"En muchísimos casos, el mero callar constituye verdadera negación y formal apostasía."
ATRACCIÓN Y TRANSACCIÓN
Extractos tomados de Propaganda Católica, Tomo IX, Librería y tipografía Católica, 1900, Barcelona, España; págs. 48-56.
¿Habéis notado la analogía y
casi igual fisonomía ortográfica y hasta el parecido eufónico que ofrecen las
dos palabras “atracción y transacción”? Digo,
pues, que es la "atracción” palabra de las que saben a
miel y almíbar, y gozan del privilegio de atraer a sí
multitud de aficionados a dulces y golosinas.
A un panal de rica miel
Diez mil moscas
acudieron,
Que por golosas
murieron
Presas de patas en
él.
¡Dulces recuerdos de la infancia! Sí,
y también verdadero retrato de nuestra situación actual. Sí, que esta palabra es la “miel" con que la Revolución artera
engolosina a muchos y los tiene cautivos en su red, al menos para que no se
la combata y hostilice como debieran todos los hombres honrados y de buena voluntad. Reparad para eso que en tres sentidos
se usa, y lo que es peor se practica, la palabra «atracción» y son los
siguientes: 1°. Como simple atenuación de formas. 2.º Como simple preterición o
silencio sobre alguna verdad. 3.º Como simple manera de presentarla bajo cierto
aspecto a los amigos o a los adversarios.
¿Sabéis lo que es acostumbrar las almas a que oigan, sin horror, las más
grandes infamias? ¿Sabéis lo que es acostumbrar al pueblo a ver tratados con
respeto a los peores enemigos de la verdad? ¿Sabéis lo que es acostumbrar el
corazón propio a que no se subleve contra ninguna injusticia? ¿Sabéis lo que es
acostumbrar los oídos a que reciban como exageración cualesquier varonil
arranque o impetuosa arremetida? ¿Sabéis lo que es acostumbrar los espíritus a
ese perfecto equilibrio e igualdad de formas comedidas entre lo que es
intrínsecamente malo y lo que es intrínsecamente bueno, entre lo que de veras
se debe siempre odiar y combatir y lo que de veras (de veras, repito) se debe
siempre amar y defender? ¿Sabéis lo que es todo eso? Pues es la primera etapa
de los triunfos del mal sobre el bien; es lo primero a que aspira aquél como
prenda segura de su definitivo triunfo; es el homenaje del respeto, es la
consideración social, es la carta pacífica de ciudadanía, es cuando menos el
pleno reconocimiento en su favor de legítima beligerancia. Tal manera
de “atracción” es sencillamente la primera y más común y más desastrosa manera
de “transacción”. Ya sé que se aducen aquí las reglas de urbanidad y cortesía. ¡Mentira! ¡Desvergonzada mentira!
No se ha dado jamás verdadera caridad en daño de la verdad. Ni se ha estimado
jamás digna la cortesía en ofensa y menoscabo del honor y de la virtud. ¡Y cuán
frecuente es hoy en día esta fementida “atracción”, que no es en el fondo más
que vil y cobarde “transacción”!
Tras
la atenuación de las formas, “la simple preterición o silencio sobre alguna verdad”. La
verdad es que aquí sube ya algunos grados más el concepto que llamaremos “atraccionista”;
y por tanto la “atracción” es también aquí algo más criminal y desembozada.
Para muchos no basta, en efecto, conceder al error iguales miramientos y
consideraciones que se conceden a la verdad. Temiendo que alguna
parte de ésta, aún con tales miramientos presentada, ha de atragantársele o
indigestársele al enemigo, procuran prescindir de esa
parte de la verdad cruda e indigesta, y para salir del paso y no herir
susceptibilidades o crearse antipatías, cállanse como muertos sobre ella,
dejándola en la oscuridad o penumbra de un calculado silencio. Así que en
muchas cuestiones toman como mejor partido el de callar.
“La palabra es valor y lealtad; el silencio es deserción y cobardía”
¿Con qué otros nombres calificarías, en efecto, la conducta del soldado que en
lo mejor del combate plegase la bandera del castillo o la arriase a media asta
por temor, o mejor, por el ruin pretexto de que así la ponía más a cubierto de
las balas del enemigo, cuando en realidad lo único que pretendería el miserable
fuera poner a cubierto de tales tiros su pellejo? La bandera de combate para eso se dio al soldado, para que la acometiesen
enemigos y la asaltasen para hacerla girones, y la destiñesen lluvias y soles y
la afeasen polvo y sangre de los combatientes. Que así atacada y así destrozada
y así afeada es cuando resulta gloriosa y ennoblecida, no cuando metida
cuidadosamente dentro la funda o guardada en el arcón, atiéndese sólo por manos
femeninas a que conserve su lustre y sus pliegues de aparador. Así la verdad
bajó del cielo y se nos dio a nosotros, soldados de ella, no para que la
tuviésemos guardada y archivada (cautiva,
dice el Apóstol con frase más enérgica) en el fondo del corazón o a lo más en
los libros de las bibliotecas; sino para que la lanzásemos a la arena social,
para que embistiesen con ella sus enemigos, para que entre la gritería y
denuestos y tiroteo de todos ellos ondease a todo viento y a toda borrasca, y
fuese, así como terror y espanto de unos, consuelo y aliento y firmísima
esperanza de otros. Signum cui
contradicetur: este es el carácter esencial de ella, como lo fue de Cristo,
Nuestro Señor y de cuantos en pos de Él fueron sus dignos porta-estandartes.
En muchísimos casos, en los más, el mero callar
constituye verdadera negación y formal apostasía. ¿Cuándo? Cuando
es ley el hablar. ¿Y cuándo es ley el hablar? Cuando
la verdad vejada y oprimida y escarnecida pide a voz en grito salgan los buenos
a dar público testimonio de ella. Cuando con el culpable silencio pueden creer
los incautos que se hace vergonzosa entrega de ella al enemigo por falta de
armas sólidas con qué defenderla. Cuando envalentonado éste, proclama ya su
triunfo sobre ella, desamparada por quien debía con más entereza sostenerla.
Entonces es deber de cuantos tienen lengua el hablar; entonces es crimen
imperdonable el haber callado; entonces bienaventurados los que por haber
hablado y por no haber callado sufren vilipendio y persecución. Bienaventurados, ha dicho el Señor, los que padecen persecución por la justicia.
Nada más común en el día que este singular procedimiento atraccionista: presentar de lado, y naturalmente siempre del lado más simpático,
una verdad cualquiera de la cual se sospecha que presentada de frente ha de
serle enojosa al enemigo.
Suponed que se habla de la Unidad
católica, tema tan controvertido en nuestros tiempos. Y suponed que un defensor
de ella, más o menos resabiado de Liberalismo, deseoso de que no se haga
aborrecible dicha Unidad, aún a los más empedernidos liberales, pone todo su
esfuerzo en presentarla de tal modo que no parezca dicha Unidad tan fiera, tan intolerante, tan
intransigente con el error como debe naturalmente serlo, para que lógicamente
sea lo que debe ser.
Resumiendo, pues, diremos en conclusión
que las artes atraccionistas que hoy se estilan no son más que verdaderas aunque vergonzantes transacciones. Que más noble y de mejores resultados para la verdad es la atracción
verdadera que ejerce ella sobre los espíritus presentada con su esplendor y
varonil entereza, por más que a los apocados espante o desaliente, que no es
otra atracción mentirosa que se pretende ejercer sobre los adversarios,
apocándola, encogiéndola, mutilándola, disfrazándola. Vale sin duda más la de la intransigencia viril y castiza, que
la de la componenda femenina o afeminada.
Y
si de eso necesitásemos experiencia práctica, la tendríamos hoy al Americanismo. El Americanismo no venía a ser,
entre nuestros hermanos de Norteamérica principalmente, más que un seductor sistema de atracción y de transacción
entre el Catolicismo y las sectas disidentes. No se trataba más
que de acortar distancias para la mutua aproximación, más que de suavizar
asperezas, más que de aunar voluntades. Se pretendía allanar caminos, facilitar
abrazos, conciliar gustos y puntos de vista. Más ¡ay! no partiendo de los
intangibles sacrosantos derechos de la verdad hija de Dios, sino de los antojos
acomodaticios del hombre, y en eso estuvo el heretical error que ha desenmascarado el infalible Magisterio de la
Iglesia. Rudo golpe ha recibido con ello el atraccionismo en Religión: gran
victoria la tan maldecida y maltratada y mal comprendida intransigencia
católica.