P. Epiney en 1986, firmando el documento de Consagración de la Fraternidad al Corazón Inmaculado de María |
Les presentamos a continuación la transcripción completa del sermón del P. Pierre Epiney del 26 de mayo, del cual publicamos unos extractos acá. Pero antes, para que se pueda comprender la gran importancia del P. Epiney en la historia de la Fraternidad, les compartimos un extracto del sermón que dio Mons. Lefebvre el 25 de mayo de 1986, con ocasión del 25° aniversario de la ordenación del P. Epiney, al cual todos en la Fraternidad llamaban cariñosamente “el Cura de Riddes”:
Muy querido señor Cura,
En ese año de su
ordenación sacerdotal, 1961, fue el año anterior al Concilio que preparó las
convulsiones y los grandes cambios en nuestra Santa Iglesia. Y por una gracia
especial de Dios, usted ha sabido conservar el sentido de la fe, el sentido de
lo que le fue dado en el seminario. Y, aun siendo un joven vicario, luego un
joven sacerdote; con ocasión de los encuentros sacerdotales, no dudó en
expresar su reprobación de los cambios que veía venir y que le parecían -con
razón- contrarios al bien de la Iglesia, contrarios al bien de las almas. Y así
que lo dijo sin rodeos. Y, para mostrar su apego a la Iglesia de siempre,
también mantuvo su sotana, su hábito
eclesiástico, convencido de que esto era una manifestación de su apego a la fe
y al sacerdocio.
Y entonces, la
Providencia quiso que su Obispo lo nombrara para Riddes, sabiendo perfectamente
que era un ministerio particularmente difícil: Riddes no era conocido por su
fervor cristiano.
Pero siendo usted cura
de Riddes, era a su vez el cura de Ecône. Y de nuevo, por una gracia especial
de la Santa Providencia, Ecône se ha convertido en lo que hoy conocemos: el
Seminario de Ecône, con la autorización del Obispo de Sión. Por lo tanto, no
hubo dificultad -todo lo contrario- en que el seminario estuviera muy unido a la Parroquia de Riddes, que era nuestra Parroquia. Y encontramos precisamente al
sacerdote que el Buen Dios había preparado para nosotros. Firme en la fe,
apegado a la Tradición, dispuesto a luchar todo lo necesario para mantener su
fe, para mantener su sacerdocio de manera integral.
Así pues, desde
entonces, Ecône y el Cura de Riddes han mantenido una relación que ha
permanecido en una fidelidad admirable. Y fue entonces cuando usted tuvo que
tomar una decisión, querido Padre: a pesar del dolor de la aparente ruptura con
la diócesis, prefirió mantener la Tradición, mantener la fe, en lugar de ver el
desastre entrar en su iglesia, en su Parroquia como en otras Parroquias, ver
las parroquias desiertas, como el seminario de Sión, que cerró sus puertas para
enviar a Friburgo a los pocos seminaristas que quedaban. Prefirió continuar su
ministerio sacerdotal como lo había recibido de las manos de su obispo y como
se le había enseñado en el seminario.
Y ahora, han pasado
veinticinco años de sacerdocio. Y gracias a usted, querido Padre, el Valais
sigue siendo católico. Creo que podemos decirlo y debemos decirlo. Sin duda
usted me dirá: pero Ecône se ha convertido también en el símbolo de la
Catolicidad, el símbolo de la fidelidad a la Iglesia de siempre. Pero no es
Ecône quien ha mantenido la fe en este querido Valais: es usted, querido Padre,
es a través de usted. Si no hubiera estado allí, no habríamos tenido esta
afluencia de valesanos. No habríamos conocido esta preservación de la fe
católica en los corazones de los valesanos.
Y si esta fidelidad de
Ecône, a pesar de las pruebas por las que también hemos pasado en los últimos
quince años, se manifiesta siempre de manera permanente y sin falta, es también
gracias a usted, porque, en medio de estas pruebas, usted siempre ha estado
presente. Usted nunca ha cambiado; nunca
ha dudado. Usted ha permanecido como una roca, fiel al Ecône y fiel a la fe,
fiel a la Iglesia. Eso es lo que queremos ser, eso es lo que debemos ser.
Este año tendremos la
alegría de ordenar a cinco nuevos sacerdotes suizos. Esto es realmente una gran
gracia. Y es gracias a su ejemplo y a su oración que debemos estas vocaciones,
querido Padre.
Que Dios lo bendiga. Que Dios siga dándole una salud fuerte y todas las gracias que necesita, para continuar su magnífico apostolado para la gloria del Buen Dios y para la salvación de las almas.
Que Dios lo bendiga. Que Dios siga dándole una salud fuerte y todas las gracias que necesita, para continuar su magnífico apostolado para la gloria del Buen Dios y para la salvación de las almas.
TRANSCRIPCIÓN COMPLETA DEL SERMÓN DEL P. PIERRE EPINEY, EL 26 DE MAYO DE 2019
Se nos ha informado de un comunicado firmado por el Superior de la Fraternidad
Sacerdotal de San Pío X, Don Davide Pagliarani, y por Mons. Vitus
Huonder, obispo de Chur, que acaba de presentar su dimisión:
“Este lunes 20 de mayo de 2019, el Papa Francisco relevó a Mons. Vitus Huonder de su cargo como Obispo de la Diócesis de Coira, nombrando un administrador en vista de la elección de su sucesor. Según un deseo formulado desde hace mucho tiempo, Mons. Huonder se retira en una casa de la Fraternidad San Pío X. El único propósito de este obrar es consagrarse a la oración y al silencio, celebrar exclusivamente la Misa tradicional, y trabajar por la Tradición, único medio para la renovación de la Iglesia. La Fraternidad San Pío X valora la valiente decisión de Mons. Huonder y se alegra de poder proporcionarle el marco espiritual y sacerdotal que tanto desea. Ojalá que este ejemplo sea imitado, para "restaurar todo en Cristo". Firmado por Mons. Vitus Huonder, Obispo emérito de Chur y Don Davide Pagliarani, Superior general de la FSSPX”.
El
mismo día, Mons. Huonder declaró, entre otras cosas, lo siguiente en su carta a
la diócesis de Chur:
"Como ya se sabe, me instalaré en la Casa Sacerdotal del Instituto Santa María de Wangs, en el cantón de San Gallen. Este instituto pertenece a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. En línea con el Santo Padre Francisco, me comprometo a contribuir a la unidad de la Iglesia, no a marginar, sino a discernir, acompañar y ayudar a integrar".
¿Qué
debemos pensar de todo esto?
En
primer lugar, nos sorprende. Un obispo conciliar, un discípulo del Papa Benedicto
XVI, un amigo del Papa Francisco, es recibido en una escuela de Fraternidad en
Wangs. Por otra parte, Mons. Williamson, a pesar de haber sido consagrado por
Mons. Lefebvre en 1988, fue excluido de la Fraternidad. Además, el P.
Schreiber, Superior de la Fraternidad en Suiza, en una carta al P. Grenon [colaborador del P. Epiney. Nota de NP],
explica que, debido a la presencia del P. Brühwiler [sacerdote expulsado de la FSSPX por causa de la deriva liberal, que se unió a la SAJM. Nota de NP], prohíbe a los fieles venir
aquí a Riddes para la Misa.
Ahora
bien, ustedes saben que el Padre Brühwiler vino aquí para ayudarme debido a mi
enfermedad y debilidad, él fue expulsado de la Fraternidad ¿Qué mal ha hecho? Él quiere ser fiel a Mons. Lefebvre, el fundador de la Fraternidad. Y, como otros sacerdotes, fue excluido de la Fraternidad, al igual que Mons.
Williamson. Y Monseñor Fellay me pidió que lo echara, lo que no puedo hacer por
razones de conciencia, porque es un sacerdote muy bueno, celoso, que merece nuestra
confianza y que se preocupa por ser fiel al fundador.
Entonces
el Padre Brühwiler, expulsado de la Fraternidad, se unió a la Sociedad Sacerdotal de los Apóstoles de Jesús y María, fundada por Monseñor Williamson y
Monseñor Faure. ¿Qué es esta sociedad? Ese fue el nombre que inicialmente eligió Mons.
Lefebvre para su obra. Más tarde eligió el nombre de Fraternidad Sacerdotal San
Pío X. Pero los estatutos de esta Sociedad Sacerdotal son los mismos que los de
la Fraternidad, con la clara e inequívoca voluntad de permanecer completamente
fiel a Mons. Lefebvre, el fundador. El Padre Brühwiler ya no era dependiente de
la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, ya que fue expulsado, e hizo una
petición para unirse a esta Sociedad de los Apóstoles de Jesús y de María, y fue aceptado. Por lo tanto, ahora está bajo la autoridad de Mons. Faure y Mons.
Williamson, lo que le permite permanecer aquí entre nosotros para ayudarnos.
Mis
queridos hermanos, la hora es grave. Ecône está cambiando. ¡Es hora de cerrar filas y no desertar de nuestra capilla, como se les recomienda hacer! ¡Siempre
hemos ayudado a la Fraternidad, hemos trabajado para ella! ¡Les hemos ayudado a
establecer todas las capillas aquí! ¿Por qué sería malo ahora venir aquí? Esta
es la Capilla Madre de todas las demás aquí en Valais, para hacer posible la Misa
de siempre. ¡Ahora no se trata sólo de la Misa, sino también de la fe! ¡Todos
los Padres del Concilio Vaticano II, todos los Obispos celebraban la verdadera
Misa! Y todos ellos se pasaron al modernismo, excepto unos pocos que resistieron, quedando sólo uno al final, porque Mons. Lefebvre combatió hasta el final. ¡No
sólo salvó la Misa y el sacerdocio, sino también la fe católica! ¡Porque el
resultado de esta "renovación" es la apostasía! Esta ya no es la Iglesia
Católica, es la Iglesia ecuménica, ¡y hay suficientes ejemplos! Basta con abrir
los ojos para ver que la gente va perdiendo la verdadera fe católica, la
verdadera moral, la verdad, la piedad. Y las vocaciones sacerdotales y
religiosas disminuyen cada vez más. Pedimos a los sacerdotes africanos que
reemplacen a los nuestros, ¡ya no tenemos suficientes!
Quisiera
citar unas palabras de Mons. Tissier de Mallerais. Hace unos años dijo:
"La
gran apostasía de la que habla San Pablo no ha cesado de crecer. La realeza social
de Cristo está muy destruida por la libertad religiosa y los derechos humanos
del Concilio Vaticano II. ¡Sin las consagraciones de Mons. Lefebvre en 1988, ya hubiéramos muerto! Ni la Fraternidad San Pedro ni ninguna otra, ni Ecclesia Dei,
¡la Tradición estaría muerta! La "Operación Supervivencia" fue un
éxito total gracias a la acción heroica de Mons. Lefebvre, que sigue
excomulgado. Nada ha cambiado en Roma. Corazones endurecidos, espíritus ciegos,
la iglesia paralela es la nueva iglesia Vaticano II, su nueva religión es
ecuménica. Mons. Lefebvre tenía razón: "Sólo los obispos completamente
libres de toda influencia de la Roma liberal podrán trabajar por el bien de la
Iglesia".
Mons.
Huonder fue ordenado sacerdote con el nuevo rito en 1971. En 2007 fue
consagrado obispo con el nuevo rito de ordenación episcopal. Sin embargo, Mons.
Lefebvre dijo: "¡Todos los sacramentos son dudosos!” Así pues, ya no está
claro hoy en la Iglesia conciliar ecuménica si los sacerdotes son sacerdotes,
si los obispos son obispos. Es la confusión Estamos en pleno Protestantismo. Es
casi lo mismo, ¡o incluso peor!
[Están] dejando
entrar a estos obispos en las casas de la Fraternidad, de los que no estamos seguros
de la validez de sus ordenaciones sacerdotales y episcopales, y que tienen
contactos permanentes con otros obispos que quieren llevarnos de vuelta al
Vaticano II... Porque es la meta, ellos lo dicen: se trata de ayudar
a integrar. Si, es discípulo del Card. Rátzinger, Bendicto XVI, que atrajo a algunas comunidades
tradicionales que ciertamente permanecieron fieles a la Misa, pero que ya no combaten
contra los errores del modernismo. ¡Se callan! ¡No podemos callarnos cuando se
trata de la verdad! ¡Hay que reaccionar! Hay que reaccionar porque se trata de
nuestra fe, de nuestra salvación, de la salvación de nuestras almas. ¡Hay que despertar! ¡No debemos dormir! ¡No debemos huir!
Antes
de 2012 fue la Iglesia conciliar la que persiguió y expulsó a los más fieles,
mientras que hoy es Menzingen el que expulsó a un obispo y numerosos sacerdotes
por permanecer fieles a Mons. Lefebvre. Es el mundo al revés. Entonces, no podemos no reaccionar ante tales
acciones, porque todo lo que hemos hecho hasta ahora sería en vano. Estamos regresando
exactamente a lo que sucedió hace 40 años, cuando la mayoría de los católicos aceptaron por
obediencia la nueva Misa y las nuevas orientaciones, siendo la
obediencia una virtud ligada a la fe. No se trata sólo de mantener la
disciplina, sino de conservar la fe. Debemos obedecer a Dios antes que a los
hombres.
Es
necesario permanecer fieles y tener el valor de combatir, como dijo Nuestra
Señora de La Salette, con las armas disponibles: la santa Misa de siempre, el
Rosario y la fe, la defensa de la fe católica de siempre hasta el final. ¡Hasta
el martirio si es necesario! Porque sin la fe católica no podemos salvarnos.
Nuestro Salvador no es Lutero, no es Buda. ¡Ahora cada semana hay ceremonias
con protestantes, budistas, judíos y todo lo que quieran! ¡Esa ya no es la verdadera
iglesia! La verdadera iglesia está como eclipsada por una iglesia falsa. ¡Debemos
permanecer como somos porque nosotros nunca hemos salido de la Iglesia! ¡Ellos
son los que salieron! ¡Es Roma la que debe volver a la Tradición! No es la Tradición la que debe ir a Roma para hacerse absorber.
Nuestra
Señora de La Salette dijo: "Combatid, hijos de la luz, vosotros, el pequeño
número de los que veis claro. La Iglesia será eclipsada, Roma perderá la fe. Que vuestro
celo los haga hambrientos de la gloria y el honor de Jesucristo”.
Concluimos,
queridos hermanos, en estos próximos días, el mes de María instituido por San
Felipe Neri. Reunió a los jóvenes en Roma para pedirle a la Santísima Virgen
María todos los días del mes de mayo, ¡y hubo conversiones tremendas! En estas
conversiones había no solamente sacerdotes, obispos, religiosos, ¡también el Papa!
Porque rezando a la Santísima Virgen, tocamos el Corazón de nuestro Señor, que
no puede resistirse a conceder lo que la Virgen pide. Pero hoy, como dijo Lucía
en Fátima, no esperen que los papas, obispos y sacerdotes les den la orden de
rezar. ¡Cada uno debe orar por sí mismo! Especialmente el rezo del Rosario. Asistencia
al Santo Sacrificio de la Misa, el conocimiento del Catecismo, la doctrina
católica ¡para conservar la fe y transmitirla! Esa es nuestra misión. Así que aprovechen
estos tres días de rogativas. Son oraciones públicas. En aquella época hubo
todo tipo de desastres, terremotos y pobreza, por lo que durante tres días el
obispo San Mamerto ordenaba grandes procesiones públicas que duraban todo el día para pedir
a la Santísima Virgen que pusiera fin a todos estos desastres. ¡Y se obtuvo!
Por eso la Iglesia hizo obligatorias las rogativas. Pero ¿quién las hace
todavía hoy?
Hay
que rezar fervientemente con la Santísima Virgen María, ¡porque sólo ella puede
aplastar al demonio infernal que gobierna en el corazón de Roma, el Vaticano! ¡La
quema de la catedral de Notre Dame de París es una señal de que la fe de
Francia se está desmoronando! ¡Es el fin de la religión católica! Marie Julie
Jahenny profetizo hace 129 años que Notre Dame sería incendiada en París, ¡pero
también el Vaticano! Los castigos nos esperan porque de Dios nadie se burla.
Vean,
mis amados hermanos, la necesidad de cerrar filas y orar juntos a Nuestra Señora con el mismo fervor de
hace 40 años, cuando lo habíamos perdido todo y, gracias a la oración, Dios nos dio todo de nuevo para conservar la fe de nuestro país. Ahora es
necesario hacer esto de nuevo porque estamos perdiendo lo que habíamos ganado.
¡Por nuestra propia culpa! Por la culpa de los que entre nosotros quieren absolutamente
ser reconocidos para hacerse absorber.
Así que ¡atención! Velemos y oremos, mantengamos el valor y la confianza.
Así que ¡atención! Velemos y oremos, mantengamos el valor y la confianza.
En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.