Febrero de 2002:
Una prevaricación como la de Asís reclama esta confesión pública… que
nosotros no escuchamos por parte de Campos.
La situación no tendría interés particular para nosotros más que si
súbitamente ellos se pusieran a resistir llegando a un enfrentamiento con la
Roma modernista.
…Monseñor Lefebvre decía en su tiempo que la condición esencial de un
acuerdo con Roma es aceptarnos tal como somos. Podríamos agregar, como
conclusión de la carta a los futuros obispos: el retorno de Roma a la
Tradición. Esta condición, la primera, no se ha cumplido, muy al contrario.
Febrero de 2003:
Estimados cofrades, no nos dejemos engañar por el lado tentador de la
proposición: hay un reverso de la medalla.
Junio de 2004:
Nosotros tenemos una extraña impresión. La de no encontrarnos en el mismo
planeta que nuestros interlocutores romanos. Y en estas circunstancias,
evidentemente que un acuerdo sería una catástrofe. Esto daría al menos la
apariencia que renegamos de treinta años de resistencia gloriosa que hemos
recorrido. Para los espectadores de este combate extraño y formidable, nosotros
no podemos simplemente entrar en el “orden”.
Octubre de 2004:
No hay duda alguna que
debemos continuar la línea que nos fue dada por nuestro fundador: muy firme
sobre la doctrina de la Iglesia, sin compromiso o tentativa de agradar para
obtener ventajas parciales y finalmente extremadamente peligrosas, pero al mismo tiempo, llenos de
misericordia hacia aquellos que se acercan a nosotros.
Octubre de 2005:
La audiencia se desarrolló bastante bien en el sentido en que la bondad del
papa fue notable. Pero igualmente pudimos verificar que Benedicto XVI es
también un papa del concilio Vaticano II y que en razón de su visión de las cosas,
le parece imposible renunciar o rechazar el concilio. Por el contrario, incluso
si estaba dispuesto a acordarnos la misa antigua y una estructura
proporcionada, sin embargo todo indicaba en la audiencia que él esperaba de
nosotros la aceptación e incluso la impregnación del concilio en nuestros
espíritus.
Febrero de 2006:
Para nosotros es evidente, sin descuidar el aspecto canónico, que si el
problema de fondo no se aborda y soluciona en su principio, nosotros
construiremos en una base flotante, que promete tempestades tan graves como las
que hacen estragos hoy en día.
Además, la situación concreta de la Iglesia oficial es tal el día de hoy,
que vuelve imposible la convivencia. Para continuar, nosotros tenemos que
conservar la autonomía en la cual nos encontramos, no será sino en el día en que el principio fundamental de la Tradición
esté anclado de nuevo, que nosotros podremos avanzar en el terreno práctico.
Junio de 2006:
Querer hacerlo de otro modo, precipitar un acuerdo práctico sin el
fundamento doctrinal sería un suicidio.
¿Es necesario continuar?
El Padre Jean dijo: “La condenación del libro del Padre Pivert es porque
defiende el antiguo principio”.
Todas estas citas mencionadas anteriormente, que salieron de la pluma de
Monseñor Fellay, ponen este antiguo principio en evidencia…
Y después de esto, hacernos creer que el libro del Padre Pivert falsea la
posición de Monseñor Lefebvre… ¡no quieran que yo crea esto!
Continúa...