Enfermedad Imaginada
Los Papas Conciliares,
¿parecen haber sido abandonados por Nuestro Señor?
No si Él paró que la
pérdida de Fe de ellos fuese total.
La iniquidad de Papas
verdaderos que no dejan de destruir todo lo Católico es tan misteriosa que en
estos “Comentarios” vimos hace cuatro semanas a Monseñor Lefebvre considerando
seriamente si la Sede de Roma podía estar vacante. Él nunca pretendió, como los
liberales lo hacen, que la destrucción no es realmente destrucción, pero al
mismo tiempo su sentido de la Iglesia era demasiado fuerte para él como para
adoptar jamás la solución sedevacantista, de manera que, al menos en Agosto de
1976, el problema le pareció a él “teológicamente insoluble”. Este “Comentario”
sugirió que podría haber otra línea de solución que personas tan sanas de mente
como Monseñor pueden difícilmente imaginar. Tratemos de imaginarla.
Para ridiculizar esta
solución, un sedevacantista rabioso la apodó una vez “mentevacantismo”, pero la
etiqueta servirá. Significa no que la Sede de Roma esté vacante sino que las
mentes de los Papas están vacantes o, digamos, sus mentes han tenido el sentido
de la realidad vaciado fuera de ellas, sus mentes están vacías de realidad.
Especialmente desde la Reforma Protestante, los hombres están constantemente
liberándose más de Dios. Para hacer esto, deben liberar sus mentes de la
realidad que los rodea, porque toda realidad viene de Dios y apunta de vuelta a
Dios. Aquí está la ilusión liberal, la liberación última, conocida también como
“pudrición mental”, “enfermedad mental” o “mentevacantismo”, porque la mente
humana fue diseñada por Dios para versar sobre la realidad y no sobre la
fantasía o la ilusión.
Ahora bien, desde 1517
hasta 1958 los Papas Católicos resistieron y repelieron la pudrición mental que
constantemente engolfaba el resto del mundo, porque ya estaba acercándose
lentamente a su final. Pero demasiado muchos de los Católicos laicos, sacerdotes,
obispos y finalmente cardenales, se dejaban progresivamente infectar con la
ilusión liberal, llegando a estar convencidos que ella crearía una brava nueva
Iglesia para el Bravo Nuevo Mundo. Así en el Cónclave papal de 1958, aún si el
Cardenal Siri fue válidamente elegido, los liberales tenían bastante poder como
para forzar la falsa elección de Juan XXIII sobre el Cónclave y luego, por
convalidación, sobre la Iglesia Universal.
Pero, ¿qué es un liberal?
Él es un soñador viviendo no en el mundo real sino en un País de las Maravillas
fabricado por el propio hombre. Y, pues que más y más mentes humanas se
desconectan de la realidad y se lanzan en el sueño, entonces el liberal tiene
menos y menos oportunidades de darse cuenta de que está soñando, porque más y
más el País de las Maravillas toma posesión del mundo todo alrededor del
hombre. Esto significa que en tiempos modernos es más fácil y más fácil para un
hombre – y cada Papa permanece un hombre – estar objetivamente en el País
de las Maravillas y, sin embargo, estar subjetivamente convencido que él está
en la realidad. Aquí está esa enfermedad mental observada de primera mano por
un sacerdote de la FSPX en todos los cuatro “teólogos” Romanos que tomaban
parte en las Discusiones Roma-FSPX de 2009–2011 (noten las comillas para los
“teólogos” – en el País de las Maravillas todo es una imitación irreal de lo
real, de manera que sin algún signo tal como las comillas, fácilmente tomaremos
la imitación por la realidad).
Se seguiría que los Papas
Conciliares están, al menos en parte, “sinceramente” equivocados. Lo que esa
“sinceridad” vale internamente, sólo Dios puede juzgar. Pero externamente es
una realidad objetiva, más y más alrededor nuestro día a día. Entonces, los
Papas Conciliares no son completamente villanos conscientes, ya que en sus
mentes enfermas ellos están sirviendo a la verdadera Iglesia cambiando la
antigua Iglesia al punto de ser irreconocible, maravillándola. Ahora bien, sus
intenciones subjetivamente buenas han objetivamente pavimentado el camino al
Infierno para la Iglesia real, pero ¿no se puede decir que estas buenas
intenciones de ellos muestran que la oración de Nuestro Señor ha permitido que
la Fe de ellos no naufragase completamente (cf. Luc.XXII,32)? Aún Pablo VI
condenó la contracepción, emitió un “Credo” relativamente bueno, lloró por la
pérdida de vocaciones y habló del humo de Satanás entrando en la Iglesia
después del Vaticano II. Entonces, ¿puede uno no decir que aún con Pablo VI
Nuestro Señor mantuvo su promesa de cuidar a Pedro?
Kyrie eleison.