UN CRUCIFIJO QUE NO ES TAL
Así se define el término "crucifijo" en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua: "efigie o imagen de Cristo crucificado". Según el mismo diccionario, "crucificado" significa "fijado o clavado en una cruz". Entonces, alguien se dice crucificado cuando está fijado o clavado a una cruz, no cuando está elevándose desde una cruz, como sucede con este falso crucifijo.
Este "crucifijo" es el símbolo de la falsa teología del "misterio pascual" en particular, y de la herejía modernista en general. Por su aversión a la Cruz, los modernistas pretenden desplazar el centro de la fe desde la muerte salvadora de Cristo hacia la resurrección, acontecimiento que tuvo lugar como necesario "complemento de nuestra salvación", según enseña Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica (III, q. 53, a.1). [1]
"El acto central y principal en el que se resume la obra de Cristo y que recapitula toda la creación, es la muerte de Nuestro Señor. La Santísima Trinidad quiso manifestarse ad extra por el misterio de la Cruz: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, mas poder y sabiduría de Dios para los llamados” (Fil 2,8). Si para los seguidores del Misterio Pascual, “la resurrección no aparece como un epílogo, sino como el término y el fin en que se resume el misterio salvador” (Roguet, Qué es el misterio pascual, pág. 21), es porque se han escandalizado de la Cruz de Nuestro Señor." [2]
"Para la nueva teología (...) la muerte de Cristo sólo tiene sentido en orden a la resurrección. “La Resurrección de Jesús – dice el nuevo Catecismo – es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz” (n. 638). Según enseña el Misterio Pascual, la obra de Cristo no tiene al Padre como término, sino sólo como principio; el Hijo no vino por el Padre y para Su gloria, sino por el amor del Padre a los hombres y para la gloria del hombre. Por eso es imposible que la obra de la Salvación se cumpla en el Sacrificio, donde se destruye la vida del hombre, sino en la Resurrección." [3]
EL CRUCIFIJO DEL NEW AGE, DE LA NUEVA RELIGIÓN HUMANISTA DEL VATICANO II; UN CRUCIFIJO MASÓNICO Y SATANISTA
"¿Por qué aquellos que no creen en la Divinidad de Cristo se entusiasman tanto con la figura de “Cristo Resucitado?”
Para encontrar una respuesta, uno sólo necesita recordar las palabras de uno de los enemigos más amargos de Dios y de la Iglesia Católica, Alice Bailey, la sacerdotisa de la “New Age” y fundadora, en 1921, de la satánica “Lucifer Trust” (La Corte de Lucifer), quien había trazado el plan; la creación de una Nueva Religión Universal con estas palabras: «El “Cristo Resucitado” y no el “Cristo Crucificado” es la nota distintiva de la Nueva Religión».
¡He aquí el secreto de la dedicación de las “nuevas iglesias” al “Cristo Resucitado”!
Jesucristo es el “Maestro”, pero para ellos es el “Maestro” masón que se transforma, en el 15º grado de la Francmasonería de los Antiguos y Aceptados Masones del Rito Escocés, “resucitando” de la condición de “hombre en quien se revela claramente la realidad definitiva de ser un hombre quien, en sí mismo, es simultáneamente Dios”. Esto es, el masón, desde su estado precedente, “resucita” y se convierte en “Maestro” u “Hombre-Dios”, ¡liberándose de cualquier Autoridad Divina porque se ha convertido en Dios!
Así, no se trata del "Dios que se convierte en hombre, que muere en la Cruz y ha resucitado" porque Él es Dios; sino, en cambio, del hombre que se manifiesta como Dios en Jesucristo”, el cual es, para ellos, ¡sólo el símbolo del “Maestro” masón!
Así, con el término “Cristo Resucitado”, ellos no celebran la Divinidad de Cristo, sino la autodeificación masónica del hombre, a saber, el “Culto del Hombre” como un paso necesario para pasar al “Culto de Lucifer”." [4]
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1. Respondeo dicendum quod necessarium fuit Christum resurgere, propter quinque. (...) Quinto, ad complementum nostrae salutis. Quia sicut propter hoc mala sustinuit moriendo ut nos liberaret a malis, ita glorificatus est resurgendo ut nos promoveret ad bona, secundum illud Rom. IV, traditus est propter delicta nostra, et resurrexit propter iustificationem nostram.
3..Ibíd., p. 89.
4. Franco Adessa, ¿Quién era realmente Don Lugi Villa?, p. 59.