LA INFALIBILIDAD DE LA IGLESIA -- V
El liberalismo es la guerra a Dios y es la
disolución de la verdad. Dentro de la Iglesia de hoy en día lisiada por el
liberalismo, el sedevacantismo es una reacción comprensible pero sin embargo
atribuye a la autoridad demasiado poder por sobre la verdad. El mundo moderno
ha perdido la verdad natural, más aún la verdad sobrenatural, y aquí está el
corazón del problema.
Para nuestros propósitos podríamos dividir toda la
enseñanza Papal en tres partes. En primer lugar, si el Papa enseña como Papa,
sobre Fe o moral, definitivamente y como para obligar en conciencia a todos los
Católicos, entonces tenemos su Magisterio Extraordinario (ME para acortar),
necesariamente infalible. En segundo lugar, si él no compromete todas las
cuatro condiciones pero enseña en conformidad con lo que la Iglesia ha enseñado
siempre y en todo lugar, y ha impuesto a los Católicos para que crean, entonces
él está participando de lo que es llamado el “Magisterio Ordinario Universal”
(MOU para acortar) de la Iglesia, también infalible. En tercer lugar, tenemos
el resto de su enseñanza que, si no está en línea con la Tradición, no
solamente es falible sino falsa.
A esta altura debería ser claro que el ME es al MOU
como la capa de nieve es a la montaña. La capa de nieve no hace a la cima de la
montaña, meramente la hace más visible. ME es a MOU como el sirviente es al
amo. ME existe para servir al MOU volviendo claro de una vez y por todas lo que
pertenece al MOU y lo que no pertenece. Pero lo que hace que el resto de la
montaña sea visible, por así decirlo, es que se puede rastrear hacia atrás,
hasta Nuestro Señor y sus Apóstoles, en otras palabras, la Tradición. Esa es la
razón p+or la cual cada definición de ME debe esforzarse para demostrar que lo
que está siendo definido siempre fue previamente parte de la Tradición. Fue
montaña antes que ésta fuera cubierta por la nieve.
A esta altura también debería ser claro que la
Tradición le dice a los Papas que enseñar, y no a la inversa. He aquí la base
sobre la cual Monseñor Lefebvre fundó el movimiento Tradicional, no obstante es
la misma base que, con todo debido respeto, los liberales y los sedevacantistas
fallan en asir. Simplemente lean en el Evangelio de San Juan cuan a menudo
Nuestro Señor mismo, como hombre, declara que lo que El está enseñando proviene
no de El mismo sino de su Padre, por ejemplo: “Mi doctrina no es mía, sino del
que me envió” (VII,16), o, “Yo no he hablado por Mí mismo, sino que el Padre,
que me envió, me prescribió lo que debo decir y enseñar” (XII,49). Por supuesto
nadie en la tierra está más autorizado que el Papa para decirle a la Iglesia y
al mundo lo que está en la Tradición, pero él no pue de decirle a la Iglesia o
al mundo que hay en la Tradición lo que no hay. Lo que hay en la Tradición es
objetivo, ahora de 2,000 años de edad, está por arriba del Papa y le establece
límites a lo que el Papa puede enseñar, tanto como el precepto del Padre
establecía límites a lo que Cristo como hombre enseñaría.
Entonces, ¿cómo pueden liberales y sedevacantistas a
la par reclamar, en efecto, que el Papa es infalible aún fuera de ambos, ME y
MOU? Porque ambos exageran el valor de la autoridad en relación a la verdad y
entonces ellos no ven más a la autoridad de la Iglesia como el sirviente sino
como el amo de la verdad. ¿Y porqué es ello? Porque ambos son hijos del mundo
moderno donde el Protestantismo ha desafiado a la Verdad y el liberalismo desde
la Revolución Francesa ha estado disolviendo la verdad objetiva. Y, si ya no
hay más ninguna verdad objetiva, entonces por supuesto la autoridad puede decir
cualquier cosa, lo cual es lo que observamos todo alrededor nuestro, y no queda
nada para parar a un Pablo VI o a un Monseñor Fellay de devenir más y más
arbitrarios y tiránicos en el proceso.
Santa Madre de Dios, obtén para mí amar, discernir y
defender esa Verdad y ese orden provenientes del Padre, ambos sobrenaturales y
naturales, a los cuales tu propio Hijo estaba sujeto como hombre, “hasta la
muerte y muerte de Cruz”.
Kyrie eleison
La pérdida de la verdad objetiva en profundidad
explica
Las dificultades sedevacantistas y liberales en la
Iglesia.