LA BESTIA CONCILIAR ACABA
DE APLASTAR A UNA EXITOSA CONGREGACIÓN CONSERVADORA FUNDADA EL 2013.
La Fraternidad de los Santos Apóstoles, obra sacerdotal fundada por
Mons. Léonard e inspirada por el Padre
Michel Marie Zanotti-Sorkine, disuelta por Mons. De Kesel el 15 de julio de
2016, ha sido definitivamente suprimida por el Papa Francisco el último 12 de
abril de 2018. Algunos laicos habían presentado un recurso ante la Signatura
Apostólica, que parecía tener buenas perspectivas de ser aceptado, pero fue
frustrado por el Cardenal Beniamino Stella, Prefecto de la Congregación para el
Clero. Este último, en efecto, sometió el decreto de supresión al Papa
Francisco, poniendo fin definitiva y brutalmente a este bello intento de
renovación sacerdotal.
La Fraternidad de los Santos Apóstoles había sido establecida
canónicamente en abril de 2013 por el entonces Arzobispo de Malinas Bruselas y
Primado de Bélgica, Mons. André-Joseph Léonard, quien llamó a la comunidad a
Bélgica para ayudar en la renovación espiritual de su Arquidiócesis y le otorgó
las parroquias de Santa Catalina, en el centro de Bruselas, y San José en el
sur de Bruselas.
Monseñor Léonard, Arzobispo de Malinas-Bruselas desde 2010, fuertemente
atacado debido a su fidelidad, dentro y fuera de la Iglesia, construyó con la
ayuda de la Fraternidad Sacerdotal una formación paralela de sacerdotes fuera
del seminario diocesano. Este es un camino que otros Obispos ya habían tomado
antes que él.
La iniciativa del Arzobispo Léonard resultó ser un éxito total. La
Sociedad logró lo que las instituciones diocesanas progresistas ya no podían
hacer: llevar a los hombres jóvenes a la “belleza de la vocación y el
servicio como sacerdotes diocesanos“. Las parroquias confiadas florecieron
en contraste con las parroquias vecinas y fueron visitadas por numerosos
jóvenes.
Aunque la
comunidad solo tenía tres años, en la primavera de 2016 ya tenía seis
sacerdotes, un diácono y 21 seminaristas. Un éxito extraordinario que contrasta
con la escasez de vocaciones que sufre el seminario arzobispal en la
Arquidiócesis de Bruselas.
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El Papa disuelve la Fraternidad
de los Santos Apóstoles, la de mayor
crecimiento de Bélgica
El Papa ha firmado de nuevo la disolución de una orden, la
belga Fraternidad de los Santos Apóstoles, creación del entonces Arzobispo de
Malines-Bruxelles y primado de Bélgica, André Léonard.
Fue fundada en 2013 y apuntaba a la
llamada “reforma de la reforma” que animaba el Papa Benedicto XVI. Inspirada en
el carisma del sacerdote francés Michel-Marie Zanotti- Sorkine, es una historia
de éxito. En un país especialmente afectado por la descristianización, en una
época en la que la crisis de vocaciones sacerdotales alcanza unos niveles de
‘alarma roja’, contaba ya con seis sacerdotes y 23 seminaristas. Uno podría pensar
que no es tan alta la cifra, sin embargo, poniéndonos en el contexto de las
cifras vocacionales en la zona francófona de Bélgica donde el año pasado
ingresaron al seminario exactamente cero aspirantes, pues, es bastante.
La fraternidad ha corrido la misma suerte que su fundador, un
primado que no fue honrado con el cardenalato y al que se aceptó el retiro en
cuanto cumplió 75 años, lo que es canónico pero excepcional, para ser
sustituido por De Kesel -este sí nombrado cardenal-, un ‘protegido’ del poderoso
Cardenal Daneels, la persona que presume abiertamente en un libro haber
gestionado la ‘mafia de Sankt Gallen’ para elegir a Jorge Bergoglio como Papa
queriendo evitar a Ratzinger.
De las primeras medidas tomadas por De
Kesel al ocupar su nuevo cargo fue, precisamente, terminar con la presencia de
la fraternidad en la capital belga. La razón aducida era que muchos de sus
seminaristas eran de nacionalidad francesa y que, por ‘solidaridad episcopal’,
era mejor que volvieran a sus diócesis de origen.
La excusa es, además de inverosímil, sorprendentemente débil, ya
que en el seminario nacional de Namur, de 80 seminaristas, solo 25 son belgas
y, sin embargo, no se aplica el mismo principio en este caso.
Un grupo de laicos recurrió entonces la decisión de De Kesel a
la Congregación para el Clero, que falló, aparentemente sin aportar motivos, a
favor de la decisión del nuevo arzobispo, confirmando el decreto de disolución
de la fraternidad.
Una nueva apelación llevó el caso al ‘tribunal supremo’ de la
Iglesia, la Signatura Apostólica. Para entonces ya no estaba en la Signatura el
Cardenal Raymond Leo Burke, sustituido por mons. Dominique Mamberti. La
causa fue aceptada por el Promotor de Justicia y la audiencia, de la que tanto
esperaban los defensores de la fraternidad, estaba prevista para el otoño
pasado. Pero el 25 de noviembre llegaba una carta de la Signatura dando por
cerrada la causa sin haberse juzgado.
El prefecto de la Congregación para el Clero, Beniamino Stella,
había elevado a Su Santidad el decreto de disolución. El Papa Francisco ha
firmado, finalmente, disolviendo una de las ordenes más dinámicas y fructíferas
de una Iglesia, la europea, que languidece por falta de sacerdotes.
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¡No a la disolución de la Fraternidad de los Santos Apóstoles!
Súplica a Monseñor J. De Kesel, Arzobispo de
Malinas-Bruselas y Servidor General de la Fraternidad de los Santos Apóstoles,
así como a la Conferencia Episcopal de Bélgica.
La
Fraternidad de los Santos Apóstoles ha sido establecida legítimamente en la
archidiócesis de Malinas-Bruselas, el 7 de abril de 2013, y por lo tanto no
puede ser expulsada legítimamente, excepto por motivos graves.
Le
pedimos con insistencia que esa Fraternidad, que asume con un gran brillo evangélico la carga
pastoral de la iglesia Santa Catalina (Bruselas) que le ha sido confiada, pueda seguir adelante con su vida y su
ministerio de conformidad con su gracia propia.
El
carisma y la presencia de esa comunidad de sacerdotes y seminaristas en nuestros barrios, nuestra Iglesia y hasta sus
periferias, responden a una necesidad actual y urgente en términos de
espiritualidad, liturgia, vida sacramental, acogida, servicios, fraternidad y
apostolado abierto al mundo. Su
fecundidad innegable engendra vocaciones tan esperadas y rogadas.
Pudiera Usted continuar acogiendo a esa
comunidad apostólica dentro de la Iglesia de Bélgica, en conformidad con sus
estatutos y el derecho canónico, y escuchar la voz de los fieles y firmantes de
esta súplica, preocupados por el
futuro del cristianismo en el corazón de Europa.
Le agradecemos considerar
favorablemente nuestro pedido.
¡Contamos con su firma!
Las explicaciones y las últimas novedades
El
15 de junio de 2016, Monseñor J. De Kesel, arzobispo de Malinas-Bruselas
(Bélgica), hizo de conocimiento público por medio de un comunicado, que con la
aprobación de todos los obispos belgas y de las instancias responsables de la
Santa Sede, había decidido poner fin a la acogida de la Fraternidad de
los Santos Apóstoles (FSA) en su diócesis a partir de finales de junio de
2016. Lo que quiere decir
que menos de 15 días le han sido otorgados para hacer maletas e irse del país. El motivo invocado: la "solidaridad"
con los obispos franceses cuyas diócesis "sufren de una cruel falta
de sacerdotes".
El
choque fue inmenso para los sacerdotes y los seminaristas (belgas, franceses,
brasileño, polacos), para los parroquianos de las iglesias bruselenses de Santa
Catalina y San José, a quienes
esos sacerdotes y seminaristas servían con tanto fervor y tan buenos resultados
desde hace dos años, así como para los numerosos amigos y simpatizantes de esta
joven fraternidad llena de promesas.
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recursos canónicos han sido presentados ante el arzobispo Monseñor De Kesel, y sin reacción de su parte han sido elevados a la
Congregación del Clero para pedir la revocación de esa decisión ilegítima.
Mientras que todos les miembros de la FSA y los parroquianos están dispersos por
las vacaciones y por diversas misiones, y que nuestra súplica acaba de ser
lanzada, Monseñor De Kesel publica esta
vez un decreto anunciando la disolución
de la FSA (véase portal de los Parroquianos), efectiva a partir del 15 de
julio, así como el despido de todos los seminaristas. Nuestra
consternación es total. Pero no bajamos los brazos.
La
FSA fue fundada por Monseñor A. J. Léonard en 2013 en la diócesis de
Malinas-Bruselas de la cual él era entonces arzobispo. Cuenta actualmente con
27 miembros (21 residentes en Bélgica), entre los cuales 6 sacerdotes (3 belgas
y 3 franceses), 1 diácono y 20 seminaristas. Fue instalada en dos iglesias que la Fraternidad
hizo florecer en poco tiempo. Ese renacimiento fue particularmente visible y
mediático en el caso de Santa Catalina, gran iglesia histórica en el corazón de
Bruselas, que las autoridades eclesiásticas y políticas de Bruselas habían
cerrado durante tres años, en vista a su desacralización.
Los jóvenes sacerdotes, a quienes cada fin
de semana se unían unos seminaristas dedicados y entusiastas, suscitaron
rápidamente, gracias a su fervor apostólico, una nueva comunidad de fieles
asidua y numerosa. Familias, personas aisladas, de todas las clases sociales y
edades, encontraron en ella un lugar de revitalización, devoción
(particularmente marial), fervor y fraternidad, para la felicidad de muchos,
incluso de transeúntes y vecinos conmovidos por tanta vida y bondad.
Si
bien los sacerdotes encardinados pueden quedarse en la diócesis y si los
seminaristas, belgas y extranjeros, pueden pedir ser admitidos en el seminario
a título individual, queda claro que la Fraternidad de los Santos Apóstoles no
solamente ya no tiene derecho a elegir domicilio en el país donde nació, sino
que ha sido disuelta: de tal
modo que se encuentra destruido por nuestros obispos el lugar de la eclosión,
enraizamiento y sostén cotidiano de esas jóvenes vocaciones en Bélgica.
A menos que…
Más
de 200 parroquianos, fieles y amigos de la FSA, de Santa Catalina y de San José
han vuelto a presentar un recurso ante Monseñor De Kesel para pedir la
revocación de su decisión.
Nuestra súplica viene en apoyo a ese trámite, el cual es tanto más apremiante y
determinado que la decisión es
contraria al derecho de la Iglesia que prohíbe a un obispo despedir sin motivo
grave a sus seminaristas, y expulsar de sus diócesis o disolver, sin motivo
grave, una asociación canónicamente instalada. Además, los estatutos
de la FSA exigen la consulta de la Asamblea general de los sacerdotes para
cualquier modificación de la sede de la asociación, lo cual no ha sido tampoco
respetado.
Lógicamente
incomprensible y jurídicamente inválida, esa decisión es, en el plano
espiritual, una ofensa al sacerdocio y a su nuevo rostro en el corazón de
nuestras culturas secularizadas.
De hecho, nuestra Vida eterna y la de nuestros hijos están estrechamente
vinculadas al don de vida de todos los sacerdotes. Es por ello que deseamos
asociar a esta súplica a nuestros hermanos y hermanas de la Iglesia universal,
a fin de que juntos defendamos esos nuevos brotes que anuncian la primavera tan
esperada de nuestra Iglesia, prometida por la Virgen María en Fátima: "Al
final, mi corazón Inmaculado triunfará!"