¡El Brexit de Daniel!
Del sublime Daniel a la vergüenza terrenal de Gran Bretaña,
¡Rescata, oh Dios, rescata Tu Santo Nombre!
Si la pobre Inglaterra necesita urgentemente comprender en profundidad por qué Europa se está equivocando, para salvar a Gran Bretaña de seguir el Nuevo Orden Mundial, cuánto más necesitan los católicos entender en profundidad cómo y por qué su Iglesia se equivocó en el Vaticano II, para salvar al mundo entero de su alejamiento del único y verdadero Dios. En el Antiguo Testamento Dios mismo inspiró en Su profeta Daniel, exiliado lejos de casa por el Cautiverio de Babilonia (590–520 a.C.), una oración urgente de contrición por los pecados de los israelitas para que Dios perdonara a Su pueblo y le concediera restaurar la gloria de Su nombre permitiéndole que volviera a practicar una vez más Su santa religión en la ciudad santa de Jerusalén. No es difícil adaptar al Cautiverio de la Iglesia Católica en el siglo XXI la gran oración de Daniel (Capítulo IX):—
[4] Rogando pues al SEÑOR mi Dios, hice confesión y dije; “Ay Señor, Dios grande y temible, que guardas la alianza y la misericordia con los que Te aman y observan Tus mandamientos, [5] nosotros los Católicos hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos y rebeldes y nos hemos apartado en el Vaticano II de Tus mandamientos y de Tus leyes; [6] no hemos escuchado a Tus siervos los Papas fieles que en Tu Nombre hablaron a nuestros presidentes, a nuestros gobernantes, a nuestros padres y a todo el pueblo Cristiano.
[7] Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión del rostro, como sucede hoy, a los Católicos, a los habitantes de Roma y a toda la Iglesia a los que están cerca y a los que están lejos, en todas las tierras a donde los arrojaste a causa de las infidelidades que contra Ti cometieron. [8] Oh Señor, nuestra es la confusión del rostro, y de nuestros presidentes, de nuestros príncipes y nuestros padres, pues hemos pecado contra Ti. [9] Pero del Señor, nuestro Dios, son la misericordia y el perdón, porque nos hemos rebelado contra Él, [10] y no hemos escuchado la voz del SEÑOR, nuestro Dios, para cumplir sus leyes, que Él puso delante de nosotros por medio de Sus siervos los Papas y Obispos fieles.
[11] Toda la Cristiandad ha traspasado Tu ley y se ha apartado para no oír Tu voz. Por lo cual se ha derramado sobre los Católicos Conciliares la maldición y la execración que está escrita en la ley de Moisés (Levítico XXVI, Deuteronomio XXVIII), siervo de Dios, puesto que hemos prevaricado contra Él.
[12] Por eso Él ejecutó la sentencia que había pronunciado contra nosotros, y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros una calamidad tan grande, que nunca hubo debajo de todo el cielo cosa semejante a lo que se ha hecho por el Vaticano II. [13] Todo este mal vino sobre nosotros conforme está escrito en la Ley de Moisés, más no hemos implorado al SEÑOR nuestro Dios para convertirnos de nuestras iniquidades y meditar en Tu Verdad. [14] El SEÑOR veló sobre el mal y lo hizo venir sobre nosotros, porque justo es el Señor nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, pero nosotros no quisimos oír Su voz.
[15] Ahora pues, oh Señor Dios nuestro, que con mano ponderosa sacaste a los Católicos del mundo impío, y te adquiriste el renombre que tienes hoy, hemos pecado, hemos cometido iniquidad. [16] Oh Señor, según todas tus justicias, apártese, te ruego, Tu ira e indignación de Tu Iglesia y de tu santo monte, pues a raíz de nuestros pecados y de las iniquidades de los Padres del Concilio, la Iglesia Católica ha venido a ser epítome de inmoralidad de cuantos viven alrededor nuestro. [17] Oye pues ahora, oh Dios nuestro, la oración de tu siervo, y sus súplicas, y por amor del Señor haz resplandecer tu rostro sobre tu Santuario devastado.
[18] Inclina, Dios mío, Tu oído y escucha, abre Tus ojos y mira nuestras ruinas, y la Iglesia, sobre la cual ha sido invocado Tu Nombre pues derramamos nuestros ruegos ante Tu rostro, confiando, no en nuestras justicias, sino en Tus grandes misericordias [19] ¡Escucha SEÑOR! ¡Perdona SEÑOR! ¡Presta atención Señor, y obra! ¡No tardes, por amor de Ti, oh Dios mío!, porque Tu Iglesia y Tu pueblo son llamados por el nombre de Tu Hijo unigénito, Nuestro Señor Jesucristo”
Kyrie eleison.