Correctio Filialis al papa Francisco: un antídoto
inyectado con una jeringa infectada.
La carta, abierta a nuevos signatarios, tiene ahora
los nombres de 62 clérigos -entre los cuales está Mons. Fellay, Superior
General de la FSSPX- y académicos universitarios laicos de 20 países.
Su título está en latín: “Correctio filialis de
haeresibus propagatis” (literalmente: “corrección filial sobre herejías propagadas”). Ésta afirma que el papa, por su exhortación apostólica
Amoris laetitia así como por otras palabras, acciones y omisiones respecto a
ésta, efectivamente ha sostenido siete proposiciones heréticas respecto al
matrimonio, a la vida moral y a la recepción de los sacramentos, y que él está
en el origen de la difusión de estas opiniones heréticas en el seno de la
Iglesia católica.
Estas siete herejías han sido expresadas por los
signatarios en latín, lengua oficial de la Iglesia.
De
lo que podemos alegrarnos
La Correctio Filialis ha sido como un trueno en el
mundo católico: por primera vez desde la crisis desencadenada por el concilio
Vaticano II, la ortodoxia del papa es cuestionada, ya no por la FSSPX, sino por
una base mucho más amplia. Antes las Dubia
de los 4 cardenales señalaron igualmente las afirmaciones del papa Francisco
contrarias con el dogma católico.
El interés de este texto, además de sus signatarios,
es el tono que emplea: al fin se habla de herejía, y el texto cuenta incluso
siete, ¡mientras afirma que no pretende ser exhaustivo! Finalmente se hace una
relación con el protestantismo, protestantismo que tanto ha penetrado el
conjunto de la doctrina conciliar. Un texto respetuoso ciertamente, pero sin
rodeos: se puede hablar de una verdadera corrección fraternal.
Lo
que podemos lamentar
En el texto de 17 páginas, aunque hay numerosas
referencias al Magisterio católico, contiene ocho referencias al concilio
Vaticano II (1) de las cuales tres pertenecen a Lumen Gentium, uno de los textos más nocivos del concilio.
Sin embargo, el concilio es el origen de la crisis
actual de la Iglesia, cosa que esta Correctio
Filialis se niega a señalar. Este texto está de hecho en la hermenéutica de
la reforma de Benedicto XVI que pretendía en definitiva querer encontrar una
hermenéutica que haría de la revolución conciliar el desarrollo del Magisterio
católico.
Querer contrarrestar las herejías contenidas en Amoris laetitia del Papa Francisco, texto
que se apoya en gran medida en el concilio Vaticano II, mediante esta Correctio Filialis, que también se apoya
en parte en las referencias al Concilio Vaticano II, es querer inyectar el
veneno al mismo tiempo que el antídoto, o inyectar el antídoto con una jeringa
infectada.
La
firma de Mons. Fellay
La presencia de esta firma sorprende. Por una parte
porque hace bastante tiempo que Mons. Fellay se negaba a cuestionar de manera
directa al papa, preocupado en su silencio en obtener la prelatura personal,
pero también porque esta firma tuvo lugar en un segundo tiempo, una vez que el
cardenal Müller y luego el cardenal Luis Ladaria Ferrer, nuevo prefecto de la
Congregación para la doctrina de la fe, le señalaron que no habría prelatura
más que con el reconocimiento total del concilio Vaticano II. La puerta romana
se cerró, y el Capítulo electivo de 2018 se acerca.
El elemento más vergonzoso, es que esta firma está
puesta al calce de un texto bueno en su conjunto, pero en el que una parte de las
referencias, como hemos visto, es el concilio Vaticano II. Esto equivale a
respaldar este enfoque de la hermenéutica de la reforma que da un valor
magisterial al concilio, mientras que es este concilio la fuente envenenada de Amoris laetitia. Esta firma muestra un
poco más cómo la voz específica de la FSSPX se calla para alinearse en las
críticas que emanan de los movimientos llamados conservadores de la Iglesia, a
riesgo de asumir argumentos lamentables.
Conclusión
El Concilio no es sólo un
acontecimiento que debe ser superado, no es un paso falso que debe relativizarse,
no es un texto ambiguo que debe ser reinterpretado. El concilio Vaticano II ha
sido una revolución completa que no perdonó nada. Y Amoris Laetitia es su hija natural.
“Delenda est Cartago”:
Roma comprendió que ella no sobreviviría bajo los mismos cielos que Cartago. La
Tradición no puede sobrevivir bajo los mismos auspicios que la Iglesia
conciliar. ¡Delendum est Concilium!
Christian Lassale
(1) Cosa igualmente
sorprendente: estas referencias no son publicadas en la versión francesa, como
si hubiese sido necesario evitar que estas referencias fueran demasiado
visibles...