Este sermón fue pronunciado por el Padre Maurice Avril el 15 de agosto del 2009. Pero es de mucha actualidad, por eso se los comparto, es extraordinario. Un llamado al combate por Cristo y su Iglesia.
Lo que sigue son extractos de ese sermón que fueron publicados por don Max Barret aquí y aquí.
"Toda adhesión impone un
juramento de servir a la doctrina que se condenaba, condenando la doctrina se
defendía. Nosotros, cristianos, defendemos a Cristo, el Cristo que se ha
proclamado como la Verdad en toda su integridad, en su Persona y en sus
Enseñanzas. Es a la Iglesia que defendemos, la única Iglesia de Cristo “esposa
bien amada de Cristo”.
El combate ya dura más de
cuarenta años, y para algunos, medio siglo. ¡Ay! Poco a poco los ardores se han
enfriado, sea por sofocación, usura, cansancio ante la prolongación y la
complejidad de la crisis, también por debilidad, ceguera o cobardía, incluso
por una cierta contaminación de este pensamiento único que contamina los
espíritus o también por conformismo o un complejo de la normalidad, sea en fin
ante los espejismos, trampas o promesas.
Mientras
que la situación es mas grave que nunca, las fuerzas ocultas ahora pueden
lanzar su asalto final contra Cristo y
su Iglesia. En cuanto al contexto, será el mismo que hace
40 años: el heroísmo será el mismo y se desertará del frente. La mayoría se
deslizaron al complejo conciliar, ¿Será
que la Fraternidad se deslizará ahora en un complejo de adhesión?
¡Incorporarse
al sistema, es traicionar la Tradición!
No solamente nosotros queremos
combatir, sino que hacemos un llamado al combate. Hermanos y hermanas en Cristo, ¡despierten, yérganse, únanse a las primeras líneas! Constaten
ustedes que el objetivo del combate no ha cambiado: Hay que mantener la fe en
toda su integridad. ¿Cómo? Rechazando todo lo que pueda provocar el naufragio
de la fe. Evidentemente, esto significa rechazar
absolutamente la misa nueva y el Concilio, sin concesiones, sin compromisos.
El Concilio: los teólogos
progresistas, títeres y cómplices de las logias, han exhumado los errores
condenados por los Papas, de Pio IX a
Pio XII, para imponer el neo-modernismo y el humanismo integraL, es decir, otra
fe fundamentalmente opuesta a la verdadera Fe, y también para imponer una nueva
religión que podrá someterse a la religión universal. La nueva Misa llegó para
justificar la legitimidad del Concilio. Complicidad innegable, se necesitaba
esta Misa para hacer pasar el concilio, se necesitaba este concilio para avalar
esta misa.
« Esto Fidelis »,
permanezcamos fieles: Yo no ataco ni grupos ni personas, yo justifico la lógica
y la necesidad del combate.
« Esto Fidelis » mi
declaración no debe sorprender a nadie, desde el principio, hace medio siglo,
que yo llevo a cabo este combate preciso. Si
hay que multiplicarlo es que la gravedad de la situación se ha multiplicado;
mis precisiones no pueden mas que multiplicarse. “Esto Fidelis”, despiértense,
yérganse, el Corazón Inmaculado de María no podrá triunfar mas que si ustedes
se agregan al frente".
Después de este sermón tan
reconfortante, el Padre Avril hunde el clavo que le faltaba al edificio:
El adjunta a su última carta un
texto titulado « Los Anticristos » del cual reproduzco los pasajes
que consideré mas importantes:
"(…) En el transcurso del tiempo, Satanás ha ocupado progresivamente las
sociedades y las naciones. Ahora ocupa la Iglesia.
Es un hecho, hay que admitir
honestamente que es un hecho a fin de saber dirigir nuestro combate. La Santa
Iglesia está eclipsada (cf. Mensaje de La Salette) todo y todos están
eclipsados. En la iglesia de Satanás, todo y todos están ocupados y activos; La
Iglesia sacramental ha sido rechazada, la fe ha sido pulverizada, la salvación
por el único Salvador ha sido traicionada. Pidámosle a Dios valor, la
honestidad y la humildad de reconocerlo. Es la condición para comprender la
necesidad del combate integral, combate desde el comienzo, integral desde el
comienzo. (…)"
Luego el Padre relata la
historia de la Crisis en la Iglesia y luego dice:
"Quizá ustedes se sorprenderán:
Me remonto al diluvio. Pero, y ustedes lo saben, el último diluvio es inminente. Ustedes lo constatan, todo está
perdido. En toda su Historia, la Iglesia ha sido expuesta a grandes olas y ha
sido librada por una Misericordia superabundante. El Señor debe encontrar a sus siervos velando. Y velar, es combatir: ante este último ataque de Satanás, ante la
ocupación del mundo y la ocupación de la Iglesia, ante la apostasía general, el elogio de las falsas
religiones y la dictadura de la libertad religiosa y el ecumenismo, hay que
reaccionar. Y reaccionar es combatir. Y combatir
es condenar y rechazar el Concilio, su espíritu, sus aplicaciones.
¿Será este un combate de
francotiradores aislados? Lejos de eso: ustedes no están aislados, ustedes
están en el seno de vuestra Madre, la Iglesia eclipsada. Ustedes son ayudados y
animados por vuestros hermanos de la
Iglesia triunfante y de la Iglesia sufriente, no “eclipsables”. Continúen
el combate integral. Desconfíen de los neo-tradicionalistas y de
los pseudo-tradicionalistas. El Tradicionalismo no puede serlo sin que sea integral. Desconfíen:
aceptar dialogar con el Concilio, es reconocerlo como un interlocutor válido, y
se reconoce también como válido lo que salga de ese diálogo. Y también aceptar
que puede ser discutible o modificable. Además, ustedes que tienen la fe, ¿cómo
podrían discutir con un alguien que no la tiene? Aceptar lo que sea, sin
aceptar lo que es, es una farsa y no una fuerza. Rechazarlo y aceptar cualquier
aplicación es un atontamiento, no una actitud. Condenarlo y tolerar el juntarse con ellos, es el sacrilegio más crudo.
A propósito : a falta de
una intervención del Magisterio, también eclipsado, tenemos que comprender que
las posiciones pueden diferir, no sobre lo esencial, sino sobre la estrategia
de combate. En consecuencia, hay que tener caridad respecto a los “verdaderos”
combatientes de todas las líneas, y humildad: es tan fácil y desolador equivocarse de enemigos. (…) La hora de la
Providencia sonará: en el gobierno de las naciones, la Divina Providencia tiene
sus propias leyes. Por un lado Ella no actúa sino por nuestro bien espiritual,
nuestro bien según nuestro destino sobrenatural. Por otro lado, es la acción
Divina quien permanece soberana: el hombre no hace sino agitarse, pero es Dios
quien lo dirige, es siempre hacia El que Dios nos conduce. (…) Que Satanás ocupa la Iglesia es un hecho
que se puede verificar mirando los frutos. Que haya que reaccionar es, consecuentemente,
una necesidad. Y reaccionar es combatir.
¡Seamos, entonces, esos combatientes que
Dios espera! "