PARTE 2
Las relaciones actuales con Roma son relaciones de guerra. Si hablamos de acuerdo, es solo un tratado en la guerra, no es el final de la guerra. ¿Guerra? ¿Cuál guerra? Veamos qué ha dicho Monseñor Fellay sobre Francisco: “El papa Francisco tiene una fe profunda”; “Nosotros debemos conservar la más grande prudencia antes de emitir un juicio (sobre Francisco), mientras no lo veamos en las obras”; “Él quiere poner orden. Como es un hombre de acción, decidido, incluso despótico en su ejercicio del poder, no es imposible que llegue a poner el orden en una sociedad vaticana profundamente corrompida”; “Él es prudente, él no precipita las cosas, no ha cambiado a nadie, él se deja la completa libertad de enviarlos a todos, no sé a dónde, y de tomar al que quiera. No es malo, no es mal signo ése”. “No me adelanto en condenarlo, esperemos, seamos prudentes. En sus sermones, vemos que tiene la fe (…) todavía no vemos aplicación concreta, pero sus sermones no están mal”. “Yo no soy profeta en eso, seamos prudentes, no precipitemos los acontecimientos, veremos”. Luego trató al Papa de “genuino modernista” para medio desdecirse en unas pocas semanas. Además, ha aceptado el Concilio en un 95%, ha aceptado la hermenéutica de la continuidad en su Declaración Doctrinal, pide también un acuerdo práctico con Roma apóstata… ¿cuál guerra?
Vamos a ver ahora lo
realmente pasó. Es extremadamente complicada.
El primer punto es el
problema de una estimación justa de la situación de la Iglesia. Lo que aparece
es que las reformas conciliares continúan, es la continuación del desastre. La
catástrofe es enorme. Y la oposición de la Tradición es casi la misma. Pero hay
un poco que ha cambiado. Hay obispos que son favorables a nosotros. Tenemos
obispos realmente amigos con problemas de conciencia que no se pueden imaginar.
Hay obispos en Suiza, en Alemania, en Francia. El Cardenal Castrillón me dijo:
Si usted repite lo que voy a decirle, tendré obligación de negarlo: “El
Papa y yo estamos a vuestro favor”. Se ve este miedo de frente al mal
que paralizan a estos pobres obispos. Hay nuncios que dicen que han visitado
San Nicolás, el nuncio de Moscú quiere verme, el de San Petersburgo también.
Esto es una realidad. Sacerdotes que trabajan en el Vaticano, casi todos están
a nuestro favor. Uno de ellos le dijo a un fiel nuestro que el Papa quiere reconocer la Fraternidad,
pues ustedes son los únicos que atacan los errores dentro de la Iglesia. No
se puede decir que la situación es buena, pero es mejor. Fue una
situación de contradicción en los últimos meses. Tenemos dos años de
discusiones, y esta discusión muestra que no estamos de acuerdo. En ningún
punto estamos de acuerdo.
No hay acuerdo sobre el
concilio entre nosotros y Roma. Conclusión de Roma: nos propone entonces un
reconocimiento canónico. ¿Cómo es posible esto? Hay una ilógica, falta algo, Si
Roma siempre dijo que el punto para dar el reconocimiento es la aceptación por
parte de la Fraternidad del concilio. ¿Cómo puede entonces llegar a esta
conclusión? Un General que conduce a la derrota, o que
no sabe bien lo que quiere o cómo proceder, ¿puede ser seguido? Si el mando
quiere pactar con el enemigo o se ha dejado engañar por éste, ¿debe ser
seguido? Si el mando no tiene como cualidades: “sabiduría, sinceridad,
benevolencia, coraje y disciplina” (Sun Tzu, “El arte de la guerra”), y si ya
no conoce al enemigo, haciendo de los enemigos amigos y de los amigos enemigos,
¿deben sus preceptos ser observados? Un mando y un General que piensan como el
enemigo, ¿deben ser obedecidos?
En junio el cardenal
Levada me dice que estoy invitado a Roma para una evaluación de las
discusiones, y subsecuentemente, para evocar perspectivas para el futuro. La
invitación es para septiembre. Un mes antes, recibo informaciones de varias
fuentes, una por ejemplo, es un hombre en Ecclesia Dei que es nuestro amigo. En
Ecclesia Dei casi la mayoría está a nuestro favor, pero no los jefes. Uno se
enfermó al ver lo trágico de la situación. Uno nos dice que el Papa reconocerá a la Fraternidad sin
contraparte, sin que la Fraternidad dé nada en contraparte. Otra
información de un cardenal que dice sí,
hay divergencias pero es el papa que lo quiere. Llegamos el 14 de
septiembre y el texto que nos dieron no corresponde a las informaciones
recibidas antes. No es aceptable porque nos piden aceptar lo que no aceptamos. Al final de la lectura hubo un gran
silencio, yo digo “estará difícil” y otro gran silencio. Pero en una entrevista aparecida en DICI el 14 de septiembre
de 2012, dice Monseñor Fellay: La reunión
se desenvolvió en una atmosfera marcada por una gran cortesía y franqueza, pues por lealtad la Fraternidad San
Pío X se niega a eludir los problemas que todavía quedan. Se nos
pide aceptar todos los puntos que negamos. Hay
movimientos a nuestro favor en este texto, no es totalmente modernista, hay
cierta concesión a nuestro favor. Un movimiento a
nuestro favor. ¿Dónde está? Está claro que, desde las primeras
conversaciones entre la Fraternidad y la Roma actual, el único movimiento que hemos
constatado de su parte, es llevarnos
a la iglesia conciliar. Las discusiones doctrinales entre el 2009 y 2011
¿no fueron suficientes, habiendo tratado todos los temas de
desacuerdo? La conclusión ¿no fue lo
suficientemente clara? No es posible el acuerdo doctrinal. ¿Qué
queda por « discutir » con la Roma modernista? Sobre todo cuando la
misma Nota dice que “se toma por fundamento principal de la plena reconciliación con
la Sede apostólica la aceptación del Preámbulo doctrinal siguiente”.
Está claro que ya no queda nada esencial por discutir con la
Fraternidad. En septiembre de 2011, llegó el tiempo para que Roma sometiera a
Monseñor Fellay a un examen, como un alumno (de “La Declaración Doctrinal De Monseñor Fellay Del 15
De Abril De 2012: La Prueba De Una Traición” por Sacerdos. Leer aquí.)
MONS. FELLAY COMIENZA A LEER Y A COMENTAR EL "PREÁMBULO DOCTRINAL" REDACTADO POR ROMA (Y NUNCA PUBLICADO):
El texto tiene tres
partes. La primera se llama Preámbulo doctrinal a someter a la Fraternidad y la
segunda los elementos canónicos a discutir. Claramente dice “a discutir”. Da la
impresión que dan un paso a nuestro favor en este párrafo de la nota preliminar:
Teniendo en cuenta las preocupaciones e
instancias presentadas por la Fraternidad respecto de la integridad de la fe
católica ante la hermenéutica de la ruptura del concilio Vaticano II,
hermenéutica mencionada por el Papa Benedicto XVI en su discurso a la curia
romana, se toma como fundamento principal de la plena reconciliación con la
sede apostólica, la aceptación del preámbulo doctrinal que sigue. Este
preámbulo enuncia ciertos principios doctrinales y criterios de interpretación
de la doctrina católica, necesarios para garantizar la fidelidad al magisterio
de la Iglesia, en el sentire cum Ecclesia, dejando abierta una legítima discusión, el estudio y la explicación
teológica de expresiones o formulaciones particulares presentes en los textos
del concilio Vaticano II y del magisterio que ha seguido. Entonces se abre
la legítima discusión sobre el concilio y el magisterio posterior. Eso para mí es un paso mayor porque
hasta este punto, por ejemplo en el Buen Pastor, se hablaba de una discusión
constructiva, pero no se dice que está abierta una legítima discusión del
concilio. Aquí es más amplio.
También dicen que tenemos buenas preocupaciones e instancias respecto a la
crisis de la Iglesia. Pero el modo de escribirlo es para que entremos en la
hermenéutica de la continuidad. Porque sólo se presenta como posibilidad sea la
ruptura, sea la continuidad. Y mi preocupación principal en mi respuesta, fue
el de eliminar este presupuesto, de quebrar, de romper el cuadro de la
hermenéutica de la continuidad, porque nosotros no estamos de acuerdo con eso.
¿Y cómo voy a contestar? Les voy a decir esa
no es la verdad, los hechos hablan contra eso, contra esa continuidad, esa
era mi primera respuesta, fue deliberadamente abierta, sin entrar en los
detalles, manteniendo un rechazo global.