sábado, 14 de septiembre de 2013

ENTREVISTA AL PADRE FAURE.- Parte 6.


Todo lo precedente muestra la evidencia de que el combate por la fe y la verdad de Monseñor Lefebvre ha sido desviado y traicionado. Y la Fraternidad ya estaría en vías de desaparición si el acuerdo tan esperado y objeto de tantos esfuerzos y pertinacia se hubiera logrado en junio de 2012, según las esperanzas de Monseñor Fellay. Pero no olvidemos que Monseñor Pozzo está de regreso en Roma. No fue llamado para nada. El debe trabajar en fabricar condiciones susceptibles de interesar a Monseñor Fellay.
Se nos dice que finalmente el acuerdo no fue firmado. El Titanic ya había pasado al lado de un iceberg, no muy lejos, pero el Capitán del Titanic no quiso cambiar de rumbo, de hoja de ruta, de línea de cresta, y entonces el próximo iceberg será el bueno y nos va a golpear. El golpe no estuvo muy lejos en el fatídico año 2012, por lo tanto el capítulo que le siguió debía ratificar el acuerdo y fijar los puntos y los últimos detalles de la normalización canoníca, es decir de la Prelatura Personal San Pio X, e incluso bautizarla. Se evitó la mano de la justicia, pero el capitán todavía está allí y su programa también, como lo prueba la última declaración de Monseñor Fellay y los otros dos obispos del 27 de junio de 2013; y la transferencia del Padre Beauvais -como decíamos- que debe abandonar San Nicolás de Chardonnet, sin hablar de las últimas nominaciones de director de seminario en Alemania y en Argentina.
Ahora, sobre el capítulo al que asistimos el año pasado. Por supuesto está la cuestión del secreto. Los conjurados que conspiran juran guardar el secreto, pero evidentemente el secreto tiene sus límites.
Cuando nos damos cuenta cómo fue manipulado, o cómo el superior logró endosarse responsabilidades, decisiones,  posiciones que nosotros nunca aceptamos, que nunca votamos, por ejemplo, la de darle carta blanca para una eventual expulsión de Monseñor Williamson; entonces tenemos el derecho de decir la verdad.
Además, leemos en el boletín oficial del Distrito de Francia, que el Superior  General autorizó en abril de 2013 al Secretario General, a reproducir una carta de Monseñor Tissier del 29 de marzo de 2013, dirigida al Secretario general que declara (el Secretario): “Esta carta ha sido redactada para defender el honor de nuestro Superior General y  de los capitulares”, pero en realidad esta carta daña el honor de Monseñor Williamson, como lo señala explícitamente Monseñor Tissier en su carta, en la conclusión. Se dice en esta carta que Monseñor Williamson esperó un año -lo que no corresponde a la realidad- para criticar el resumen de la Declaración doctrinal de Monseñor Fellay. En realidad se trata de los apartados 4 y 5 de la Declaración doctrinal de Monseñor Fellay del 15 de abril de 2012, hecha pública por el Padre Pfluger en mayo de 2012, en el sur de Francia. Dice en la carta: El capítulo general de julio de 2012 estudió este texto (de la Declaración); los capitulares tuvieron toda la libertar de denunciar sus debilidades, lo que no dejé yo de hacer por mi parte. Y se concluyó tácitamente que no había necesidad de insistir en este asunto, ya que evidentemente el Superior General se arrepintió de su paso en falso. En cuanto al término “tácitamente”, podemos agregar que de los capitulares, el Padre Paglariani, director del Seminario de La Reja, tomó la palabra para decir que el capítulo no iba a dar una bofetada al Superior general al pedirle que reconozca su error; sino que esto resultaría implícito en la declaración final del Capítulo.
Regresando a Monseñor Williamson: la verdad es que cada capitular ha encontrado en su lugar, en el desayuno,  justo antes de la apertura del Capítulo, una carta de Monseñor Williamson la cual les estaba dirigida personalmente y en la cual se encontraba una fuerte crítica de los apartados 4 y 5 de la Declaración del 15 de abril de 2012, hecha pública un mes antes por el padre Pfluger. Monseñor Tissier no la habrá recibido o no la habrá abierto, pero la verdad es que Monseñor Williamson no esperó un año para criticar la Declaración doctrinal de Monseñor Fellay.
De manera general, puedo decir que en el Capítulo comprendí en qué situación debió encontrarse Monseñor Lefebvre y sus amigos tradicionalistas. La mayoría de los obispos del concilio fueron manipulados por la minoría liberal con el fuerte apoyo de la autoridad, el Papa Juan XXIII y Paulo VI.  Igualmente, en el capítulo, el único que tenía la autoridad moral suficiente para dar una buena orientación de base era por supuesto Monseñor Williamson, y esa fue la razón por la cual el Superior lo excluyó. Ahora, por lo menos es libre de decir lo que piensa y no se priva de ello.

(sigue)

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