2da. CONFERENCIA, PADRE PFLUGER
Retiro impartido a los hermanos de la FSSPX
Flavigny - Navidad 2013
La finalidad de la verdadera reforma es la salvación por el
renunciamiento, la humildad, la obediencia. En un contexto de rechazo de la
verdad, de la Tradición, nosotros no debemos tener una actitud agresiva, pues Dios
vino para salvar al mundo. “Nadie puede ver a Dios si no renace del agua y del
espíritu”: esa es la reforma.
Dios ha amado tanto al mundo, que le dio a su Hijo… pues Dios
no envió a su Hijo para juzgar al mundo sino para que fuera salvado por Él. Sí,
Dios quiere salvar este mundo y nosotros, nosotros decimos: está maldito. Dios
no dice nada parecido, nada es imposible para Dios. No es un problema de fe
sino de esperanza. Dios vendrá a juzgar, nosotros no debemos adelantar este
juicio sino que tenemos que salvar las almas.
Ejemplo de verdadera reforma lo sacamos del libro « La
Santa Iglesia a través de su historia”, de nuestro querido Padre
Jean-Dominique. Los católicos perseguidos pensaban que era el fin del mundo. El Papa aceptó lo
que propuso Constantino, que no era perfecto, venía de un emperador (pagano),
pero se tomó igualmente. (El Papa no lo rechazó bajo pretexto que el Edicto de
Milán se aplicaba en nombre de la libertad religiosa). En las
persecuciones, sobrevivieron. Una vez liberados de las persecuciones, miles de
jóvenes dejaron el mundo, fluyeron las vocaciones. ¡Es un fenómeno muy extraño!
Se constata una falta de entusiasmo en la Tradición
actualmente. No tenemos este fenómeno de dejar el mundo por la contemplación. El
estado actual de las vocaciones es decepcionante. ¡Por ejemplo el Carmelo! que
entró en la « seudo-resistencia », lo que es ridículo. Ellos no
tienen vocaciones. Hay un ideal que en la Tradición nosotros no somos capaces
de transmitir. Se ve en la lamentable asistencia a la misa en la semana.
Es muy simple no ver más que la perversión del mundo, es la
fe que vence el mundo: primacía de la contemplación, amor de la Cruz y por lo
tanto de la misa, es por ella que se vence al mundo. Nuestro combate ha sido idealizado, nuestra
manera de ver es negro o blanco.
La realidad
toma su tiempo, por
ejemplo el concilio de Constantinopla, San Atanasio fue exiliado 7 veces,
predicó en la ciudad mientras que el obispo arriano estaba allí instalado. Su
lucha duró más de 60 años. Es el misterio de la historia, Dios hace el hombre
que viene en este tiempo, en este mundo, no ahogándolo todo, destruyendo todo y
luego construyendo un nuevo mundo. Nuestro Señor se encarnó en este mundo
podrido. La
realidad exige un largo caminar, no que el Papa se duerma modernista y se
despierte tomista. Nuestro Señor dijo: “Es por vuestra perseverancia
que salvaréis vuestra alma”. Todos nosotros priores, superiores, tal vez no hemos
comprendido por dónde hay que comenzar la reforma. Como reformador,
San Raymundo de Capua, se enfrentó a una rebelión en el seno de la Iglesia.
Toda reforma es obra del Espíritu Santo, es una obra de la Iglesia. Monseñor
Lefebvre se apoyó de medios ordinarios para su reforma.
Monseñor Williamson dice que la naturaleza está tan
destruida, que los seminarios tridentinos ya no funcionan, que hay que hacer
otra cosa: ¡es ridículo!