jueves, 14 de mayo de 2015

ACERCA DEL SERMÓN DE MONS. FELLAY EN LAS ORDENACIONES DEL SEMINARIO DE LA REJA.





En la última revista Iesus Chistus se publican un extracto del sermón predicado por Mons. Fellay en las ordenaciones sacerdotales en La Reja, el 20 de diciembre de 2014.

Hacia el final del texto, dice Monseñor: “Pero sí, hay circunstancias; son solamente circunstancias, no se trata de principios; circunstancias que, mientras duren, hacen imposible la recepción de este sello”. 


El Superior General opone dos conceptos: circunstancia (definida por la RAE como "accidente de tiempo, lugar, modo, etc., que está unido a la sustancia de algún hecho o dicho") y principio (definido por la RAE como "norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta"). Según Mons. Fellay, entonces, lo que impide el reconocimiento de la FSSPX (u obtención del “sello”), no es un obstáculo a nivel de principios (¡la fe como norma fundamental que rige el pensamiento o la conducta!), no es un desacuerdo en lo esencial; sino algo accidental, algo puramente circunstancial.

Y, como es habitual, a renglón seguido se contradice: 


"Simplemente imposible. Mientras las autoridades romanas requieran de nosotros que aceptemos que el Concilio Vaticano II forma parte integrante de la Tradición". Lo cual queda contradicho, a su vez, y entre muchas otras, por estas palabras jamás retractadas: "El Papa dice que (…) el Concilio debe ser colocado en la gran tradición de la Iglesia, que debe ser comprendido en acuerdo con ella. Estas son declaraciones con las cuales estamos completamente de acuerdo, entera, absolutamente” (Mons. Fellay a CNS, 11-5-12). "El Vaticano II ilumina la vida de la Iglesia" (Mons. Fellay, declaración doctrinal de 15-4-12). “Da la impresión de que rechazamos todo el Vaticano II. Sin embargo, conservamos el 95%”  (Mons. Fellay al periódico “La Liberté”, 11-5-01). 
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ADDENDUM: Un lector que ha leído esta entrada, nos escribe el siguiente comentario relativo a las constantes contradicciones de Mons. Fellay:
Para entender un poco el modo de proceder de M. Fellay.
El sicólogo ruso Iván Pavlov (1849 - 1936) demostró que la estimulación contradictoria es la manera más rápida y eficiente de romper las defensas sicológicas de un individuo (o de un puñado de ellos), reduciéndolo a un estado de credulidad devota en que él aceptará como naturales y ciertos los comandos más absurdos, las opiniones más incongruentes.
Ella funciona de manera casi infalible, aunque los estímulos sean de orden puramente cognitiva y sin gran alarde emocional (frases contradictorias dichas en una secuencia camuflada, de modo a crear una confusión subconsciente). Pero está claro que funciona mucho más si el sujeto fuere sometido al impacto de emociones contradictorias suficientemente fuertes para crear rápidamente un estado de incomodidad sicológica intolerable. Esa misma incomodidad sirve de camuflaje, pues la víctima no tiene tiempo de averiguar que la contradicción viene de la fuente, y no de su propio interior, de modo que al estado de aflicción vienen a sumarse la culpa y la vergüenza. La reacción automática que se sigue es la busca desesperada de un nuevo patrón de equilibrio, o sea, de un sentimiento más amplio que parezca comportar en sí, en una síntesis dialéctica, las dos emociones inicialmente vividas como contradictorias, y que a la vez pueda aliviar el sentimiento de vergüenza que el individuo siente ante la fuente estimuladora, que a esta altura él la toma como su observador crítico y su juez.