EPITAFIO
CONTRADICTORIO
Nuestra naturaleza hecha buena por Dios, Adán estropeó.
Lo que de bueno por Dios desea, Adán lo dificulta.
Bajo el vasto y estrellado cielo
Caven la fosa y déjenme yacer.
Alegre viví y alegremente muero,
Y al yacerme lo hago con un deseo.
Éste sea el verso que para mí grabarán:
Aquí él yace donde añoró estar.
En su hogar el marinero está, desde el mar
Y el cazador desde la colina en su hogar.
—R.L. Stevenson (1850–1894)
Este epitafio para el poeta mismo es elocuente por su simplicidad, y conmovedor porque toca a la muerte, esa inevitable tragedia de la vida humana. Conmemorando vida y amor, los poetas a menudo tratan sobre la muerte, que tan misteriosamente acaba con ambos. En cambio, no deseando pensar en el sentido de la vida o de la muerte, los pobres materialistas acaban con la poesía y la imprimirán como prosa si pueden, precisamente para no tener que pensar en cualquier cosa más elevada que la materia. Pero el misterio permanece . . .
En teoría, el epitafio de
Stevenson es valiente. En las tres últimas líneas de cada estrofa, en seis de
ocho líneas, él dice en seis maneras diferentes que él está feliz de morir.
Pero el poema está cargado con contradicción. Si “alegre él vivió”, ¿cómo puede
alegremente morir? Si él estaba tan alegre de morir, ¿cómo pudo haber estado
alegre de vivir? Para estar tan alegre de morir como él reclama, debe haber
perdido su deseo de vivir, o haberlo cerrado, lo cual él sólo podía hacerlo
rechazando para su vida cualquier destino o significado o existencia más allá
de su muerte animal, y esto podía hacerlo sólo pretendiendo no ser más que un
animal. Pero, ¿qué animales se toman la pena de escribir poemas elocuentes y
conmovedores?
¡O! Robert Louis, usted
sabía que usted no era solamente un animal. Usted se tomó el trabajo de
escribir muchas obras literarias, incluyendo un fascinante cuento de vida y
aventura para niños, La Isla del Tesoro, y un horripilante cuento de corrupción
y muerte para adultos, El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, y sus
trabajos en conjunto hacen de usted corrientemente el 26to autor más traducido
en el mundo. Cierto, sus padres eran Presbiterianos Escoceses, una secta
Calvinista tan rigurosa en el medio del siglo 19no como para transformar más de
un buen hombre en ateo. Pero, ¿cómo pudo usted así desvalorizarse delante de la
muerte? ¿Cómo pudo usted pretender que la muerte era su “hogar”?
El Creador originalmente
no diseñó para la muerte animal al animal racional que el hombre es. Si todos
los hombres desde Adán y Eva hubieran hecho correcto uso de su racionalidad, o
razón, durante la duración prevista para sus vidas terrenales, entonces en
lugar de su ahora inevitable muerte animal ellos se hubieran deslizado
indoloramente hacia la vida eternal que el correcto uso de su razón les hubiera
merecido para ellos. Pero, ese diseño original fue frustrado cuando Adán
desobedeció a su Creador y cuando, por la misteriosa solidaridad de toda la
humanidad futura con su primer padre, él arrastró a todos los hombres hacia
abajo, en el pecado original. A partir de ese momento en adelante, la
contradicción es intrínseca a toda naturaleza y vida humanas, porque tenemos
una naturaleza creada por Dios en guerra contra nuestra naturaleza caída por
Adán. Nuestros verdaderos – no falsos – “anhelos inmortales” vienen de nuestra
naturaleza tal como hecha por Dios y para Dios, mientras que nuestra muerte
animal es “hogar” solamente para nuestra naturaleza en cuanto que caída.
“¡Desdichado de mí!”, exclama San Pablo (Rom.VII,24–25), “¿Quién me libertará
de este cuerpo mortal? ¡La gracia de Dios por Jesucristo Nuestro Señor!”
Kyrie eleison.