Cardenal Pie – II
La cita del Cardenal
Pie la semana pasada (cf. CE 362) continuaba directamente como sigue:—
“En tal extremo, en tal
desesperado estado de la situación, cuando el mal ha tomado posesión de un
mundo pronto a ser consumido por las llamas, ¿Qué deben hacer todos los
verdaderos Cristianos, todos los hombre buenos, todos los Santos, todos los
hombres con algo de fe y coraje? Teniendo que vérselas con una situación
claramente más imposible que nunca, y con una redoblada energía por su ardiente
oración, por sus activos trabajos y por sus intrépidos esfuerzos, ellos dirán,
Oh Dios, Oh Padre en el Cielo, santificado sea tu nombre en la tierra como lo
es en el Cielo, venga a nosotros tu reino en la tierra tal como lo es en el
Cielo, hágase tu voluntad en la tierra como lo es en el Cielo. ¡En la tierra
como lo es en el Cielo! Y ellos estarán aún murmurando estas palabras mientras
la misma tierra cede debajo de sus pies.
“Y, así como alguna vez
allá lejos y hace tiempo, siguiendo a un desastre militar espantoso, el Senado
romano y los oficiales estatales de todas las jerarquías, todos ellos, pudieron
ser vistos saliendo para ir al encuentro del cónsul derrotado para felicitarlo
por no haberse desesperanzado de la República Romana; así mismo el senado del
Cielo, todos los Coros de los ángeles, todos los rangos de los Bienaventurados,
saldrán al encuentro de los generosos atletas de la Fe que habrán peleado hasta
las últimas consecuencias, esperanzados contra toda esperanza.
“Y entonces, ese
imposible ideal que los elegidos de todas las épocas habían obstinadamente
perseguido, se tornará una realidad. En su Segunda y última venida, el Hijo
entregará el Reino de este mundo a Dios Su Padre, el poder del mal habrá sido
arrojado para siempre a las profundidad es del abismo; todo lo que haya
rechazado ser asimilado e incorporado a Dios a través de Jesucristo por medio de
la fe, el amor y la observancia de la ley, será echado en la cloaca de la
inmundicia sempiterna. ¡Y Dios vivirá y reinará por siempre y para siempre, no
solamente en la unicidad de Su naturaleza y en la sociedad de las tres Personas
divinas, sino también en la plenitud del Cuerpo Místico de Su Hijo Encarnado y
en el cumplimiento de la Comunión de los Santos!”
Queridos lectores,
debería ser obvio a estas alturas que el Cardenal Pie, a pesar del panorama tan
sombrío de su visión del futuro, no era por nada derrotista. Aún cuando viendo
con una absoluta claridad la situación humanamente desesperanzada en la cual la
humanidad se estaba sumergiendo ella misma, con una igual claridad él
distinguió el punto de vista humano, del divino: podía ser que una masa de hombres
en el siglo 19 no estaban desafiando a Dios Todopoderoso y transformándose
ellos mismos en prendas de Satanás y en forraje para su horrible Infierno, pero
sin embargo, el sublime propósito de Dios para las almas de los elegidos que elegirían
amarlo y servirlo a Él, estaba al mismo tiempo siendo logrado para el Cielo de
Dios. Verdaderamente, “todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a
Dios” (Rom.VIII,28).
En el 2014 podemos
fácilmente perder de vista el propósito de Dios, cuando pensamos de una manera
demasiado humana en como el mal avanza todo alrededor nuestro. Pero el
propósito de Dios no es salvar la civilización si y cuando los hombres desean
destruirla. Su propósito es llevar almas al Cielo a través de Su Hijo
Jesucristo y, para este propósito, el colapso de la civilización y de todas las
ambiciones y esperanzas terrenales, puede bien servir para forzar las mentes y
los corazones de los hombres a que se eleven por encima de consideraciones
mundanas. Dios no nos creó solamente para esta corta vida ni para este corrupto
mundo. “Porque aquí no tenemos ciudad permanente, sino que buscamos la futura”
(Hebr. XIII, 14).
Kyrie eleison.