu de fe.
Firmeza en el apego a los principios (batirse
por ellos)
« No es con agradable haber tenido
dificultades con Roma. No es agradable que tuvimos que pelear. Nosotros lo
hemos hecho por los principios, para conservar la fe católica.
Hablando de los monjes de Barroux, Mgr. Lefebvre
agrega: “Ellos han prácticamente abandonado el combate de la fe. Ya no pueden
atacar a Roma. Es lo que hizo también el Padre de Blignières. El cambió
completamente. El, que había escrito todo un volumen para condenar la libertad
religiosa, escribe ahora a favor de la libertad religiosa. Esto no es serio. Ya
no podemos contar con hombres como ellos, que no han comprendido la cuestión
doctrinal” (Mgr. Lefebvre, Fideliter, n°79, enero-febrero de 1991, pág. 6)
Lo esencial no es la Misa, sino la doctrina
« No es poca cosa lo que nos opone. No es
suficiente que nos digan: Puede decir la misa antigua, pero hay que aceptar
esto. No, no es la misa la que nos opone, es la doctrina. Está claro.
Y lo grave en Dom Gérard es que la ha perdido.
Dom Gérard no vio mas que la liturgia y la vida
monástica. No ve claramente los problemas teológicos del Concilio, de la
libertad religiosa. No ve la malicia de estos errores. Nunca se preocupó de
ellos” (Mgr. Lefebvre, Fideliter, n°66, noviembre-diciembre de 1988, pág. 14; cf. Fideliter, n°87, septiembre1990, pág. 1)
Algunos escribieron que en el Concilio Vaticano
II, la única misa celebrada fue la misa tradicional. Eso no impidió al dicho
concilio de promulgar los decretos funestos sobre la libertad religiosa y el ecumenismo…
(L’Hermine, año 2005, n°6)
Un acuerdo solamente sobre la misa: un
atolladero.
Los incorporados dicen: « Oh, mientras que se
nos otorgue la buena misa, se puede dar a mano a Roma. No hay problema” Mgr.
Lefebvre responde “¡He aquí cómo funciona! Ellos están en un atolladero porque
no se puede al mismo tiempo dar la mano a los modernistas y querer conservar la
tradición” (Mgr Lefebvre, Fideliter,n°87, septiembre 1990, p. 3).
No minimizar las dificultades ni magnificar
la Roma actual
« Hay que colocar los acontecimientos que
suceden hoy y los que sucederán mañana –particularmente la consagración
episcopal de cuatro jóvenes obispos el 30 de junio- en el contexto de nuestras
dificultades con Roma, no solamente desde 1970, desde la fundación de Ecône,
sino desde el Concilio.
En el Concilio, yo y un cierto número de obispos
luchamos contra el modernismo y contra los errores que estimamos inadmisibles e
incompatibles con la fe católica. El problema de fondo es éste. Es una
oposición formal, profunda, radical, contra las ideas modernas y modernistas
que pasaron a través del Concilio.” (Conferencia de Mgr Lefebvre del 15 juin
1988, Fideliter, 29-30 junio 1988, p. 8-9)
En 1987, durante las negociaciones con Roma, hubo
un cardenal visitador que tenía mas o menos autoridad sobre las obras de la
Tradición. Hablando de él, Monseñor Lefebvre dijo: “Yo lo veía aquí entre
nosotros, paseándose con los seminaristas: “Pero usted exagera las
dificultades: Veamos, el Concilio: tome usted lo que quiera de él, no es necesario
entender el Concilio a la letra… y esto, y lo otro…” Minimizar, minimizar, minimizar nuestras dificultades,
minimizar nuestra resistencia. “Pero la liturgia, la liturgia… puesto que le
acordamos la misa de San Pio V, usted puede cuando menos decir una vez cada y
cuando la misa nueva. No es herética. No es cismática. No hay que
exagerar ». Minimizar, minimizar ; y luego al contrario, magnificar
lo que la Santa Sede nos dará: “Hay que entendernos… ¿Qué está esperando? No
debe ser así, con categorías y un espíritu difícil”” » (Mgr Lefebvre, Ecône, 4
septiembre 1987,
Sel de la Terre n°31, p. 198)
Denunciar abiertamente a los autores de la auto
demolición de la Iglesia y de la fe.
« No hay que tener miedo de afirmar que las
autoridades romanas actuales desde Juan XXIII y Paulo VI se han hecho
colaboradoras activas de la Franc-masonería Judía internacional y del
socialismo mundial.
Juan Pablo II es ante todo un político
filo-comunista al servicio de un comunismo mundial con tintes religiosos.
El ataca abiertamente a todos los gobiernos
anticomunistas y no aporta por sus viajes ninguna renovación católica.
Las autoridades romanas conciliares no pueden
entonces mas que oponerse salvaje y violentamente a toda reafirmación del
magisterio tradicional. Los errores del Concilio y sus reformas permanecen como
la norma oficial consagrada por la profesión de fe del Cardenal Ratzinger de
marzo de 1989.”
Una cierta piedad o una santidad aparentemente
real no sería suficiente: “Tal vez alguien me
diga: “¡Usted exagera! Cada vez hay
más obispos buenos que rezan, que tienen fe, que son edificantes...”. Aunque fuesen santos, desde el momento en que aceptan la
falsa libertad religiosa, y por consiguiente el Estado laico, el falso
ecumenismo y con ello la existencia de varias vías de salvación, la reforma
litúrgica y con ello la negación práctica del sacrificio de la Misa, los nuevos
catecismos con todos sus errores y herejías, contribuyen oficialmente a la
revolución en la Iglesia y a su destrucción” (Mgr Lefebvre, Itinerario
espiritual, p. 10-11)
Combatir por la fe a ejemplo de los mártires.
En una conferencia a los seminaristas de Ecône,
Mgr. Lefebvre dijo (lo resumimos): “No debe dejarse uno arrastrar por una
dureza, una crispación sentimental contra esta situación rechazando a toda la
jerarquía. Es una tendencia natural que sufrimos. No se debe rechazar porque
¿cómo le haríamos para regresar a una situación normal? Es un espíritu
cismático. Por otro lado, no se debe dejarse arrastrar por el desánimo: algunos
no pueden permanecer siempre así, dando la impresión que están fuera de la
Iglesia, que son desobedientes. Este desánimo, este hastío del combate no es el
espíritu de la Iglesia, de aquellos que han combatido por la fe, que han
derramado su sangre para conservar la fe: los mártires se han rehusado a
ofrecer incienso al ídolo del momento. Los liberales, al contrario, quieren
entenderse con los enemigos de la Iglesia, quieren estar en buen término con el
mundo, prefieren abandonar la fe para estar bien con el mundo más que ser
mártires. Hay que conservar el espíritu de los mártires: sufrir con la Iglesia
y para la Iglesia” (Conferencia en Ecône, 3 diciembre 1982)
v Es necesario poner a la Tradición al abrigo
de las influencias modernistas y liberales
Protegerse de Roma y de los obispos
« Yo hubiera firmado un acuerdo definitivo
después de haber firmado el protocolo, si hubiéramos tenido la posibilidad de
protegernos eficazmente contra el modernismo de Roma y de los obispos. Era
indispensable que esta protección existiera. De otro modo Roma nos hubiera
tomado por un lado y por el otro los obispos, y hubieran tratado de
influenciarnos para hacernos aceptar el
Concilio haciendo desaparecer la Tradición evidentemente” (Mgr Lefebvre, «
Après les ralliements sonnera l’heure de vérité », Fideliter n°68, marzo-abril 1989, p. 15)
Esta protección le parecía tan necesaria que la
quería para toda persona: “Por eso
todo sacerdote que quiere permanecer católico tiene el estricto deber de
separarse de esta Iglesia conciliar, mientras ella no recupere la tradición del
Magisterio de la Iglesia y de la fe católica” (Mgr. Lefebvre, Itinerario
espiritual p. 31)
Protegerse de los grupos de fieles liberales
« Sobre todo, si hubiera un acuerdo (con
Roma), estaríamos invadidos por gran cantidad de gente: Ahora que ustedes
tienen la Tradición y están reconocidos por Roma, van a llegar con ustedes. Hay
mucha gente que quiere conservar su espíritu moderno y liberal, pero que
vendrían con nosotros porque les gustará
asistir de vez en cuando a una ceremonia tradicional y tener contactos
con los tradicionalistas.
Y eso será muy peligroso para nuestro medio. Si
somos invadidos por toda esa gente ¿qué va a suceder con la Tradición? Poco a
poco va a haber una especie de ósmosis que se producirá. Una especie de
consenso.
Oh, después
de todo la nueva misa no es tan mala, no hay que exagerar. Muy despacio, muy despacio se va a terminar por
no ver la distinción entre el liberalismo y la Tradición. Es muy peligroso”. (Mgr
Lefebvre, Conferencia en el seminario Santo-Cura-de Ars en Flavigny el 11 junio
1988, Fideliter n°68, marzo-abril 1989, p. 23)
Solo en un medio enteramente despejado de los
errores modernos puede permitir la renovación
« Sólo un medio enteramente despejado de los
errores modernos y de las costumbres modernas puede permitir la renovación de
la Iglesia. Este medio es el que visitó el Cardenal Gagnon y Mgr. Perl, medio
formado por familias profundamente cristianas con números hijos y de donde
provienen numerosas y excelentes vocaciones”. (Carta al Papa, 20 mayo 1988 Fideliter 29-30 de junio de 1988).
Dos medios para estar protegidos de
Roma : obispos tradicionales y una comisión romana encargada de regular
las relaciones de la Tradición con Roma
« Nosotros aceptamos entrar en este nuevo
diálogo, pero con la condición de que nuestra identidad esté bien protegida
contra las influencias liberales por Obispos tomados de la Tradición, y por una
mayoría de miembros en la Comisión Romana por la Tradición”. (“Por qué la
suspensión de los coloquios por Monseñor Lefebvre si un acuerdo fue firmado el
5 de mayo de 1988”? Fideliter 29-30
junio de 1988)
« ¿Qué se necesita para estar protegidos de
Roma y los obispos? Yo quisiera una comisión en Roma que estuviera compuesta
enteramente de tradicionalistas y que fuera como una delegación de la Tradición
en Roma. Cuando sobrevengan dificultades, nos podríamos dirigir a esta comisión
teniendo la posibilidad de defendernos por estar compuesta por gente de la
Tradición. Esta comisión debía estar formada por siete miembros.
Yo solicitaba que los siete miembros fueran de la
Tradición pero ellos no quisieron” (Mgr. Lefebvre “Después de los acuerdos
sonará la hora de la verdad” , Fideliter n°68 marzo-abril de
1989, pág. 15)
(cf. Mgr Lefebvre, Carta al Cardenal Ratzinger 24
mayo 1988, Fideliter 29-30 junio 1988, p. 48)
La Tradición no puede continuar mas que con
uno o varios obispos de la Tradición.
« Desde hace ya muchos años, yo intentaba
hacer entender a Roma que en virtud de mi edad avanzada, debía asegurar mi
sucesión para que alguien, cualquier día, tomara mi lugar. No se puede tener
seminarios ni seminaristas sin un obispo: los fieles también tienen necesidad
de un obispo para la transmisión de la fe y por los sacramentos, en particular
el de la confirmación. Estábamos muy consientes de ello en Roma” (Mgr.Lefebvre,
Fideliter n°70, julio-agosto 1989, p. 5)
Estos obispos deben tener los mismos
principios que Mgr. Lefebvre para continuar la obra con el mismo espíritu.
Yo no creo posible que una comunidad permanezca fiel
a la fe y a la Tradición si los obispos no tienen esta fidelidad a la
Tradición. Es imposible. Igualmente la Iglesia está formada por obispos. Es
bueno tener sacerdotes, los sacerdotes son influenciados por los obispos. Son
asimismo los obispos que hacen los sacerdotes, los orientan ya sea en los
seminarios, por la predicación, los retiros y por un conjunto de cosas. Es
imposible conservar la Tradición con obispos progresistas” (Mgr Lefebvre, Fideliter, n°70, Julio-agosto 1989, p. 5)
“Roma
comprende esta necesidad, pero ¿el Papa aceptara que los obispos sean miembros
de la Tradición? Para nosotros no puede ser de otra manera. Toda otra solución
sería el signo que nos queremos alienar a la Revolución conciliar, y he aquí
que nuestro deber de desobediencia resurge inmediatamente”.( Mgr Lefebvre,
« La obediencia puede obligarnos a desobedecer ? »,Fideliter 29-30 junio 1988, p. 63)
El sermón del 29 de junio de 1987
En 1985, Mgr. Lefebvre había remitido a Roma un
documento, Dubia o Mis dudas sobre la
libertad religiosa, en el cual expresaba la oposición entre la doctrina del
Vaticano II sobre la libertad religiosa y la enseñanza tradicional y anterior
de la Iglesia. En marzo de 1987, Roma respondió a su Dubia y reafirma sus principios falsos. En el sermón del 29 de
junio de 1987, Monseñor Lefebvre amenaza a Roma con consagrar a sus obispos. El
explica que esta respuesta a la Dubia
es un signo que esperaba para cumplir este acto, un signo “más grave que Asís
(la reunión de todas las religiones en Asís en octubre de 1986). Porque una
cosa es realizar una acción grave y escandalosa y otra cosa afirmar principios
falsos, que tienen en la práctica conclusiones desastrosas”, a saber el
destronamiento de Nuestro Señor Jesucristo y el “panteón de todas las
religiones”.
I.3. Actitud de Roma
vReacción de Roma
« En Roma tienen miedo que yo llegue
verdaderamente a consagrar obispos, entonces ha decido hacer una apertura más
grande vis-a-vis de lo que pedíamos desde siempre” “Es increíble pero ellos
tienen miedo de un obispo tradicional que trabaje en contra de los errores
conciliares, eso no lo pueden soportar”. (Mgr Lefebvre, Fideliter, n°70, julio-agosto de1989, p. 2, 15)
v Mgr Lefebvre intenta un acuerdo con
reticencia
¿Cuál confianza ?
¿Tomamos la mano que se nos tiende? ¿O la
rechazamos? Yo personalmente no tengo ninguna confianza. Hace ya años y años
que frecuento este medio, años que me doy cuenta de la manera en que actúan. Yo
ya no tengo ninguna confianza”
(Mgr
Lefebvre, Fideliter, n°70, julio-agosto 1989, p. 2)
Diálogo de sordos por oposición de doctrinas
Yo pondría la cuestión en el plano doctrinal:
“¿Están de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los papas que los
precedieron? ¿Están de acuerdo con Quanta Cura de Pio IX, Immortale Dei
Libertas de Leon XIII, Pascendi de Pio X, Quas Primas de Pio XI, Humani generis
de Pio XII? ¿Están en plena comunión con los papas y con sus afirmaciones?
¿Todavía aceptan el juramento anti-modernista? ¿Están ustedes a favor del
Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo?
Si ustedes no aceptan la doctrina de sus
predecesores es inútil hablar. Mientras que no se acepte reformar el Consilio
considerando la doctrina de los papas que los han precedido, no hay diálogo
posible. Es inútil”.
“Así las posiciones serían mas claras”.
Mgr. Lefebvre no era favorable a los coloquios y
acuerdo puramente diplomáticos. “No tenemos la misma manera de concebir la
reconciliación. El Cardenal Ratzinger la quiere en el sentido de reducirnos, de
llevarnos al Vaticano II. Nosotros la vemos como un regreso de Roma a la
Tradición. No nos entendemos. Es un diálogo de sordos. No puedo hablar mucho del futuro, ya que el mío
está detrás de mí. Pero si vivo un poco aún y suponiendo que de aquí a un
determinado tiempo Roma haga un llamado, que quiera volver a vernos, reanudar
el diálogo, en ese momento sería yo quien impondría las condiciones. No
aceptaré más estar en la situación en la que nos encontramos durante los
coloquios. Esto se terminó. (Mgr
Lefebvre, Fideliter, n°66, noviembre-diciembre 1988, p. 12-13)
Los buenos fieles temían este acuerdo.
« Nuestros verdaderos fieles, aquellos que
han comprendido el problema y que nos han ayudado a seguir la línea derecha y
cerrada de la Tradición y de la fe, temían las gestiones que yo hacía con Roma.
Ellos me dijeron que era muy peligroso y que perdía mi tiempo” (Mgr Lefebvre, Fideliter, n°79, p. 11)
Visita
del cardenal Cagnon : aprobación de la obra.
Enviado por Roma, el cardenal Cagnon visita todas
las casas y las obras de la Fraternidad San Pio X y las comunidades amigas; por
todas partes encuentra un recibimiento diligente y benévolo. Al fin de su
visita el 8 de diciembre de 1987, asiste públicamente a la misa pontifical de
Monseñor Lefebvre y a los compromisos de los jóvenes seminaristas en la FSSPX.
El cardenal escribe sobre el libro del seminario: “Que la Virgen Inmaculado
escuche nuestras oraciones fervientes para que la obra de formación
maravillosamente cumplida en esta casa encuentre todo su resplandor en la vida
de la Iglesia” (cf. la vida de Mgr Lefebvre escrita por Mgr Tissier de Mallerais,
Clovis, p. 580)
I.4. Monseñor Lefebvre rechaza todo acuerdo con
Roma
v El desacuerdo viene de una oposición de
doctrina reconocida por los obispos.
Oposición doctrinal y no litúrgica
«El rechazo del nuevo rito revela « una actitud mas profunda,
a veces escondida, a veces claramente afirmada de rechazar la autoridad del
concilio y de los Papas Juan XXIII, Paulo VI y Juan Pablo II. Este rechazo
proviene de una concepción fijista de la
Tradición contraria a la enseñanza de la Constitución conciliar Dei Verbum, de un rechazo categórico a
priori de todo el movimiento ecuménico
tal cual lo retoma y lo reorienta el Decreto conciliar Unitatis redintegratio de un rechazo total de la nueva relación del
judaísmo con las otras religiones (presente en la declaración Notra aetate) y finalmente con los hombres de nuestro tiempo
(Constitución Gaudium et spes y la
Declaración Dignitatis humanae sobre
la libertad religiosa)”.(Cardenal Albert Decourtray, arzobispo de Lyon, a los miembros
del Consejo presbiterial y al Consejo diocesano pastoral reunidos en sesión
extraordinaria el 2 de septiembre de 1988.)
El obispo de Laval, en febrero de 2003 en el Courrier de la Mayenne pone también el
dedo sobre la causa del desacuerdo: “rechazan la enseñanza del Vaticano II sobre
los puntos esenciales: libertad religiosa, ecumenismo, misa (la nueva),
autoridad del Papa en la Iglesia y los obispos en sus diócesis (según el
Vaticano II, es decir la colegialidad que introdujo la democracia en la Iglesia)”
. Enseguida, devela la verdadera razón de esta oposición: “No hay una expresión
de la fe de siempre. La fe es vivida como una novedad perpetua, fuente
de vida. La fe se encarna en la
historia…”
Luego de la entrevista de Monseñor Fellay con el papa Benedicto
XVI el 29 de agosto del 2005, el cardenal Medina decía también: “Si el santo
Padre quiere, desde mañana puede tomar una decisión concerniente a los
problemas litúrgicos, yo no le veo ninguna dificultad. En cambio, si no se
ponen de acuerdo sobre los problemas doctrinales propuestos por ciertos
miembros de la Fraternidad se obtendrán decisiones útiles y simpáticas pero sin
llegar a la plena comunión deseada vivamente. La autorización para todos los
sacerdotes de celebrar según la forma antigua del rito romano no resolverá los
problemas de fondo que existen con la FSSPX. Si los miembros dicen, por
ejemplo, nosotros rechazamos el concilio Vaticano II, entonces se encontrarían
en una posición difícil de resolver. (26 septiembre 2005, agencia de prensa I.
Media, DICI n°121, p. 11)
Del mismo modo, el arzobispo Vingt-Trois, en Le Figaro del 22 de
septiembre de 2005, dijo: "Sabemos que el diálogo con la Fraternidad San
Pío X no está condicionado por principio a la liturgia. Esta cuestión es una
simple bandera agitada para movilizar gente valiente y hacerles creer que de
esto se trata. Su problema radica en el rechazo del Vaticano II, el diálogo
interreligioso y el respeto debido a toda la conciencia personal.
Después de la fundación del
Instituto del Buen Pastor, los obispos franceses dieron la misma opinión. El
cardenal Vingt- Trois, el 26 de octubre de 2006 en el Instituto Católico de
París, declara que "bajo el pretexto de la movilización de defensa de una
forma litúrgica, se trata de una crítica radical del Concilio Vaticano II.
(...) El problema no es sólo litúrgico, sino que sigue siendo un problema
eclesiológico”. Los obispos de la provincia de Normandía a todos sus sacerdotes
el 7 de octubre de 2006, los Obispos de
la provincia de Besançon, Estrasburgo y Metz en un comunicado el 25 de octubre
de 2006 se preocupan de que "el uso del Misal Romano 1962 no relativice
las orientaciones del Concilio Vaticano II. " Monseñor Dagens, Defois y Noyer
sostienen el mismo juicio. (DICI n° 145,
4 noviembre 2006)
Una concepción evolutiva de la verdad.
Debemos notar que todo debe evolucionar. “No se necesita una
“concepción fijista de la Tradición” decía el cardenal Decourtray. “La fe es
querida como una novedad perpetua” afirmaba por su parte el obispo de Laval.
“Siempre que querido permanecer fiel al Concilio Vaticano II, este hoy de la
Iglesia sin nostalgia de un ayer irremediablemente pasado, sin impaciencia por
un mañana que no nos pertenece”, escribía el futuro Benedicto XVI (Cardenal
Ratzinger, Informe sobre la fe, Fayard, 1985, p. 17.
Nada es mas contrario a la noción misma de verdad y al depósito
inmutable de la fe. Este es el corazón de la crisis de la Iglesia. Es en este
sentido que se debe comprender cuando ellos hablan de la Tradición viva.
v El desacuerdo viene no solamente de los errores doctrinales sino también de la perversidad de su espíritu…
v El desacuerdo viene no solamente de los errores doctrinales sino también de la perversidad de su espíritu…
« Nosotros hemos decidido ser contra-revolucionarios, con el Syllabus, contra los errores modernos,
estar en la verdad católica y defenderla.
Este combate entre la Iglesia y los liberales modernistas es el
del Concilio Vaticano II. No hay que buscarle tres pies al gato. Y este combate
va muy lejos. Entre más analizamos los documentos del Vaticano II y la
interpretación que le han dado las autoridades de la Iglesia, más nos
apercibimos que se trata no solamente de algunos errores, el ecumenismo, la
libertad religiosa, la colegialidad, un cierto liberalismo, sino que se trata
de una perversión del espíritu. Es todo una nueva filosofía basada en la
moderna filosofía del subjetivismo”. (Mgr Lefebvre, Fideliter, n°87, septiembre 1990, p. 5 ; cf. Fideliter, n°79, p. 3)
v …y de su falta de honestidad
.
« Yo pienso que, a mi modo de ver, no estamos tratando con
gente honesta. Esto es lo terrible, ya no estamos tratando con gente honesta.
Antes, cuando yo iba a Roma como delegado apostólico, tenía tratos con gente
honesta, con gente que querían el reinado de Nuestro Señor Jesucristo, gente
que trabajaba por la salvación de las almas. Ahora esto ya no sucede. Ellos no trabajan
para la salvación de las almas, ellos trabajan para la gloria humana de la
Iglesia en el mundo, la gloria puramente humana”. (Monseñor Lefebvre, Ecône, 4
de septiembre de 1987, Sel
de la Terre n°31 p. 205-206)
v Roma no quiere lo mismo que él
Roma no quiere ni la Comisión ni los obispos como lo comprende
Monseñor Lefebvre.
“Esta Comisión es un organismo de la Santa Sede al servicio de la
Fraternidad y de diversas instancias con las cuales habrá que tratar para
establecer y consolidar la obra de la reconciliación. Además, no es ella sino
el Santo Padre quien, en última instancia, tomará las decisiones: la cuestión
de una mayoría no se plantea; los intereses de la Fraternidad están garantizados
por su representación en el seno de la Comisión, y los temores que usted
expresa en relación a los otros miembros, no tienen por qué persistir, ya que
la elección de estos miembros será efectuada por el Santo Padre en persona”.
(Carta del Cardenal Ratzinger a Monseñor Lefebvre, 30 de mayo de 1988, Fideliter 29-30 junio 1988, p. 50)
« Esperando la aprobación de la estructura jurídica
definitiva de la Fraternidad, el Cardenal visitador avalará la ortodoxia de la
enseñanza en sus seminarios, el espíritu eclesial y el de la unidad con la
Santa Sede. En el transcurso de este período, el Cardenal visitador decidirá
igualmente la admisión de los seminaristas al sacerdocio teniendo en cuenta el
consejo de los superiores competentes”. (Carta del Cardenal Ratzinger a
Monseñor Lefebvre el 28 de julio de 1987, Fideliter 29-30 junio
1988, p. 29-30)
“Dada la negativa de considerar nuestras peticiones y siendo
evidente que el objetivo de esta reconciliación no es lo mismo para la Santa
Sede que para nosotros, creemos preferible esperar tiempos más propicios para
el regreso de Roma a la Tradición”. (Carta al Papa, 2 de junio de 1988, Fideliter 29-30 junio 1988)
v Monseñor Lefebvre establece los medios de
continuar su obra: « operación supervivencia” las consagraciones de 1988.
Ante la negativa de Roma de tomar en consideración nuestras
protestas y peticiones de regresar a la Tradición, y con motivo de mi edad que
ya son 82 años, estoy en mi 83avo año,
es evidente que siento el fin llegar, necesito un sucesor. No puedo dejar cinco
seminarios en el mundo sin obispo para ordenar a estos seminaristas, ya que no
podemos hacer sacerdotes sin un obispo. Y que en tanto que no haya acuerdo con
Roma, no habrá obispos que acepten hacer estas ordenaciones. Por lo tanto me
encuentro en un callejón sin salida y tengo que hacer una elección: o bien
morir y dejar a mis seminaristas en el abandono y dejar a mis seminaristas
huérfanos, o bien ordenar obispos. No tengo elección”. (Monseñor Lefebvre,
Conferencia del 15 de junio de 1988, p.9)
« Esta jornada de hoy
es la operación “supervivencia”. Y si hubiera hecho esa otra operación con Roma
siguiendo los acuerdos que habíamos firmado y poniendo en práctica a continuación
estos acuerdos, haría la operación “suicidio”. (Sermón del 30 de junio de
1988, Fideliter
n°64, p.
6)