Monseñor Fellay sobre el actual estado de la
Fraternidad
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Monseñor
Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad San Pío X, aceptó
gentilmente dar una conferencia a los fieles de la Iglesia St. Joseph, en la
que habló del desarrollo de las relaciones de la Fraternidad con Roma. Durante
dicha conferencia, dada el 3 de febrero de 2018, proporcionó mucha información
al respecto y, sobre todo, ánimo en un tema que puede parecer tan oscuro para
los católicos actualmente.
Frente a un grupo de fieles muy interesados de la
iglesia St. Joseph, Monseñor Fellay dio inicio a la conferencia hablando sobre
los antecedentes de la obra de la FSSPX, recordando los eventos y movimientos
que tuvieron lugar antes del Concilio Vaticano II. Asimismo, recordó que el
"respeto humano" en que los clérigos cayeron, fue el causante de que
estos mismos evitaran condenar el comunismo e introdujeran el concepto tan
venenoso de la libertad religiosa. [Mismo respeto
humano que impide a Mons. Fellay criticar como se debe al demoledor Francisco]
Esto último, fue específicamente pedido por la logia masónica B’nai B’rith
a la Iglesia. [Ahora resulta que la libertad “es un
concepto muy venenoso”… pero para Monseñor, el 2012, ella era “muy limitada”.
Cita: “La libertad religiosa es utilizada
de muchas maneras, y viendo de cerca yo realmente tengo la impresión que no
muchos conocen lo que el Concilio dijo al respecto. El Concilio presenta una
libertad religiosa de hecho muy, muy limitada. Muy limitada”. “Después de las
discusiones, nos hemos dado cuenta que los errores que creíamos provenientes
del concilio de hecho son resultado de la interpretación común que se ha hecho
de él”. “El Papa dice que (…) el Concilio debe ser colocado en la gran
tradición de la Iglesia, que debe ser comprendido en acuerdo con ella. Estas
son declaraciones con las cuales estamos completamente de acuerdo, entera,
absolutamente” (Entrevista a “Catholic News Services”, 11 de Mayo de 2012)]
Sin embargo, la influencia del comunismo y de la
masonería no terminó en el Concilio, sino que devastó la Iglesia extensamente
en las décadas siguientes. Los enemigos de Cristo atacaron el corazón de su
Iglesia al colocar la mira de sus armas en el sacerdocio. Con la implantación
de candidatos cuidadosamente seleccionados en los seminarios, estos enemigos
lograron reducir el cuerpo sacerdotal a una simple sombra de lo que algún día
fue, en cuestión de unas cuantas décadas. Por ejemplo, señaló Su Excelencia,
hay una parroquia en Francia que tiene dos sacerdotes, ambos de más de 60 años
de edad, a los que se les ha confiado el cuidado de 92 centros de misa. Es una
situación verdaderamente dramática, y definitivamente no hay ningún avance en
estos momentos.
En unas cuantas pinceladas, Monseñor esbozó un
breve resumen de los tratados de la Fraternidad con Roma desde su fundación en
1970. Entre otras cosas, habló del
protocolo de 1988 - un documento que a pesar de no ser perfecto, era suficiente
por sí solo, y que le hubiera concedido a la Fraternidad su lugar legítimo dentro
de la Iglesia. Monseñor Lefebvre se retractó de firmar este documento por una
razón práctica; después de orar se dio cuenta de que estaba siendo engañado, y
de que no se le concedería un sucesor. [¿Así que no
fue por razones doctrinales, sino por
razones meramente “prácticas” que
Mons. Lefebvre retiró su firma del protocolo del 88? Veamos:
CITA TOMADA DE TEXTO EN QUE MONS. LEFEBVRE EXPLICA EL RETIRO DE LA FIRMA DEL PROTOCOLO DE 1988 (9 de junio de 1988 - COSPEC
125-B) :
(…) sus intenciones no son buenas con
nosotros. Siguen siendo lo que son, siguen siendo modernistas, siguen
vinculados al Concilio, ¡el Concilio es Pentecostés! nos lo recordó, no sé
cuántas veces el Cardenal: ¡Hay una sola Iglesia!... ¡No necesitamos una
Iglesia paralela!... Así que esta Iglesia, obviamente, es la Iglesia del
Concilio. Así que si hablamos con él sobre la Tradición: ¡Pero si el Concilio
es hoy la Tradición! Entonces debe unirse a la tradición de la Iglesia de hoy,
no a la que ha pasado. ¡Ha pasado, ha pasado! ¡Únase a la Iglesia hoy!
Así que ellos son los que hacen una
Iglesia paralela, no nosotros. Esto lo percibimos en su espíritu: podría tomar
unos cuantos años, tal vez, pero habrá que llevarnos al espíritu del Concilio.
Tendremos que aceptarlo. Primero debemos aceptar el espíritu del Concilio...
Más adelante Monseñor Lefebvre
menciona la carta que le mandó al Papa:
Santísimo Padre,
Los coloquios y conversaciones con el
cardenal Ratzinger y sus colaboradores, aunque hayan tenido lugar en una
atmósfera de cortesía y caridad, nos han convencido que aún no había llegado el
momento de una colaboración franca y eficaz.
En efecto, si todo cristiano está
autorizado para pedir a las autoridades competentes de la Iglesia que se
proteja la Fe de su Bautismo, ¿Qué decir de los sacerdotes, de los religiosos y
religiosas?
Es para guardar intacta la Fe de
nuestro Bautismo que debimos enfrentarnos al espíritu del Vaticano II y a las
reformas por él inspiradas. El falso ecumenismo, que está en la base de todas
las innovaciones del Concilio, en la liturgia, en las nuevas relaciones de la
Iglesia y el mundo, en la concepción de la misma Iglesia, conduce a la Iglesia
a su ruina y a los católicos a la apostasía.
Radicalmente opuestos a esta
destrucción de nuestra Fe y resueltos a permanecer en la doctrina y en la
disciplina tradicionales de la Iglesia, especialmente en lo que concierne a la
formación sacerdotal y a la vida religiosa, experimentamos la necesidad
absoluta de tener autoridades eclesiásticas que compartan nuestras
preocupaciones y nos ayuden a precavernos contra el espíritu del Vaticano II y
contra el espíritu de Asís.
Por eso pedimos varios Obispos,
elegidos en la Tradición, y la mayoría de miembros en la Comisión Romana, con
el fin de poder protegernos contra todo compromiso.
Dado el rechazo de considerar nuestros
pedidos, y siendo evidente que el objetivo de esta reconciliación no es en
absoluto el mismo para la Santa Sede que para nosotros, creemos preferible
esperar momentos más propicios: cuando Roma vuelva a la Tradición.
Por eso nosotros nos daremos, nosotros
mismos, los medios para proseguir la Obra que la Providencia nos ha confiado,
asegurados, por la carta de Su Eminencia el cardenal Ratzinger, fechada el 30
de mayo, que la consagración episcopal no es contraria a la voluntad de la
Santa Sede, puesto que ella fue concedida para el 15 de agosto.
Continuaremos rezando para que la Roma
moderna, infestada de modernismo, vuelva a ser la Roma católica y reencuentre
su Tradición dos veces milenaria. Entonces, el problema de la reconciliación ya
no tendrá razón de ser y la Iglesia reencontrará una nueva juventud.
Dignáos recibir, Santísimo Padre, la
expresión de mis sentimientos muy respetuosos y filialmente devotos en Jesús y
María.
También tenemos testimonios, incluso
de la Embajada de Francia en el Vaticano. El embajador tuvo una conversación
con el Cardenal Ratzinger en la que el Cardenal Ratzinger dijo:
Esta comisión romana, por cierto, no
va a durar, es una comisión provisional... Es simplemente para unir las
diferentes congregaciones religiosas a sus congregaciones religiosas, con
algunos ajustes, algunos estatutos especiales... y luego meter a los sacerdotes
de Ecône a las diócesis.
Es así, ¡para que todos ustedes entren
en sus diócesis! ¡De eso se trata todo esto, eso es!
Y además en la entrevista con el
Cardenal Ratzinger que el Sr. de Saventhem nos envió, de un periódico alemán,
donde, dijo explícitamente:
Siempre hay dificultades cuando hay un
Concilio. Hay quienes abusan de él. Hay quienes no lo quieren. Y entre los que
no lo quieren, bueno, en este momento están los que son sedevacantistas, y
luego están los que son aparicionistas, no lo tenemos en cuenta... Pero
obviamente, está la organización de Mons. Lefebvre que sigue siendo importante,
con sus 200 sacerdotes, con sus 500 lugares de culto, con sus seminaristas, con
los religiosos que lo rodean... hay que reconocer que es una organización
importante... pero desgraciadamente están apegados al pasado de una manera
absolutamente inaceptable, porque es inaceptable que en la Iglesia haya un
grupo que se niega a estar en sintonía con la Iglesia extendida por todo el
mundo...
Aquí tienes. Definitivamente es su
espíritu evolutivo, ¿no?
(…)
Así que esta es su mentalidad: ahora
hay que ser de nuestro tiempo. Y por eso es necesario ser Vaticano II, hay que
seguir al Vaticano II. Es inaceptable que haya grupos que se opongan a esto.
Esto es lo que tienen en su cabeza, él absolutamente quiere que lleguemos a ser
como Dom Augustin, Fontgaubault, Una Voce en general, nosotros no queremos
eso...
Por eso creo que ante este peligro...
por eso he reunido en Notre-Dame du Pointet a los responsables de las distintas
obras tradicionales. Les dije esto:
No quiero ponerlos en manos del Cardenal Ratzinger sin informarles... Y luego
necesito que me den su opinión... ¿Están de acuerdo o en desacuerdo?
Así que evidentemente, por lo general,
puedo decir que estaban en contra, especialmente las religiosas. Dijeron: No,
ante de las personas que vendrán de Roma para adoctrinarnos y luego hacernos
muchas preguntas, querrán regresarnos a nuestra antigua congregación, no
queremos a estas personas, absolutamente no... Las comprendemos. Dijeron: -Ustedes,
ustedes son sacerdotes, tienen su vida, tienen su Misa, etc. Pero nosotros,
pobres monjas, ¿qué será de nosotros?... Ha sido como un grito de angustia.
Las entiendo bien.
Pienso, pues, ante el Buen Dios, creo
que debemos continuar como hasta ahora. Obviamente, tal vez, vamos a hacernos condenar...
no es seguro. Tal vez permanezcan en silencio, tal vez nos condenen... Nos
encontraremos como en 76, en el momento de la condena, en el momento de la
suspensión... Por supuesto, puede haber algunos que nos dejarán... el
miedo a Roma... pero es extraordinario, diría yo, ¡siempre este miedo de estar
en dificultades con Roma, como si Roma siguiera siendo la Roma normal!
Pero finalmente, como he dicho: ¿Por
quiénes somos condenados y por qué somos condenados? Somos condenados por
personas que ya no tienen la fe católica... Asís es la negación de la fe
católica, pública... se hizo de nuevo en Notre-Dame de Transévère, esto no es
posible, es inimaginable... Así que no es Roma, no es la verdadera Roma.
Entonces hay que volver a la
declaración del 21 de noviembre de 1974. Quería leérselas, pero no tengo
tiempo... pero ésta es realmente nuestra guía. Creo que podría firmarla todos
los años, la firmaría ahora, es lo mismo. Tenemos exactamente las mismas
disposiciones. No hemos cambiado nada. Y eso es lo que estamos defendiendo y
queremos defender absolutamente contra esta Roma modernista.
Cuando haya cambiado, cuando ellos se
hayan ido entonces habrá gente que estará a favor de la Tradición de la
Iglesia, ¡entonces no habrá más problemas, por supuesto! ¡Por la gracia
de Dios!]
Monseñor Fellay mencionó también las pláticas
doctrinales de 2009-2011, que demostraron a Roma que la FSSPX no cree nada
herético y que existe un marcado contraste entre algunos puntos de la enseñanza
católica moderna y la doctrina tradicional de la Iglesia. [¿Tan sólo “un marcado contraste”?]
Posteriormente, señaló Monseñor, hubo muchas
comunicaciones contradictorias con Roma. Por ejemplo, se le concedió a la
Fraternidad un documento en donde se establecían las condiciones para su
regularización, las cuales eran inaceptables para la Fraternidad. Al poco
tiempo de recibir esto, fuentes fiables cercanas al entonces Papa Benedicto,
dijeron al superior general que estas condiciones no eran voluntad del Papa.
Era evidente que había hombres influyentes en el Vaticano que estaban
bloqueando eficazmente la labor del Papa. [Luego, ¿un
Papa liberal y modernista como Benedicto XVI, debe ser considerado como una
víctima de ciertos malvados?]
Y es ahí, más o menos, donde nos encontramos el día
de hoy. Un cardenal dijo a Monseñor Fellay algo que propone una explicación muy
simple a nuestro problema actual: "En lo referente a la Curia Romana, el
sistema está corrupto." Esta declaración es desalentadora, y podría ocasionar
que cualquiera que ame a la Iglesia de Cristo se desanimara. Esta reacción
podría suceder, dijo Monseñor, pero carece de fundamento. A continuación,
dejaremos que él nos lo explique con sus propias palabras:
Existen
algunos peligros; uno de ellos es el desánimo. Pero no, Dios permite que estas
cosas sucedan; no debemos desanimarnos. Sólo significa que se trata de una
larga batalla. Debemos continuar pacíficamente; seguir haciendo lo que hacemos,
continuar la Tradición, ver los frutos, y estos frutos hablan por sí solos.
Otro
peligro es llegar a "hartarse", diciendo: "Debemos cortar toda
relación con estas personas. Ya fue suficiente. Pero esto es peligroso. Cuando
hablamos de la Iglesia Católica, no nos estamos refiriendo a una organización
humana; sino a la Iglesia fundada por nuestro Señor Jesucristo que tiene la
promesa de la asistencia divina. Sabemos que hay muchas cosas que están
completamente mal, que están llevando a la gente a perder la esperanza, y eso
es algo terrible para las almas. Sin embargo, debemos mantenernos firmes en que
esta Iglesia es la Iglesia Católica. Existen muchas cosas que suceden dentro de
ella que son malas, las cuales rechazamos, no las queremos. Pero no rechazamos
a la Iglesia. [¿Y la distinción que hacía Mons. Lefebvre y todos en la antigua FSSPX, entre “Iglesia Católica” e “iglesia conciliar”, sistemáticamente omitida por
Mons. Fellay en los últimos años?]
Posteriormente, Monseñor procedió a explicar que las
adversidades que tenemos en la Iglesia son muy similares a las que sufrieron
los Apóstoles al pie de la cruz. Asimismo, señaló que aunque Pedro declaró su
fe en la divinidad de Cristo mediante una profesión pública, reaccionó cuando
Cristo le dijo que moriría. Si Cristo es Dios, esto no puede pasar, pensó
Pedro.
Con la
Iglesia sucede exactamente lo mismo. En la Iglesia existe un lado humano, en
donde hay seres humanos; y luego está el lado divino. Actualmente, lo que vemos
no es el lado divino sino el humano. Vemos el sufrimiento, las herejías, la
confusión. Al igual que el sufrimiento de Jesucristo, vemos el sufrimiento de
la Iglesia. No tenemos derecho a decir, a causa de estos sufrimientos, que la
Iglesia ya no es la Iglesia. Dios no ha abandonado a su Iglesia. Es su Iglesia,
¿cómo podría hacer algo así? Es por esto que seguimos acudiendo a Roma.
Pidamos a
los Apóstoles y a la Santísima Virgen María que nos ayuden a hacer un acto de
fe, para conservar la actitud adecuada frente al sufrimiento de Jesús en la
cruz. [De
nuevo Mons. Fellay se equivoca por evitar hacer la distinción entre “Iglesia
Católica” e “iglesia conciliar”. La situación de la Iglesia en esta crisis no
es enteramente equiparable a la de Cristo en la cruz, como parece pretender
Monseñor, dado que, entre otras cosas, ninguna maldad propia o interna causó
que nuestro Señor fuera crucificado, mientras la Iglesia está plagada de prelados
traidores que intentan su destrucción desde el interior, empezando por los
papas posteriores a Pío XII. Si decimos que la Iglesia está crucificada por causa
de la horrorosa crisis inaugurada con el Vaticano II, debe
decirse también que son esos traidores los que han crucificado a la Iglesia. Si
hubiera que tener con la Iglesia toda, Jerarquía actual incluida, la misma
actitud que con Cristo crucificado, ¿por qué entonces la FSSPX se mantuvo por
tantos años separada de esa Jerarquía? ¡Porque esa Jerarquía es una Jerarquía de
traidores crucificadores, no de otros Cristos crucificados!] Tenemos que entender que cuando
vemos a Jesús en la cruz, estamos viendo a Dios. Cuando la Virgen María recibió
a Jesús en sus brazos, después de su muerte, podía hablar con el Dios vivo,
porque Dios no había abandonado su cuerpo preciosísimo. El cuerpo estaba
muerto, pero permaneció unido a la divinidad. Jesús estaba ahí como Dios.
La
Iglesia todavía no está completamente muerta; el Dios viviente está en ella. Y
nosotros somos parte de esta Iglesia. [Obviedades]
Es una
prueba muy profunda. Me atrevo a decir que es la más fuerte que la Iglesia ha
enfrentado. [Más
obviedades] Es por eso que tenemos sacerdotes
que se autodenominan la Resistencia, o incluso a los sedevacantistas: están tan
obsesionados con la realidad de los sufrimientos de la Iglesia que salen
huyendo. [¿Así
que la Resistencia sale huyendo? ¿De qué? ¿De la Iglesia? Pero todos sabemos
que extra Ecclesiam nulla salus. Entonces,
¿de qué? ¿De la Jerarquía oficial? Evitarla es normalmente necesario para conservar la fe, para
mantenerse en la Iglesia, para salvarse. Pero Mons. Fellay pretende que evitar
al clero modernista es huir de la Iglesia. ¿Acaso huyó de la Iglesia Mons.
Lefebvre cuando retiró su firma del protocolo del 88? ¿No calificó Mons. Lefebvre de "anticristos" a los jerarcas romanos? Se debe evitar el indebido
contacto con el corrupto clero oficial, sin llegar a negar que, pese a su grave desviación, la Jerarquía de la Iglesia sigue siendo la Jerarquía de la Iglesia. Esa fue la postura del Mons. Lefebvre y eso es exactamente lo que hace la Resistencia, situándose en el justo medio, en este orden de cosas, entre dos extremos errados: de un lado están los sedevacantistas, que se niegan a cualquier clase de
contacto con la actual Jerarquía de la Iglesia, llegando a no reconocerla como
tal; y del otro lado están los acuerdistas encabezados por Mons. Fellay, que buscan
indebidamente el contacto con el clero oficial a fin de que la FSSPX sea objeto
de una falaz y suicida “regularización” y “reintegración”, actitud que equivale a dialogar, cual Eva, con el demonio, tentando a Dios]
Nosotros
rechazamos lo que está mal, pero no rechazamos a la Iglesia.[Si Mons. Fellay comprendiera
la distinción entre “Iglesia Católica” e “iglesia conciliar”, diría: “Nosotros
rechazamos lo que está mal, es decir, rechazamos la iglesia conciliar, que es como
un tumor maligno en la Iglesia Católica; pero no por eso rechazamos a la
Iglesia Católica”. Y esto es lo que claramente hizo Mons. Lefebvre después de
mayo del 88 y es lo que hace la Resistencia]
Tenemos
que dejar muy en claro esta distinción. Es como cuando decimos, sí, Jesús está
sufriendo, está muriendo en la Cruz, pero sigue siendo Dios. Mientras muere en
la cruz, sigue moviendo las estrellas, está juzgando a las personas que están
muriendo en ese momento. Está dando fortaleza y su gracia a todos los que la
reciben. ¡Es Dios! [Y
en esa analogía, los deicidas crucificadores son los prelados liberales y
modernistas de la secta o iglesia conciliar. Pero yerra Monseñor por no distinguir entre crucificado y crucificadores]
Los
tiempos en que vivimos son demasiado peligrosos. Como les dije, es la tentación
que sufrieron los Apóstoles en la Pasión. Ya sabemos cuántos apóstoles
permanecieron fieles. Casi todos salieron huyendo. Es por eso que no podemos
pretender ser mejores que ellos. Debemos pedir la gracia de la fidelidad.
En este enlace podrá
descargar el audio, en inglés, de 2 horas 30 minutos de duración, de toda la
conferencia.