Malicia
del Modernismo – III
En el principio era mi altísimo intelecto.
¡Deja la pobre realidad de Dios muy atrás!
¡Deja la pobre realidad de Dios muy atrás!
Si
hay algo que un sacerdote católico necesita saber y comprender a fondo hoy en
día, es la frase clave en el corazón de la gran carta encíclica de San Pío
X, Pascendi, escrita en 1907 para defender a la Iglesia y a la
humanidad de la amenaza mortal del modernismo. El modernismo es ese movimiento
de pensamiento y acción por el cual los hombres renuncian a cambiar el mundo
para adaptarlo a Cristo y su Iglesia, y trabajan en cambio en cambiar a Cristo
y su Iglesia para adaptarlos al mundo moderno. ¿Y cuál es la frase clave
de Pascendi por la que esto debe hacerse? Hela aquí en el
párrafo 6 (o más o menos) de la Encíclica:
“La
razón humana, encerrada rigurosamente en el circulo de los fenomenos,
es decir, de las cosas que aparecen, y tales ni mas ni menos como aparecen, no
posee facultad ni derecho de franquear los limites de aquéllas”.
En
otras palabras, la mente humana, que de hecho está todo el día leyendo detrás de
lo que aparece a los sentidos, ¡es finalmente declarada por el hombre moderno
como incapaz de leer detrás de las apariencias! En otras
palabras, lo que me parece una puerta podría ser una
pared, lo que me parece una pared podría ser de
hecho la puerta. De lo que se deduce que puede ser mejor intentar atravesar el
muro que la puerta. Por supuesto, esto es una estupidez tan grande que nadie se
sorprenderá al saber que incluso los seguidores modernos de Immanuel Kant
(1732–1804), que sistematizó la estupidez, rara vez intentan atravesar los
muros. En otras palabras, logran vivir sin tomar en serio su propia filosofía.
He aquí por qué la filosofía moderna se ha hecho tan mala fama. Sin embargo,
¡el totalmente estúpido Kant reina supremo en el departamento de filosofía de
casi todas las “universidades” de nuestro tiempo! ¿Cómo puede ser eso posible?
Porque
Kant es el gran Libertador. Es él quien de una vez por todas liberó la mente de
la realidad. ¡Es él quien decretó que la mente es libre de la realidad externa
porque no tiene acceso a ella! La mente no puede llegar a la realidad tal como
es en sí misma, el “Ding an sich”, porque no puede ir detrás de lo que le
muestran los sentidos. No importa si sólo puedo vivir asumiendo 24 horas al día,
7 días a la semana, tanto que mis sentidos me están diciendo lo que es real a
mi alrededor, como lo que mi mente o intelecto es capaz de descifrar o leer
dentro de aquello que mis sentidos me muestran. A partir de Kant, la realidad
que me rodea es cada vez menos interesante. Lo que importa es la “filosofía
trascendental”, como él la llama, es decir, el pensamiento que subirá a las
alturas y sondeará las profundidades de mi fantasía con independencia total de
la realidad cotidiana como puertas y paredes. ¡Mi mente ha despegado! ¡Mi mente
está libre de la realidad! ¡De ahora en adelante todo lo que quiero es
“verdadero”! De hecho, la palabra “Verdad” ha tomado un significado muy
diferente. De hecho, todas las palabras adquieren un significado trascendental.
¡La libertad reina en mi cabeza!
Pero
si alguien insiste en llevarme de vuelta a lo que él llama el mundo real,
entonces todavía puedo elegir asumir, como todos los pobres no-universitarios,
que para continuar sobreviviendo (puf!) en el mundo rutinario (puf!), es mejor
no tratar de caminar a través de lo que parecen paredes, y mejor no tratar de
comer piedras. En otras palabras, mi mente es trascendentalmente superior a, y
libre de, todo su “sentido común” (puf!), pero todavía puedo operar de acuerdo
con él – cuando lo elijo – para propósitos de la vida diaria (puf!).
Ahora
bien, la libertad es la verdadera religión del hombre moderno, y es la religión
aparente, la que tiene en la vida de demasiados católicos todas las apariencias
pero nada de la sustancia de la verdadera religión. Como dice San Pablo, “En
los últimos tiempos… los hombres… mantendrán la forma de la religión pero
negarán su poder” (II Tim. III, 1–5), en otras palabras, mantendrán las
apariencias pero negarán la sustancia. ¿Qué son esos católicos? Son
precisamente católicos kantianos, o modernistas, porque casi todo el mundo hoy
en día es kantiano, porque casi todo el mundo hoy en día adora la libertad, y
es Kant quien finalmente les dio la llave para salir de la prisión de la
realidad de Dios y escapar a las nubes de la modernidad trascendental. Siempre
puedo someterme a Dios de nuevo por el tiempo que yo quiera, pero Él ya no
puede mantenerme en cautiverio. ¡Soy libre, soy libre, soy libre!
La
increíble perversidad, orgullo y perfidia de Kant debería empezar a aparecer.
Más que nunca,
Señor, ten misericordia.