"Debemos estar indemnes
a todo compromiso, tanto respecto a los sedevacantistas como respecto a
aquellos que quieren absolutamente estar sometidos a la autoridad eclesiástica.
Nosotros queremos
permanecer apegados a Nuestro Señor Jesucristo. Pues el Vaticano II destronó a
Nuestro Señor. Nosotros queremos permanecer fieles a Nuestro Señor, Rey, Príncipe y Dominador del mundo entero. Nosotros no podemos cambiar nada a esta
línea de conducta.
También, cuando se nos
plantee la pregunta de saber cuándo habrá un acuerdo con Roma, mi respuesta es
simple: Cuando Roma vuelva a coronar a Nuestro Señor Jesucristo. Nosotros no
podemos estar de acuerdo con aquellos que destronan a Nuestro Señor. El día en
que coronen de nuevo a Nuestro Señor
como Rey de los pueblos y naciones, no somos nosotros a quienes ellos se
unirán, sino a la Iglesia Católica en la cual nosotros permanecemos" (conferencia en Flavigny,
diciembre de 1988, Fideliter 68, 1989).