¡Un inmenso sufrimiento!
Lo que parecía imposible humanamente, se está realizando.
¡Imposible para los sacerdotes ordenados por Monseñor Lefebvre, el rechazar su enseñanza y renunciar a su combate! ¡Imposible para tres de los obispos consagrados por él, para uno el enseñar lo que Monseñor Lefebvre condenó y para los otros dos el permanecer silenciosos y por lo tanto cómplices… avalando por lo tanto la expulsión del cuarto ¡por fidelidad al que lo consagró! Imposible también que tantos sufrimientos, tanto trabajo, tanto valor, tanta generosidad y a veces tantas lágrimas… sean olvidadas y despreciadas tan alegremente. Imposible finalmente que una autoridad feroz pueda castigar tan duramente en una entidad que se adorna todavía con el título de “Fraternidad”mientras que son tratados en ciertas situaciones delicadas sin el más mínimo signo de atención, de comprensión, y para decirlo todo de… ¡caridad cristiana! ¡Esto es lo que está sucediendo, provocando el naufragio de una construcción que creíamos insumergible!
¡Son solamente los ciegos los que no pueden tomar conciencia! Algunos hasta se alegran: estos están maniobrando desde hace décadas. El 16 de septiembre de 1987 (¡hace 27 años!) Monseñor Lefebvre me escribió: “Estoy perfectamente de acuerdo sobre esta infiltración peligrosa. Siento que una acción furtiva se está llevando a cabo para arruinar el bloque de la tradición católica” (Carta manuscrita: facsímil en la pág. 134 de mi libro). La “acción furtiva”, por lo tanto, ha cumplido su objetivo. Hay que lamentar que en aquella época, cuando éramos unos pocos gritando ¡el lobo!, nos dejamos amordazar… ¡e incluso demasiado tarde!... Fuimos considerados como alborotadores peligrosos. Yo lo padecí dolorosamente en el 2010.
En el espíritu de Monseñor Lefebvre, el « bloque de la tradición católica” era la FSSPX. ¡Este bloque se está arruinado! En su seno, las traiciones, las persecuciones, las expulsiones y las mutaciones se multiplican. No hay semana en que no se revele una nueva, a tal punto que es difícil llevar la cuenta. Y esto no ha terminado… ¡Qué miseria! ¡Qué horrible pesadilla! Pues esto es lo que Monseñor Fellay declaró en Kansas City (11-13 de octubre pasado): "Cuando vemos lo que pasa ahora, agradecemos a Dios, agradecemos vivamente a Dios de haber sido preservados de cualquier clase de acuerdo el año pasado. (…) Imagínense que hay algunas personas que siguen pretendiendo que nosotros todavía buscamos obtener un acuerdo con Roma… ¡pobres! Los desafío a probar lo que dicen".
¡Nos quedamos sin palabras ante la suerte reservada a los sacerdotes que precisamente se oponen a este acuerdo! ¿Y cómo el Superior General de la Fraternidad puede “agradecer a Dios de haber sido preservados de cualquier clase de acuerdo”, cuando en realidad estaba decepcionado de que el acuerdo no se firmó? ¿No escribió él que “desgraciadamente”no podía firmar este acuerdo por falta de consenso en el seno de la Fraternidad?...
¡Desgraciadamente!...
La mañana del 30 de junio de 1988 -de gloriosa memoria- algunos sacerdotes tradicionalistas se dirigieron a Roma para dar su lealtad a la iglesia conciliar, traicionando así a Monseñor Lefebvre, al cual la mayoría debía su sacerdocio. El 5 y 6 de junio ellos se encontraron con el Papa y el Cardenal Ratzinger -en ese entonces prefecto de la congregación de la Fe- así como con el cardenal A. Meyer, nuevo presidente de la Comisión romana para arreglar las cuestiones relativas a la Tradición católica. El 18 de julio, ellos fundaron en la Abadía cisterciense de Hauterive la “Fraternidad San Pedro”, dentro de la cual el Padre Joseph Bisig (suizo) fue elegido Superior general, y los padres Denis Coiffet (Francia) y Gabriel Bauman (Suiza), sus asistentes.
Monseñor Fellay, en ese entonces Superior del Distrito de Suiza, se afligió mucho. Él dirigió una carta a los sacerdotes suizos de la FSSPX. Uno de esos sacerdotes me mandó una fotocopia…este es un extracto:
Una noticia muy triste me llegó ayer por la tarde: dos sacerdotes suizos de la FSSPX nos han dejado definitivamente y un tercero está a punto de seguirlos. Ellos no tienen la intención de“continuar” la Fraternidad, la cual, según ellos, se encuentra actualmente sin cabeza (…)
Como se podría esperar, Roma « toma el paquete » en su operación de recuperación y de división (…). Se les pide simplemente firmar el protocolo del 5 de mayo y su fidelidad a la Santa Sede, el reconocimiento de que Monseñor Lefebvre está en cisma y se les promete la erección de la Fraternidad San Pedro, la cual será de derecho pontifical y cuyos estatutos no son otros que los de nuestra Fraternidad (…)
A pesar de todas las lecciones del pasado, nuestros queridos y desafortunados cofrades mencionados se dejaron atrapar en la trampa, una bella trampa, hay que reconocerlo, y desgraciados, se hacen instrumentos de división (…). La trampa está muy bien montada: ¡sepárense de Monseñor Lefebvre a quien ustedes le deben todo, les acordaremos lo que ustedes deseen, pero sométanse a nosotros que promovemos el ecumenismo, una nueva visión del judaísmo y del islam, los derechos del hombre y la nueva misa, los nuevos catecismos y el nuevo derecho canónico! ¿Quién no ve que esta empresa va a fracasar? Tarde o temprano, habrá confrontación entre la autoridad romana y los miembros de la Fraternidad San Pedro… y ¿quién cederá? No es difícil predecirlo… Habrá bastantes lágrimas en este camino (…)
Esto no es otra cosa que un « copiar-pegar »de todo lo que se le ha propuesto al mismo Monseñor Fellay. ¿Es que ya no lo recuerda?