por
Amicus Romanus
De la misma boca se vierte la hiel y la miel. Pero
no en la misma dirección:
-Hacia Monseñor Williamson y Monseñor Faure, es todo hiel.
-Hacia la Roma conciliar, todo es miel.
El comunicado de Menzingen sobre la consagración del
19 de marzo ofrece un contraste verdaderamente impresionante.
I.
— ¡Todo hiel!
Los hermanos de José no podían hablarle en paz,
tanto lo celaban (Gén. 37, 4). No esperen de Menzingen una sola palabra
bondadosa, de reconocimiento, de caridad hacia Mons. Williamson o Mons. Faure,
después de sus décadas de servicios buenos y leales. Menzingen solo piensa en denunciarlos: “La
FSSPX denuncia la consagración
episcopal del R.P. Faure”. Por lo menos esto es claro. Pero ¿Por qué esta
denuncia? ¿En qué es reprensible esta consagración? Esto es mucho más oscuro.
Se siente una animosidad muy fuerte, pero no se disciernen muchos argumentos
racionales. Y peor aún: ¡ese sabor a hiel! Menzingen parece incapaz de hablar objetivamente de los dos obispos
respetando simplemente los hechos. A toda
costa deben deformar, manchar las intenciones, manchar la reputación de las
personas. La tendencia parece imparable.
1.
«Contra toda relación»
Primer ejemplo: las relaciones con Roma. Todos saben
que Mons. Williamson y Mons. Fellay se oponen sobre este punto. El primero
estima (con o sin razón, esa no es la cuestión aquí) que el segundo carece de
la fuerza necesaria para oponerse decididamente –cara a cara- a los errores de
las autoridades romanas; en lugar de impresionar a sus interlocutores –como Mons.
Lefebvre- recordándoles frontalmente las verdades inoportunas, dejándose
impresionar por ellos.
Más fundamentalmente, la oposición es sobre la finalidad de las negociaciones. Para
Mons. Williamson hay un solo objetivo: que las autoridades romanas abjuren de
los errores modernistas y liberales y todo estará resuelto. Mientras que Mons.
Fellay sueña con un reconocimiento canónico incluso antes de la conversión de
las autoridades.
Todo esto es de notoriedad pública. La cuestión no
es saber si es necesario o no discutir
con Roma, sino cómo y con qué finalidad llevar a cabo estas
discusiones.
Menzingen podía decirlo fácilmente en una palabra:
Mons. Fellay y Mons. Williamson divergen
en cuanto a las discusiones con Roma. Esto es claro, simple, verdadero,
perfectamente objetivo.
¡Pues no! Menzingen no pudo resolverse a decir las
cosas tal cual son. La necesidad de manchar la reputación fue demasiado
violenta. Desafiando la evidencia, Menzingen declaró que Mons. Williamson y
Mons. Faure están “contra toda relación
con las autoridades romanas”. Pero ellos han declarado explícitamente lo
contrario (todavía la víspera de la
consagración), pero eso no cuenta. Aparentemente, ¡Menzingen sabe mejor que
ellos lo que piensan!
2.
« No se parecen en nada»
Segundo ejemplo: la comparación entre la consagración
de 1988 y la de 2015. Las diferencias y semejanzas se pueden discutir durante
mucho tiempo[i].
Por lo menos es indiscutible que la naturaleza
del acto es la misma. Hubo un lazo de
paternidad (a través de Mons. Williamson, Mons. Lefebvre es ahora el “abuelo
en el episcopado” de Mons. Faure). Que el
mismo Mons. Lefebvre había contemplado consagrar a Jean-Michel Faure. Que el estado de necesidad en la Iglesia no
ha disminuido desde 1988. Finalmente que Mons. Williamson tiene el mismo discurso que Mons. Lefebvre en
la época.
Siempre se puede discutir de otras circunstancias de
tiempos, de lugares o de manera, pero Menzingen ni siquiera lo intenta. Su
comunicado declara simplemente que “la consagración episcopal del Padre Faure
no se parece en nada a las
consagraciones de 1988”. Lo leyó bien: en
nada.
Entre todas las maneras de criticar la consagración
de 2015, Menzingen escogió la más expedita, la más extremista, la más
insostenible: negar todo en bloque. “No se parece en nada”. Es el negacionismo integral.
3.
« Todas las declaraciones… »
Nos acercamos a la cumbre. Y he aquí finalmente: “todas
las declaraciones de Mons. Williamson y del R.P. Faure demuestran hasta la
saciedad [original en francés: à l’envi,
de manera superabundante], que ya no
reconocen las autoridades romanas”.
Esta es la acusación que mata: ¡sedevacantismo!
Acusación categórica, realizada sin la mínima sombra de duda o matiz. Estamos
muy lejos de las fórmulas interrogativo-negativas o de las alusiones
amortiguadas de Mons. Fellay cuando se trata de emitir reservas sobre el papa
Francisco (“Nosotros no comprendemos…”, “Tenemos la impresión…”). Aquí,
Menzingen comprende muy bien y tiene la certeza. Esta confesión no fue hecha
una vez, por sorpresa o a medias palabras, está en “todas las declaraciones” de
los dos malvados obispos. Sí: ¡todas! ¡Fe
de Menzingen!
No obstante, Menzingen se da cuenta que podría
haber, entre los lectores del comunicado, algunos lectores de Mons. Williamson que pueden sorprenderse un poco. Porque ellos han leído todo lo contrario. No
solamente Mons. Williamson reconoce a
las autoridades romanas, sino que frecuentemente ha argumentado contra el sedevacantismo (y de manera más
convincente que Mons. Fellay, que se contenta con presentarlo como un
espantajo).
Los que han leído al P. Faure (notablemente la entrevista antes de su consagración)
podrían experimentar la misma sorpresa. E incluso imaginarse que el buen Mons.
Fellay miente. O por lo menos, dice cualquier cosa.
Felizmente, la reserva de hiel no se ha agotado. Para
prevenirse contra cualquier pregunta embarazosa, es suficiente con acusarlos a ellos, Mons. Williamson y Mons. Faure, de mentir. ¿Todas sus
declaraciones afirman reconocer a las autoridades romanas? ¡No importa! Es
simplemente que ellos no piensan lo que dicen. Son sólo palabras al aire,
huecas, giros retóricos. Y Menzingen, que sabe mejor que ellos mismos lo que
piensan realmente, completa: “Todas
las declaraciones […] demuestran hasta la saciedad que ellos ya no reconocen a
las autoridades romanas, salvo de modo
puramente retórico”.
Esto es lo que llamamos, en buen francés, un juicio
de intención. La táctica preferida de los subversivos (comunistas, masones,
etc.), pues ella es muy difícil de contrarrestar. ¡Ustedes pueden responder lo
que quieran, poco importa, porque hemos puesto como principio que ustedes no
piensan realmente lo que dicen! Afirmen por diez veces que ustedes reconocen a
las autoridades romanas, tómense el trabajo de refutar los argumentos
sedevacantistas: nos contentaremos con responder que su insistencia sobre este
punto es sospechosa y confirma, una vez más, que ustedes no reconocen
absolutamente a las mencionadas autoridades “salvo de modo puramente retórico”.
Pregunta simple a Mons. Fellay: En conciencia y
delante de Dios ¿es verdaderamente cierto que este procedimiento polémico es
plenamente conforme con el Evangelio?
II.—
¡Todo miel!
Pero lo más impresionante, es el contraste.
Después de todo, Menzingen podría estar sufriendo de
un dolor de muelas o una mala noche cuando redactó su comunicado. Eso podría
explicar la hiel.
¿Pero la miel?
Pues, relea atentamente: ¿no es evidente que han descartado
de este comunicado cualquier expresión que pudiera constituir la mínima sombra
de riesgo de desagradar a la Roma conciliar?
1.
« Estado
de necesidad » sin causa identificada.
"La Fraternidad San Pío X reafirma que el
estado actual de necesidad en la Iglesia legitima su apostolado en el mundo
entero”. –Pero, ¿de dónde proviene este estado de necesidad? Parece flotar en
el aire, sin causa ni explicación más que del mal de los tiempos. Menzingen lo
menciona como se constataría la lluvia o el sol, y no recuerda ni una sola vez
que el mal viene primero del papa y de la Santa Sede que extienden, desde hace
50 años, errores mortales para las almas.
—
¡Chitón! ¡Chitón! ¡Atención! ¡Va usted a ofender a
Roma!...
2.
Los obispos limitados a la distribución de los
sacramentos.
Monseñor Lefebvre consagró obispos para que ellos
pudieran ordenar sacerdotes, esto es cierto, pero también para defender la fe y
combatir los errores actuales.
Sobretodo los errores modernistas y liberales, difundidos por la jerarquía
conciliar.
Aparentemente, esto se terminó. Para Menzingen, los
obispos no deben combatir más los errores. El comunicado explica que Mons.
Lefebvre consagró los obispos en 1988 “con
el único fin de permitir a estos fieles recibir los
sacramentos a través del ministerio de los sacerdotes que iban a ser ordenados
por estos obispos”.
“el
único fin”: el estado de necesidad en la Iglesia se limita a
los sacramentos -¿Y la crisis doctrinal? ¿Y los errores de la Roma conciliar,
de tendencia neo-modernista y neo-protestante tan frecuentemente denunciada por
Mons. Lefebvre?
—
¡Chitón! ¡Chitón! ¡Atención! ¡Va usted a ofender a
Roma!...
3.
Errores
que vienen quién sabe de dónde.
No obstante, hay errores. Menzingen indica que hay
que oponerse a ellos. En su arrebato
marcial, el comunicado llega hasta declarar valientemente que la Fraternidad
debe oponerse a los errores “sea cual fuere su procedencia”. ¡Ah! Qué
bien suena eso de “sea cual fuere su procedencia”! Y justamente, ¿de dónde vienen? ¡No nos dirán nada
más!
—
¡Chitón! ¡Chitón! ¡Atención! ¡Va usted a ofender a
Roma!...
Acusado
por Mons. Williamson de reblandecerse frente a la Roma conciliar, Mons. Fellay
hubiera podido aprovechar la ocasión de probar que no es así. Algunas palabras
contra la Roma neo-modernista y neo-protestante hubieran sido particularmente
adecuadas. Incluso la situación misma parecía exigirlo. ¡Pues no! Ni una sola
palabra. Mons. Williamson y Mons. Faure son vilipendiados, pero la Roma
modernista no es denunciada de ningún
modo.
Y
sobre esto, una de dos:
•
Sea
(sospecha complotista) que el nuevo responsable de la comunicación de Menzingen
es un aliado secreto de Mons. Williamson: él trabaja pérfidamente para
desacreditar a Mons. Fellay publicando, en su nombre, comunicados de factura
liberal (meloso para los enemigos de la fe, amargo para sus defensores).
•
Sea
que el comunicado exprese realmente la forma de pensar de Mons. Fellay.
Y entonces se comprenden las felicitaciones que Mons. Pozzo le dirigió
prontamente a la FSSPX por este bello comunicado.
P.S. Consideración accesoria.
Es curioso que Menzingen se exprese siempre como si
el estado de necesidad que aflige a
la Iglesia, fuera su terreno propio o su propiedad privada. Solamente la FSSPX
parece poder invocarlo para justificar su apostolado.
Finalmente, Menzingen parece atribuirse una suprema
jurisdicción extraordinaria casi como
el papa ejerce la suprema jurisdicción ordinaria.
Esta perspectiva explicaría el por qué Menzingen se cree autorizado a “denunciar”
la consagración de Mons. Faure: atenta contra su monopolio.
Si no es esto, ¿qué es entonces? ¿Una prelatura
personal ya acordada por Roma –secretamente-
a Mons. Fellay?
[i] En cuanto a las diferencias, Menzingen subraya
enfáticamente “algunos cientos de periodistas del mundo entero” que estuvieron
presentes en 1988. Visiblemente, para Monseñor Fellay esto es muy importante.
Necesitamos preguntarle cuántos periodistas –en su opinión- estuvieron presentes
durante la primera consagración episcopal la noche del Jueves Santo.