FUENTE
Habiendo leído la carta subversiva de Mons. Fellay
en el Cor Unum de junio de 2017, notamos que no hubo ni una sola voz de oposición
por parte de los más de 600 sacerdotes de la FSSPX en todo el mundo. Tan
reciente como seis años atrás, esta carta habría causado tal tormenta dentro de
la Fraternidad, que la supervivencia de Mons. Fellay en el próximo Capítulo
General hubiera sido puesta en peligro.
Pero hoy en día, ni una sola palabra.
¡Esos días pareces distantes!
Por lo tanto, Sodalitium Pianum tomó la carga de
crear una respuesta ficticia que hubiera debido provenir del clero de la FSSPX
en mejores días.
Carta abierta a Mons. Fellay de todos los
Sacerdotes y Obispos de la FSSPX
Junio de 2017
Excelencia Reverendísima,
Usted comprenderá que estamos escandalizados por la
reciente carta que nos envió en el número de junio de 2017 del Cor Unum, la
cual es subversiva respecto de la seguridad de nuestro apostolado y de nuestra fidelidad
a la Fe Católica.
Su carta comienza notando “algunos problemas que
han surgido en nuestra Fraternidad en los meses recientes”, pero al reconocer
esto, usted no ve la causa sino solamente el efecto (es decir, los “problemas”
de los cuales usted mismo es la causa). Aparentemente, usted administra una
aspirina para suavizar los síntomas, en lugar de dirigirse a la enfermedad que
los produce.
Al recordarnos que los estatutos reservan las
relaciones con Roma al Superior General, vemos en ello una medida de control
diseñada para extinguir cualquier oposición al ralliement. Nosotros
recordamos que antes del ralliement se volviera público, los sacerdotes
de la Fraternidad escribían y hablaban regularmente del asunto de las
relaciones con Roma, sin oposición de Menzingen o de las casas de Distrito en
su mayoría. Obviamente, usted no quiere una voz contraria que señale su
traición, así que recurre a esta regla. Pero ya que la virtud
moral de la obediencia está subordinada a la virtud teologal de la fe, nosotros
tranquilamente ignoramos su evocación a esta regla, y ejecutamos nuestro deber
de pastorear a los fieles recordándoles desde los púlpitos, desde los
boletines, desde las conferencias y artículos, por qué firmar un acuerdo con
la Roma no convertida, pondrá en peligro sus almas.
¿Qué locura lo ha poseído, que Su Excelencia ha perdido de vista el claro y actual peligro para la Fe en
Roma? Solamente un loco estaría persuadido (como su carta espera que nosotros
estemos), que hay un nuevo clima en Roma, el cual de algún modo quiere a la
Tradición (¿incluso si la persigue?).
En relación con las
recientes cartas de nuestros cofrades en Francia, estamos bastante perplejos -y
furiosos- de que nos recuerde la declaración del Capítulo General del 2006 que “previó entre los motivos de expulsión de la
Fraternidad la rebelión y la difusión pública de un desacuerdo con la autoridad”. El P. Rioult “sacó a
la luz” sus negociaciones secretas con Roma, y el acuerdo de “proceder por
etapas hacia el acuerdo práctico” con los modernistas, y no podemos más que
preguntarnos si esta norma del 2006 al cual usted se refiere, fue tal vez una
de estas “preparaciones” (diseñadas para suavizar la oposición llegado el
tiempo en que usted mostraría sus verdaderas intenciones subversivas).
Pero por la admonición de
Su Excelencia, nosotros tomamos su advertencia seriamente, y reconocemos que
aquellos que poseen la fortaleza de oponerse a esta reorientación traidora
están muy probablemente expuestos al peligro de expulsión: Su Excelencia ha
recurrido rápidamente a esta táctica (de la cual se alegró el P. Pfluger, tomándola
como una “purificación” de la FSSPX, en su conferencia en Flavigny para los
Hermanos). Comprendemos perfectamente que debe liberar a nuestra Fraternidad de
oposiciones antes de que Roma acepte su firma. Esto es de sentido común.
¡Pero el cielo no permita
que seamos cobardes bajo la
apariencia de prudentes u obedientes, mientras nuestras ovejas son guiadas por
ustedes al matadero romano!
Usted nos dice que
solamente estamos imaginando que defendemos a la Tradición. Sin embargo,
¡cuán exactamentev nuestras observaciones con respecto al ralliement
coincidieron con las de Su Excelencia, en la Carta n°63!
¡Talleyrand!
Usted pretende que es
nuestra oposición la que debilita a la Fraternidad al fracturar su unidad, en
lugar de la reorientación que usted ha dado a ella en preparación a la Prelatura. ¡Repugnante deshonestidad! ¿No fue Su Excelencia
quien le explicó a Benedicto XVI (modernista) que usted estaba dispuesto a
soportar una fuerte oposición y división en aras de llegar a un acuerdo
práctico, cuando usted inquirió una explicación por el rechazo de Roma en el
último minuto de la Declaración que usted firmó?
USTED es la causa de la desunión en la Fraternidad, como consecuencia de haber abandonado la vía prudente de Monseñor Lefebvre (y
todos sabemos cómo terminará).
No ha pasado desapercibido, sin embargo, este enfoque
que Su Excelencia tiene acerca de la unidad por sobre la doctrina (un sello
distintivo de la iglesia conciliar en la cual usted ya está disolviendo nuestra
Fraternidad). Pero esto no nos sorprende: El obispo que usted expulsó para
facilitar su traición, ya había observado que “la crisis de la FSSPX se asemeja
en todos los aspectos a la crisis en la Iglesia después del Vaticano II”. Una
respuesta por separado podría rastrear todas las similitudes, ¿pero con qué
finalidad? Su Excelencia ya ha declarado a Roma su determinación para seguir
adelante, a pesar de la ruptura que eso cause en la Fraternidad.
Y con todo, ¿usted se atreve a darnos lecciones
sobre alterar la unidad en nuestra Fraternidad?
Su Excelencia nos perdonará entonces, pero sonreímos
ante su hipócrita afirmación de que “no se puede utilizar un medio malo e
ilícito sin causar un daño al bien común”, lo cual más bien tiende a condenar a
Su Excelencia y no a nosotros.
En cuanto a sus “Cinco Puntos” recordando la
naturaleza de nuestras relaciones con Roma, nosotros percibimos en ellos los
signos de la infección modernista que sufre Su Excelencia (causados sin lugar a
dudas por sus frecuentísimas visitas al leprosario):
En el punto número 1, Su Excelencia hace un par de
declaraciones problemáticas:
En primer lugar, usted alega que la crisis en la
Iglesia se remonta al menos a los tiempos del Papa León XIII. ¿Qué clase de
tontería es esta? No había crisis en ese tiempo porque las autoridades
suprimieron a los revolucionarios, mientras que ahora están coludidas con
ellos. De hecho, ¡ellos son los revolucionarios!
Usted nos perdonará si sospechamos en las palabras
de Su Excelencia un intento de extender la crisis hasta los años 1800 para
exonerar al Concilio Vaticano II y evitar identificarlo como la causa de la
crisis actual.
Roma ha tomado la misma postura en los últimos 50
años, y es por esto, precisamente, que la crisis empeora diariamente.
Más adelante en el mismo párrafo,
Su Excelencia dice “estos errores, calificados de falsas interpretaciones…”
¿Por qué no llamarlos errores simplemente? ¿Por qué reducirlos a meras “falsas
interpretaciones”? ¿Acaso los 2 años de discusiones doctrinales (¡de las
cuales todavía estamos por ver los videos prometidos, seis años después de este
hecho!) no mostraron claramente que estos fueran errores?
Este equívoco claramente
revela la confusión intelectual (en el mejor de los casos) en la mente de Su
Excelencia (¿o corazón?), en cuanto a si estos errores son realmente errores
propiamente dichos. ¿Tal vez las cosas son como Su Excelencia dijo en la entrevista a CNS
hace algunos años, que la gente realmente no sabe lo que verdaderamente enseñó el
Concilio? ¿Tal vez solamente los iluminados comprenden que estos no son
realmente errores después de todo (¡aunque sus propios negociadores claramente
lo pensaron!)?
En el punto número 3, Su
Excelencia correctamente evoca que la posición prudencial de Mons. Lefebvre
respecto a Roma es lo que salvó a la Fraternidad (y la fe de ese tiempo), ¿y aun
así, en la actualidad, usted la abandona, bajo el engañoso pretexto de “cambio de
circunstancias” (para mejor) en Roma? ¿Qué loco creería esto? Roma nunca ha estado más atrapada en el modernismo;
no hay un solo obispo conciliar o cardenal en
todo el mundo que profese, sin ambigüedad, y sin equívocos, la fe de
siempre. No, ni siquiera sus amigos modernistas como Mons. Athanasius
Schneider, y colaboradores. Todos ellos son hombres del Vaticano II: Pozzo,
Burke, di Noia, Hoyos, etc.
En el punto número 5, Su
Excelencia nos señala sin necesidad que Mons. Lefebvre nunca quiso separarse de
la Iglesia, como si nuestra continua resistencia a las reformas conciliares
fuese equivalente a tal separación. Esto revela más la forma de pensar de Su
Excelencia que la nuestra. Por nuestra parte, no necesitamos que se nos diga
esto. Pero por su parte, usted parece temer este peligro imaginario (y la
escrupulosa propaganda que usted permite que gotee de las plumas del P.
Simoulin, Schmidberger, Pfluger, Nely, Robinson y otros, refuerza esta
sospecha).
El argumento implícito es
que la posición de la FSSPX por los últimos 29 años ha sido cismática. Usted no
lo dice abiertamente, pero lo teme. Tampoco puede usted evitar la conclusión
(como lo hace más adelante) recurriendo a circunstancias cambiantes: ¿No ha
estado siempre Roma lista para aprobar la Fraternidad si tan solo cumpliera con
los requerimientos romanos (como lo ha estado haciendo a través de este largo
proceso de ralliement, por lo menos desde las juntas de 1997 del GREC)?
¿No le dijo Roma modernista a Mons. Lefebvre que con una Misa Novus Ordo todo
sería perdonado? ¿No le dijo la Roma modernista a Mons. Lefebvre, en los años
1980 y 1990, que un acto de humildad y pedido de disculpas por su parte hacia
Juan Pablo II arreglaría todo?
Sí, Excelencia, nosotros
percibimos en usted la creencia de que la Fraternidad es cismática, y una
consecuente desesperación para resolver esa “situación canónica anormal”. En
esto, usted ha caído en el mismo legalismo que casó que todas las comunidades
alguna vez tradicionalistas “corrieran hacia Roma” (como usted escribió alguna
vez).
¿No podría usted
simplemente renunciar y “reconciliarse” usted mismo? O siente usted un
deber imaginario de tomar con usted a la máxima cantidad posible dentro de Roma, para
aplacar su conciencia escrupulosa, por haber liderado un grupo de sacerdotes
ilegales que han estado administrando confesiones y matrimonios inválidos desde
por lo menos las suspensiones de 1976?
Su Excelencia considera
que una línea de conducta respecto a las relaciones con Roma fue proclamada en
los Capítulos Generales de 2006 y 2012 sin mencionar, sin embargo, que el
último contradice al primero. En lugar de eso, usted intenta engañar,
pretendiendo que 2012 es el desarrollo posterior del 2006, ¡como si la
contradicción pudiera ser un desarrollo!
Los principios no cambian,
pero sí las circunstancias. De acuerdo. Pero percibimos que en la realidad de
la situación en Roma y en la Fraternidad, son los principios los que han
cambiado ¡y las circunstancias siguen siendo las mismas! El principio de
acción del Capítulo General de 2006 fue que no habría acuerdo práctico con la
Roma sin convertir. Las circunstancias eran (y siguen siendo) que Roma sigue imbuida
de modernismo y lo promueve activamente a toda la Iglesia universal.
Si de buena fe, Su
Excelencia es tan iluso que no puede percibir ni admitir esta realidad,
entonces Su Excelencia claramente no es competente para guiar de manera segura nuestra
Fraternidad a través de esta crisis, y exigimos que usted (y todos los que comparten
su ilusión o falta de comprensión en los diversos cargos en los Distritos)
renunciar a su/sus posición(es) de inmediato. Tal ceguera no puede sino
llevarnos a los roqueríos, sobre los cuales ya podríamos estar varados.
Su Excelencia afirma que “por
nada” queremos dejar esta línea de acción por la cual reconocemos a las
autoridades de la Iglesia, pero rechazamos sus errores. Estamos de acuerdo,
pero note que Su Excelencia está haciendo precisamente eso en la misma medida que su campaña de branding tiende a dejar de rechazar los errores romanos y
conciliares. Este es un paso intermedio en el camino de la aceptación de esos
errores: primero dejamos de combatirlos y esto, combinado con el continuo
énfasis de respetar la autoridad romana, con el tiempo causa que aceptemos los
errores (después de todo, ¡ya nadie nos dice que son errores!).
Si yo pudiera asistir a
una junta de la Logia del Gran Oriente de la Masonería, imagino precisamente
esa estratagema para subvertir y luego capturar a la Tradición.
Su Excelencia utiliza una
manera interesante para describir la posición tradicional de nuestra
Fraternidad: “nosotros afirmamos
nuestra sumisión a la autoridad legítima y rechazamos cuasi sistemáticamente
seguirla”. Esta descripción, acertada en lo que cabe, casi parece como una
crítica, como si rechazar “sistemáticamente” el seguir la autoridad, estuviéramos
cometiendo una falta. Esto a su vez implica una negación de la forma
"sistemática" en que se ha implementado la revolución conciliar en
toda la Iglesia universal, en la liturgia, la instrucción catequética, los
ritos sacramentales, el derecho canónico, etc.
¿Ha perdido Su Excelencia
su comprensión de la amplitud y gravedad de la crisis en la Iglesia? Así
parece.
Finalmente, Su Excelencia -vacilamos en decirlo pero debemos hacerlo- se muestra como un traidor al
declarar que “son estimaciones falsas y muy peligrosas
afirmar: “Nosotros no necesitamos la delegación para los matrimonios”; “la
jurisdicción de suplencia para las confesiones nos basta…” Implícita en esta condenación está la aceptación
de la proposición contraria: “Es verdad decir que necesitamos la
delegación conciliar para nuestros matrimonios”; “la jurisdicción de suplencia
para las confesiones no es suficiente para nosotros”. ¿Cómo pueden
nuestros sacerdotes y fieles no preguntarse acerca de la validez de los
sacramentos del pasado con las tonterías que vienen de Su Excelencia? Y dejando
a un lado este asunto, ¿cómo puede Su Excelencia pretender que no hay nada
peligroso en someter el control de los matrimonios a las autoridades
diocesanas? Vemos en las directrices pastorales del Cardenal Müller que la
norma es que las autoridades conciliares darán la delegación y recibirán el
consentimiento de los contrayentes, y el sacerdote de la FSSPX celebrará la Misa
después.
Si ahora Roma está permitiendo la delegación a los
sacerdotes de la Fraternidad, ¿no es para calmar la tormenta? ¿Una excepción a
la regla (la cual será implementada “en la medida de lo posible”)? ¿Usted
piensa que en poco tiempo (si acaso la FSSPX no ha sido vendida para entonces)
esta inteligente implementación romana de las directrices pastorales todavía le
dará la delegación a los sacerdotes de la Fraternidad? ¡Desde luego que no!
Para entonces, los sacerdotes de la FSSPX ya no confiarán en su jurisdicción de
suplencia y psicológicamente dependerán de recibir la delegación, incluso cuando
las directrices pastorales empiecen a ser implementadas como se pretendía: con
el sacerdote conciliar recibiendo el consentimiento de los contrayentes.
Tal como en todas las otras áreas del ralliement,
los romanos progresan gradualmente, con paciencia (¡como ellos se lo explican
continuamente!), y esperan a que se den más pasos con el tiempo. Pero Su
Excelencia sabe y entiende como nosotros, que viene el día en que la recepción
conciliar de los votos matrimoniales en las capillas de la FSSPX se extenderá y
será “normal”.
Su Excelencia está en estado de complicidad abierta
con nuestros enemigos, porque Su Excelencia no los percibe como tales, sino
como amigos.
¡Locura!
¡Pero nuestras bocas quedan abiertas de asombro
cuando leemos que Su Excelencia respalda al movimiento Ecclesia Dei, a los que nuestro Fundador condenó como traidores! Consecuentemente, ¡usted
también es un traidor al respaldar traidores! ¿Cómo podemos evitar reconocerlo?
Siempre ofrecen la misma excusa los desertores de la Tradición: “Imaginen el
bien que podemos hacer”. Esto lo dijo Dom Gérard y fue condenado por los
sacerdotes de Campos, quienes cayeron más tarde y fueron condenados por… Su
Excelencia (quien, cayendo en lo mismo hoy, es condenado por nosotros). ¿Y esta
contradicción se supone que debe disimularse por un presunto cambio en las
circunstancias?
¡Sin embargo, el obispo de Galarreta reconoció en
Albano (finales de 2011) que no se han producido cambios sustanciales en Roma
que justifiquen los nuestros!
¿El hecho de que Roma
está ofreciendo supuestamente más, demuestra que los herejes quieren que
peleemos contra sus herejías? ¿Que ellos quieren la Tradición? ¡Sea realista!
Por eso, no percibimos la
voz del Buen Pastor en sus extraños razonamientos, que parecen venir del lobo
más que del pastor. Honestamente, Excelencia, usted suena más como el Superior
General de la Fraternidad San Pedro que de la FSSPX al argumentar de este modo.
Los argumentos que usted
plantea han venido siempre de los cuarteles de Ecclesia Dei. ¿Por qué no
dice que usted cree que Mons. Lefebvre estaba equivocado, en lugar de engañarse a usted mismo, escondiéndose tras la evidente falsedad de que las
circunstancias y condiciones en Roma están mejorando tanto, que ahora es el
tiempo para un acuerdo (cosa que usted dijo en 2001, 2012 y 2017).
Ahora debemos creer que “Roma
está mejorando”, siendo que evidentemente sucede lo contrario.
Ciertamente, sus palabras
relativizando la jurisdicción de suplencia demuestran que usted ha perdido fe
en la excelente e inexpugnable apologética con la que la SSPX ha justificado
recurrir a ella en los últimos 40 años en el ejercicio de su apostolado.
¿Cuándo le sucedió esto? ¿Hace décadas? ¿Por qué debemos compartir sus
escrúpulos? ¿No le basta simplemente regresar a Roma con sus lugartenientes de
ideas afines? ¿O sus captores romanos lo atraparon con chantaje espiritual,
reteniendo su “perdón espiritual” hasta que usted traicione completamente la
fortaleza de la Tradición?
Y esta “lenta evolución en los medios conservadores” que
usted atestigua, ¿qué hay de ella? ¡Ha habido círculos de conservadores desde
el mismo concilio! Su Excelencia ha perdido de vista el hecho que tanto
liberales como conservadores (que son liberales más reservados) no son
diferentes que los Jacobinos y Girondinos de la Revolución francesa: ambos
apoyaban la revolución, con la única diferencia que los Jacobinos (p/ej.
Bugnini, Congar, Kasper, Kung, Francisco) quisieron ir más lejos y más rápido
que los Girondinos (Benedicto XVI, Athanasius Schneider, Pozzo, Burke).
¿Qué Mons. Schneider no
apoya y organiza ecumenismo? ¿Qué el Cardenal Burke no defiende el
matrimonio basado en la doctrina de JPII, en dependencia de la teología
pos-Vaticano II, y de una manera en la que cuidadosamente evita atacar ese
concilio infernal? ¿No cree Benedicto XVI que los magisterios pre y posconciliar
pueden ser reconciliados mediante la dialéctica Hegeliana y la síntesis de los
opuestos (es decir, la hermenéutica de la continuidad)?
Su “crecimiento del
movimiento conservador” es bastante ilusorio, excepto en la medida en que está
poblado por antiguos tradicionalistas como usted. Pero si alguna vez se convirtiera en una
realidad, representaría un peligro mayor para las almas porque sus errores son
más difíciles de identificar. Elija su veneno.
En cuanto a los muchos
supuestos Nicodemos dentro de las comunidades Ecclesia Dei que creen que la
posición de Monseñor Lefebvre es correcta, ¿acaso su presencia dentro de esas
comunidades comprometidas y capturadas no demuestra lo contrario? Ellos no han
comprendido, mucho menos están de acuerdo con Mons. Lefebvre. Su razonamiento,
su posición, su doctrina, están basados completamente en el legalismo, poniendo -como Su Excelencia- la “regularidad” canónica por encima de la primacía de la
doctrina, dispuestos a dejar que todo lo
demás se quede en el camino (incluso la misa), siempre que se conserve el sello
de aprobación romano:
Ellos aceptaron la
libertad religiosa (como usted lo hizo implícitamente en la entrevista a CNS);
ellos declaran que no hay errores en los documentos del Vaticano II (Su
Excelencia afirma que aceptamos el 95% de éste); ellos celebran el Novus Ordo
(Se reportó que Su Excelencia declaró en Roma que si Mons. Lefebvre hubiera
visto la nueva misa celebrada de ese modo, jamás se hubiera opuesto a ella);
ellos practican ecumenismo (Su Excelencia promueve las juntas del GREC, y la
próxima Conferencia de Identidad Católica que es tradiecuménica).
¿Ha notado Su Excelencia
que ahora parece tener más en común con los Ecclesia Dei que con la
FSSPX?
¿De qué manera están
estos “Nicodemos” de acuerdo con Mons. Lefebvre? En el mejor de los casos,
mientras piensa que halaga a sus nuevos amigos, en realidad los está llamando
cobardes, además de cuestionar su honestidad e integridad, al proponer este
argumento.
Y si no levantáramos la
voz, estaríamos en peligro de
compartir el mismo destino [¡tomen nota,
sacerdotes de la FSSPX!].
Si Su Excelencia cree ver
“una mejora en las condiciones que Roma nos impone”,
nos preguntamos ¿cuál es la relevancia o importancia de lo que se nos ofrece?
Mons. Lefebvre le dijo al Cardenal Ratzinger, "Eminencia, ved, aún si vos nos concedéis un obispo, aún
si nos dais una cierta autonomía con respecto a los obispos, aunque nos deis la
liturgia de 1962, si nos permitís continuar con los seminarios de la
Fraternidad, como hasta ahora; no
podemos colaborar, es imposible,
imposible, porque trabajamos en direcciones diametralmente opuestas: vosotros trabajáis para la descristianización de
la sociedad, de la persona humana y de la Iglesia, y nosotros, nosotros
trabajamos para la cristianización. No podemos entendernos".
¿Por qué este mismo
estado de cosas (es decir, trabajar en direcciones opuestas) hoy no le
concierne a usted, a diferencia de nuestro Fundador? ¿Lo ha destronado usted
también? Como dijeron los judíos cuando planearon matar a Nuestro Señor, ¿“es conveniente
que un Hombre muera”?
Sólo un imbécil no
reconoce que mientras la Fraternidad y Roma estén trabajando en diferentes
direcciones, nunca no podrá haber ninguna colaboración fructuosa. En consecuencia, si hay colaboración, es porque ambas partes están trabajando en la
misma dirección (errónea). Y el respaldo de Su Excelencia hacia las
comunidades Ecclesia Dei, y los supuestos aliados "conservadores" en Roma, nos dice todo lo que necesitamos saber sobre cuál dirección que
está tomando esta colaboración:
Su Excelencia está conduciendo
a nuestra Fraternidad desde la Tradición hacia el conciliarismo conservador.
Pero percibir que Roma
está ofreciendo más, porque están "mejorando", es estar en peligro de
solipsismo. ¿No ha admitido la misma Roma que su objetivo es llevarlo a usted
hacia el concilio? ¡Ellos deben estar muy satisfechos con el progreso que USTED
ha hecho a este respecto! No es la Roma anticristo que se vuelve más católica,
sino Su Excelencia que se vuelve más liberal, lo que le causa esta percepción
ilusoria.
Roma ha aprendido que
cuanto más tiempo le nieguen la Prelatura, más Su Excelencia está dispuesto a
ceder y comprometerse para alcanzarla. ESTA es la razón del infernal “coma” que
priva a la FSSPX de la muerte final; una muerte que ciertamente vendrá, pero no
antes de mucho más sufrimiento. La FSSPX debe expiar sus pecados anteriores, y
los humillantes compromisos con que Roma extorsiona, serán nuestra purgación, y
su protección y seguridad [de Roma].
"Sí, sí, cardenal
Müller, debemos tomarnos más tiempo; debemos encontrar esta "conversión
más profunda" que se logra a través de estos contactos continuos y
demasiado frecuentes (¡y que sólo llega con la aceptación total del Vaticano
II!)".
Levantamos nuestras cejas
ante su afirmación de que tenemos que esperar y ver si las autoridades romanas
"confirmarán la relativización del Concilio", cuando es exactamente
lo contrario que está sucediendo: ¡Su Excelencia está relativizando la
Tradición, la jurisdicción de suplencia y la necesidad de resistir los errores
romanos!
Pero simular que las
autoridades romanas han mostrado “benevolencia” atrapando a la Tradición, es
casi declararse cómplice, trabajando contra la Tradición desde adentro, para su
destrucción final.
Contra la
creencia de Su Excelencia de que la Tradición tiene mucho que ganar de un
acuerdo práctico con la Roma no convertida -una vez más- es exactamente al revés: la verdad no tiene nada que ganar, pues ya está en
posesión de sí misma, pero tiene todo que perder al repudiar el consejo
prudencial de Mons. Lefebvre, y sometiéndose a sus enemigos y manipuladores y
si la FSSPX ha estado en un estado de declive cualitativo desde su muerte, es
precisamente porque la herencia que dejó ha sido ignorada por aquellos que
piensan que saben más, de modo que la luz se coloca más y más debajo del
celemín.
Todos nosotros
probablemente viviremos para ver la locura de esa arrogancia.
Su Excelencia será
recordado por la historia como el hombre que destruyó la FSSPX.
Sinceramente,
600 sacerdotes de la
FSSPX