VOZ
DE FÁTIMA, VOZ DE DIOS Nº 57
10
de abril de 2018
“Vox
túrturis audita est in terra nostra”
(Cant.
II, 12)
Fundada en 1717, la Masonería fue condenada por Clemente XII en su encíclica In Eminente del 28 de abril de 1738, es decir, 21 años después de su fundación.
Como
si no bastara esta condena, los sucesores de Clemente XII volvieron al asunto
denunciando sin cesar la secta masónica y sus doctrinas. Esta
repetición por la que un Papa retoma lo que sus predecesores dijeron tiene gran
importancia. "Cuando un Papa denuncia o afirma algo
apoyándose sobre el pasado, esto refuerza su propia palabra. (...) Una doctrina
que se enseña de esta manera, una condenación hecha de esta forma parece ser
infalible", dice monseñor Lefebvre (C´est
moi l´accusé…Editions Clovis, 2014, pag. 142).
Como
señala el P. Guy Castelain, de la Fraternidad San Pío X, la simple encíclica In
Eminenti ya parece implicar la infalibilidad pontificia, pues en ella el Papa
habla como Supremo Pastor, definiendo claramente lo que debe ser observado, en
un asunto de fe y de moral, obligando a todos los fieles, sin excepción.
Entre
los documentos más significativos que siguieron a los de Clemente XII podemos
citar las encíclicas: Providas (de Benedicto XIV, 1751), Ecclesiam (de Pío VII,
1821), Quo Graviora (de León XII, 1826), Qui Pluribus (de Pío IX, 1846),
Humanum Genus (de León XII, 1884). No fue, sin embargo, sólo en estas
encíclicas que la Iglesia habló y condenó a la Masonería. El "Sommaire de
Théologie Tomastique", publicado en 1969 por las "Editions de Bien
Public", Canadá, indica el impresionante número de 200 documentos de la
Iglesia que mencionaron la Masonería. El libro "Les enseignements originaux des popes sur la
Franc-maçonnerie de 1717 ò nos jours”, éditions Téqui Francia, trae el texto de
casi 30 de entre ellos.
Pero
¿cuál es la finalidad que se propone la Masonería para ser objeto de tal
condenación? Su finalidad, nos dice León XIII, es destruir completamente todo
orden religioso y social nacido de las instituciones cristianas. Destruir
el reino religioso y social de Cristo Rey, es decir, destruir todo orden
sobrenatural y establecer un orden fundado en el naturalismo, por no decir en
el satanismo pues ahí es donde se terminará esta empresa que prepara la venida
del Anticristo.
San
Pío X, desde la primera encíclica de su pontificado describe el plan de estos
infelices obstinados: "Verdaderamente, se rebelan las gentes y traman las naciones planes vanos contra su Creador. De ahí el grito casi universal de los enemigos: Apártate lejos de nosotros. Por eso en las costumbres públicas y privadas no se tiene ninguna cuenta de la soberanía de Dios".
¿No
es lo que vemos hoy no sólo en la sociedad civil, sino también en la iglesia conciliar?
¿Cuál
será el resultado de este combate hecho contra Dios que alcanzará su paroxismo
en el advenimiento del Anticristo?
“Efectivamente,
nadie en su sano juicio -escribe San Pío X- puede dudarlo. El hombre puede abusar de su libertad, violar el derecho y la autoridad suprema del Creador; sin embargo,
la victoria siempre está de la parte de Dios. La ruina está más cerca del hombre, cuanto con mayor osadía se alza esperando el triunfo. Estas
advertencias nos hace el mismo Dios en las Escrituras Santas. Dios cierra los ojos ante los pecados de los hombres, pero de pronto, despertando como un hombre a quien la embriaguez aumentara las fuerzas,
romperá la cabeza a sus enemigos para que todos reconozcan que el rey de toda
la tierra es Dios y comprendan los pueblos que no son más que hombres.” E Supremi Apostolatus, 4-10-1903.
Así
se terminará o por el juicio final (o por algo que lo precederá) este reino del
Anticristo preparado por las sociedades secretas.
Que
María Santísima nos guarde bajo su protección en estos días de aflicción.