Estos son los hechos:
La Señora V. es una católica de 87 años, piadosa y
celosa. Ella se consagró desde hace décadas al priorato de la FSSPX en Perpiñán.
En marzo de 2015, la Sra. V recibió en su casa y junto a algunos amigos, a
Mons. Williamson para asistir a Misa y escuchar una conferencia sobre las
encíclicas liberales.
Desde ese día, el P. de la Motte, el prior de la
FSSPX en Perpiñán [incardinado en la diócesis desde hace pocos días], se negó a darle la santa comunión, incluso cuando
ella se presentaba en el comulgatorio.
Amenazada de ser expulsada de la capilla a la cual
ella tanto se dedicó, la Sra. V. le preguntó varias veces al prior por qué él
juzgaba su conducta gravemente pecaminosa. Pero ninguna justificación pudo
darle. Efectivamente, ¿en qué, el recibir a un obispo católico consagrado por
Mons. Lefebvre, que no tiene ni más ni menos jurisdicción que sus otros
cofrades en el episcopado, constituiría una falta moral grave que justifique el
negarle la comunión?
Para el P. Renaud Joubert de la Motte, “la situación de la Sra. V. no es
complicada”, explicó a un fiel de Perpiñán indignado por este escándalo. Él
convocó a la Sra. V para pedirle renunciara a recibir en su casa a Mons.
Williamson (¿con qué derecho?) y le “advirtió
de las sanciones si realizaba este acto público” (¿con qué derecho?). Para
admitir de nuevo a la Sra. V a la comunión, el P. de la Motte le exigió “una carta de perdón por haber recibido a
Mons. Williamson en su casa, un domingo, durante la misa del priorato” y “una carta de compromiso para no hacer mal
espíritu y proselitismo (lo que por cierto no hacía) para la famosa resistencia en el seno del priorato…”
El P. de la Motte ordenó a sus vicarios negarle la
comunión a la Sra. V. y esto en contra del derecho canónico de la Iglesia.
El canon 853 dice muy
claramente: “Todo bautizado a quien no le está prohibido por el derecho,
puede y debe ser admitido a la sagrada comunión”.
Y el canon 855 : « §
1 Deben ser negada la eucaristía aquellos que son públicamente indignos, como
los excomulgados, los interdictos y aquellos que son manifiestamente infames,
hasta que conste su penitencia y enmienda y antes hayan reparado el
escándalo público. § 2 En cuanto a los pecadores ocultos, si piden la
comunión de manera oculta y si el ministro sabe que no se han enmendado, debe
repelerlos; pero no si la piden públicamente y no hay modo de hacerlo sin
escándalo”.
Después de varias semanas de negarle la comunión a
la Sra. V., una declaración de solidaridad fue enviada al P. de la Motte
firmada por 25 fieles de los 40 presentes. Durante ese tiempo, la Sra. V. le
preguntó a un joven vicario cómo podría hacer su comunión de Pascua, éste le
respondió a la mujer, que había luchado desde la primera hora contra la
revolución conciliar, que solo le quedaba ir a la Fraternidad San Pedro…
El superior de distrito de Francia fue alertado por
un fiel de Perpiñán. El P. Bouchacourt respondió con “franqueza”. Le reprochó a Mons. Williamson el « criticar a Mons. Fellay », su « superior » y su « familia
religiosa ». El P. Bouchacourt olvidó precisar si las críticas fueron
hechas con razón o sin ella, pero no vaciló en afirmar:
“Yo no podría admitirlo porque tengo espíritu de
cuerpo. Por su actitud, Mons. Williamson divide la tradición. Al cruzar Francia,
como lo hace, es subversivo, y recibirlo para que actúe así no es moralmente bueno.
El P. de la Motte advirtió a la Sra. V. La orden del prior no es contra la fe o
la moral. Era necesario obedecer. El papel del prior es el velar por la unidad
de su rebaño. Mons. Williamson se comporta como un lobo. Hay que alejarlo e
impedirle dañar. La organización de un priorato no es democrática.
Todo el mundo apreciará la sólida teología de este
alto representante de la FSSPX:
¡Obediencia! ¡Obediencia! ¡Obediencia! ¡Obediencia!
Por parte de un hijo de Mons. Lefebvre, que nos
enseñó a desobedecer a los hombres para obedecer a Dios, esta explicación es
insatisfactoria. El P. Bouchacourt
predica entonces la unidad en la iniquidad, sostiene que recibir a Mons.
Williamson en la casa va contra la fe y la moral y concibe la organización de
un priorato como una tiranía.
La sana teología afirma las simples verdades
siguientes, desgraciada y escandalosamente despreciadas por los padres
Bouchacourt, de la Motte y sus vicarios.
a) El sacerdote debe siempre negar la comunión a aquellos
que son pública y notoriamente indignos (excomulgados, interdictos, pecadores
públicos, herejes o cismáticos, incluso de buena fe…)
b)
El sacerdote
puede negar a comunión a todo pecador oculto, a condición de hacerlo
secretamente y sin escándalo (es escandaloso todo hecho que pueda producir una
falta moral en otro).
El caso de la Sra. V. no corresponde ni al caso a)
ni al caso b). El sacramento ha sido negado injustamente y “la gravedad de esta injusticia corresponde objetivamente a la gravedad
del daño real causado” explica el P. Vittrant en su Teología Moral de 1943.
Mientras tanto, el P. de la Motte se decidió a
abandonar la FSSPX para unirse a la iglesia conciliar. Durante una misa
celebrada por su salida (pues ahora estos gestos se festejan en la FSSPX), la
pequeña ceremonia pareció más un simple cambio de prior que a la traición de un
combatiente (¡y dicen que nada ha cambiado en la Fraternidad!). Un vicario tomó
la palabra para decir que se abstenía de todo juicio temerario y anunció que “El P. de la Motte dejaba la FSSPX para
ponerse al servicio de la diócesis de Versalles”. ¡Oh! ¡Qué términos tan
elegantes se utilizan cuando se dicen estas cosas! ¡El desertor se convierte en
un buen pastor!
El P. Rousseau, después de haber sido sancionado por
su viva reacción contra las seudo-canonizaciones de Francisco, fue designado,
catastróficamente, nuevo prior de Perpiñán. Pero ni los años ni los golpes lo
han vuelto más clarividente. Fue a la casa de la Sra. V. para informarle que,
si quería poder comulgar de nuevo en el priorato, era necesario prometerle que
no recibiría más a Mons. Williamson ni a ninguna personalidad de la
resistencia. En pocas palabras, un vil y odioso chantaje con el sacramento… La
Sra. V., de 87 años y cansada de ser víctima de tan injusta persecución,
terminó por ceder.
Nadie podrá culparla. Ni el buen Dios ni los
hombres. Son más dignos de reproche los Padres Bouchacourt, de la Motte,
Rousseau y sus vicarios que han pecado mortalmente.
La FSSPX ha perdido la cabeza completamente. No
solamente actúa de manera abusiva como si tuviera una jurisdicción ordinaria
sobre los fieles olvidándose de su simple jurisdicción de suplencia, sino que
también contradice sin ningún escrúpulo las leyes más santas y las más graves
de la teología moral y del derecho canónico. La FSSPX oculta su debilitamiento
doctrinal con un endurecimiento pastoral inicuo.
La teología moral de San Alfonso de Ligorio indica
que ninguna “censura puede ser impuesta
contra las personas sobre las cuales no se tiene jurisdicción”. La FSSPX no
tiene ninguna jurisdicción ordinaria sobre los fieles de Cristo. Recordemos lo
que Mons. Lefebvre dijo respecto a la “jurisdicción de suplencia”:
Sin
embargo, hay que precisar que una autoridad de suplencia no tiene las mismas
características que la autoridad que existe ordinariamente en la Iglesia: No es
una jurisdicción territorial como la del obispo diocesano o el Cura de Parroquia:
se ejerce solamente sobre las personas que recurran a ella. La jurisdicción de
suplencia se ejerce caso por caso, por lo que no es habitual, es decir que las
personas que se benefician de ella pueden retirarse y la autoridad de suplencia
no tiene ningún poder para hacerlos regresar. Ella depende de la necesidad del
fiel, habiendo estado de crisis. Es en la medida en que los fieles tengan
necesidad de estos obispos o sacerdotes para la salvación de su alma, que la
Iglesia creó este lazo de autoridad entre ellos. Todo esto muestra que la
jurisdicción de suplencia da una autoridad limitada y muy delicada para
ejercer. La autoridad jurisdiccional
del obispo, no viniéndole de una nominación romana, sino de la necesidad de
salvación de las almas, deberá ejercerse con
una delicadeza particular (Monseñor Lefebvre, nota del 20 de febrero de 1991,
citado en Le Sel de la Terre n° 87, pág. 142)
El triste caso de la Sra. V. es una prueba
suplementaria que la dominación de la FSSPX se ha convertido en una dominación perversa.
El bien de las almas ya no es el fin de las autoridades de la FSSPX más que de
manera puramente retórica… Las represiones, expulsiones y sanciones que ella
siembra en todas partes manifiestan una grave deriva moral como doctrinal.
Monseñor Fellay lo ha dicho claramente el 20 de
diciembre en el seminario de La Reja: La
Iglesia oficial es la Iglesia visible. Esa es la Iglesia Católica y punto!” [1]
Todos los que se atrevan a contradecir este juicio
perentorio serán destrozados y triturados de una u otra manera. Pero estén
tranquilos: ¡nada se ha firmado!
[1] Mons. Fellay, Buenos Aires.
ADDENDUM DEL BLOG: en cambio, el P. Bouchacourt sí es un pecador público desde que negó públicamente el deicidio cometido por el pueblo judío. A él sí que se le deben negar los sacramentos ni le está permitido administrarlos mientras no conste su penitencia y enmienda y antes haya reparado el escándalo público (can. 855 § 1).