Y sobrevino luego una tormenta tan grande en
el mar, que las olas cubrían la barca. Y N. Señor, levantándose, mandó a los
vientos y al mar, y se hizo una gran paz
Dice Santo Tomás (Catena Aurea) que Nuestro Señor un día mandará a los vientos o espíritus, es decir, a los demonios -que son los que agitan las persecuciones- y dará una gran paz a la Iglesia y al mundo. Cabe preguntarse si para terminar con la actual tormenta que azota a la Iglesia y al mundo, querrá Dios imponer una gran paz súbita.
Una posible respuesta:
N. Señora de Fátima (1917): Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará.
El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al
mundo un tiempo de paz.
Nuestra Señora de la Salette,
Francia (1846): Entonces Jesucristo, por
un acto de su justicia y de su misericordia, ordenará a sus ángeles que todos
sus enemigos sean ejecutados. De pronto, los perseguidores de la Iglesia de
Jesucristo y todos los hombres entregados al pecado perecerán, y la tierra será
como un desierto. Entonces se hará la paz.
Nuestra
Señora de Akita, Japón (1973): El Padre mandará un terrible castigo a toda
la humanidad. Será un castigo más grave que el diluvio, como jamás ha habido
otro… Fuego caerá del cielo y eliminará a gran parte de la humanidad...
Santa Brígida (s. XIV): Cuarenta
años antes del año 2000, el demonio será dejado suelto por un tiempo para
tentar a los hombres. Cuando todo parecerá perdido, Dios mismo, de improviso,
pondrá fin a toda maldad.
San Vicente Ferrer (s. XIV): Vendrá un tiempo que ninguno habrá visto
hasta entonces… Se producirá un estruendo tan grande, como ni fue ni se espera
otro mayor, sino el que se experimente en el juicio. Llorará la iglesia… pero
la tristeza se convertirá en gozo. El rey de reyes y el señor de los señores lo
purificará y regenerará todo.
Venerable
Bartolomé Holzhauzer (s. XVII): El Omnipotente, entonces, intervendrá con un
golpe admirable que nadie en el mundo puede imaginar. Durante tres días, la
tierra será sumergida en la obscuridad más completa. Como antes en Egipto, el
Ángel Exterminador abatirá todos aquellos que se han levantado con odio
satánico contra la Iglesia y los sacerdotes.
San
Gaspar del Búfalo (s. XIX): Aquel que sobreviva a los tres días de tinieblas y
de espanto creerá haber quedado solo sobre la tierra, porque ella estará
cubierta de cadáveres.
Fray
Bernardo María Clausi (s. XIX): Las cosas llegarán al colmo, y cuando todo
parezca perdido… Dios… arreglará todas las cosas en un abrir y cerrar de ojos,
como de la mañana a la tarde... Vendrá un flagelo terrible y dirigido
únicamente contra los impíos. Será un flagelo enteramente nuevo y como no se ha
visto otro en el mundo… grandes pecadores se convertirán porque entonces
conocerán a Dios. Este flagelo se hará sentir en el mundo entero y será tan
terrible que los sobrevivientes se imaginarán ser los únicos que se han
librado. Este azote será instantáneo, pero terrible.
Venerable
Fray Jacinto Coma (s. XIX): La Providencia tiene reservado un medio imprevisto,
que hará de un solo golpe lo que habría demorado mucho tiempo siguiendo el
curso normal de las cosas.
Sor María des Vallées (s. XVII): Porque hay tres diluvios… enviados para
destruir el pecado. El primer diluvio es el del Padre Eterno, que ha sido un
diluvio de agua; el segundo es el diluvio del Hijo, que ha sido un diluvio de
sangre; el tercero es el del Espíritu Santo, que será un diluvio de fuego. Mas
será triste como los otros porque encontrará mucha resistencia y cantidad de
madera verde que será difícil de quemar. Dos ya han pasado, pero el tercero está
pendiente y como los dos primeros han sido predichos largo tiempo antes de que
llegaran, así el último. Sólo Dios conoce el tiempo.
Venerable Isabel Canori (s. XVIII): Vi el mundo en completa revolución, el orden
y la justicia no reinaban más. Los siete pecados capitales eran llevados en
triunfo. Por todos lados se extendía la injusticia, la mentira, el libertinaje
y toda suerte de iniquidades... todos los fieles que hubieran guardado en su
corazón la fe de Jesucristo... se verán... librados del horrible castigo… Repentinamente
se levantó un viento violento e impetuoso, cuyo silbido se parecía al rugido de
un león. El terror y el espanto se esparció entre los hombres y hasta entre los
animales... Se servirá del poder de las tinieblas para exterminar a estos
hombres sectarios, impíos que quisieron echar por tierra la Iglesia y
destruirla hasta sus cimientos... Pero Él se reirá de ellos y a una señal de su
mano poderosa, castigará a estos pérfidos y a estos blasfemos, permitiendo a
las potestades tenebrosas que salgan del infierno... Inmensas legiones de
demonios recorrerán el mundo entero. Y por las grandes ruinas que causarán,
ejecutarán las órdenes de la Divina Justicia. Todos atacarán y dañarán a las
familias, a las propiedades, a las ciudades, a los pueblos, a las casas y nada
será perdonado de lo que hay en la tierra, permitiendo Dios que estos mentirosos
sean castigados… dándoles una muerte rápida y bárbara, porque voluntariamente
se sometieron al poder del infierno haciéndose con él aliado contra la Justicia
Divina… Vi entonces abrir una sombría y espantosa caverna de fuego de donde
salía una multitud de demonios, que habiendo tomado la forma de hombres
bestias, venían a infestar el mundo, dejando por todas partes solo carnicería y
ruina. Los malos espíritus devastarán los lugares donde Dios haya sido ultrajado,
blasfemado y tratado de una manera sacrílega. Estos lugares serán arruinados,
aniquilados, de ellos no quedarán ruinas ni vestigios.
Beata Ana María Taigi (s. XVIII – s. XIX): Tinieblas pestilentes, pobladas de visiones
horrorosas, envolverán la tierra durante tres días. El flagelo… del cielo que será espantoso y universal... Todos
los enemigos de la Iglesia, ocultos o aparentes, perecerán en las tinieblas,
con excepción de algunos que Dios convertirá después. El aire será apestado por
los demonios que aparecerán bajo toda suerte de formas horribles.
Petite Marie des Terreaux (s. XVIII – s. XIX): Tal como se vio comenzar la Revolución, tal
se la verá acabar. Se verán las mismas cosas y los mismos males que al
principio: la República, la mentira, la licencia, etc., etc. Pero todo irá más
rápidamente y se terminará por un brillante prodigio. Pasmará al universo el
gran acontecimiento en que serán castigados los malos de una manera
espantosa... repentinamente acabará la Revolución por un milagro que causará el
asombro del universo: los pocos malos que queden se convertirán. Las cosas que
deben suceder serán una imagen del fin del mundo; serán tan terribles que
bastarán para secarse de horror.
Sor Palma María Addolorata (s. XIX): Habrá tres días de tinieblas; ni un solo
demonio quedará en el infierno; todos saldrán y el aire será corrompido; será
la última plaga. Después una gran cruz aparecerá en el cielo, y el triunfo de
la Iglesia será tal que hará olvidarse bien rápido todas las desgracias… La verdadera
Paz vendrá después.
Josefina Reverdy (s. XIX): Una parte de la tierra está toda desierta; nadie, sin el poder de Dios
podrá sustentarse. Las almas más fervientes caerán en una angustia mortal.
Habrá tan terribles tempestades que las montañas serán conmovidas, que las
casas, los edificios se hundirán. La tercera parte de los hombres perecerá. En
ese momento el sol se oscureció. Tinieblas espesas llenas de espíritus
satánicos cubren la tierra. La luna se tornará roja como la sangre... Después
de la persecución, la Iglesia triunfará y reflorecerá.
María Julia Jahenny (s. XIX – s. XX): Yo me levantaré bien pronto en todo el esplendor
de mi justicia... Trastornaré la tierra, fulminaré al alma culpable... Será un
gran diluvio de espanto.
Sor Helena Aiello (+1961): El mundo no merece más el perdón sino el fuego, la destrucción y la
muerte... El flagelo está pronto para librar la tierra del mal. Una tempestad de fuego caerá sobre la Tierra. Este
castigo terrible que nunca se ha visto en la historia de la humanidad durara 70
horas. Los ateos serán aplastados y aniquilados y muchos se perderán porque
permanecerán en la obstinación de sus pecados. Entonces se verá el poder de la
luz sobre el poder de las tinieblas. El azote del fuego está próximo y purificara
la Tierra de la iniquidad de los malvados...
Hay
decenas más de revelaciones privadas que hablan de un súbito y tremendo castigo
por el que el Cielo impondrá la paz en el mundo. La profecía de los Tres Días
de Tinieblas puede ser la más reiterada de todas. Sin embargo, alguien podría
objetar que nada se dice acerca de esto en la revelación pública. Veamos:
Zacarías: 13,8 Y sucederá que en toda la
tierra, dice el Señor, dos partes de sus moradores serán dispersadas y
perecerán, y la tercera parte quedará en ella. 14, 6 Y en
aquel día no habrá luz, sino únicamente frió y hielo. 14, 7 Y
vendrá un día que solo es conocido del Señor, que no será ni día ni noche; mas
al fin de la tarde aparecerá la luz.
Isaías: 13, 9 Mirad que va a llegar el día del
Señor, día horroroso y lleno de indignación, y de ira, y de furor, para
convertir en un desierto la tierra, y borrar de ella a los pecadores. 13, 10
Porque las más resplandecientes estrellas del cielo no despedirán la luz
acostumbrada: se oscurecerá el sol al nacer, y la luna no alumbrará con su luz.
13, 11Y castigaré la tierra por sus
maldades, y a los impíos por su iniquidad; y pondré fin a la soberbia de los
infieles, y abatiré la arrogancia de los fuertes. 22, 5
porque día es este de mortandad, y de devastación, y de gemidos… 22, 3
Enteramente arruinada quedará la tierra, y totalmente devastada. 24, 6b Se
libertará un corto número 24,13b como cuando vareado el olivo
quedan unas pocas aceitunas en el árbol, y algunos rebuscos después de acabada
la vendimia. 29, 6 Y será esto cosa repentina, y no esperada. El
Señor de los ejércitos la visitará a esta muchedumbre en medio de truenos y de
terremotos, y estruendo grande de torbellinos y tempestades, y de llamas de un
fuego devorador. 34, 2 Porque la indignación del Señor
va a descargar sobre todas las naciones, y su furor sobre todos los ejércitos:
los matará, y hará en ellos una carnicería. 47, 14 He
aquí que se han vuelto como paja, el fuego los ha devorado.
Sofonías: 1, 2 Yo quitaré de la tierra todo lo
que hay en ella; la talaré toda, dice el Señor: 1, 3
exterminaré de ella hombres y bestias: exterminaré las aves del cielo, y los
peces del mar; y perecerán los impíos; y exterminaré de la tierra a los
hombres, dice el Señor. 1, 14 Cerca está el día grande del
Señor: está cerca, y va llegando con suma velocidad: amargas voces serán las
que se oigan en el día del Señor… 1, 15 Día
de ira aquel, día de tribulación y de congoja, día de calamidad y de miseria,
día de tinieblas y de oscuridad, día de nublados y de tempestades, 1, 16 día
del terrible sonido de la trompeta contra las ciudades fuertes, y contra las
altas torres. 1, 17 Yo atribularé a los hombres: los cuales
andarán como ciegos, porque han pecado contra el Señor: y su sangre será
esparcida como el polvo, y arrojados sus cadáveres como la basura. 1, 18 Y ni
la plata, ni el oro podrá librarlos en aquel día de la ira del Señor, cuyo
ardiente celo devorará toda la tierra. 3, 8 b
entonces derramaré sobre ellos mi indignación, y toda la ira y furor mío de
modo que el fuego de mi celo devorará toda la tierra. 3, 9
Porque entonces purificaré los labios de las naciones, a fin de que todas ellas
invoquen el nombre del Señor, y le sirvan debajo de un mismo yugo.
El “Día
del Señor” que el profeta anuncia, será un tremendo e inimaginado azote,
previo al fin del mundo, que caerá sobre todas las naciones, un castigo terrible después del cual
quedarán sobrevivientes que invocarán con nuevo fervor el nombre del Señor
(Nacar-Colunga). La Iglesia y el mundo
serán restaurados, así, de modo radical y sobrenatural.
Más:
Jeremías: 4,23 Eché una mirada a la tierra, y
la vi vacía y sin nada; y a los cielos, y no había luz en ellos. 4, 27 Toda
la tierra quedará desierta: mas no acabaré de arruinarla del todo. 23, 19 He
aquí que se levantará el torbellino de la indignación divina, y la tempestad,
rompiendo la nube, descargará sobre la cabeza de los impíos. 23, 20 No
cesará la saña del Señor, hasta tanto que se haya ejecutado y cumplido el
decreto de su voluntad: en los últimos días es cuando comprenderéis su
designio.
Ezequiel: 7, 5 Esto dice el Señor Dios: la
aflicción única, la aflicción singularísima, he aquí que viene. 7, 7
viene el exterminio sobre ti, que habitas en la tierra... cerca está el día de
la mortandad 30, 1 Me habló nuevamente el Señor, diciendo: 30, 2 Hijo
de hombre, profetiza, y di: esto dice el Señor Dios: prorrumpid en aullidos,
¡ay, ay de aquel día! 30, 3 Porque cercano está el día,
llega ya el día del Señor; día de tinieblas, que será la hora del castigo de
las naciones.
Joel: 1, 15 ¡Ay, ay! qué día tan terrible
es ese día que llega. ¡Ay! cercano está el día del Señor, y vendrá como una
espantosa tormenta enviada del Todopoderoso.
Amós 5, 18 b Día de tinieblas será aquel
para vosotros, y no de luz. 5, 20 ¿Por ventura aquel día del
Señor no será día de tinieblas, y no de luz; y no reinará en él una suma
oscuridad, sin rastro de resplandor?
Malaquías: 4, 1 Porque llegará aquel día
semejante a un horno encendido, y todos los soberbios, y todos los impíos serán
como estopa; y aquel día que debe venir, los abrasará, dice el Señor de los
ejércitos, sin dejar de ellos raíz ni renuevo alguno. 4, 2 Mas
para vosotros los que teméis mi santo nombre, nacerá el Sol de justicia, debajo
de cuyas alas o rayos está la salvación; y vosotros saldréis fuera, saltando
alegres como novillos de la manada. 4, 3 Y
hollaréis a los impíos, hechos ya ceniza, debajo las plantas de vuestros pies,
en el día en que yo obraré, dice el Señor de los ejércitos.
Romanos 9,
28 (citando a Isaías): porque
el Señor en su justicia reducirá a un corto número, el Señor hará una gran
rebaja sobre la tierra.
2 Pedro 3,5-7: así como un día desapareció el mundo
destruido por las aguas del diluvio, así otro día los cielos y la tierra serán
purificados con el fuego, y en ese día perecerán los impíos.