Las apariciones de Fátima son la clave para entender todos los eventos del siglo 20 y todo lo que vivimos hasta hoy, sea en la esfera religiosa o política.
Los problemas, las convulsiones y la decadencia sin precedentes de nuestro tiempo son las consecuencias directas del hecho de que los hombres de Iglesia no han querido cumplir con la petición de Nuestra Señora de Fátima:
Vendré a pedir la Consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y los Cinco Primeros Sábados en reparación de los pecados, dijo Nuestra Señora el 13 de julio de 1917. Si atendieran Mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia.
La Revolución de Octubre de 1917 que se realizó inmediatamente después del pedido de Nuestra Señora de Fátima, no fue un simple golpe de estado para lograr un cambio de régimen. El objetivo de la Revolución fue especialmente “extender por todo el mundo las instituciones y los valores del ateísmo” (1) y la inmoralidad que sería su secuela (2).
Esta Revolución ocurrió precisamente durante la enorme conflagración de 1914-1918, que fue la primera Gran Guerra teniendo el objetivo de preparar el gobierno mundial. Esto es lo que constituye los errores de Rusia: la creación de una sociedad atea sin Nuestro Señor Jesucristo. Es el asalto supremo en contra del Reinado Social de Nuestro Señor. Y debemos admitir que estos errores se han extendido a todo el mundo. Ninguna nación ha sido preservada.
El único obstáculo efectivo para este plan era la Iglesia. Para proteger a la Iglesia y al mundo de este complot, la Virgen María pidió al Papa Pio XI en 1921, por medio de la hermana Lucía, consagrar Rusia a su Inmaculado Corazón. El Papa no creyó que este asunto valiera la pena. Diez años después Nuestro Señor se quejó con Sor Lucía:
Participa a Mis ministros que, en vista de que siguen el ejemplo del Rey de Francia, en la dilación de la ejecución de mi petición, también lo han de seguir en la aflicción (leer más sobre esto).
Fue efectivamente durante esos años que Moscú creó una organización para infiltrar seminarios y noviciados con agentes que tenían falsas vocaciones. Estos agentes lograron más tarde posiciones influyentes y trabajaron gradualmente para efectuar una nueva orientación en la Iglesia. Esto ha sido probado por un buen número de documentos. Habiendo ignorado el papa la protección que el Cielo ofrecía, la Iglesia se convirtió en el juguete de sus enemigos.
Durante el concilio Vaticano II, Moscú dobló el presupuesto asignado a la organización Pax, que fue uno de los principales agentes de la infiltración comunista en la Iglesia. Entre otras cosas, este grupo contribuyó a los ataques dirigidos a la Curia durante el concilio.
Por lo tanto no debemos sorprendernos que dos documentos principales pasaron en el concilio, y no sin oposición, estos fueron:
- El documento de la Libertad Religiosa, que aprueba la secularización de los Estados, es decir, ellos se convirtieron en Estados ateos, impidiendo el Reinado Social de Nuestro Señor y prohibiendo la constitución de naciones oficialmente Católicas;
- y el documento Nostra Aetate, que, junto con el decreto sobre el ecumenismo, llevó a lo que vemos hoy: hombres de Iglesia que abandonan las actividades misioneras para trabajar hacia la unión de todas las religiones para servir al gobierno mundial ateo y anticristiano. Pero este ecumenismo, que rechaza la conversión de los no católicos, lleva al indiferentismo religioso, y éste lleva a la apostasía y al ateísmo. Es lo que vemos ahora en todo el mundo.
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1. P. Calmel, O.P., El Corazón Inmaculado de María y la paz del mundo Itinéraires 38, Dic. 1959, p. 24.
2. Debemos volver a leer la Encíclica Divini Redemptoris del Papa Pio XI sobre el comunismo ateo, marzo 19 de 1937.
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