Este 13 de octubre de 2017,
celebramos el Centenario de la Sexta Aparición de María Santísima en Cova de
Iria.
La última de las 6 apariciones a los
pastorcitos se efectuó el 13 de octubre de 1917, cuando la Virgen había
prometido hacer un milagro de tal magnitud, que cuantos lo vieran pudiesen
creer en sus apariciones.
Lucía en la
aparición del 13 de julio de 1917, había pedido a Nuestra Señora hacer un milagro para que todos crean que Usted se nos
aparece. La Virgen respondió entonces prometiendo un milagro que todos han de ver para creer.
I. La danza del sol
Cuando llegó el esperado día, éste
amaneció frío y lluvioso, la jornada precedente, todos los caminos hacia Cova
de Iría estaban atestados de gente que iba a pie, en bicicletas o vehículos.
Los peregrinos de fe avanzaban descalzos, cantando y rezando el Santo Rosario,
millares pasaron la noche al aire libre, y a pesar de lo poco propicio del
tiempo, apresuraban el paso para encontrar un buen lugar para la aparición del
día siguiente.
Una multitud de entre 50 a 70 mil
personas de todo Portugal, muchas de ellas descreídas, burlonas y curiosas se
hallaban el 13 de octubre en el lugar de las apariciones.
Los tres videntes, esta vez ataviados
de fiesta, se hicieron paso por entre el mar de gente a eso de las once y media
y como en las otras 5 apariciones anteriores, los videntes vieron el reflejo de
una luz, y enseguida a Nuestra Señora en la encina.
Luego del diálogo narrado por la
Hermana Lucía, Nuestra Señora dijo:
«Es preciso que se enmienden, que pidan perdón por sus pecados. Y
tomando un aspecto más triste, [Nuestra Señora agregó]: No ofendan más
a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido».[1]
Dicho lo cual -en
su último aviso y la esencia del Mensaje destinado a
pasar de generación en generación como el Mensaje de Fátima– se despidió…
y al despedirse, mientras se elevaba, abrió las manos que se reflejaron en el
sol, o, como les pareció a Francisco y a Jacinta, indicó el sol con el dedo.[2]
Lucía entonces dijo a los presentes
que mirasen el sol, paró la lluvia e inmediatamente se abrieron las nubes
dejando ver un claro de cielo azul.
«De repente, el sol comenzó a vibrar con bruscos movimientos y empezó a
girar vertiginosamente sobre sí mismo como una rueda de fuegos artificiales,
desprendiendo en todas direcciones chorros de luz verde, roja, violeta,
amarilla y azul, coloreando de manera fantástica las nubes, los árboles, las
rocas y la tierra. A unos cuantos minutos, el sol quedó quieto y un momento
después volvió a su rapidísimo movimiento, con la sorprendente danza de luz y
de color cual no cabe imaginar en el más extraordinario castillo de fuegos de
artificio. Una vez más dejó el sol su prodigioso bailoteo al cabo de unos
minutos, pero tras una breve pausa, por tercera vez se hizo más brillante.
Durante doce minutos pudieron percibir el maravilloso fenómeno en un radio de
más 40 kilómetros todas y cada una de las personas congregadas».[3]
La gente podía mirar directamente al
sol sin afectar la vista.
El arzobispo Fulton
Sheen subraya empero, que, no fueron estas
tres rotaciones del sol lo que impresionó a la muchedumbre: el mayor estupor lo
causó un terrible descenso del sol, que fue el momento culminante del grandioso
milagro.
La multitud tuvo la
impresión de que el sol iba a desprenderse del firmamento y precipitarse sobre
ella incendiándola y por eso prorrumpe en un grito único de terror y
estupor: ¡Milagro! ¡Milagro!, mientras que al
unísono cae de rodillas sobre el barro y gime: ¡Misericordia Dios mío! Creo en Dios, Dios te salve María… Y hacia el Cielo,
se eleva suplicante y fervoroso, el acto de contrición: Pésame de todo corazón de haberos ofendido…
Por fin, deteniéndose de repente el
sol en su alocada caída, volvió a subir a su sitio en zigzag, conforme había
sido el descenso, y acabó recobrando gradualmente su acostumbrada luminosidad…
Aunque todos habían quedado empapados por la lluvia de la mañana, encontraron
completamente secas sus ropas apenas después de la Visión.
«La danza del sol era para la multitud, para que viese; para
que viendo creyese y creyendo llevase a los más alejados, presentes y futuros,
junto con la noticia del prodigio la otra más saludable: la Virgen había
descendido de su solio estrellado para traer a los hombres un mensaje de
misericordia y salvación».[5]
II. La masonería atestigua el milagro
¿Había tan sólo
campesinos católicos portugueses asistiendo a este milagro predicho? Entre las
70.000 personas, se encontraba el periodista masónico Avelino de Almeida, a la
sazón Jefe de Redacción de O Seculo, un diario
masónico de Lisboa, liberal y anticlerical, que así se constituyó en testigo
ocular de los acontecimientos en Cova da Iría.
«Al momento del
gran Milagro estaban presentes algunos de los eruditos más ilustres, de las
artes y de las ciencias, y casi todos ellos eran incrédulos que habían venido a
causa de la curiosidad, llevados allá por la predicción de los videntes. Hasta
el Ministro de Educación del gobierno masónico estaba presente».[6]
«Pude verlo [el
sol] semejante a un disco nítido de luz viva, luminosa y luciente, pero sin
molestar. No me pareció buena la comparación que en Fátima oí hacer, de un
disco de plata opaca. Porque tenía un color más claro, activo y rico y además
con cambiantes como una perla…Se sentía que era un astro vivo…Parecía una rueda
bruñida cortada en el nácar de una concha…Maravillosa cosa que pudiera fijarse
largo tiempo en el astro, llama de luz y brasa de calor, sin el menor dolor en
los ojos y sin ningún deslumbramiento en la retina que cegase».[7]
III. Milagro único
La Divina Providencia confió a una
Mujer el encargo de vencer al demonio, en el primer día tan funesto en que el
demonio se introdujo en el mundo, Dios habló en el Paraíso Terrenal a la
serpiente para decirle:
Pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya, y
tú permanecerás a la espera de su talón.
«Dios no ha hecho ni formado nunca más que una sola enemistad, mas ésta
irreconciliable, que durará y aumentará incluso hasta el fin, y es entre María,
su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima
Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer, de suerte que el más terrible de los
enemigos que Dios ha creado contra el demonio es María».[8]
Cuando Dios quiso
dar a luz a un nuevo pueblo en las
Américas en 1531, Él envió a su Madre a Guadalupe, en la periferia de la Ciudad
de México, ahí, Ella se apareció vestida del sol, con una luna
creciente bajo sus pies y su manto salpicado de estrellas, la Señora vestía el
cinturón de la maternidad que usaban las mujeres nativas de entonces, porque la
Santísima Virgen estaba por dar a luz a un nuevo pueblo en las Américas.
El Milagro del Sol es el único
milagro público preanunciado de la Historia mundial. Nunca antes había
anunciado Dios con antecedencia, un milagro que sería públicamente realizado, y
en especial con el propósito de confirmar un Mensaje profético, destinado a
toda la humanidad y para silenciar los enemigos de Dios. Hasta el mayor milagro
de todos los tiempos – la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo – no fue un
milagro público de esa magnitud, porque el Cristo resucitado no apareció a
decenas de miles de personas inmediatamente después para convertirlas para que
creasen. Además, la grandeza cosmológica del milagro es sin precedentes. Hasta
el milagro de Josué que aumentó el día parando el sol es mucho menos
impresionante y no puede comparárselo.
¿Por qué hubo este
milagro sin precedentes? Por una razón evidente: porque el Mensaje de Fátima
también es un mensaje sin precedentes, único tanto en las bendiciones
prometidas como en los castigos amenazados.[9]
IV. El milagro del sol proclama el reinado universal de Nuestra Señora
Sí, es la hora de
la Mujer vestida del sol.[10]
San Luis María de Montfort, formula
del siguiente modo la ley que Dios se impuso, y de la que la tesis del reino de
Cristo por el de su santísima Madre no es más que una aplicación:
«Digo… que, supuestas las cosas como son, habiendo querido Dios comenzar
y terminar sus más grandes obras por la Santísima Virgen desde que la formó, es
de creer que no cambiará de conducta en los siglos de los siglos, pues es Dios
y no cambia en sus sentimientos ni en su conducta».[11]
Es doctrina
cristiana que el reinado y triunfo final del Señor, manifestada en la Sagrada
Escritura, se obtendrá a costa de grandes y dramáticas luchas y espantosas
persecuciones. Hacia el fin de los tiempos Satán «sabiendo que le queda poco tiempo»,producirá su obra maestra de orgullo,
de malicia, de odio y de poder, el Anticristo y sus satélites, para intentar
aprovechar su oportunidad suprema en una lucha mundial, que para su vergüenza y
confusión, como ya sabemos, será su derrota aplastante y un triunfo glorioso y
definitivo para Cristo y su Iglesia.
La Iglesia ve en
María a la Adversaria personal de Satán, que debe triunfar contra él por y para
Cristo: «El Señor ha derramado sobre ti
bendiciones, comunicándote su poder, pues por medio de Ti ha aniquilado a
nuestros enemigos»[12]. Afirmación aún
más fuerte y universal: «¡Tú sola has
destruido todas las herejías en el mundo entero!». Fuertísima afirmación, en efecto: Tú, Tú sola, todas las herejías, en el
mundo entero… Se diría que
la Iglesia teme no expresar su pensamiento con suficiente claridad, ni con
bastante fuerza. Es evidente que aquí hay que ver, implícitamente expresada,
una ordenación divina. Siempre será así. Cada victoria, individual o colectiva,
lograda contra Satán por un pobre pecador o por un santo religioso, por la
Iglesia entera o por una u otra nación cristiana, será siempre obra de Ella,
después de Cristo y de Dios.
En el momento actual cargado de
materialismo, María Santísima es un refugio vivo, ya que Ella busca
afanosamente a quienes navegan sin rumbo.
Así, frente a la
violencia creciente del infierno, que pone en acción entre otros a la
francmasonería, el naturalismo, el racionalismo, el socialismo, el laicismo, el
modernismo, el espíritu revolucionario, la ideología de género, el relativismo
moral etc., vemos también cómo María sube cada vez más alto en el horizonte de
la Iglesia: ¡María bella como la luna, radiante
como el sol, pero también María terrible como todo un ejército en orden de
batalla!
Germán Mazuelo-Leytón
___________________
[1] Hermana
LUCIA, Memórias e Cartas.https://www.ebookscatolicos.com/descargas/descargar-pdf-memorias-de-la-hermana-lucia-padre-luis-kondor/
[4] CORREA DE
OLIVEIRA, PLINIO y BORELLI, ANTONIO A., Nuestra Señora de Fátima. Profecías para América y el mundo. ¿Tragedia o
esperanza?
[6] Cf.: NUNES,
LEOPOLDO, Fátima: História das aparições de Nossa
Senhora do Rosário aos pastorinhos da
Cova da Iria, 1ª ed., Lisboa, Tipografia Luzitania, 1927, 2ª ed. 1927; 3ª ed. 1928,
3ª ed. 1930.
[7] DE MARCHI,
P., JOAO, Testimonio del Dr. Almeida Garret: Era una Señora más brillante que el sol.