“Post-Modernidad”
– II
Dios
nos da libertad, facultad de libre albedrío,
Pero no el derecho a elegir entre el bien y el mal.
Pero no el derecho a elegir entre el bien y el mal.
A
riesgo de cansar a los lectores con variaciones sobre el tema de la Verdad,
estos “Comentarios” harán más comentarios sobre el resumen de La
Cultura como religión; la interpretación posmoderna de la relación entre
cultura y religión de Wojcieck Niemczewski, citada aquí la semana
pasada. Porque en verdad debemos salvar nuestras almas, y un grave peligro en
el camino de salvar nuestras almas es el enceguecimiento de nuestra más alta
facultad, que es nuestra mente, sobre la cual sigue inmediatamente la
corrupción de nuestros corazones. Y el peligro más profundo para nuestras
mentes hoy en día es la suposición universal de que las ideas no importan, que
la verdad no es importante. Vean cómo el Vaticano II prefirió la modernidad al
catolicismo fiel, especialmente en el documento conciliar de Gaudium et
Spes, y luego cómo la Fraternidad San Pío X prefirió a los romanos
conciliares a su Fundador fiel, y en cada caso, cómo la gran mayoría de los
sacerdotes y de los laicos siguieron la corriente.
Comencemos
por poner en orden los pensamientos de Niemczewski, para ver de dónde viene y
hacia dónde va: 1 No hay un Dios objetivo porque “Dios” es la
fabricación subjetiva dentro de cada uno de nosotros. 2 Por lo
tanto, las antiguas “verdades” de la religión y la filosofía de ayer ya no
tienen fundamento. 3 Además, ya no encajan en el mundo real de
hoy, que está cambiando en todos los ámbitos y más rápido que nunca. 4 Peor
aún, están bloqueando el progreso moderno, o la “cultura de la elección” que
nos permite adaptarnos al cambio, y que garantiza la libertad de cada uno de
nosotros para armar su propio estilo de vida. 5 Para
permanecer adaptable a la modernidad, el hombre posmoderno debe aceptar
esta “cultura de la elección” no universal y no obligatoria que no impone al
hombre ni normas ni ningún ser superior a él. 6 En conclusión,
la verdad debe dar paso a la libertad, la religión a la cultura y la dirección
a la deriva. 7¡Abajo con la Verdad, arriba con la “cultura de la
elección”!
Desgraciadamente
para el hombre posmoderno, hay una realidad fuera de su mente, tan cercana a él
como sus propios brazos y piernas, y esta realidad extra-mental tiene leyes
propias, de ninguna manera dependientes de su mente. Por ejemplo, si tiene
dolor de muelas, tendrá que ir al dentista y no al pescadero. Y estas leyes no
son sólo físicas sino también morales. Por ejemplo, si una pobre muchacha tiene
un aborto, no va a poder deshacerse de sus remordimientos de conciencia, por
mucho que le gustaría hacerlo. El libre albedrío de cada uno de nosotros, los
seres humanos, es incuestionablemente libre – de ahí la posibilidad de la “cultura
de la elección” de Niemczewski – pero esa cultura de la elección sólo puede
funcionar dentro y no fuera del marco estructurado de las leyes de la realidad
extra-mental, físicas y morales. Así que soy libre de elegir por mi eternidad
el Cielo o el Infierno, pero no soy libre de elegir romper seriamente la ley
moral y aun así ir al Cielo.
Los
antiguos griegos en su apogeo precedieron a la Encarnación de Nuestro Señor por
cientos de años, de modo que no tenían ningún beneficio de la gracia
sobrenatural o de la iluminación. Pero naturalmente observaron – no inventaron
– las graves e inevitables consecuencias de que los seres humanos se levantaran
contra la estructura moral de la vida humana, y le dieron un nombre: “hubris”,
hoy la llamaríamos “orgullo”. Así pues, la presentación de Niemczewski de la
“cultura de la elección” comienza por negar a Dios y termina por desafiarlo,
pero aunque puede inclinar las mentes de los hombres a favor de su “cultura”,
es incapaz de alterar la Existencia eterna e inefable de Dios, o la necesidad
eterna y absoluta de la Verdad. Por ejemplo, si no existe tal cosa como la
verdad, entonces eso al menos es una verdad. Por lo tanto, al negar todo o
cualquier dogma, nadie es tan dogmático como los masones, y en su socavamiento
subjetivo de toda doctrina, nadie es tan doctrinal como los Modernistas y los
Neo-modernistas.
En
resumen, un hombre como Niemczewski se niega a reconocer que alrededor de la
esfera de elección de la humanidad hay un anillo de realidad que no es de la
elección del hombre. Los eclesiásticos del Vaticano II se niegan a reconocer
que el Depósito de la Fe no puede modernizarse. Y los líderes de la
Neo-Fraternidad San Pío X se niegan a reconocer que los conciliares romanos son
mercaderes de fantasía. La “cultura de la elección” terminará por costarles
caro a todos ellos. Puede costarles la eternidad si no pueden recobrar su
cordura católica.
Kyrie
eleison.