domingo, 1 de enero de 2017

R.P. TRINCADO - SERMÓN DE LA OCTAVA DE NAVIDAD

Adoración del becerro de oro. 1700-1702. Molinari


Jesús significa "Dios salva" o "Dios es Salvador", y en la Biblia encontramos sólo a otro personaje relevante que lleva ese nombre: Jesús Ben Sirá, autor del Eclesiástico. El nombre Josué, por su parte, tiene el mismo origen y significado que el nombre Jesús. 

Josué es el nombre del sucesor de Moisés como guía del pueblo hebreo en la travesía del desierto. Como fue Josué quien finalmente hizo entrar a los israelitas a la Tierra Prometida, se le llama libertador de Israel, y en cuanto tal, es figura de N. Señor Jesucristo, que es nuestro Salvador y Libertador. Se dice de este caudillo en Eclesiástico 46, 1: Esforzado en la guerra fue Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés como profeta. De acuerdo con su nombre, fue gran salvador de los elegidos del Señor, para tomar venganza de los enemigos que surgían, e introducir a Israel en su heredad.

Como recordarán, en el desierto faltó la fe al pueblo hebreo, que tendía a murmurar de Dios, a dudar y a mirar atrás, hacia las comodidades y seguridades de Egipto, figura del mundo enemigo de Dios, en el cual éramos esclavos del demonio hasta que fuimos liberados por Cristo. Añoramos -decían los hebreos- el pescado que comíamos gratis en Egipto, y los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos. En cambio ahora tenemos el alma en aridez y nada ven nuestros ojos sino el maná (Num 11, 5).

Hay en la historia de la Fraternidad cierto paralelismo con aquélla de la travesía de los hebreos por el desierto: 40 años caminaron los hebreos y unos 40 años tenía de existencia la FSSPX cuando comenzó el hundimiento. Moisés sacó a Israel de la esclavitud de Egipto, como Monseñor Lefebvre nos sacó de las garras de iglesia conciliar. Y en similar tentación a la de los israelitas de entonces ha caído la Fraternidad, que ahora añora volver a la cautividad de Egipto, es decir, a la iglesia oficial, dominada sin contrapesos por los liberales y modernistas, ministros del diablo. Es así como se han levantado algunas voces en la FSSPX, expresando el deseo de que se “normalice” la supuesta situación irregular de la congregación. ¿Pero de qué anormalidad hablan estos murmuradores y traidores? ¿Puede ser tachado de anormal lo que se ajusta a la norma suprema de todo, que es Dios? ¿Es relevante tener apariencias de anormalidad o de normalidad jurídica a los ojos de los herejes destructores de la Iglesia? ¿Desde cuándo hay que obedecer a los hombres antes que a Dios? ¡Eso es murmurar de Dios, eso es asquearse del mamá de la Verdad y querer cambiarlo por los ajos y las cebollas de Egipto! 


Hay que creer que el mayor servicio que podemos prestar a la Iglesia es mantenernos firmes, intransigentes e inconmovibles en la Verdad. Hay que creer que si tenemos a Dios nada nos falta, como decía Santa Teresa. Eso es lo que hay que creer, ¡y no que cediendo en la fe restauraremos la fe!, ¡y no que poniéndonos bajo el poder de los destructores de la Iglesia, restauraremos la Iglesia! ¡Eso es locura, pura ilusión diabólica y traición!

También hay ciertos paralelos por contraste entre la historia de los hebreos durante esos 40 años en el desierto y la historia de la Fraternidad: el pueblo hebreo murmuraba y quería volver a Egipto, mientras la cabeza, Moisés y luego Josué, se mantenía enteramente fiel a Dios. En el caso de la Fraternidad, a la inversa, la infidelidad proviene de la cabeza: es el superior general el que quiere volver a Egipto, ¡porque confunde Egipto, la iglesia conciliar, con la Tierra Prometida! 

En una entrevista publicada el 16-10-2010, preguntan lo siguiente a Mons. Fellay: La Fraternidad Sacerdotal San Pío X celebra sus 40 años. ¿Es el fin de la travesía por el desierto, como para los hebreos en el tiempo de Moisés? Respuesta del superior general: Creo que lo que vivimos se parece más a una de esas incursiones de los exploradores que entrevén la tierra prometida, sin que las circunstancias les permitan entrar.¡Para Mons. Fellay, entonces, el acuerdo con Roma o la regularización de la FSSPX por parte de Roma modernista, apóstata y Anticristo, significa la entrada en la Tierra Prometida! ¡Increíble! Y en nada cambia esto, la siguiente explicación que da, con su acostumbrada ambigüedad: Para evitar alguna falsa interpretación de la imagen utilizada, quiero precisar que continuamos afirmando siempre y firmemente que somos católicos y que, con la ayuda de Dios, queremos permanecer tales. Lo que no le impidió redactar y entregar a Roma-Egipto, esa traidora declaración doctrinal de abril de 2012, mediante la cual pretendió rendir la Tradición a los enemigos de Cristo, poniéndonos a todos bajo el poder de éstos. Ni le impidió reemplazar la correcta condición del capítulo del 2006 por las 6 condiciones del capítulo del 2012, las cuales hacen posible el regreso a Egipto en cuanto los modernistas lo dispongan. Ni le impidió lanzar falsas cruzadas de Rosarios formulando intenciones retorcidas y tramposas. 

Y Sigue diciendo: Sin embargo, para la Iglesia toda, esta crisis se parece mucho a una travesía por el desierto, con la diferencia de que el maná es muy difícil de encontrar. Noten que al decir “la Iglesia toda”, niega implícitamente la distinción que hacía Mons. Lefebvre entre Iglesia Católica e iglesia conciliar, tumor maligno, ésta última, enquistado en aquélla; ¡tumor que debe ser cortado para que deje de infectar y de matar a la Iglesia! Y en cuanto al maná de la Verdad, de la doctrina católica incontaminada, ¿qué es eso de “difícil de encontrar”? ¿Por qué no dijo claramente que tal alimento sobrenatural se encuentra entre los que conservan la fe íntegra y se mantienen alejados de una Jerarquía liberal y modernista de envenenadores? Termina la respuesta con estas expresiones en parte ilusorias, en parte vagas, como es en él habitual: Hay signos alentadores, sobre todo de parte de Roma, pero desafortunadamente están junto a otros signos bien preocupantes. Algunas briznas de pasto en el desierto…

Estimados fieles: es un hecho que la Fraternidad está siendo desviada hacia Egipto y hacia la adoración del becerro de oro. Este fue el mayor pecado, la más grande infidelidad de los hebreos durante esos 40 años. Pues bien: ese ídolo, ese becerro de oro era una figura del maldito Vaticano II, la trampa más eficaz del diablo y la mayor infidelidad de los católicos en toda la historia de la Iglesia. Y hacia él está siendo conducida la Fraternidad por los traidores.

De los 600.000 israelitas que salieron de Egipto, sólo dos -Josué y Caleb- entraron en la Tierra Prometida. Todo el resto murió en el desierto, en justo castigo divino por su infidelidad. Hasta al mismo Moisés Dios le negó la entrada por haber dudado, en una ocasión, del poder divino. Nosotros no podemos dudar del poder de Dios, no podemos mirar atrás, no podemos añorar los miserables ajos y cebollas de Egipto, como los hebreos de entonces y los jefes de la FSSPX en la actualidad: debemos conservar la Tradición, debemos mantener la fe sin cambio alguno, debemos combatir el liberalismo, el modernismo, y todo lo que se oponga a Dios. Esa es la definición de la Resistencia. La Resistencia no es sino la continuación de la obra de Mons. Lefebvre y este es nuestro gravísimo y sagrado deber: resistir, combatir en defensa de la Verdad hasta el final.

Estimados hermanos: ¡a ser fieles, entonces, a pelear y a avanzar! Los hebreos de entonces no supieron confiar en Dios y los superiores de la FSSPX de hoy no saben confiar en Dios. Fiel no es el que sólo cree que Dios es todopoderoso -decía San Juan Clímaco- sino el que cree que lo puede todo en Dios. Y San Pablo, por su parte, dice todo lo puedo en Aquél que me hace fuerte. No dice “algo” o “mucho”, ¡dice “todo”!

Nuestra Madre santísima nos guíe, nos proteja, nos fortalezca y nos dé la victoria.