Carlos Nougué
El texto transcrito abajo es del R. P. Ricardo Olmedo, que fue profesor de Derecho Canónico y de Teología Moral en el Seminario de La Reja (de la FSSPX) hasta, salvo error, 2013; y fue enseñado ahí hasta, salvo error, esta misma fecha (o sea, hasta bien avanzada la crisis acuerdista de la FSSPX). Pues bien, el Padre Olmedo siempre fue parte del ala nada liberal de la Fraternidad, razón por la cual este texto suyo crece en importancia. Además de eso, nunca nada de lo dicho en este texto fue contestado por ningún sacerdote que se formó en La Reja.
Es preciso leerlo todo para entenderlo perfectamente; y no se use con él de ese nefasto hábito de “corte y pega” o de “pesca” de citaciones para beneficio de tesis proprias, lo que es siempre condenable. Pues bien, nótese particularmente su ítem 5 y el comentario que hago a él.
Observación: En otro texto hablaré de las razones que pueden hacer válida (aunque ilícita) la misa nueva. Que, sin embargo, ella sea en principio válida (aunque ilícita) es lo que dice, como se verá abajo, el mismo Padre Olmedo, y lo que decía Mons. Lefebvre, aunque observando que, por la pérdida de la fe y por la profundización de la apostasía en la Iglesia, cada vez más misas nuevas también dejarán de ser válidas. Esto también se verá en uno próximo texto, donde buscaré mostrar, además y más especialmente, lo que quiere decir que la validez de la misa nueva depende de la intención del celebrante.
EL PROBLEMA DE LA ASISTENCIA A LA NUEVA MISA O MISAS VÁLIDAS PERO ILÍCITAS DE HEREJES O CISMÁTICOS
Por razón de la virtud de fe, el católico está obligado a evitar todo lo que pueda ponerla en peligro, ya de perderla, ya de debilitarla, en su propia alma o en la de aquellos que le están confiados (hijos, cónyuge, fieles, etc.).
No es aquí donde corresponde tratar el tema de la “misa nueva”, su malicia y peligrosidad para la verdadera fe católica, por lo que remitimos a los abundantes estudios ya realizados sobre el particular (1).
Los Cardenales Ottaviani y Bacchi, luego de afirmar que el “Novus Ordo Missæ... se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle de la teología católica de la Santa Misa...”, concluían en su «breve examen crítico», que “el apartarse de la tradición litúrgica, que fue por cuatro siglos signo y garantía de la unidad del culto, para sustituirla por otra nueva – que no puede no ser un signo de cisma, por las innumerables facultades implícitamente concedidas, y la cual pulula ella misma en gravísimas ambigüedades, por no decir errores manifiestos contra la pureza de la Fe Católica – nos parece, para expresar nuestra opinión más benigna, el error más monstruoso”.
Objetivamente la misa nueva es mala (2) y peligrosa para la fe, y la cuestión es si se puede o debe asistir a ella para cumplir el precepto que manda oír misa los domingos y días de fiesta.
Por ello, sin perjuicio de aplicar lo que se dice en el lugar correspondiente de estos apuntes respecto a la “comunicatio in sacris” y los principios correspondientes, debemos equipararla a la misa válida de cismáticos y/o herejes, y señalar los preceptos que el Magisterio tiene dados sobre el particular:
“El católico debe abstenerse de asistir a la misa válida, pero ilícita, del sacerdote hereje o cismático, aunque urja la obligación de oír misa por ser día de precepto y tenga que quedarse sin ésta al obrar así” (3).
Subjetivamente el problema se debe resolver así:
1) quien tenga conciencia cierta e informada de que el nuevo rito no es católico, sino que está protestantizado y que por lo tanto entraña peligro de que la fe se debilite o pierda, está obligado a evitarla (4) y a frecuentar sólo la misa tradicional, aún a costa de grandes sacrificios, y en caso de no poder hacerlo, aún está obligado a santificar el domingo o día de fiesta,
2) en la medida de esa conciencia, si a pesar de conocer el peligro, asiste a la misa con la sola intención de cumplir el precepto dominical, lejos de satisfacerlo, peca contra la fe,
3) quien tenga dudas o se halle perplejo sobre la bondad de la nueva misa está obligado a informarse para salir de las dudas, porque a nadie le es lícito obrar en estado de conciencia dudosa en este tema,
4) quien posea una conciencia venciblemente errónea sobre este asunto de la misa ha de corregirla y, por lo tanto, el que pueda instruirlo y esclarecerlo tiene a su vez, el deber de hacerlo,
5) al que tiene conciencia invenciblemente errónea es incorregible, y debe dejárselo en manos de la providencia divina, [Nota de CN: "Dejarlo en manos de la providencia divina" significa precisamente que el sacerdote tradicionalista debe abstenerse de prohibir la asistencia a la nueva misa a quien tenga "conciencia invenciblemente errónea." Y es más: la conclusión de que esta o aquella persona tiene "conciencia invenciblemente errónea" en cuanto a la misa nueva compete, única y exclusivamente, a los obispos y sacerdotes, que son los que tienen las luces de estado para eso; y hasta se puede decir que un obispo las ha de tener mayores que un sacerdote.]
6) para los demás supuestos en que uno puede verse obligado a asistir a la nueva misa por algún compromiso grave e ineludible, remitimos a nuestra compilación de los principios dados por Monseñor Lefebvre al respecto, y que se encuentran en el trabajo indicado en nota de la página anterior,
7) en cuanto a si, no estando obligado a cumplir el precepto yendo a la misa nueva, y no teniendo la Misa tridentina en el rito latino, hay un deber de asistir a la misa de rito oriental católico, se responde que per se no hay tal deber. Y la razón es que, en la confección y recepción de los Sacramentos cada uno está obligado normalmente a las prescripciones litúrgicas que regulan la vida sacramentaria: los latinos al rito latino (cn. 732 §2). Así tanto el que celebra como quien participa de la Santa Misa deben hacerlo en el rito al que pertenecen, aunque, como excepción, el fiel puede cumplir el precepto en un rito católico distinto del propio como hemos dicho (canon 1249) y comulgar por devoción del mismo modo (canon 866 §1). Per accidens puede quizás existir el deber de asistir a Misa en un rito que no es el propio para cumplir con el precepto anual de comulgar, pero esto no es evidente.
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(1) Para ello ver entre otros documentos: “Breve examen crítico del «Novus Ordo Missæ»” de los cardenales Ottaviani y Bacci, “Implicaciones Teológicas y Morales del Nuevo «Ordo Missæ»” por Arnaldo Vidigal Xavier da Silveira, “La Nueva Misa” de Louis Salleron, “El canon Romano” de Roger-Thomas Calmel (OP), “En defensa de la Misa” ed. Revista Roma, y, especialmente, “Un grave Problema de Conciencia según las palabras y pensamiento de Monseñor Lefebvre”, en suplemento de la revista “Iesus Christus” nº 60, y todo lo que allí se dice respecto a la participación “material”.
(2) Decía Monseñor Lefebvre al respecto: “No veo cómo puede decirse que esta reforma sea mala de una manera puramente accidental, de una manera exterior, extrínseca... Una cosa es que no sea en sí misma inválida o formalmente herética, y otra cosa es decir que no hay nada malo en la misa... Ella es verdaderamente una misa envenenada: porque no afirma más la verdad católica y poco a poco la fe en esas verdades desaparece...”
(3) Decreto del Santo Oficio del 7 de agosto de 1704, citado en la revista SISI NONO, versión española, del mes de octubre de 2002. Cfr. También: decreto diciembre 1668: “Episcopus Tribuniensis mandet catholicis sibi sbiectis ne accedant ad Missas et alia oficia divina in ecclesiis schismaticorum eodemque moneat, in casu carentiæ Missæ catholicorum non teneri præceptum Misam audiendi”, en “Codicis Iuris Canonici Fontes”, cura Emi. Petri Card. Gasparri, vol. IV, ed. Vaticanis, año 1926, n. 738, p. 45.
(4) Siendo una misa "protestantizante" pone a los fieles en "el peligro de sufrir un grave daño… moral", y por lo tanto dispensa del precepto (Cfr. Roberti, "Diccionario de Teología Moral", voz: santificación de las fiestas").