Cita
del Padre Bouchacourt :
...
"duele comprobar que este discurso claro haya desaparecido hoy en día de
la boca de las autoridades de la Iglesia Católica. En nombre de la libertad
religiosa exaltada durante el Concilio Vaticano II, ya no hay nadie que
defienda los derechos de Dios sobre los hombres y la sociedad. Ayer los Papas
pedían a los gobernantes proteger y sostener la Iglesia, como así también
ajustar las leyes civiles a la ley divina expresada en los Mandamientos. ¡En la
actualidad todo es al revés! Lo único que la Santa Sede pide a las
autoridades civiles es que concedan libertad a la Iglesia Católica: la libertad de coexistir junto a las otras religiones. Leamos
estas palabras del Papa Pablo VI dirigidas a los gobernantes: “¿Y qué pide ella
de vosotros, esa Iglesia, después de casi dos mil años de vicisitudes de todas
clases en sus relaciones con vosotros, las potencias de la tierra (…) no os
pide más que la libertad: la libertad de creer y de predicar
su fe; la libertad de
amar a su Dios y servirle; la libertad de
vivir y de llevar a los hombres su mensaje de vida”.
Comentario
del sacerdote que nos ha enviado este artículo:
“¡Él reprocha a la iglesia (conciliar) el
pedir la libertad, pero es exactamente lo que pidió la FSSPX en la primera
condición!!!
El
Padre ha puesto el dedo en el problema.
Esto
nos recordó un artículo hipócrita del padre Thouvenot el 7 de diciembre de 2012
que terminaba con estas palabras:
“Y si, con ocasión de este aniversario (quincuagésimo
del Vaticano II) recordamos la petición de un arzobispo misionero que nunca
dejó de exigir que se le permitiera “hacer la experiencia de la Tradición”? No
una experiencia aventurera más, sino una experiencia probada, pues la Tradición está
probada desde hace 2000 años”
En
esa época no tuvimos tiempo de comentar este artículo. Le recordamos al Padre
Thouvenot que finge no recordar que este arzobispo misionero reconoció su error
después y dijo:
-
en su Itinerario espiritual, verdadero testamento de Monseñor Lefebvre, escrito
algunos meses antes de morir: “Es
entonces un deber estricto para todo sacerdote que quiera permanecer católico,
separarse de esta Iglesia conciliar mientras que no regrese a la tradición del
Magisterio de la Iglesia y de la fe católica” (Itinerario espiritual, 1990,
pág. 29)
-
Después, en enero de 1991, dos meses antes de su muerte, Monseñor Lefebvre
escribió en Fideliter 79 pág.11: “También
ahora, a aquellos que vienen a decirme: hay que entendernos con Roma, creo
poder decir que yo fui mucho más lejos que lo que debí haber ido”.
En
efecto, pedir a Roma hacer la experiencia de la Tradición es una experiencia no
solamente aventurera sino pecaminosa: II juan I, 10-11: “Si alguien se presenta ante ustedes y no trae esta misma doctrina, no
lo reciban en su casa ni lo saluden. Porque el que lo saluda se hace cómplice
de sus malas obras”.
Si
saludando a Roma participamos “en sus malas obras”, ¿qué hacemos entonces
aceptando el principio de ponernos bajo su dependencia y bajo su autoridad? Una
traición.