Hemos visto al lado de Nuestra Señora a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda… el Ángel, señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!
Enseña el catecismo de San Pío X que la Cuaresma ha sido instituida, 1° para darnos a entender la obligación que tenemos de hacer penitencia todo el tiempo de nuestra vida, de la cual la Cuaresma es figura, según los Santos Padres; 2° para imitar de algún modo el riguroso ayuno de cuarenta días que Jesucristo practicó en el desierto; 3° para prepararnos por medio de la penitencia a celebrar santamente la Pascua.
El primer día de Cuaresma es el llamado Miércoles de Ceniza, porque ese día la Iglesia impone la sagrada Ceniza con el fin de recordarnos que somos compuestos de polvo y a polvo quedaremos reducidos con la muerte, y así nos humillemos y hagamos penitencia de nuestros pecados, mientras tenemos tiempo. Las disposiciones con que debemos recibir la sagrada Ceniza son dos: 1ª, un corazón contrito y humillado. 2ª, la santa resolución de pasar la Cuaresma en obras de penitencia.
Agrega el el catecismo que para vivir la Cuaresma según la intención de la Iglesia debemos hacer cuatro cosas: 1ª guardar exactamente los ayunos, la abstinencia y mortificarnos no sólo en las cosas ilícitas y peligrosas, sino también en cuanto podamos en las lícitas, como sería moderándonos en las recreaciones; 2ª hacer oración y limosnas, y otras obras de piedad con el prójimo más que de ordinario, 3ª oír la palabra de Dios, no por costumbre o curiosidad, sino con deseo de poner en práctica las verdades que se oyen; 4ª preparar con cuidado las confesiones para hacer más meritorio el ayuno y disponernos mejor a la comunión pascual.
La niña Jacinta Marto, vidente de Fátima, contó que, en una de sus apariciones, la Virgen había dicho: “Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores… muchas almas van al infierno porque no hay quién ore y se sacrifique por ellas...”… Los pecados que más llevan almas al infierno son los pecados de la carne… Los pecados del mundo son muy grandes. Si los hombres supieran qué es la Eternidad, harían todo por cambiar de vida. Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Jesús y no hacen penitencia”.
Se lee en el relato del Tercer Secreto de Fátima lo siguiente: hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Pero, con voz igualmente fuerte, los hombres -también católicos, también tradicionalistas- responden: “¡libertad, placer, comodidad!”