SEL DE LA TERRE, n° 85, Verano de 2013
¿Existe una iglesia conciliar?
POR MONS. BERNARD TISSIER DE MALLERAIS
La Iglesia conciliar, obra de un plan masónico.
Permítanme una
mirada hacia atrás, hace ciento treinta años antes del concilio; tal
retrospectiva nos ayudará a comprender que el establecimiento de la Iglesia
conciliar es el fruto de un plan urdido por la masonería. Citemos extractos de
la correspondencia interna de los Carbonarios, masones italianos del siglo XIX,
publicados por los papas Gregorio XVI y Pio IX.
Lo que debemos pedir, lo que debemos buscar y
esperar como los judíos esperan el Mesías, es un Papa según nuestras
necesidades. (…) que el clero marche
bajo vuestro estandarte, creyendo ir siempre tras la bandera de las llaves
apostólicas. (…)Vosotros habréis predicado una revolución por la tiara y la
capa, marchando con la cruz y el estandarte, una revolución que no tendrá
necesidad más que de una chispa para incendiar las cuatro esquinas del mundo.
He aquí un
extracto de una carta de Nubius a Volpe (nombres cifrados para conservar el
secreto que es de regla en la masonería), del 3 de abril de 1824:
Se ha puesto sobre nuestros hombros una pesada
carga, querido Volpe. Debemos hacer la educación inmoral de la Iglesia y llegar
por medios pequeños, bien graduados, al triunfo de la idea revolucionaria por
un papa. En este proyecto, que siempre me ha parecido sobrehumano, marchamos
aún tanteando.
El triunfo de la
idea revolucionaria por un papa, es verdaderamente el atentado supremo, como lo
dijo Monseñor Lefebvre al citar los documentos en su libro Le han destronado, (15) y lo comenta así:
¡Plan sobrehumano dice Nubius, y quiere decir plan
diabólico! Ya que es planear la subversión de la Iglesia por su misma cabeza,
lo que Mons. Delassus llama el atentado supremo porque no se puede imaginar
nada tan subversivo para la Iglesia como un Papa seducido por las ideas
liberales, un Papa que utilice las llaves de San Pedro al servicio de la
contra-Iglesia. A hora bien, ¿no es acaso lo que vivimos actualmente desde el
Vaticano II y desde el nuevo Derecho Canónico? ¡Con este falso ecumenismo y
esta falsa libertad religiosa promulgados en el Vaticano II y aplicados por los
Papas con fría perseverancia, a pesar de todas las ruinas que han provocado
desde hace más de veinte años!
La Iglesia ocupada, estatus indiscutible de la
Iglesia en los últimos cincuenta años.
Monseñor
Lefebvre dijo :
¿A qué Iglesia nos referimos –quisiera saber- si nos referimos a la
Iglesia Católica o a otra iglesia, a una contra-Iglesia (16), a una falsificación de la Iglesia?... yo creo sinceramente que se
trata a de una falsificación de la Iglesia y ya no la Iglesia católica. ¿Por
qué? Porque ellos ya no enseñan la fe católica. Ya no defienden la fe católica.
Y no solamente no enseñan la fe católica ni la defienden, sino que enseñan otra
cosa, ellos han convertido a la Iglesia en otra cosa que no es la Iglesia católica.
Ya no es la Iglesia católica. Están sentados en la sede de sus predecesores,
todos esos cardenales que están en las congregaciones y todos esos secretarios
que están en las congregaciones o en la Secretaría de Estado; ellos están bien
sentados donde estuvieron sus predecesores, pero no tienen continuidad con sus
predecesores. Ya no tienen la misma fe, ni la misma doctrina, ni la misma moral
que sus predecesores. Entonces no ya no es posible. Y principalmente su grande
error es el ecumenismo. Ellos enseñan un ecumenismo que es contrario a la fe católica.
(…) La Iglesia está ocupada por esta contra-Iglesia que conocemos bien y que
los papas (17) conocieron
perfectamente, y que los papas condenaron a lo largo de los siglos: desde hace
casi cuatro siglos, la Iglesia no ha dejado de condenar a esta contra-iglesia
que nació con el protestantismo sobretodo, que se desarrolló con el
protestantismo y que es el origen de todos los errores modernos, que ha
destruido toda la filosofía y que nos llevó a todos los errores que conocemos,
que los papas condenaron: liberalismo, socialismo, comunismo, modernismo,
sillonismo (18). Estamos muriendo.
Los papas hicieron todo para condenar esto, y he aquí que ahora los que están
en las sedes de aquellos que condenaron eso están de acuerdo con este
liberalismo y este comunismo. Entonces no podemos aceptar eso. Y entre más se
aclaran las cosas, más nos apercibimos que este programa, (…) que todos estos
errores han sido elaborados en las logias masónicas. (19) (Conferencia
espiritual en Ecône, 21 de junio de 1978).
En lo que
llamamos la iglesia conciliar, no es necesario que el papa (el papa de la
Iglesia católica), sea el jefe; él podría ser solo un ejecutante de las
directivas provenientes, si no de un poder oculto, al menos de un núcleo
dirigente o de grupúsculos de presión de colaboradores o de teólogos bajo
influencia masónica. Recordemos a Annibale Bugnini y su misteriosa ascendencia
sobre el papa Paulo VI en la reforma litúrgica. Este Annibale parece haber sido
masón. Es notorio que las logias masónicas han funcionado entre los miembros de
la curia de la Santa Sede durante los pontificados de Paulo VI y Juan Pablo II.
Los papas
conciliares Juan Pablo II y Benedicto XVI participaron activamente en el
concilio, el primero como padre conciliar y el segundo como experto conciliar,
orientándolo en el sentido de la nueva teología, de la salvación universal y de
la fe evolutiva. Y como papas aplicaron estos errores. Pero aunque ellos aplicaron
este programa, nada prueba que fueron ellos quienes los concibieron, y nada
impide que ellos simplemente hayan aplicado, conscientemente o no, una política
que venía de otra parte. Los dirigentes de la Alta Venta, que preparaban el
advenimiento de un papa según sus designios, precisaron claramente que ellos no
deseaban que este papa fuera un miembro de su secta (20).
Sea cual sea la
manera que la secta masónica ejerce su influencia sobre la iglesia conciliar,
esta influencia es innegable.
Pertenencia formal y pertenencia material
La influencia
del espíritu masónico, o al menos la penetración del espíritu liberal,
naturalista, ecuménico y mundialista en los miembros de la iglesia conciliar,
evidentemente no está en todos. Entre los clérigos y los religiosos, la mayoría
de los obispos, los superiores religiosos, los profesores de seminarios y de
universidades, así como los sacerdotes viejos, se adhieren formalmente, es
decir, conscientemente y de buena gana a los fines citados, mientras que una
minoría de jóvenes sacerdotes o religiosos y seminaristas no quieren escuchar
nada del concilio y no le prestan ninguna atención, y desean el retorno de la
teología de santo Tomás, de la misa tradicional, de la disciplina clásica y de
las virtudes cristianas. Estos últimos no pertenecen a la iglesia conciliar de corazón.
Entre estos dos extremos se sitúa la masa de católicos conciliares por
costumbre, conformismo o comodidad, que tienen una pertenencia puramente
material a la iglesia conciliar. Los límites poco definidos no ayudan a hacer una delimitación clara de las dos iglesias.
Continúa...