Los liberales son siempre contradictorios. Este escandaloso episodio sucedido hace dos días en la Catedral modernista de Buenos Aires puede darnos un buen ejemplo.
En vez de plantarse y combatir contra el Superior de su congregación que dice que “los judíos son nuestros hermanos mayores”, que critica el libro “El judío en el misterio de la historia” del Padre Meinvielle, que dijo “somos semitas de corazón”, que desafectó a Mons. Williamson del Seminario, lo arrinconó y lo expulsó para quedar bien con el Papa amigo de los judíos (Benedicto) y porque aquel obispo cuestionaba sus afanes acuerdistas con Roma, en vez de combatir contra todo eso y más de parte de unos superiores liberales, ahora algunos sacerdotes bienintencionados salen con lo que parece una “quijotada” contra el gran poder judío que pone a la congregación en el centro del repudio mundial, además de que, más allá de aguarles la fiesta momentáneamente, no obtiene ningún retroceso del poder judeo-masónico sino que le da motivos para avanzar más contra la Tradición.
Por eso es interesante ver esta inconsecuencia de los liberales que por una parte aceptan todo aquello ad intra, y luego lo combaten ad extra. Tal vez por no haber sabido dar el combate adentro, tampoco lo saben dar afuera. La FSSPX, con este incidente, incurre en la consabida contradicción de los liberales: unos buenos Sacerdotes y fieles se lanzan valerosa y frontalmente contra los judíos mientras su diplomático jefe, astuta y cobardemente, quiere congraciarse con los judíos. Dos caras.
Pero, acá debemos preguntarnos lo siguiente: estos sacerdotes involucrados, ¿actuaron de motu proprio o fueron autorizados por el Superior de Distrito, Padre Bouchacourt? Nos parece que esta última es la respuesta. Si estos sacerdotes (de reciente ordenación) fueron con la venia y tal vez incluso con una sugerencia del P. Bouchacourt, entonces de lo que se trata aquí es de una maniobra de reposicionamiento de los liberales que con este acto pretendían convencer a los fieles que permanecen dentro de la Fraternidad, de que ellos siguen siendo tan católicos como lo era Mons. Lefebvre, quedando nuevamente como los campeones de la ortodoxia católica. Sí, a tales extremos puede llegar la astucia acomodaticia liberal, y lo hemos visto muchas veces en Mons. Fellay y en la estrategia general de cambiar la imagen de la congregación a través de una empresa de “branding”. A veces hay que dar una imagen, y a veces la contraria, de conformidad a los cálculos políticos. Quizá la idea sea imitar lo sucedido en Francia en los meses pasados: la cruzada de la FSSPX contra el "matrimonio" sodomita creó la impresión de que realmente nada cambiaba en la FSSPX. Los sermones combativos e indignados, las marchas de multitudes, los impresionantes videos de incidentes con la policía y de sotanas apaleadas, y, en general, el fragor de ese noble combate en el "frente externo" parecía probar a los franceses que la Fraternidad se mantenía "en orden de batalla" contra todos los enemigos de Dios: nada había cambiado. Y así es como se produjo un nocivo efecto en el "frente interno": Sacerdotes y fieles se adormecieron respecto de la traición de Mons. Fellay.
Pero, para volver al incidente del pasado martes en la Catedral de Bs.As., he aquí que, seguramente, el incidente pasó a mayores contra toda previsión, porque no es coherente con la tibieza liberal el arrojo y el riesgo de caer en la condena pública, ¿o acaso no se escandalizaron tantos cuando se produjo la execración pública mediática a Monseñor Williamson, no fue Mons. Fellay el primero, diciendo que lo quería tener bien lejos de él? ¿Entonces? Lo que probablemente haya ocurrido es que estuviera previsto un acto de desagravio más discreto, tal vez incluso previo a la reunión interreligiosa. Pero entonces los fieles tomaron la iniciativa y arrastraron con ellos a los sacerdotes. De ninguna manera pudo haberse decidido antes que uno de los fieles arrebatara el micrófono e increpara a los asistentes como se hizo. Es evidente que una vez comenzado el acto ya no se podía volver atrás y, enardecidos algunos y embalados otros ante la turbamulta de agresores que los rodeaban, apretaran el acelerador para llevar el acto hasta sus últimas consecuencias. Todas cosas que en los papeles no podían estar escritas.
De manera tal que, en nuestra hipótesis, los liberales de la Fraternidad quisieron aprovechar un legítimo amor a Dios y afán de repudio de sus enemigos por parte de sinceros fieles y sacerdotes, para sacar de ello rédito político, lo cual la divina Providencia se lo impidió dejando que las cosas se pusieran peores y ahora la Neo-FSSPX tenga su propio “asunto Williamson”. Bouchacourt quedará pegado e intentará calmar las aguas tal vez como hizo en su momento Mons. Fellay arrojando del bote a Mons. Williamson. Mons. Fellay continuará callado hasta que tenga que emitir alguna declaración diplomática de las que sabe hacer.
Comprendemos el hartazgo de los fieles, ante el clima opresivo que se vive en Buenos Aires muy especialmente desde que el modernista y judaico Bergoglio fue elegido para ocupar la silla de Pedro. El círculo parece estrecharse cada vez más. Cada día que pasa se descubre un nuevo sacrilegio, una nueva afrenta, un nuevo avance de la impiedad judaica con el disfraz de “diálogo” y “democracia”. Pero también tenemos que comprender que, así como los Apóstoles fueron expulsados de las sinagogas y no volvieron atrás, así nosotros no podemos defender lo que ya no es nuestro, y las iglesias como la Catedral de Bs. As., prácticamente transformadas en sinagogas, ya no nos pertenecen. Ellos tienen los templos, nosotros tenemos la fe. Ellos rechazaron a Dios y Dios los ha dejado rechazarlo y ya tienen su castigo. Por eso con esa iglesia conciliar o “sinagoga católica”, ninguna parte.
Y por eso también, si tan claro se nos presenta el panorama ad extra, debe mirarse para adentro, y entender cuál debe ser la forma de actuar. Y, en primer lugar, saber combatir a los enemigos de adentro, los liberales agazapados, para poder luego combatir eficazmente a los enemigos de afuera, los modernistas judaizados, que servirán ahora de instrumento en manos de la Divina Misericordia para castigar a unos y para probar a otros, en esta depuración de la Tradición que continúa haciendo Nuestro Señor. Mantengámonos despiertos.