viernes, 22 de julio de 2016

SUPUESTAS REVELACIONES PUBLICADAS POR MONS. FELLAY EN EL COR UNUM 60 DE 1998 - Parte 3





B. CRISTO SACERDOTE Y LA FRATERNIDAD

21 de abril de 1997. « (...) La Fraternidad no está allí para servir de finalidad a la vocación, es la vocación que ha sido suscitada por el buen Dios para servir la finalidad de la Fraternidad: la santidad de los sacerdotes. Esta vocación ha sido suscitada por Cristo Sacerdote para integrarse finalmente en la misma gracia que ha suscitado la Fraternidad: el retorno a la Tradición de la Iglesia Católica, el retorno a la Misa, al verdadero Sacerdocio, el del Sacerdote Único. (...) »

9 de mayo de 1997. « (...) La promesa dada a nuestra vocación es esta: la santidad de las almas sacerdotales y primero, en la Fraternidad. La santidad: un amor profundo por Cristo Sacerdote, una vida suspendida en Su Presencia íntima, interior, una necesidad constante de recurrir a este Amigo todopoderoso, la exigencia de dejarlo actuar a través de sí…

La gracia es ofrecida, ésta es transmisible a través de las Obras: Los “Hogares de Cristo Sacerdote” –Presencia de Cristo Sacerdote (lectura “espiritual” de los extractos) –El “Signo de la Cruz”, “De Claridad en Claridad” (éstas últimas en preparación para su transmisión).

Es necesario difundir estas obras, creando los medios. La fecundidad les es prometida, como estaba prometido su nacimiento en la unidad creada para esto… en 1928. (...) »

21 de agosto de 1997. « Cada vez más, la vocación me parece tomar dimensiones inmensas, ella se despliega en su poder y su soberanía y se manifiesta en su origen: Cristo Sacerdote. Y, en consecuencia, yo me veo disminuir y desaparecer, como un elemento que sirvió en transmitir el depósito y vuelta inútil, una vez que este depósito se transmitió.

La grandeza apareció así a mis ojos repentinamente, la que viene de esta verdad: La vocación completa se sitúa al nivel de la unión hipostática y del carácter sacerdotal que le sigue, por el sacramento del orden. Yo fui llamada a tener en mis manos una gracia que pertenece a Cristo, Jefe de la Iglesia y a sus ministros que actúan en Persona Christi¸ una gracia sacerdotal recibida en depósito para transmitirla.

Es por eso, yo he sido dada así al Sacerdote, mi vida estándole tan estrechamente ligada que esta presencia sacerdotal la ha condicionado totalmente. Es un misterio del cual yo no puedo hablar pero que es fundamental de la vocación. La gracia de esta vocación debe hacer vivir al sacerdote las riquezas depositadas en él, por el carácter sacerdotal, y conducirlo a la santidad. Es una vocación completamente sacerdotal, que permanece al nivel de la pertenencia a Cristo Sacerdote.  No es la gracia santificante del Cuerpo Místico que es primero la causa, pues esta vocación es una intervención de la Persona de Cristo Sacerdote para la Iglesia, a través de la santidad sacerdotal de sus ministros. 

La Fundación de Mons. Lefebvre no es comparable a la orden dominica, o franciscana, etc… es una realización “de toda la Iglesia”, y la vocación que la une hoy está en su estela, con las mismas características, los mismos fundamentos. Esta es una gracia capaz de renovar la Iglesia y de purificarla de los errores de sus autoridades actuales. (...) »

18 de octubre de 1997. « ¡La experiencia de la bondad de Dios! Vivir de Dios no por un conocimiento especulativo, sino a través de una experiencia, un contacto. Es la finalidad de la vocación, una de sus finalidades, ligada a otras y querida en función de las otras. 

Haber recibido esta gracia, antes, es un don que permanece incrustado en mi alma, como un aerolito caído del cielo: no me queda más que el hueco del agujero en lo más profundo de la substancia viviente, este hueco que es la aceptación de no “poseer” esta gracia, de no saborearla… (suavis est Dominus), a fin de que los sacerdotes la reciban y queden marcados para siempre. Esto no ha venido de mi iniciativa, pero este sacrificio, es Cristo Sacerdote que me lo pide. Y si Él me ha dado esta “experiencia” es para que yo haga el sacrificio, es POR la vocación y no para mí. (...) »

19 de diciembre de 1997 : « Cada vez más se afirma, en mí, la certeza de que la Fraternidad y la vocación manan de una sola y misma gracia y que su finalidad es la misma: la curación de los males actuales de la Iglesia por el sacerdocio, por sacerdotes santos, unidos totalmente a Cristo Sacerdote.

De donde me aparece esta verdad, simple consecuencia de la afirmación precedente, que la vida de la Fraternidad depende de su obediencia a este llamado del Sacerdote único, depende del cumplimiento del por qué ha sido fundada, hace 25 años, por Mons. Lefebvre. Y solo esto la preservará de los peligros de la división y empobrecimiento que podría corroerla. Su vida es querida para este objetivo eclesial histórico, y se prolongará mucho tiempo en la Iglesia por la santidad acordada a sus sacerdotes, si ella es fiel al llamado que Cristo Sacerdote le dirige por la vocación, esta vocación que yo he recibido en depósito para transmitírsela hoyTodo esto es de una importancia vital, a la vez para la Fraternidad y para la Iglesia universal. »

18 de enero de 1988 : « (...) Cristo ofrece en primer lugar una gracia de santidad sacerdotal a través de la vocación; gracia que hay que depositar en la Fraternidad. Gracia que debe ser como levadura para los sacerdotes que la acepten y que debe conducirles a la unión total a Cristo. Y por estos sacerdotes Cristo quiere realizar la curación de los males actuales de la Iglesia, por estos sacerdotes, por la única razón que ellos estarán vacíos de sí mismos y disponibles a Su Voluntad para santificar la Iglesia.

He aquí el sentido de la vocación: no solamente ofrecer la gracia de unión a Cristo para vivir de Su Vida aquí abajo y por la eternidad, sino ofrecer esta misma gracia para responder al llamado de Cristo Sacerdote que quiere intervenir por el bien de la Iglesia, a través de sus “amigos”, dispuestos a no vivir más que de SU voluntad.

Este objetivo es la razón de la fundación de la Fraternidad; es la razón de ser de la vocación; es la razón de su identidad interior y de su conjunción temporal, hic et nunc. » (sigue en la parte 4)
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Leer el Suplemento del Cor Unum 60 de 1998 (en francés)

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