CONFERENCIA DE MONS. FAURE EN NAMUR (BÉLGICA) EL 17 DE MAYO DE 2015
En 1989
dijo Monseñor Lefebvre: Yo espero y estoy seguro que el Superior General de la FSSPX
(el P. Franz Schmidberger en ese entonces), no hará ningún compromiso con el
Vaticano.
Fíjense
en las palabras utilizadas, es un poco curioso: yo espero, yo estoy seguro… o
uno espera o está seguro ¿no es así?
Se
temía la reelección del P. Schmidberger como superior. Exactamente un mes
después de la muerte de Mons. Lefebvre, (Mons. Lefebvre murió el 25 de marzo de
1991) un mes más tarde, el 10 de mayo de 1991, el P. Schmidberger hará
obligatorio la foto del papa Juan Pablo II en las sacristías de la Fraternidad.
¿Por qué no lo hizo seis meses antes? Son pequeños detalles así. El P.
Schmidberger me dijo una vez: “Padre, usted reconoce en todo caso que no
estamos en una situación normal respecto a la Iglesia” ¿Qué quiere decir esto? "Quiere decir que debemos esforzarnos por normalizar nuestra situación y ser
reintegrados a la Iglesia."
Podemos
decir, imaginemos por ejemplo que una agencia de prensa vaya a hacer una
entrevista a unos náufragos que están en un bote salvavidas, y les dice ¿Pero
qué hace usted en una pequeña barca en medio del océano? ¿No le parece que
usted se encuentra en una situación anormal?
Pero, ¿cómo regresar al navío que se hunde para tener una situación normal?
Cuando
el Titanic naufragó, forzosamente hubo que refugiarse en botes salvavidas. Esto
hizo la Fraternidad. Frente a una situación anormal de la Iglesia la
Fraternidad debió ponerse a salvo. Frente a una situación totalmente anormal,
es normal encontrarse en la situación en que se encontró Mons. Lefebvre y los
Tradicionalistas.
Monseñor
Lefebvre aconsejó la lectura de ciertos libros. Especialmente “Historia del
Catolicismo Liberal” por el P. Barbier que apareció en 1924. Este libro es muy
importante: Monseñor Lefebvre dijo “si yo hubiera releído este libro (lo volvió
a leer poco tiempo antes de su muerte) en el momento que fundé el Seminario (de
Ecône), yo probablemente hubiera dado una formación un poco diferente a mis
seminaristas, una formación más anti-liberal y más anti-modernista”.
El
P. Barbier hace una introducción en donde narra la historia del catolicismo
liberal desde su aparición en 1830 con Lammenais, que decía que la Revolución
francesa había levantado el estandarte de la libertad, y la Iglesia Católica
desaparecerá si no hace lo mismo. Esta es la idea del Vaticano II.
El
Catolicismo está en abierta contradicción con el liberalismo. Si buscamos las
palabras “catolicismo liberal” en la enciclopedia o en internet, por ejemplo en
Larousse dice: “es el Papa León XIII en 1892 que ha invitado a los católicos de
Francia a reconciliarse con la República francesa, que comenzó a darle vida al
catolicismo liberal”. Este fue un error político del Papa León XIII, en el
plano doctrinal no hay nada que decir, pero en Francia fue mal tomado porque la
mayoría de los católicos eran monarquistas. Los católicos eran 80% o 85% en
Francia. Los diputados hubieran sido católicos, el presidente católico, etc.
¿Por qué en países de gran mayoría católica tienen gobierno anticlerical,
masón? “Es necesario destruir el trono para luego destruir el Altar”. Una vez
que tienen los masones el poder político, han pasado a atacar la Iglesia, las
escuelas, las universidades, enseñando ideas masónicas de libertad, igualdad, fraternidad,
y terminaron por invadir toda la sociedad y luego los seminarios. Los jóvenes
que venían de familias burguesas y liberales fueron a los seminarios con estas
ideas. Y poco a poco fueron ganando puestos en la jerarquía hasta que se
apoderaron del papado. Y esto sucedió a la muerte del Papa Pio XII, triunfando
en el concilio Vaticano II.
Monseñor
Lefebvre decía que era muy importante estudiar esta historia de la Iglesia
desde la Revolución francesa y un poco antes. Porque nos damos cuenta que
finalmente a lo que nos enfrentamos hoy es exactamente lo mismo, estamos en el
mismo combate.
Cuando
vemos que esos católicos liberales están ahora en los puestos de mando de la
Iglesia, es necesario resistir. Y ahora están hablando de reintegrarnos a esa
iglesia conciliar que se ha apoderado del poder, que ocupa los puestos de
autoridad. Y es por eso que Mons. Lefebvre hablaba de dos Romas: la Roma
Eterna, la Roma Católica, y también la Roma de hoy en día, neo-modernista,
liberal, neo-protestante, que quiere imponernos la nueva religión del concilio
Vaticano II.
También
Mons. Lefebvre nos hablaba de dos Iglesias: La Iglesia Católica y la iglesia
conciliar. Mons. Tissier de Mallerais, a principios de 2015, ha recordado por
dos veces para mostrar la importancia, las siguientes palabras de Mons.
Lefebvre: Es un deber estricto, para todo sacerdote que quiera permanecer
católico, el separarse de esta iglesia conciliar. Y a esta iglesia conciliar
que ya no tiene nada de católica es con la que Mons. Fellay quiere reconciliarnos.
Y es que para Mons. Fellay no hay más que una Roma. Solo hay una Iglesia, la
iglesia oficial, visible, y hay que obedecerla.
Desde
1970 Mons. Lefebvre nos enseñó a tomar conciencia del problema, de que es
necesario separarnos de esta iglesia conciliar.
Desde
hace 15 años Mons. Fellay, desde la creación del GREC (ya desde 1992 había
contactos con el P. Lesquen, el cual llevó a Dom Gérard a reintegrarse a la
iglesia conciliar, y luego en 1994 con la creación del GREC) trabaja para la
reconciliación, para la recuperación de la Fraternidad por la iglesia
conciliar.
Encontramos
también en Larousse que el catolicismo liberal fue demolido por primera vez por
el papa Gregorio XVI con la encíclica Mirari
vos. Los bastiones del catolicismo liberal fueron destruidos a causa de la
fuerza del integrismo conservador de la Acción Francesa. A causa de la escuela
de pensamiento de la Acción Francesa. La Acción Francesa fue cancelada por el
Papa Pio XI, otro error práctico que permitió al catolicismo liberal levantar
de nuevo la cabeza. A partir de ese momento la izquierda empezó a tomar más y
más posiciones en el episcopado francés, quienes dijeron que el Vaticano II era
su obra. Desde 1926 se empezó la cacería
de brujas, se empezó a perseguir a los verdaderos católicos. El P. Le Floch,
director de Mons. Lefebvre en el seminario, fue obligado a dejar el seminario.
Todo el trabajo de San Pio X contra el modernismo y el liberalismo, fueron
destruidos. Esto explica el por qué la reacción tradicionalista contra el concilio
Vaticano II. Una vez más los católicos se enfrentaban a una actitud del
Vaticano que nos conducía al abandono de la Doctrina de la Iglesia en beneficio
de la doctrina liberal.
El
P. Barbier en 1924 empieza su libro así: el catolicismo liberal ha hecho tres
tentativas desde hace un siglo para conquistar la Iglesia de Francia y el
Papado. La primera después de Napoleón I en 1830, con Lammenais que fue
destruido por Gregorio XVI; el segundo asalto que fue destruido por el Syllabus
de Pio IX y el Concilio Vaticano I en 1870; y el tercer asalto del catolicismo
liberal fue destruido por San Pio X.
La
idea del católico liberal es decir: la Revolución, esto es, la libertad;
autorizan la libertad para todas las iglesias, pero para la Iglesia Católica la
libertad es el derecho de la Verdad. El derecho del Bien, que conduce a Dios.
En cambio, para los revolucionarios la libertad es la libertad del error, de
todos los errores. Los católicos liberales profesan la libertad para todos, lo
que es olvidar esta diferencia radical entre el verdadero derecho para la
Verdad y el falso derecho del error: los derechos del hombre, la libertad de
conciencia, la libertad religiosa. Y llegamos al punto del concilio Vaticano
II.
Dicho
en otras palabras: la Iglesia abandonó el derecho de la Verdad para jugar la
carta de los derechos del hombre, del liberalismo. Y perdió. Cuando se toman
las armas del enemigo, perdemos porque abandonamos los principios. Solo la
Verdad tiene derechos, no el error.
En
el concilio, había obispos que decían que debemos ser honestos: cuando estamos
en un país comunista, pedimos la libertad religiosa; y en nuestros países
negamos la libertad religiosa. En los países comunistas pedimos la libertad
para la Verdad. En los otros países se puede tolerar el error si se puede
provocar un mal más grande. Pero la tolerancia no es la libertad, no es el
derecho. Sólo se tolera al mal.
Y
Mons. Fellay hoy en día trabaja por un acuerdo de tolerancia, pero sólo se
tolera el mal, y entonces la Tradición, la Verdad, será tolerada por el
Vaticano. Mons. Fellay pide una etiqueta, un reconocimiento de católicos al
Vaticano.
Sobre
esto, la última noticia es el reconocimiento de la Fraternidad en Argentina. El
Cardenal Poli de Buenos Aires le ha pedido al gobierno argentino de reconocer
la Fraternidad como un ente diocesano, católico, una asociación diocesana
católica. Pero para esto hay una cantidad de formularios para llenar que son
nuestros estatutos, nuestra doctrina, las autoridades que reconocemos, nuestras
autoridades, todo un cuestionario. Entonces el cardenal dice: son católicos y
pide al gobierno argentino de considerarlos católicos y dar las ventajas
correspondientes, a saber: que los sacerdotes de la Fraternidad extranjeros
puedan tener una residencia legal en Argentina. No podemos decir, como Monseñor
Fellay, que es solamente un reconocimiento administrativo, es administrativo
por parte del Estado argentino, pero también es un reconocimiento religioso por
parte del Cardenal de Buenos Aires, que dice que la Fraternidad es católica.
Es
evidente que si no tuviera el visto bueno de Roma, todos los colegas del
cardenal lo acusarían del crimen contra el “Espíritu Santo”: ser
tradicionalista, ser lefebvrista, cripto-lefebvrista, pero él se defendería
diciendo: no, escuche, yo no soy lefebvrista, yo obedezco a la nunciatura, y la
nunciatura es también mi predecesor, el cardenal Jorge Bergoglio, que ahora es
el papa Francisco. Además se dice del cardenal de Buenos Aires que él es un
poco el obispo auxiliar pues el jefe todavía es Francisco.
Este
asunto comenzó con el P. Bouchacourt en Argentina, continuado en Roma. Y
finalmente la luz verde fue dada por Roma. Evidentemente. Se dice que el P.
Anglés de la Fraternidad representa en el Vaticano a Mons. Fellay.
Entonces
el cardenal de Buenos Aires dice que la Fraternidad es católica en Buenos
Aires. ¿Entonces por qué no es católica en París? ¿O en Roma? Por lo tanto, estamos
reconocidos. El problema es que las autoridades que nos dan esta etiqueta de
católicos son los modernistas y liberales. Por lo tanto es un mal signo.
Vean
entonces cómo con medidas prácticas, poco a poco, tenemos signos de que, como
dice el P. Nély, el tren de la Fraternidad ha partido en dirección de Roma. Y
dice el P. Nély: el que no esté de acuerdo que se baje del tren.
Monseñor
Fellay dijo en el Cor Unum 102 del 2012 que la situación ha cambiado. El
principio es el de no al acuerdo práctico sin acuerdo doctrinal, pero la
situación ha cambiado, por lo que tenemos que cambiar nuestra actitud respecto
a Roma. Esto significa que debemos condenar mucho menos los errores de Roma, de
la nueva religión, se criticará mucho menos al Vaticano. Y muchos sacerdotes
acaban por convencerse que verdaderamente estamos en una situación anormal. Y
como Mons. Fellay tarda en normalizar la situación de la Fraternidad, entonces
ellos deciden normalizar su propia situación. Como el P. de la Motte, que acaba
de pasarse a la diócesis de Versalles.
Entonces
Mons. Fellay, por su actitud, ha causado que dos sacerdotes se pasen al lado de
la Resistencia. Pero tiene sacerdotes que salen para la izquierda y para la
derecha. Cuando uno es fiel a los principios, a la Verdad, se introduce la
división. Aquí en Francia hay división en los sacerdotes y división en los
fieles.
Hay
una situación confusa. Pero Mons. Fellay está rodeado de sacerdotes que piensan
como él y no vemos cómo la Fraternidad pueda cambiar el rumbo. Hay que rezar
mucho por Mons. Fellay que es el principal responsable de esta situación.
Acabará por destruir la obra de Mons. Lefebvre.
¿Cómo
es que estos sacerdotes de la Fraternidad que recibieron su formación de Mons.
Lefebvre han llegado a esta situación? Solo podemos imaginar.
El
P. Nély dijo en junio de 2012: Hay toda una generación que crece y que vive
como si no hubiera papa en la Iglesia. Esta generación ha adquirido una
mentalidad cismática, tal vez sedevacantista y esto es muy grave. Por lo tanto
es muy necesario que arreglemos las cosas con Roma.
Mons.
Fellay y sus colaboradores han de pensar que tienen una misión del cielo. Que es
la de evitar que la bella obra de Mons. Lefebvre termine como una pequeña
iglesia, como una secta cismática. Esto
es completamente idiota, pues hemos recibido una buena formación y sabemos
perfectamente lo que es un cisma. No se trata de esto. Y sabemos que es normal
que si somos católicos, fieles de la Tradición, estemos en una situación
aparentemente ilegal. Y esto se arreglará como Dios quiera, probablemente un
milagro, y cuando esto suceda, seremos los primeros en dar gracias al Cielo y
nos pondremos bajo un nuevo papa completamente católico o un papa convertido.
Hay que reconocer que la conversión del papa Francisco parece bastante difícil.
Dios puede hacer un milagro.
Ante la confusión que representa para los
católicos la actitud del papa, ante las ambigüedades y contradicciones de Mons.
Fellay ¿qué debemos hacer?
Hacer
lo que hacíamos hace 50 años: Sostener nuestros principios, estudiar el
catecismo, y sobre todo seguir las huellas del hombre excepcional que fue Mons.
Lefebvre, que nos enseñó lo que debemos hacer frente a esta situación de la
Iglesia. Entonces hay que releer a Mons. Lefebvre, meditar sus palabras y
sostenernos en su posición, sin desviarnos ni a la derecha ni a la izquierda. A
la izquierda se han desviado las autoridades de la Fraternidad. Y a la derecha,
es natural endurecerse en la lucha y decir que todo está terminado. Pero
Nuestro Señor prometió que las puertas del infierno no prevalecerían sobre la
Iglesia.
Monseñor
Lefebvre estudió mucho, consultó grandes teólogos, grandes canonistas y la
resistencia a la autoridad es legítima, absolutamente legítima. Se puede
reconocer al papa y desobedecerlo. San Pablo lo dice en la Carta a los
Corintios: No tenemos ninguna autoridad contra la Verdad. Toda nuestra
autoridad es para vuestra edificación en la fe y en la moral. Nosotros los
Apóstoles no tenemos ninguna autoridad para vuestra destrucción, es decir, para
destruir o disminuir vuestra fe o vuestra moral.
Por
lo tanto tenemos el deber de resistir. Sin por lo mismo decir que todo está
acabado, la autoridad de la Iglesia, todo ha desaparecido, pues esto es también
grave, incluso al nivel de la fe.
Pues
así estamos: nosotros debemos escuchar, meditar todo lo que Mons. Lefebvre nos
ha dicho durante 30 años, es luminoso, claro, y ha salvado todo lo que podía
ser salvado. Desgraciadamente Mons. Lefebvre no encontró un responsable
administrativo con suficiente convicción para continuar su combate. Cuando los
equilibristas empezaron a dudar, a tener miedo, y es la locura, la locura
completa. Nos hemos visto obligados a separarnos de cierta manera para
permanecer católicos. Ahora se acabó. Incluso Mons. Fellay lo reconoció, la
situación es peor cada día y con Francisco todavía peor.
Por
lo tanto, permanezcamos fieles al legado de Mons. Lefebvre. Y conservemos la
esperanza. Ahora vivimos un castigo, el pastor ha sido golpeado y el rebaño
dispersado. Están en la confusión, en la duda. Nosotros no tenemos duda, tenemos
la certeza de la fe, la esperanza, y la caridad. Sabemos que sólo aquél que se
encuentre fiel a la doctrina de la fe y a la moral será salvado. Nosotros
tenemos la intención de conservarnos fieles, a Nuestro Señor, a los Apóstoles,
fieles a 250 papas, fieles a la Iglesia de siempre. Hay que mantener el rumbo.
Es la gracia que pedimos a la Santísima Virgen.