Acerca
de la recientemente constituida Unión
Sacerdotal Marcel Lefebvre, un bloggero filo-fellaycista (o sea, resabiado
de liberalismo), que cree identificarse con David, apunta desdeñosamente lo
siguiente, como cierre de una entradita titulada
“Espejismos”:
“Un
grupito signado por la disidencia y el cisma, hacia el primado de
jurisdicción (al que increíblemente dicen reconocer) y hacia las autoridades
legítimas y naturales de la propia FSSPX, nada más alejado del pensamiento y de
la obra de Mons. Marcel Lefebvre...”
Veamos
la exposición de este partidario del fellaycismo con más detalle: “un
grupito”; diminutivo usado como descalificación de los otros por ser un
grupo pequeño (en cantidad de personas o medios). Precisamente la victoria a
David contra el gigante Goliath se la dio la astucia aprovechada de su pequeñez
(“grandiosidad de su fe que se despoja de recursos humanos”, dice Mons.
Straubinger); Goliath podría haberlo llamado “ese hombrecito” y de hecho lo
menospreció, incluso su hermano mayor Eliab lo trató con menoscabo por ser
“chico”. Ahora este supuesto “David” de la blogósfera actúa como aquellos
“grandes” y altaneros personajes. También se ve en este calificativo la
importancia que se le da en la Nueva Fraternidad al valor del número: somos
numerosos, somos un grupo (no un grupito), contamos con medios, con
reconocimiento, entonces tenemos razón. Imaginamos las impugnaciones que habrán
recibido los Apóstoles y sus discípulos por ser un “grupito”. Valga aclarar,
por otra parte, que lo contrario no significa lo cierto, esto es: “somos pocos,
por lo tanto estamos en la verdad”, argumento que satisface a los “grupitos” de
espíritu sectario y sedevacantista que no quieren dejar de ser unos pocos y se
niegan a hacer apostolado con la mayor cantidad de gente posible.
Luego
continúa el vilipendio: “signado por la disidencia y el cisma”: Disidir
significa “apartarse de la común conducta, opinión o doctrina”. Es discrepar de
algo. ¿Se quiere decir en la invectiva que hay una disidencia de la doctrina
católica? ¿O de la doctrina de la Nueva Fraternidad? Si es lo primero la
acusación versaría sobre el “cisma”, cosa no sólo no probada sino reprobada por
los hechos. Inclusive recientemente los dominicos de Avrillé, para manifestar
el peligro que se corre de inclinarse hacia el cisma a raíz del sedevacantismo,
han dado a conocer un “Breve catecismo sobre el sedevacantismo”. Más bien donde
hay una actitud de cisma es en el propio Superior General de la FSSPX, como
afirman los dominicos de Avrillé: “Hay un peligro de cisma al querer atribuirse
una jurisdicción sobre todos los católicos fieles a la Tradición, notablemente
sobre las comunidades religiosas exentas. Estamos obligados a constatar que tal
es la actitud de Monseñor Fellay. Él ha intervenido en nuestra comunidad
para hacer salir cinco religiosos que han realizado su profesión perpetua y los
constituyó en una comunidad disidente de Avrillé, situada bajo la autoridad
directa de Monseñor de Galarreta quien nombró al primer superior. Monseñor de
Galarreta, para justificar esta intervención, le dijo al prior de Avrillé que
nosotros debemos considerar a Monseñor Fellay como teniendo el papel de Jefe
General de la Orden. Vemos cómo Monseñor Fellay y Monseñor de Galarreta se han
alejado de la manera de pensar de Monseñor Lefebvre sobre esta cuestión.” Más
aún: “Hasta hoy, la unidad en la Tradición se hacía en el combate por mantener
la fe católica, frente a los errores destilados por la Roma modernista. Desde
hace tres años, en su voluntad de arreglarse con “Roma”, o por lo menos por
evitar nuevas condenaciones, las autoridades de la Fraternidad San Pío X se
unieron en torno de la persona de Monseñor Fellay pidiendo una obediencia ciega
y una confianza ilimitada.”
Entonces
esa disidencia y cisma de que se acusa al “grupito”, se aplicarían “hacia las
autoridades legítimas y naturales de la propia FSSPX”. Pero las
autoridades han perdido su legitimidad puesto que han traicionado su razón de
ser desnaturalizando la congregación y cambiando su orientación llevándola
gradualmente hacia su disolución, vaciando su esencia y dejando sólo su nombre
y su apariencia. La FSSPX de Mons. Lefebvre era antiliberal. La FSSPX de Mons.
Fellay es en gran medida liberal. Hubo una Revolución dentro de la FSSPX: los
revolucionarios no pueden ser considerados legítimos en su autoridad. Mons.
Lefebvre no consagró obispos para que lo traicionaran buscando la aceptación y
convivencia con la Roma modernista y apóstata.
“Disidente”,
“rebelde”, “cismático” y de otras formas descalificadoras han llamado también a
Mons. Lefebvre. Y como él podríamos decir: es preferible ser “disidente” antes
que ser “desistente”. Disidente del error y la traición, y no desistente de la
resistencia a aquellos. Ser David sin actuar como Goliath.
Un
grupito disidente y cismático, aguantando el chubasco.