¿Se Evitó la Guerra? –II
¿Son los judíos el peor problema del mundo? Sí y no.
Para seguir su rumbo, debo consentirlo.
Puesto que el mejor de los comentaristas políticos raramente se acerca a los manantiales religiosos de la historia y, sin embargo, como Dios gobierna al hombre, así las relaciones de un hombre con su Dios (religión) gobiernan sus relaciones con sus semejantes (política), y así la religión gobierna la política, entonces un comentarista religioso debe abrir la dimensión religiosa de las cuestiones políticas, a la cual la mayoría de la gente que no tiene a Dios puede desear positivamente que sus comentaristas políticos dejen en paz. ¡Dios Todopoderoso parece ser tan indeseable en la actual escena mundial tanto como Él es sin embargo su Amo absoluto!
De hecho, el tema de la religión como motor de la política surgió en estos “Comentarios” la semana pasada cuando se afirmó que cierta raza de hombres estaba detrás tanto de las mentiras de los medios de comunicación como de la presión militar para iniciar la Tercera Guerra Mundial. Dado lo mortífera que las últimas armas de los tiempos modernos harán esa guerra, ¿quién en la tierra puede pensar que ganarán más de lo que perderán por el conflicto global? La respuesta es, una raza de hombres que están tan absolutamente seguros de su superioridad sobre todos los demás hombres que están convencidos de que merecen gobernar a toda la humanidad, y que pueden y deben manipular los acontecimientos mundiales hasta que lleguen a ese dominio, por medios justos o sucios, porque el fin es tan sagrado que justifica todos los medios. ¿Sagrado? La destrucción de la humanidad, ¿algo sagrado? Sí, un retorcido sentido de lo sagrado es la clave de la locura: “Nosotros, el Pueblo Elegido, somos tan sagrados que, o gobernamos el mundo o éste debe ser destruido, ¡y nosotros con él!”
El problema es que desde Abraham hasta Cristo, ellos realmente fueron la raza escogida por Dios para ser la cuna y la plataforma de Su propio Hijo Encarn ado. Durante dos mil años debían estar estrictamente separados del resto de los hombres y elevados por encima de ellos, especialmente privilegiados y especialmente castigados cuando fuera necesario, y en todo caso especialmente tratados para hacerlos aptos para dotar al Hijo divino de su naturaleza humana, de su Madre humana y de sus amigos, de su raza y de su entorno, para que como Mesías de ellos pudiera redimir a todos los hombres de sus pecados. Y si el proverbio africano dice que se necesita toda una aldea para hacer un niño, ¿qué se necesitó para hacer una Santísima Virgen María? Digan lo que digan sobre esa raza hoy, cumplieron su misión en este importantisimo aspecto. El drama es que cuando su Mesías se presentó entre ellos y probó que Su misión era conquistar el mundo para el Reino de los Cielos y no para su gloria de ellos, entonces lo crucificaron, y así como lo han repudiado colectivamente desde entonces, así también se erigieron a sí mismos, como la Raza del Mesías que odia al Mesías, en un problema patológico insoluble, a menos y hasta que se vuelvan individualmente al Cristo que tanto han odiado.
De esta patología – o más bien teología – de los judíos a lo largo de dos milenios, se desprende una cascada de consecuencias para la correcta lectura de los acontecimientos mundiales de hoy, pero las conclusiones más importantes a extraer son las siguientes. En primer lugar, si Dios Todopoderoso está deliberadamente permitiendo que un pequeño número de judíos causen la corrupción y el caos de un gran número de gentiles, es sólo para conducir a estos gentiles de regreso hacia Él. Porque de hecho la única cosa que los judíos no pueden manejar es la verdadera Fe de la única y verdadera Iglesia Católica. Dios no ha creado ni el mundo ni la Iglesia Católica para que todas las almas caigan en el Infierno, sino para que cuando las almas asuman la verdadera Fe tengan en sus manos su “victoria sobre el mundo” (I Jn. V, 4). Y nada ni nadie más puede forzarlos a abandonar esa Fe. Si lo hacen, esencialmente no pueden culpar a nadie otro que a sí mismos.
Entonces, que cada uno de nosotros se vuelva con su corazón y su mente hacia el único y verdadero Dios de la única y verdadera Iglesia (no la del Vaticano II), y los enemigos de Dios, judíos o gentiles, no pueden sino perder su poder presente. Sólo aquí está la verdadera solución a nuestra actual corrupción y caos mundial. Si es posible, quince Misterios al día del Santísimo Rosario de la Santísima Madre de Dios, la persona humana más grande que jamás haya existido – y judía.
Kyrie eleison.